sábado, 31 de enero de 2015

The dove keeper; Capítulo: #16

Capítulo: #16

Cómodo y confiado.

Cuando desperté a la mañana siguiente, no tenía idea de dónde estaba. Aunque de alguna manera supe que el artista estaba supuesto a estar conmigo; sólo que tomó un buen rato para que todo volviera. Aún estaba medio dormido cuando me di vuelta en su larga cama, esperando encontrar su cuerpo justo a mi lado, tal como había estado la noche anterior cuando nos quedamos dormidos. En lugar de eso, yo estaba recibido por una mera impresión de él, grabado lejos en las sábanas dispersas. Estiré la mano y la desplacé a la parte cóncava de la cama, y ya no se sentía su calor. Él se había ido, y yo seguía sin tener idea de qué estaba pasando.

No pude ignorar el golpeteo dentro de lo alto de mi pecho contra mi caja torácica, y la ansiedad nerviosa que se arrastró por mi sistema un poco después. El sueño se cayó de mis ojos rápidamente, los alrededores despertándome por el impacto. Me senté y  rasqué mi cabeza, aún sintiendo sudor de la noche anterior. Memorias remplazaron mi mirada llena de sueño, y la pieza final fue puesta en su lugar cuando miré hacia abajo a mi cuerpo desnudo, sólo cubierto por una pequeña y delgada sábana azul.

Había tenido sexo con Gerard. Finalmente habíamos hecho lo que se suponía que no teníamos que hacer, la acción que habíamos estado posponiendo durante meses, y ahora, finalmente había pasado. Nos habíamos besado y tocado y cogimos en su cama. Él me había visto desnudo, y yo lo había visto en esa manera también. Incluso nos dormimos en la misma cama después, sin tratar de correr del acto que cometimos, sino acostándonos en su secuela. Nos besamos por lo que parecieron ser horas, raramente cambiando una sola palabra. No teníamos que hablar entonces; no había necesidad de hablar, y habíamos hecho mucho de ello para ese punto. Estábamos enfocados en besarnos hasta que se nos acabó la saliva y el aguante, sosteniendo nuestros dulces cuerpos uno contra otro en el medio de la cama. Ahí había una urgencia en cada acción que cometimos, un tipo de desesperación por entender lo que nunca tendríamos por nadie más en el mundo exterior.

En la oscuridad del cuarto, apenas vi algo. Pero recordé haber visto los ojos de Gerard. De algún modo, ellos siguieron brillando como verdes en la ausencia de luz. Recordé viéndolos, sólo por unos pocos segundos, y dándome cuenta de que nunca quería ver el mundo exterior otra vez. Si ellos iban a juzgarnos por hacer eso, por actuar así, entonces no me importaba. Yo quería estar aquí, yo quería estar con él. Ahora yo quería ver sus ojos en la oscuridad todo el tiempo.

La noche anterior, yo sólo había dejado su lado por unos pequeños segundos para llamar a mis padres y decirles que me estaba quedando con Sam y Travis por la noche. Necesitaba decirles algo, lo que sea, para mantenerlos de venir a buscarme. Necesitaba evadir meterme en problemas, también. Si yo estaba castigado ahora, todos mis pocos privilegios siendo alejados, yo sabía que probablemente moriría. Tú no puedes darle a alguien el gusto de algo mucho mejor que lo que ellos siempre han conocido y soñado, y luego alejarlos al momento siguiente. Yo necesitaba quedarme aquí, al menos por la noche.

No tenía idea que hora era cuando mi madre respondió, pero su voz era cansada. Probablemente era pasado mi toque de queda y ella había estado preocupada. Ella se había negado a decir que sí en un principio, pero eventualmente me lo dio. O era que estaba escuchando la felicidad en mi voz por lo que lo hizo, o sólo quería evitar la molestia de decir no y luego tener que venir y llevarme de la casa de Sam (porque ahí era en donde estaba, por supuesto), no lo sabía ni me importaba. Yo sólo colgué el teléfono y volví a la cama con Gerard. Él puso su brazo alrededor de mí, halándome cerca, y besó mi cara otra vez, antes de que finalmente el sueño lo tomara.

Esa había sido el último recuerdo claro que tuve de la noche anterior. Vagamente recordé todos los otros detalles, como el haber dado vueltas en la noche, sólo porque cuando lo hice, fui consciente de Gerard roncando suavemente. Me atrapé en un pequeño susto luego a la mañana siguiente, sin saber dónde estaba al principio, pero había durado un momento cuando tomé la vista de él acostado a un lado mío. Había estado oscuro, pero pude ver la expresión de calma en su cara, sus labios moviéndose levemente mientras respiraba. Una sonrisa se había propagado a sí misma a lo largo de mi cara cansada al mirarlo, sabiendo que yo había besado esos labios. Deslicé mi brazo alrededor de su cintura, clavé mi cabeza en su almohada, y me dormí otra vez. Y por el resto de la noche, estuve dormido muerto. Fue la mejor noche de descanso que he tenido.
  
Viniendo la mañana, sin embargo, no pude cree nada. Despegué mis ojos rápidamente, y mira alrededor del cuarto. Vi mi ropa tirada en su piso, y las imágenes de la noche anterior se reprodujeron en mi mente. Todo se veía más como un sueño para mí; yo estaba imaginando todo. Había trabajado en esa idea muchas veces en mi cabeza, ahora que había sido empujado hacia la situación, no tenía nada más de que soñar, de que pensar. Los recuerdos, los sonidos, y el leve dolor me seguían inundando, y me ahogaron en mis pensamientos. Tenía que creerlo. Había pasado y no había vuelta atrás.

Una buena cosa es que no quería. Incluso cuando crují entre las sábanas un poco, y vi la leve mancha color óxido, y sentí un leve dolor, yo seguí sin querer devolver todo atrás. Tenía el sentimiento de que probablemente iba a sangrar un poco por lo que había pasado. Había escuchado sobre que casi todas las chicas sangraban cuando perdían su virginidad, y eso había sido en la forma tradicional. Yo sólo pude imaginarme que me pasaría. La mancha no era tan grande sin embargo, lo que me exaltó a no terminar. Quizás Gerard no lo notaría. Sentí a mis mejillas tomar el mismo color oxidado mientras me llenaba de vergüenza. Lo mejor era que no viera esto, me dije a mí mismo. No quería que él se preocupara o se inquietara como lo había hecho la noche anterior, pensando que él me había herido. Yo estaba bien –mejor que bien.  Yo estaba con él.

Bueno, no completamente. La cama estaba vacía, su imagen era sólo una sombra en donde él había dormido. Estaba preocupado de que parte de la tierra podría estar, pero mis miserables nervios fueron calmados por el hecho de que yo estaba dentro de su cuarto. Detrás de su puerta negra, y especialmente, dentro de su mente. Quizás ahora sabría lo que él siempre ha estado pensando, y así descifrar a donde él había ido. 

Me senté derecho en la cama, colocando mi espalda en contra de la cabecera, mirando alrededor para tomar una vista completa de su oscura habitación. La noche anterior la había visto, pero sólo un poco; mis ojos habían estado enfocados en otras áreas y con otros propósitos. Ahora que finalmente tenía tiempo suficiente para abrir mis ojos anchamente y ver el espacio misterioso, vi un leve esqueleto de un cuarto con vida.

Había una cama matrimonial en el centro, al lado de mesas en un suave color roble, colocadas en ambos lados. Había sólo una lámpara en una de las mesas sin cubierta, con la ampolleta desnuda y expuesta que inundaba mayoritariamente todo en un tono ámbar dentro del cuarto. Las paredes no eran negras como la puerta, pero seguía viéndose oscuras. Viniendo desde un hombre que estaba lleno de explosiones de color, esas paredes eran un insulto al arte. No eran blancas, sino un aburrido color crema apagado, hechas incluso más muertas por los años de fumar y las respiraciones cancerígenas dentro de ellas. La única cosa que las forraba eran golpes y agujeros –para nada fotos o pinturas o piezas de arte. Si la habitación era una persona, los muebles los huesos y las paredes la piel, entonces era demacrad. Famélico y dañado. No se veía como una habitación que le perteneciera a un artista. Allí no había color, sin vida, sin luz. La única semejanza a algo en el espectro de color eran estas sábanas, pero incluso ellas eran de un tono oscuro. Ellas eran azules, pero se seguían gestionando para ser aburridas como siempre. Eran casi del color de las sábanas de hospital, y ellas tenían más o menos la misma consistencia de la tela gruesa acumulada. El piso retenía la mayor parte de vida en el cuarto, mi camiseta roja y otros artículos de color mirándome de vuelta. La luz desde el exterior del apartamento emitió su camino hacia el interior del cuarto, y bailó en la dura madera, casi invitándome a salir del área monótona. 

No les tomó mucho engatusar.

Repentinamente me sentí muy vulnerable cuando noté mis piernas desnudas bajos las sábanas delgadas, y la falta de presencia de Gerard. No tenía idea de dónde podría estar. El último recuerdo que había tenido de él era roncando pacíficamente, y ahora él sólo se había ido. Cuando busqué a mi roma en la cama, ni siquiera vi sus pantalones y su camiseta negra en ningún lado. Eran todas cosas mías. Traté de convencerme a mí mismo de que él aún seguía en el departamento, porqué el sólo tenía que estar. No había manera de que se haya ido; era su lugar, y sólo… no. No había excusas para nada; tenía que ser una respuesta sólida. Habíamos tenido sexo. ¿Por qué él se escaparía así? Aunque estaba seguro que él no estaba corriendo, pero seguían teniendo un fuerte sentimiento de pavor en la punta de mi estómago.

¿Por qué él me dejaría?

Todo este tiempo, yo me había sentido a salvo con él. Quizás él se habrá visto peligroso para el mundo exterior, pero sabía profundamente, que él nunca haría ni podría herirme. Y todavía… cuando deslicé mi ropa sobre mis piernas desnudas, y mi camiseta sobre mi espalda y camine al interior de su departamento, no vi nada. La luz venía desde el ventanal, iluminando el departamento en una dorada aura cegadora. Vi a la paloma, elevada en su jaula, su cabeza torcida hacia abajo tras sus alas, durmiendo. Escuche cercanamente su respiración en arrullos que podía oír todo el camino a través del departamento porque ahí no había otros sonidos. Ahí no había Gerard. No había no nada. 

Y yo estaba roto. Me sentí desnudo otra vez. Expuesto y más vulnerable que nunca. Esto no era algo que Gerard haría. Algo estaba mal. Esto era totalmente fuera de lugar. Mi mente comenzó a sobre-explotar en circunstancias, asumiendo lo peor cada vez. Quizás algo malo había pasado. Él había abierto su puerta para coger el periódico, y la policía se lo había llevado lejos. Quizás él había sido atrapado. Nosotros habíamos sido atrapados. Todas esas instancias corrieron por mi mente pero sabía que sólo estaba sobreactuando. Yo hubiera escuchado si se lo hubiesen llevado lejos. Ahí no había manera de que alguien pudiera atraparnos así de rápido. Teníamos una leve probabilidad de empezar una relación; no podía estar terminada aún.

Y todavía, aquí estaba, parado en el medio de su sala de estar en mi camiseta y mis boxers. Gerard en ningún lugar para ser visto. Completamente desaparecido

¿Esto ya estaba terminado?

No supe por qué tenía una imprevista urgencia por estar con él; no era como si no hubiera pasado la noche entera con el hombre. Mi instar era algo diferente a que sólo querer verlo por compañía, o incluso por sexo, siquiera. Yo casi quería asegurarme de que él aún estaba ahí. Él había sido una parte de mí la noche anterior –él había estado en mí la noche anterior. No me podía simplemente relajar si él repentinamente desaparecía. Era como si fuimos una persona cuando tuvimos sexo, y seguía perteneciendo hasta ahora. Si el caminaba lejos de mí y yo me quedaba parada, podía sentirnos llorando.

Y yo podía sentirme a mí mismo llorando en ese entonces. Mi pecho dolía, justo en el centro, en donde toda mi ansiedad se veía burbujear e hincharse en mí. No era sólo el dolor de mi pecho que acribillaba mi cuerpo. Tenía dolor en otras áreas, también, como en donde él me había abierto la noche anterior. No era exactamente el mismo tipo de dolor al de cuando había recién ocurrido, sino los efectos secundarios a él. Allí había un poco de una aflicción apagada, sólo ocurriendo cuando me movía demasiado. Me olvidé de eso en su mayor parte, pero al caminar alrededor de su lugar y poniéndome ropa desesperadamente para buscarlo, había vuelto. Mi apertura se sintió un poco despellejada, e incluso quizás un poco más grande. Descubrí que eso era una muy buena señal; quizás allí no habría tanto dolor como antes cuando lo hiciéramos otra vez. Si es que lo hacíamos otra vez… Tenía una clase de necesidad de Gerard en el departamento para que ese deseo sea cumplido. 

No era sólo mi cuerpo el que se sintió diferente, Yo me sentía diferente. Había tenido a alguien dentro de mí, y ese solo sentimiento era suficiente para impactarme muy duro. 

Había perdido mi virginidad la noche anterior, y joder, ese concepto entero por sí mismo era raro. Había soñado acerca de esto por mucho tiempo y en muchas maneras, pero nunca como esta. Nunca en un millón de años yo habría pensado que la perdería con un viejo artista de cuarenta y siete años en su departamento sobre mi trasero. El dolor de pecho disminuyó un poco y me reí de mí mismo, sacudiendo mi cabeza. Esto sólo era completamente absurdo y erróneo. 

Si esto era tan erróneo sin embargo, me pregunté internamente, entonces ¿por qué se sintió tan bien la noche anterior? No era sólo en el sentido físico en que se sintió bien. Era en otras maneras, más profundo que eso. Me sentí bien sabiendo que estábamos conectados en un nivel más profundo. Que sus toques, besos y cogidas significaban más que simple sexo para él. Se sintió bien cuando aún pude sentir todo el punzar después de ello y me di cuenta de que él había estado dentro de mí. Una parte de mí.

La sola realización se sintió muy bien. El sexo era una cosa. El sexo era divertido y emocionante y un poco angustiante. Pero lo que nosotros habíamos hecho no fue sexo. Yo no sabía que era, pero era algo más. Nos habíamos unido  y eso se sintió bien. E incluso después de que estuviera todo terminado, se siguió sintiendo bien. Y a pesar de que no hubiéramos hablado de ello mucho más que conclusiones, me percaté de que se había sentido bien para Gerard también. Él no había sido el que estuviera en dolor; yo lo estaba tomando, no él, así que él ni siquiera tuvo las caídas físicas del sexo. La noche anterior tuvo que haber sido buena para él en todas las maneras.

Si  era así, ¿Por qué él no estaba aquí para recoger los beneficios conmigo? ¿Por qué él no estaba en su departamento entonces yo podría contarle que lo quería hacer otra vez, en todo sentido posible, sólo para sentirme así de cerca de él? ¿Él no se sintió así de cerca de mí? Me pregunté a mí mismo. ¿Eran así las coses de diferente cuando tú dabas en vez de recibir? No lo sabía. Sexo, y sexo gay en ese punto, era completamente nuevo para mí. Quizás dejando a tu pareja sola en la mañana era una costumbre. No tenía una jodida idea, y por una vez, él no estaba ahí para enseñarme las reglas de todo.

Siempre había sido ingenuo antes; no había hecho mucho con cualquier género, sabía los términos, pero no cómo aplicarlos. Sabía pequeñas cosas, pero estaba muy avergonzado para hablar de ellas completamente, ir por detalles o hacer preguntas. Quizás he hecho un montón de cosas malas en mi vida, pero nunca eran mi decisión. Era la de alguien más. Siempre había mantenido una noción tonta en el fondo de mi mente de que cuando finalmente hiciera mi propia decisión de tener sexo, me convertiría en un adulto y en un hombre, y la ingenuidad desaparecería. Todo sería más fácil. Pero ahora sólo parecía ser diez veces peor, dejándome medio desnudo y tan jodidamente confundido en un lugar que solía ser mi hogar lejos de mi hogar.

Sacudí mi cabeza y corría mis manos a través de mi molesto pelo enmarañado. No quería pensar acerca de mi propia caída; mi ingenua ingenuidad. Tenía el sentimiento de que estaría pensando un montón sobre eso luego, cuando Gerard volviera. Si es que el volvía… yo sabía que me estaba preocupando sobre nada, porque incluso si él me había dejado, él tenía que volver. Este era su departamento, después de todo. Simplemente él no se levantaría y dejaría a un chico de diecisiete años (sin importar que tan bueno o malo el sexo haya sido). Él iba a volver, yo podía convencerme a mí mismo de ello. Pero qué tanto iba a tomar, y cómo él estaría cuando volviera estaba aún en el aire.

Me moví por el centro de la habitación, dirigiendo mi atención a la cocina. Mi lengua se sintió como el desierto del Sahara en mi boca repentinamente. Gerard y yo habíamos usado nuestra saliva la noche anterior besándonos furiosamente, y cualquier exceso de líquido había abandonado mi cuerpo completamente, tanto como en sudar o en otras formas. Estaba jodidamente muriendo de sed. 

Tomé rápidas zancadas llevándome al refrigerador el cual esperaba no fuese un espejismo en mi mente. Parecía ser de esa manera un vez que abría la puerta de acero y no vi nada más que botella de vino tras botella de vino. Suspiré, aún otra cosa que no iba bien esta mañana, e hice mi camino hacia el fregadero. Llené el vaso, y había tenido cerca de sólo un trago en mi boca cuando oí el familiar sonido de las llaves tintineando. 

Gerard había vuelto. 

Viendo cercanamente desde atrás de la esquina de la cocina, lo vi pararse dentro del departamento lentamente, ciego de mi espiar. Él estaba completamente vestido, su abrigo colgando sueltamente desde sus hombros, y su camisa con cuello acampanada debajo. Él puso sus llaves abajo en la mesa del lado junto con lo que parecían ser sobres, billetes quizás, y corrió sus dedos a través de su cabello. Su cara no tenía expresión, pero se veía radiar su esta genial indiferencia, especialmente cuando descartó agraciadamente su chaqueta en la parte de atrás de la puerta. Él estaba completamente inconsciente de mí viéndolo, y mi encaro parecía estar congelado en el lugar. Él se veía igual que siempre antes. Y por alguna razón, eso me decepcionó. 

Yo no era el mismo de antes. No solamente estaba parado en el medio de su cocina usando lejos nada de ropa con la que había empezado, habíamos hecho algo tan personal. Yo no quería ver El Artista Gerard en su vestíbulo delantero, no expresión sino arrogancia genial. Quería ver a Gerard, la persona, con el que había dormido en la cama. Quería ver sus ojos verdes otra vez.

De repente, esos ojos se encontraron con los míos, como si respondieran a mi solicitud interna. Gerard finalmente había notado que yo estaba levantado y despierto. Él sonrió inmediatamente, exponiendo sus feos dientes manchados de nicotina, pero el resto de su expresión no la vi. Me di vuelta, sintiendo el sonrojo subir bajo mis mejillas (de nuevo), repentinamente consientes de sí mismas.

“Hey,” lo oí llamar fácilmente, luego empezando a caminar lentamente…

Mantuve mis ojos hacia abajo, mirando las gotas de agua coleccionarse en el fondo de su fregadero plateado de metal. Podía oír sus zapatos golpear en el piso mientras se acercaba, pero incluso cuando sentí su cuerpo a mi lado, no miré arriba. La conexión que habíamos compartido fue abruptamente llevada muy dentro de mi mente, especialmente si él era sólo El Artista otra vez. Esa persona había visto mucho de mí.

“Buenos días,” saludó con la misma suave e aireada voz. Se puso contra el fregadero, esperando por una respuesta que nunca vino. Mis nudillos se pusieron blancos los agarré apretadamente del vaso.

“¿Estás bien?” él dijo, escepticismo y preocupación manchándose en una en su voz. 

Yo asentí.

“¿Estás seguro?” presionó otra vez, moviéndose dentro del espacio del mostrador, y tratando de ver por mi línea de vista. Él desplazó una mano cautelosamente en lo bajo de mi espalda, frotándola arriba y abajo. Me impactó, enviando electricidad radiando dentro de mi espina. No tenía pensado a él hacienda eso. Y ¿qué es lo que tú haces cuando has sido electrocutado?

Tú saltas. Lejos. 

Y así lo hice. Mis manos se desenrollaron del vaso y mis brazos lo empujaron hacia adelante, enviándolo traqueando y rompiéndose dentro del fregadero. Aterrizó con un sombrío ruido sordo, y una ruptura aguda, a pesar de que no había mucha distancia entre mi brazo y su ahora lugar de descanso. La velocidad de la acción fue lo suficientemente fuerte para romper todo, excepto la ansiedad nerviosa entre Gerard y yo. Como si las cosas pudieran ponerse mucho peor, y yo no me pudiera ver más ingenuo. 

Al menos el vidrio se rompió en el lavadero, me traté de decirme a mí mismo calmadamente. Al menos ahí no había vidrio en su piso, y no había manera de herirnos. Mi razonamiento lógico no hizo nada para calmar el adolescente trastornado al interior de mí, como sea. Di un paso atrás del desastre que había creado por mí mismo, mis brazos se levantaron en alto encima del mostrador y se retorcieron frenéticamente. Yo podía sentir mi cara sonrojarse con vergüenza, y mi inquietud no se colocó en cualquier cosas. Disculpas se cayeron desde mi boca en su lugar por supuesto, pero Gerard se veía inafectado por todo. Él no se había movido en contra mis repentinas acciones, y estaba aún apoyado relajadamente contra el mostrador de la cocina. 

“No te preocupes por eso,” insistió, dando un paso adelante en mi pánico y lo que quizás también haya sido una zona de batalla. Había estado desplazando mi mirada alrededor, pero aún manejándose para evadir sus ojos. No podía escapar de su toque tan fácil, y sentí su palma pesada conectándose con su espalda otra vez. Él frotó gentilmente pero ya no era eléctrico. Era tranquilizador. Él me estaba calmando. Tal vez el agua había embotado el circuito, pero él ya no se veía amenazador.

“He roto cientos de esos malditos vasos” él bromeó en torno, su natural carisma viniendo a través. “aunque la mayoría del tiempo fue apropósito”

Podría decir que él estaba sonriendo, sin embargo yo aún no me molestaba a mirar a su cara. Me estaba calmando como sea, y lentamente bajé mis brazos de vuelta al mostrador, la postura retornándose a normal, no vidrios para agarrar por estrés. Su mano se sintió caliente en mi espalda, y esta vez, envió escalofriós de realización dentro de mí. Despistando su reciente acto de desaparición, yo sabía que podía confiar en él. Él había vuelto, después de todo.

“Sí” exhalé temblorosamente, aún nervioso bajo su toque. Su mano no era nada sexual, y no importaba que tan lejos la moviera hacia abajo, aún se quedaba en mi espalda, y manteniendo un borde de preocupación. Él había hecho este tipo de cosas antes; él sólo se estaba asegurando de que yo estaba bien.

Yo podía ver la periferia de sus cabellos negros desde mi vista, y recordé cómo ellos había caído sobre su cara mientras dormía, como telarañas formándose sobre su mente durmiendo. Tuve la repentina urgencia de abstener mi nerviosismo y mirarlo directamente. Yo sólo vi sus ojos, esos ojos que había visto en la oscuridad, y tuve que girarme lejos otra vez. Aún era muy intenso para mí para manejarlo. No quería mirarlo de lleno, sólo en caso de que él desapareciera una vez más.

“Frank,” llamó a mi nombre, notando mi vacilación. No me moví. Apreté el mostrador más fuerte, tan fuerte que pensé que podría romperse también.

“Frank,” repitió, un poco más insistente, pero nunca enojado. El movimiento de sus manos en mi espalda paró, y comenzaron a escabullir su camino hacia mi cuello gentilmente. Él enrolló sus dedos en la línea de mi pelo, enviando escalofríos bajo la espina que él había tocado justo antes de que tomara sus manos hacía la base de mi cuello, su pulgar arrastrándose a lo largo de la línea de mi mandíbula. 

“Frank, ¿Estás bien?” él dijo de nuevo, implorando índole a su voz.

“Sí,” insistí, tragando fuerte, mis ojos cerrados, mientras su pulgar comenzaba a moverse bajo mi cara incluso más levemente. 

“Entonces, ¿por qué no me miras?” 

Había un timbre en su voz que nunca había escuchado antes, o quizás sí había, sólo me olvidé sobre él hasta ahora. Él estaba triste –no desesperado, sino despeinado. Y la manera en que sus dedos de plegaban y desplegaban contra mi melena, probando que él estaba nervioso, también. No era un ritmo cuidadoso (A pesar de que estaba ahí, también), sino un movimiento nervioso. 

Más escalofríos vinieron a través de mí. Me di cuenta de que ya no le estaba hablando al artista arrogante. Nunca lo estuve. Gerard había estado conmigo todo el tiempo, y ahora, él quería que lo mirara. Si yo lo hubiese hecho antes, entonces quizás no habría sido tan escéptico, nervioso y no habría roto tantas cosas ante nosotros. Gerard estaba tan expuesto como yo lo estaba, y el hecho de que nadie había visto este lado de él herido justo tanto como yo siendo dejado atrás.

“Mírame y dime que estás bien,” Gerard repitió otra vez lentamente, un poco de resistencia encontrando su camino en su voz. Él tuvo que haber sentido la forma en que mi cuerpo cambió, endureciendo bajo la realización, porque él se desplazó más cerca de mí. Él movió su mano desde mi espalda hasta mi cuello, cautelosamente llevando mi cabeza hacia arriba para encontrar sus ojos. Y ahí, incluso con los rayos dorados segadores del sol brillando en ángulos impares, yo vi lo que había visto en la oscuridad.  

“Estoy bien” le dije, y esta vez, no fue tan difícil el mantener la mirada hacia él. Miré hacia su cara también, derivando lejos de sus ojos y viendo su expresión de preocupación.

Él sonrió, y por un momento pude haber jurado que él iba a besarme. Su manos aún estaba en mi cara, pulgar rotando en pequeños círculos, incluso a pesar de que ahora podía mirarlo. Quería que él me besara, pero yo aún estaba un poco nervioso acerca de todo. No sabía lo que las cosas significaban, exactamente. Yo sabía que él se preocupaba acerca de mí; eso estaba claramente evidenciado con sus recientes manifestaciones de afecto. Yo aún poseía un poco de reservaciones, probablemente debido a mi ingenuidad. 

“¿Dónde has estado?” me encontré a mí mismo preguntando valientemente. Era una pregunta fuerte, viniendo de alguien que no podía ni siquiera mirar a nadie en los ojos por unos pocos segundos atrás, y que había recién roto un vaso, pero era menos atrevido que llegar y besarlo otra vez. Había pensado que iba a ser más fácil con toda la práctica de la noche anterior, pero ya nada se veía venir fluyendo libre y natural. Esperé que no lo hubiera jodido aún. 

“Oh,” expresó, como si él hubiera sido atrapado en un acto prohibido. Él dejó sus manos caer lejos de mi cara lentamente, descansando en mi hombro. “Sólo salí. Traje algo.”

Él señaló hacia el mostrador, en donde un pequeño paquete de celofán había sido posicionado. Era una bolsa de compras de un blanco opaco, el logo rojo de la tienda disperso entre los pliegues. Miré hacia esta por el mayor tiempo posible, sin tratar de descifrar qué era, pero cuando diablos él había puesto eso ahí.

“Oh” murmuré, mi turno para cometer el acto prohibido. Cambié mi peso a mi pie desnudo, mirando de vuelta hacia él. “¿Por qué no te despediste de mí?”

Gerard suspiró profundamente, sus cejas frunciéndose en una forjada preocupación. Él corrió su mano libre a través de sus negros cabellos, pero aún mantenía la otra en mi hombro.

“No quise despertarte.” Sonrió repentinamente, dibujando su mano de vuelta a mi cara. Cepilló su pulgar a lo largo de mi mejilla, finalizando su línea mientras enrollaba mi pelo tras mi oreja. “Te ves realmente hermoso cuando duermes.” 

Me tuve que alejar de él luego. No porque su mirada fuera muy intensa, sino porque no quería que él me viera sonrojándome. Yo no estaba acostumbrado a este tipo de cumplidos o comportamientos. Y se veía un poco tonto en mi mente que un hombre sea hermoso. ¿Él no debería ser guapo? Y yo mismo siendo guapo, o incluso hermoso, estaba fuera de discusión. 

“Te di un beso de despedida,” La clase de palabras de Gerard interrumpieron mi tren de pensamientos otra vez, su mano moviéndose a través de mi pelo enmarañado en un vano intento por enderezarlo. “Pero no quería despertarte. No  sabía cuánto tardaría, y no quería que esperaras despierto. Ni siquiera quería que supieras que me había ido…”

Su voz se volvió más suave, mientras sus ojos iban hacia sus pies. Si no hubiera sabido mejor, habría pensado que él se veía avergonzado. Pero este era Gerard; no importaba que tan real él fuera para mí ahí, la vergüenza no era algo que él conociera y decorara. 

“Quería estar solo.”

“¿Por qué?” pregunté, ladeando mi cabeza hacia un lado. 

“Necesitaba aclarar mi mente. Pensar sobre un montón de cosas…”

“¿Como qué?” sabía que estaba siendo molesto e insistente. Él era un hombre adulto y podía hacer lo que él quería, pero yo aún estaba aferrado a él por respuestas. 

Él levanto sus ojos hacia mí lentamente, tomando un respiro antes de que decidiera decir algo. “Tú…”

“Oh,” murmuré, y luego se me acabaron las preguntas como a ambos se nos acabaron las palabras. 

“Aquí, déjame explicar,” Gerard cortó rápidamente. Removió su mano de mi hombro, deslizándola por mi brazo y enlazando nuestras manos. “Ven a mi cuarto por un rato. Sólo para hablar, lo prometo.” 

Me miró por algún tipo de aprobación antes de que empezara a moverse otra vez, tomando la bolsa en el mostrado con él. Crujió altamente cuando él se aventuraba de vuelta al mismo lugar del que yo había salido. Nos puso en el final de su cama, nuestras dos rodillas tocándose  mientras él se enfrentaba interiormente para hablar. Yo cerré mis piernas apretadamente, sintiendo la tela de sus pantalones en contra mi piel, y dándome cuenta de que yo seguía estando muy expuesto. Él puso la bolsa detrás de nosotros y luego se agitó nerviosamente con sus manos, tratando de encontrar sus palabras.

“La noche anterior…” comenzó, un tono inseguro en todo. Él trato de mirarme, pero miró lejos, y yo estaba tentado a tomar su cara en mis propias manos y hacerlo mirar directamente hacia mí. Yo sabía que nunca podría emularlo, no importa que tan fuerte intente y que tanto él había estado separado de mí.
  
“No tenemos que hacer lo que hicimos la noche anterior otra vez,” finalmente escupió, y luego yo estaba agradecido de que ambos estábamos mirando lejos el uno del otro. 

Sentí la misma sensación en mi pecho de nuevo, viniendo de vuelta con fuerza desde que había cesado momentáneamente cuando él entró en el departamento. ¿Gerard no quería esto nunca más? ¿Él no me quería? ¿Es por eso que él se fue? ¿Era todo esto un gran error? ¿Había estado en lo correcto todo el tiempo? Las preguntas vinieron a mí como balas, pero el chaleco que había estado usando sólo se estaba torciendo con mi carne, mezclando mientras me volvía herido y haciéndome esta estatua dura ante él. Miré a mis pies expuestos, desnudo como había estado la noche anterior, tratando de darle sentido a las cosas. 

Dios, el jodido sexo cambió todo. Y no en la buena manera. Había esperado que al darle a mí mismo, permitiéndonos estar juntos, e incluso construyendo jodidamente nuestro propio mundo, nuestra propia imagen, que todo estaría bien. Nosotros estaríamos juntos y las cosas serían más fáciles. Yo sería un adulto; era sólo el mismo principio como mi menguante inocencia e ingenuidad. Lo quería fuera, y mi relación adulta con Gerard por empezar. 

Honestamente me había gustado mucho lo que habíamos hecho esa noche. Despistando el dolor, la extrañeza inicial, el hecho de que estaba completamente desnudo y el sangrando, me había gustado teniendo sexo. Había terminado sintiéndose bien a medio camino hacia ello, que me sorprendió no terminando. No sabía que poner cualquier cosa en mi trasero se podría sentir bien. Realmente no me senté en casa y me pregunté esas cosas de noche. Y el dolor que había tenido por la acción era algo que Gerard me había dicho que necesitaba estar ahí. Necesitaba recordar eso. Y lo haría por un largo tiempo. No sólo porque había perdido mi virginidad esa noche, sino por a quién perdí también. No tenía idea de que la perdería de esta manera, y con ese hombre, pero joder. Eso ya no importaba. Yo quería esto. 

¿Qué había cambiado? Todo había cambiado, o al menos parecía ser en esa forma. Yo sólo esperaba que el metafórico todo, por el que él habría preguntado – y yo se lo había dado, joder- no cambiara. Quizás Gerard estaba sólo nervioso ahora. Quizás algo había pasado cuando él estuvo fuera. Había docenas de posibilidades, y mi pensamiento en erupción y su solitario laberinto no estaban ayudando a ninguno de nosotros. 

“No tenemos que hacer esto otra vez” Gerard repitió, señalando con sus manos mientras sus ojos se mantenían enfocados en el piso. “Yo sé que fuimos muy rápido, y no tenemos que tener sexo otra vez. Podemos hacer algo más, o podemos no hacer nada en absoluto. Te puedes ir si quieres, también…” 

Él estaba hablando más rápido de lo normal, pero la última línea aún venía fuerte y clara en mi mente. Y pensando sobre qué quiso decir no iba a pararla más.

“¿Qué?” balbuceé, mi voz seguía áspera y ronca. Gerard paró de hablar casi instantáneamente, sus manos congelándose un lugar en el aire. Tornó su cabeza a un lado para encontrarse con mi mirada sorprendida, y frunció sus labios antes de repetir su declaración, más lento.

“Te puedes ir ahora mismo si quieres”

“¿Es eso lo que quieres?” prácticamente me atraganté.

Dios, ¿Cómo pude haber sido tan estúpido? Probablemente esto fue por lo que me dejó solo en primer lugar. Él sólo quería librarse de mí. Para tener la indirecta e irme. Jodido infierno. Yo podía creer que esto estaba pasando.

“No es sobre mí, Frank,” me informó sólidamente. No tenía idea de cómo su rostro podía permanecer tan liso como una piedra mientras yo me sentía como si me estuvieran aplastando por dentro

“¿Entonces sobre quién es?” murmuré, apretando las sábanas en la cama con ira nerviosa. Si él decía algo sobre la sociedad, estaba bastante seguro de que iba a perderlo. 

“Tú,” respondió, sin saltarse nada. Paré de inquietarme y respirar fuerte. Incluso paré de mirarlo con mi mirada críptica. No podía encontrar las palabras para discutir esa respuesta; yo ya estaba argumentando conmigo mismo en mi cabeza lo suficiente. 

“Si tú no quieres hacer nada de lo que hicimos la noche anterior otra vez, Frank, no lo haremos,” Gerard insistió de nuevo delicadamente. Él movió su peso en la cama, acercándose a mí en su petición. Puso su palma mucho más grande sobre mi mano, y frotándola calmadamente. Él la hubiera ahuecado y sostenido completamente, pero yo seguía apretado de las sabanas por consuelo, y no me quería soltar. Su cara estaba tan cerca de la mía, y tan lejos al mismo tiempo. Yo quería ese beso que había estado extrañando desde la cocina, pero estaba muy congelado para hacer algo al respecto. 

“Sé que apresuramos las cosas,” Gerard comenzó a repetir.

“¿Te arrepientes?” me encontré a mí mismo escupiendo, y juntando los ojos con él. Él había sido tomado atrás por mi movimiento repentino, pero recuperándose rápidamente. 

“Tú sabes que yo no me arrepiento de nada de lo que hago.” Él me estaba dando la respuesta estándar, la que él había estado ensayando y diciendo tantas veces dentro de su departamento cuando estábamos haciendo arte. Yo no quería arte en ese momento. Nos quería a nosotros. 

Él pudo ver los cambios en mi cuerpo, y los arregló, dándome la respuesta que necesitaba escuchar, incluso si no era la correcta. “Y especialmente no me arrepiento de esto.” 

Se inclinó hacia mí un poco más, pero aún estábamos muy lejos de hacer algo. Yo podía sentir su respiración, y sabía que él quería asegurarse de algún modo. Yo sólo asentí, y miré hacia mis pies desnudos otra vez. 

“El sexo es personal,” empezó de nuevo, inclinándose lejos, y por una vez, yo sólo deseé que se hubiera callado. Él estaba tratando de hacer excusas para no estar conmigo, cuando todo este tiempo yo había pensado que habíamos venido para un consenso de la necesidad de estar juntos.

“Es sexo es enorme. Y yo lo tomé de ti por primera vez. He tomado un montón de ti…” Sus ojos bajaron hacia nuestras palmas, no enlazadas juntas, pero meramente una sobre la otra. “Y pensar que todo fue pedido por la noche anterior, eso no quiere decir que yo lo espero de ti todo el tiempo ahora. Nunca tuve ningún tipo de expectaciones contigo, y aún no las tengo, Frank. Sólo quiero que sepas eso…”

“Yo sé eso,” insistí, suspirando forzadamente. “Me estás haciendo sentir como un niño otra vez.”

Lo vi morder su labio, casi esperando por argumentar ese punto, y decir que yo era un niño. Sólo porque era treinta años menor que él ya no significaba nada. Él había hecho mi edad la noche anterior, y quizás él recordó el momento tan vívidamente como yo lo había hecho, porque él sólo suspiro en vez de responder cuando su cabeza cayó, su cabello yendo sobre su cara.

“Yo sólo no quiero herirte…” murmuró suavemente. 

“No lo hiciste,” respondí con fuerza, sin preocuparme si él estaba hablando consigo mismo. Su cabeza se animó casi inmediatamente, y me miró de vuelta otra vez. Él seguía estando en su imperturbable y profesionalmente estresado deslumbramiento, pero una sonrisa se estaba formando en las esquinas de su boca. 

“No tienes idea de qué tan bueno es escucharte decir eso,” dijo efusivamente, la emoción en su voz sorprendiéndome. ”Lastimarte es la última cosa que quiero hacer.” 

Hubo un silencio por un rato después de eso, la gravedad de la situación cayéndose alrededor de nosotros como los fragmentos del vaso que siguen descansando en el fregadero. No estaba tan enojado, y ya no me sentía como un niño. Pude sentir su mano mucho más grande sobre la mía, sus dedos cepillando contra mí en un pequeño movimiento y finalmente me solté de las sábanas. Volteé mi mano hacia arriba y entrelacé los dedos con él fácilmente, pero él seguía estando muy lejos de mí. 

“¿Qué es lo que quieres, Gerard?” pregunté, cuando nuestros ojos se encontraron por un breve momento, y persistieron mucho tiempo en indecisión. 

“Ah, bueno,” suspiró y movió su peso, extrayendo el comentario casi ridículamente. “Te dije que quería la noche anterior.” Pausó por un pequeño momento, viendo si podía recordar. 

¿Cómo lo pude olvidar?

“Pero ahora mismo, creo que me conformaré por sólo un beso,” me informó, una floja media sonrisa en su cara. Cogí lo estacionario en la acción, sonriendo completamente por nosotros dos. 

“Creo que eso es una buena idea,” mencioné tranquilamente, y de repente, él ya no se veía tan lejos.

Ambos nos miramos uno a otro por un largo tiempo, nuestros ojos deambulando hacia la boca levemente abierta del otro. Nos inclinamos mutuamente, y mi corazón saltó dentro de mi garganta al primer suave cepillado de nuestros labios. Esta era la primera vez que habíamos hecho la misma acción como lo hicimos la noche anterior. Gerard quizás me había estado tocando y hablando sobre sexo, pero él siempre había hecho eso. Él arrojaba cosas sexuales como si no fueran nada, y siempre me tocaba tanto, y aún, tan poco, cada día antes de la noche anterior. La noche anterior fue la primera vez que las cosas habían cambiado entre nosotros, pero cuando vino la mañana, se sintió como si hubiéramos ido hacia atrás en el tiempo y desentrañáramos todo. Era un poco raro meternos dentro de las cosas, pero eventualmente conseguíamos la caída de ello. 

Me moví más cerca de Gerard justo cuando separé mis labios para dejar a su lengua ir dentro de mi boca. Sentí sus manos llegar alrededor de la parte de atrás de mi cabeza, enredándose en mi melena antes de finalmente descansar en mi cuello para profundizar la acción. Me desplacé más y más cerca, seguía sin saber qué hacer con mis propias manos aún. Toqué su lado cautelosamente, y cuando él procedió a besarme más profundo, decidí que ese era el curso correcto de la acción. Enrollé mis manos alrededor de su lado grueso, y moví el último puente de espacio entre nosotros. Todavía estábamos sentados en la cama, pero mi torso estaba tocando el de él, mi lengua estaba en su boca, y sentí un calor que no había sentido desde que había estado durmiendo y los dos habíamos estado desnudos. Arrastré mis dedos alrededor del final de su camiseta, y me atreví a deslizar un dedo dentro. Necesitaba tocar su piel. 

“¿Qué es lo que quieres, Frank?” Gerard preguntó, alejándose del beso unos pocos momentos después. Él seguía manteniendo su mano en la parte de atrás de mi cuello, y pulsó nuestras frentes juntas un poco. Pude sentir nuestros cuerpos en pendiente hacia abajo encima de la cama, y sentí mi corazón latir dentro de mi pecho. La ansiedad nerviosa del sexo bañó sobre mí, y pensé que había estado a través de todo eso y lo había hecho antes, todo era tan grande, tan nuevo, y todavía tan aterrador. Yo sabía que era así de aterrador para Gerard también, incluso si teníamos un montón aclarado ahora. Él aún no quería herirme, y honestamente, yo no quería ser herido tampoco. 

Traté de tener nuestros cuerpos acostados en la cama completamente, en vez de responder su pregunta, porque en realidad no sabía qué decir. Yo quería que el decidiera como la noche anterior. Yo sabía que estaría bien con todo lo que él me hiciera porque yo confiaba en él, pero yo aún era muy inexperto, no sabía qué hacer ni cuándo. Él se dejó a sí mismo ser empujado hacia la cama, inclinando su cuerpo así podía verme hacia abajo, pero todavía quería una respuesta. Él había dejado esto bastante claro de que nada iba a pasar hasta que declare primero. 

“¿Qué es lo que quieres, Frank?” preguntó otra vez, entre pequeños besos en mi cuello. Agarró mi cara en sus manos nuevamente, poniendo nuestros ojos y labios juntos. Traté de mantenerme besándolo, pero él alejó nuestras lenguas lejos.

“Dime. Haré todo lo que quieras,” me aseguró, apenas por encima de un susurro. “Lo prometo.”

Miré hacia sus ojos verdes. Las pupilas eran largas, pero el anillo de color verde en que gasté mi completa existencia enfocándome seguía estando ahí. Era tan claro también –sólo como lo había sido en la noche. Y ahí me di cuenta de lo que más quería.

“Quiero quedarme aquí todo el fin de semana,” le dije sólidamente, quería ver esos ojos en la oscuridad otra vez, y la única manera de hacer eso era durmiendo en su cama de nuevo. No me quería ir a casa. Me quería quedar justo aquí.

Él se rio en un principio, ligeras y aireadas respiraciones por su ahora hinchados labios. Acarició el lado de mi cara mientras me miraba hacia abajo, aforando mi seriedad. “¿Qué ahí sobre tus padres?” reflexionó en voz alta. 

“No me importa,” insistí, más alto que el promedio. Habíamos estado susurrando, porque ahí no había necesidad de gritar cuando nuestros labios estaban prácticamente revoloteando sobre cada uno mientras hablábamos en tonos silenciosos. “Los llamaré y le diré que me estoy quedando en lo de Sam otra vez. Me iré a casa en la noche del sábado. No me importa. Se me ocurrirá algo.”

Ahora era mi turno para que mi voz fuera rápida y agitada. Mis manos no se movieron en un patrón frenético; en vez de eso ellas agarraron los bíceps de Gerard.

El artista estaba inafectado, y puso su atención abajo en besar mi cuello, evadiendo una respuesta como la que yo había tenido momentos atrás. “No sé…”

“Tú dijiste lo que sea que quisiera, Gerard,” insté, agarrando más sus bíceps. “Me quiero quedar aquí.”
Él alzó su cabeza en alto desde mi cuello, alineando nuestros labios una vez más. Me miró sobre escepticismo, sus labios pulsando con deliberación. 

“Contigo,” adherí a mi antigua petición, y luego presioné mis labios en los de él. No sólo era otra oportunidad de besarlo otra vez, era un intento de silenciarlo así el no intentaría argumentar. Y por una vez, él fue a la perdición muy fácil. 

Nos besamos como lo habíamos hecho antes, lentos picoteos por inmersiones de lenguas profundas, manos y labios recorriendo por todas partes. Él tocó y acarició el lado de mi cara un montón, girando mi pelo entre sus dedos mientras respiraba ásperamente por su nariz. Él no estaba sobre mí, pero sentí su cuerpo moverse más y más cerca, sus piernas interconectándose y enredándose con las mías. La tela de su pantalón, y de su camiseta también, se sintieron extrañas contra mi piel, pero en todo lo que me podía enfocar era en sus labios.

“Sabes,” declaró con picardía, poniendo nuestras bocas lejos y dejándome besar el aire. Sus manos se movieron por mi cara, y comenzaron a jugar con la tela de mi camiseta juguetonamente deslizando sus dedos dentro. Él bailó alrededor de mi ombligo, mirando el espectáculo contra la tela roja antes de finalizar sus pensamientos al mirarme. “Si tú te quedas por el fin de semana, tienes que saber una regla de mi departamento.”

“¿Y cuál es esa?” pregunté, jugando de vuelta en su juego. Acaricié mi cabeza contra el lado de la suya,  animándolo.

“No ropa,” bromeó, pero aun así buscó mis ojos por una aprobación. Asentí, y levanté mis brazos fuera de su cuerpo, sobre mi cabeza, dándole el permiso que él necesitaba. Pude ver el alivio grabado a través de su cara cuando levanto mi camiseta fuera de mí, y estaba bastante seguro de que él agregó la idea como una broma, sólo para ver como reaccionaba. Afortunadamente, para ambos, nunca habíamos querido nada más. 

«Anterior || Siguiente»

5 comentarios:

  1. 1 de octubre de 2016, sigo esperando con ansias la continuación de ese fic

    ResponderEliminar
  2. Han pasado dOS PUTOS AÑOS CON UN PUTO MES Y UN PUTO DÍA, Y SIGUES SIN ACTUALIZARLA!!! DIOS, ME SIENTO IGUAL QUE CUANDO LEÍ ASOTM SÓLO QUE ESTA ESTÁ INCOMPLETA Y AHORA QUÉ SE SUPONE QUE HAGA??!!!! DIOS, ME MATARÉ JKSBKDB YA NO PUEDO

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Encontré aquí el capítulo 17, 18, 19 y 20! http://thedovekeepertraducido.blogspot.mx/2013/09/cap-17-belleza-y-libertad.html

      Eliminar