miércoles, 21 de marzo de 2012

Just like, magic; Quinta parte - Capítulo: #6

Capítulo: #6

Si hubiera tenido una linda Mágnum en ese instante le hubiera volado los sesos a Iero, maldita sea. En ese instante no soportaba ni su mirada.

- Gee… yo… -

El mago volteó. Sus caras estaban frente a frente, por lo que no se movieron. Frank no se estremeció, ni tembló siquiera ante la mirada de ese par de ojos dominantes.
Y el mago vio… nada, era como si… estuviera vacio. ¿Qué demonios?
Gerard había perdido la batalla, hizo una mueca al notar que no podía ingresar a su mente y suspiró. Sentirse derrotado, fue ciertamente doloroso.
Frankie lo observaba, sabiendo que el truco había funcionado.

- Sé lo que esperas, una disculpa – Gerard levantó ambas cejas, extrañado y sorprendido ante la presunta rendición de Iero – pero yo no puedo pedir perdón por algo que soy, no pudo pedirte perdón por ser curioso, todavía no comprendo que problema hay con que yo sepa tus secretos, después de todo somos pareja ¿Cierto? uno no pude sostener una relación si no confías plenamente en el otro… -

Gerard retrocedió unos pasos, algo en su cabeza había explotado o más bien, había despertado. El mago le observó de manera asesina. Sabía que eso pasaría tarde o temprano, ese chico er aun hueso difícil de roer.

- Te odio – dijo entre dientes, pero claro, conciso y fuerte – te detesto -
- ¿Qué? – los ojos del otro se abrieron de par en par.

El mago se plantó frente a él, el espejo reflejaba su perfil derecho mientras que con la mano izquierda, sujetaba el brazo delgado del joven Iero.
Este último, asustado o más bien, inquieto, lo observaba a los ojos, preguntándose el porqué de ese inesperado roce, porqué no le permitió irse corriendo del lugar y llorar agriamente toda una eternidad, lamentándose de haber nacido y de haber siquiera, suspirado el nombre del mago y hacerle tanto daño.

- Desaparece de mi vida –

Si Frank no lo hubiera estado observando en ese instante, no se hubiera dado cuenta que Gerard era el divulgador de esa frase. Su voz, áspera y dolida era irreconocible a comparación del suave y melodioso sonido que sus cuerdas vocales solía emitir. Sus ojos, en vez de irradiar ese misterio y poseer el talento de llenar las tripas del publicista de mariposas, se mostraban fríos e increíblemente vacíos, ante su sorpresa, notó que estos irradiaban el mismo extraño brillo dorado como los de Macarena. Ya los había visto así, claro, pero jamás tan intensos.
No soportaba verlo un instante más, su mirada lo estaba cortando.

¿Por qué todo le daba vueltas? ¿Por qué ahora tenía frio? ¿Será miedo por ese color dorado que habían teñido sus esmeraldas preciosas?
¿Será porque le rompieron el corazón?

- ¿De qué hablas? – preguntó, incapaz de captar el sentido de las palabras.
- Que desaparezcas de mi vida – repitió Way.

¿Qué? ¿Era cierto lo que escuchaba? ¿Podría ser cierto? ¿Realmente el mago le hacía tal petición?

- Estás... ¿desaparecer? – farfullo, intentado calmar sus temblores - ¿Por qué? –

Gimió, los ojos del mago le observaban de hito a hito. Sin inmutase siquiera que su corazón echo pedacitos, se repartía por la habitación.
Ese brillo dorado… casi asesino…
 

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