viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Capítulo: #23

Capítulo: #23

¿Cíclico?

El día transcurría desesperantemente lento, llevaba tres largas y torturantes horas despierto, lo que hacía que el reloj marcara exactamente las cuatro de la tarde.
Tendrían que pasar al menos seis horas para verlo y ya no aguantaba más.
Hice tronar mis dedos por décima vez en el día y me di cuenta que el método ya no servía, mis dedos no tronaban y mi incapacidad de quedarme en un lugar, quieto, aumentaba cada vez más.
Suspiré el suspiro número treinta y cuatro del día y me desplomé en el sillón individual que se encontraba al lado del de dos cuerpos donde mi madre se hallaba mirando la comedia bastante compenetrada.
Ella me miró divertida y soltó una débil risita mientras fijaba la vista nuevamente en “La Señorita Lucilda” que lloraba desconsoladamente luego de su desencuentro con “Ramón Hernán”.
Sí, me había aprendido el nombre de los personajes, y aunque sonara idiota, cada tarde desde aquel maravilloso día en que formalicé mi relación, me sentaba junto a mi madre a mirar la nueva tira centro-americana de bajo presupuesto que pasaban a esas horas de la tarde. Se podría decir que esa costumbre estaba incluida dentro de mi, hace poco estrenado, lado ultracursi; es decir, disfrutaba verla y aún más cuando me hacían recordar pasajes de mi relación con Gee.
Pero hoy no era un día para pensar en qué mierda le pasaba por la mente a Ramoncito cada vez que trataba de esa forma tan despectiva a la pobre Lucy; mi mente se encontraba en una habitación de paredes grises y colchas rojas, con un chico pálido de ojos verdes que decía amarme, mi mente estaba con él.
- ¡Esa mujer es una idiota!.- Exclamó mi madre.
- Solo está enamorada, mamá…- contesté removiéndome en el sillón en busca de una cómoda posición, una que parecía no existir.
Ella volvió a mirarme sonriente.
- ¿Cómo vos?.- cuestionó.
- No creo que tanto.- contesté en automático. Me sonrojé a más no poder cuando noté lo que acababa de decir y escuché a mi madre reír fuerte pocos instantes luego.
- ¿Por qué no llamás a Ray para que venga, o salen, o hacen algo? Te noto un tanto inquieto.- dijo.
¡Y claro que estaba inquieto! Si las agujas del reloj parecían no moverse.
- Ray iba a acompañar a la madre al médico hoy.- maldije a esa mujer que tanto quería internamente, era en parte su culpa que yo estuviera así de desesperado, o sea… ¡No podía hablar con mi amigo de un acontecimiento sumamente importante!
- Bueno, eso no entonces. También podés llamar a tu primo Bill.- me reí frente a ella, eso sí que parecía broma.
- Seguro, también puedo ir corriendo al trabajo de papá y contarle que estoy un hombre.- dije haciéndole notar lo ridículo de su propuesta.
- Tenés razón. Bueno, no sé , Frankie.-
Frankie Frankie Frankie Frankie Frankie Frankie Frankie Frankie
Nunca van a entender que él lo dice de esa forma…
Linda encogió los hombres y yo seguí en mi ardua tarea de encontrar la posición.
Me rendí luego de unos diez minutos, diez eternos minutos, y fijé la vista en el tapizado de los almohadones.
¿Rojo o bordó? ¿Bordó o violeta? Difícil de distinguir…
No era una gran discusión interna, pero al menos me mantenía aburridamente divertido. En esa situación estaba cuando sonó el teléfono.
- Atendé Frank. Lucy está yendo al hospital con la hermana porque Don Ramón le disparó.- me dijo sin despegar la mirada de las veintinueve pulgadas que mostraban a la protagonista llorando desconsoladamente mientras tomaba la ensangrentada mano de su hermana. Sí, resultó ser que Lucilda era un tanto propensa a las desgracias.
Me incorporé con gran esfuerzo, sintiendo cada músculo de mi cuerpo quejarse y recordé la noche anterior…
Me dirigí hacia el teléfono con cara de idiota y atendí sin salir de mi burbuja de recuerdos.
- Residencia Iero. ¿Con quién desea comunicarse?.- dije al atender.
- ¿Desde cuado atendés así el teléfono, Frank?- preguntaron al otro lado de la línea y yo sólo intenté descifrar con quién me encontraba hablando.
- Desde que la criada de la Señorita Lucilda atiende así.- contesté.
- ¿Y desde cuando mirás la comedia de la tarde?-
- Desde que… Desde que…- ”¡No podés decir que estás enamorado a cualquiera, Frank Iero!”. Okay, hay que pensar algo rápido.- Desde…- Okay, cambio de estrategia.- ¿Quién habla?- Corto, conciso y sin explicaciones.
- ¿Ya no me reconoces la voz?-
- Si supiera con quién hablo no hubiera preguntado.- Los que me conocen saben que los enigmas no me gustan, y menos me gustan este tipo de jueguitos imbéciles. Como respuesta recibí una leve risita.
- Me estoy irritando un poquito, así que en breve voy a colgar.- Informé con los dientes apretados.
- ¡Soy Jamia, hombre!-
Jamia, Jamia, Jamia, Jamia, Jamia, Jamia, Jamia, Jamia…
Solté el teléfono y este quedó colgando, golpeando en la caída a la mesa que lo sostenía. Mi boca se abrió en sorpresa y mis ojos se fijaron en el primer objeto que se interpuso.
A pesar del estado del shock en que me había sumergido, podía escuchar su voz saliendo del tubo; cuando reaccioné lo tomé nuevamente.
- Ja-Jamia, ¿Cómo estás? – dije tratando de sonar sorprendido y amigable.
Mi madre se volteó al escuchar el nombre de la chica salir de mis labios y se incorporó para ubicarse a mi lado.
- Bien, volví hace una semana pero necesitaba estar sola unos días antes de hablar con cualquiera… Y de hecho sos el primero con el que hablo- contestó soltando una risita, aguda y nerviosa risita.
- Ahh…- fue lo único que escapó de mí luego de escuchar aquello.
- ¿Y vos como pasaste todo este tiempo?-
”Había olvidado tu existencia, había olvidado que no estabas en la ciudad y que mi destino y el tuyo estan unidos.
Si supieras lo maravilloso que era todo hasta que volví a escuchar tu voz…”

- Bien, bien.- tragué saliva sonoramente.- Todo igual.
- Bueno, me alegro entonces.-
- Si, yo también.-
”Hasta ahora.”
- Ehh, bueno, lo digo ahora…- ante esas palabras no pude hace más que aferrarme a la mano con que mi madre se aferraba a mi hombro izquierdo.
- ¿Si?-
- Necesito hablar contigo, ¿Cuándo podemos vernos?- Aspiré con fuerza para tomar valor.
- Estoy medio ocupado estos días, así que vamos a tener que esperar hasta el día de mi cumpleaños. ¿Te molesta?- Recé para que dijera que no era urgente, Oh si, recé.
- No, hablamos ese día entonces.- la escuché suspirar – Nos vemos, Frank.-
- Nos vemos.- fue la última frase pronunciada en el diálogo.
Despegué el teléfono de mi oreja y miré a mi madre; ella lo tomó y lo colocó en la base para luego abrazarme.
- Quiere hablar conmigo.- dije aún sintiendo sus brazos rodearme y sin ser capas de rodearla con los míos.
- Shh… No pienses en nada de eso ahora.- dijo y me escondí en su pecho tal cual lo habría hecho el más asustado de los infantes. - ¿Querés que mami te haga una chocolatada así te quedás contento?.- dijo ella aplicando aquella estrategia sumamente eficiente cuando era mas chico.
Levanté mi cabeza y la miré sonriendo con desgano.
- Creo que necesito dar una vuelta, estar un poco solo.- le dije.
- Entiendo…- contestó y besó mi frente- Hacele un favor a mamá y llevate la campera ¿si?.-
- Sí.- me separé de ella y me dirigí al perchero a buscar mi campera y dejarla contenta; una vez tomada y puesta me volví a ella y la abracé antes de cruzar la puerta.
Eran las seis menos cuarto de la tarde, mi mejor amigo ausente, mi novio tramitando no sé qué y yo solo, caminando sin saber cómo hacerlo, respirando sin respirar.
Treinta y cinco minutos luego me encontraba frente a la puerta de un bar al qué solo concurrían un par de viejos borrachos y entré.
Ahogar penas no era bueno, pero al menos era una distracción. Me dirigí a la barra sin mirar al frente y con algo de dificultad me subí a la alta y rechinante banqueta.
- ¿Qué desea?- me preguntaron.
- Lo más fuerte que tenga, y que sea doble.- respondí sin levantar la vista de los dibujos que las vetas de la madera formaban sobre ella.
- Enseguida.-
No supe precisar qué era aquel líquido que bajaba por mi garganta desgarrando todo a su paso, haciendo arder cada milímetro. Estaba rico, solo eso sé.
Eso y que la cantidad de vasos vacíos frente a mí aumentaba extremadamente rápido.
Uno, dos, tres, cuatro cin…
- ¿Frank?- pronunció una voz conocida y me maldije una y otra vez por no llevar puesta una máscara.



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