viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Capítulo: #14

Capítulo: #14

Máscaras.

~ Intenté hacer de mis facciones una máscara de felicidad e intentar ser convincente. Al parecer, funcionó. Me sonrió de vuelta y pasé a ubicarme al sillón situado frente al televisor. Hice zapping por lo menos durante una hora intentando abstraerme de la realidad y no pensar en ninguno de los tópicos de moda en mi mente, no había nada para ver, por lo que, como de costumbre, terminé por mirar dibujos animados. En eso me encontraba cuando sentí un tibio brazo enroscarse en uno de los míos brindándome un calor, una tibieza que sólo podría pertenecer a una persona, la única que irradiaba afecto y contención sin pedir nada a cambio: mi madre.
- Parece que tu padre está de muy buen humor hoy.- Dijo al tiempo que soltaba un suspiro y apoyaba su cabeza en mi hombro izquierdo, no sin antes, por supuesto, darme un beso en la mejilla.
- Ajá.- Le contesté sin mirarla, pero aún así tratando de falsificar aquella mueca que había funcionado con mi padre hacía un rato. Error Frankie. No funcionan con mamá.
- Estos son los momentos en los que desearía que hubieras sido mujer. De haber nacido con otro aparato reproductor le contarías a tu madre qué es lo que te abruma y, naturalmente, ella no estaría muriendo de impotencia.- Dí una carcajada muda y dejé caer mi cabeza sobre la suya para tratar de reconfortarla. Sabía que la sensación debía ser horripilante, más aún cuando su hijo parecía siempre dispuesto a pedirle ayuda. Era una excepción. Era La Excepción. Era miedo. Impotencia…
- ¿Cómo te sentís?.- Preguntó al notar mi estado, el mismo desde hace ya… ¿Días? ¿Semanas? ¿Meses? Perdí la noción del tiempo.
- Cansado.- Contesté sin pensar, como en estado automático. ¿Me convertí en un robot? “No Frank, si fueras un robot, no te sentirías como te sentís.” Apuntó mi conciencia. ¿Y si soy el nuevo tipo de robot, uno con sentimientos? “No voy a discutir sobre estas estupideces con vos, no tiene caso…” Cómico, por no llamarlo patético. Ni mi conciencia soportaba ya mi estado. Me reí con ganas ante el pensamiento, eso pareció agradarle a mamá.
- ¿No salís con Ray hoy?- Ray…
- Puede ser, no hablé con nadie desde que me desperté. Bueno, con vos y con… el subconsciente.- Mi madre se separó de mi hombro para mirarme y soltar una risita: marca personal.- ¿Qué?.- Le pregunté con diversión.
- Es gracioso. Desde chiquito haces esas cosas, sólo que antes… Era divertido porque te hablabas en voz alta a vos mismo y te decías que era lo próximo que tenías que hacer.- Dijo mientras reía. “¡Por eso se reían de vos en la escuela!” No te excluyas, le exigí. Se reían de los dos. De nosotros. Mierda. ¡Se reían y listo!
Me quedé ahí hablando por la siguiente hora y media cuando mi madre salió disparando al recordar que el pollo estaba en el horno. El resultado: Pollo demasiado crujiente.
Luego de almorzar, bastante tarde, como es posible apreciar, me sentí en necesidad de salir de casa, aunque fuera solo a sentarme en el escalón de la puerta y ver las hojas moverse en los árboles situados en la acera.
Me ubiqué justo en medio del pequeño parque ubicado en el frente de mi casa y respiré ese aire puro, libre de mentiras, al menos en esa zona.
Y llegó la lluvia, y con ella, la purificación. Nunca entendí por qué la mayoría de la gente la detesta, a mí me resulta relajante.
Miré hacia atrás luego de reposar unos minutos bajo la lluvia y divisé a mi madre parada detrás de la ventana mirándome con expresión triste. Me paré y me dirigí hacia la puerta. No fue necesario que la abriera, mi madre la tenía abierta para cuando ni siquiera había dado cinco pasos. Me acerqué a ella y le dije:
- Voy a dar una vuelta, má.- Ella me miró enternecida.
- Llevate un piragüitas, Frankie.-
- La capucha es siempre útil.- Dije entrando para alcanzar mi canguro que se hallaba en el perchero al lado de la puerta, junto con la gabardina beige de papá. Me sonrió y dio un suspiro antes de decirme:
- No te vallas a enfermar.- Le dí un beso en la mejilla y salí, sin rumbo.
Sin rumbo aparente…

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