miércoles, 7 de marzo de 2012

Awww... Sugar; Capítulo: #1

Capítulo: #1

-Por favor, Gerard...

-¡Lárgate! ¡Déjame en paz de una puñetera vez!

-Gerard, hombre, no te puedes quedar ahí toda la noche... anda, sal ya, vamos...

-¡Vete a la mierda! ¡Todos váyanse a la mierda, ya estoy harto de todo, de todos! Sólo... sólo déjenme... sólo...

La voz de Gerard se volvió un murmullo ininteligible detrás de la puerta de los lavabos en donde se había apertrechado. Un par de líneas de coca de más antes de salir a escena, y la presentación había resultado un fiasco total, dejándolos en ridículo frente a los fans y al resto de las bandas del Warped Tour. Apenas lo habían logrado sacar del escenario en pie. Ahora, pasado el efecto de la droga y después de haber caído en cuenta de lo ocurrido, Gerard había entrado en una crisis.

Crisis en las que caía cada vez con más frecuencia, sobra decir.

Frankie era el único que quedaba detrás de la puerta. Brian, su manager, se las estaba arreglando por décima vez con los organizadores del tour para que no echaran a la banda a mitad de la gira; Matt, harto de que el vocalista perdiera el control noche tras noche, se había marchado a dormir al autobús sin pensarlo. Ray trataba de componer el desbarajuste con el dueño del bar a donde Gerard había corrido después del concierto y en cuyo baño estaba ahora, y Mikey, después de intentar razonar con su hermano por espacio de una hora, estalló en cólera y se fue, maldiciéndolo a voz de cuello. El resto del staff estaban ahogados de borrachos en el mismo bar, y en ese estado no servían de mucho apoyo.

Así que Frankie se encontró sentado en el pringoso piso del pasillo, apoyado contra la puerta, fastidiado y cansado con toda la situación. Sin embargo, no tenía planeado dejar a Gerard en aquel sitio, aunque ni él mismo sabía por qué soportaba todo eso. Tal vez era que simplemente no había nadie en ese momento que tratara de poner en pie al vocalista, como se había hecho costumbre ya entre todo el equipo de la banda. El chico se mezo el cabello, tratando de recordar en que momento las borracheras y los ocasionales colocones que compartían todos se habían convertido en un problema incontrolable para Gerard.

Frank no entendía qué carajos estaba murmurando su amigo, pero escuchaba claramente sus sollozos; de repente, algunas sacudidas en la puerta, como si el otro estuviera golpeándose contra ella, lo hicieron poner atención.

-Vamos, Gerard, te vas a partir la jodida cabeza... deja de hacer eso.

Ninguna réplica. Solo un prolongado gemido, ahogado, lleno de frustración. Frankie sintió que si seguía escuchando a Gerard en aquel estado, él mismo tendría un ataque de ansiedad. Se levantó y trató por milésima vez de forzar la puerta, pero fue en vano. Era un armatoste de metal y doble chapa, que de alguna forma, Gerard había trabado desde dentro. Ni con las llaves habían podido abrirla. Los gritos y maldiciones del cantante se habían escuchado por todo el lugar por espacio de una hora, pero parecía que finalmente se estaba calmando.

-¿Dónde está Mikey?- dijo Gerard de repente, con un hilo de voz. -¿En verdad se fue?

Frankie no respondió. Era la primera vez que el más joven de los Way se daba por vencido en uno de los ataques de su hermano. Y en esa ocasión, de verdad lo vio total y absolutamente furioso, como nunca antes lo había visto.

-Frank...

-Él... se fue, Gerard... creo que fue a hablar con el administrador o algo así.

Silencio.

-Mierda... mierda... todo lo hecho a perder, ya no... yo no debería estar...

Frankie se dejó caer de nuevo al suelo. No sabía cuanto iba a aguantar la banda en aquella situación. Las cosas iban estupendamente con el nuevo disco, estaban empezando a despegar en serio y justo ahora parecían destinados a estrellarse contra el jodido suelo. Estaba comenzando a perder la esperanza; veía todos sus sueños tambaleándose peligrosamente, y muy en su interior, tenía un terrible pánico de solo pensar en qué iba a ser de él si el grupo fracasaba. ¿Qué se supone que haría? ¿Volver a tocar con su antigua banda, cuando sabía que jamás serían ni la sombra de lo que estaba siendo My Chemical Romance? ¿Obtener un trabajo de nueve a cinco, donde tuviera que llevar traje y corbata? Lo único que sabía hacer y que siempre había querido hacer era música. Sabía que sería incapaz de llevar una vida convencional. Antes preferiría darse un tiro que terminar en algo así.

Unos pasos lo sacaron de sus oscuros pensamientos. Era Ray, quien venía con cara de pocos amigos. Llevaba un destornillador y un mazo en las manos.

-¿Y eso?- preguntó Frankie.

-¿Tú que crees? Logré convencer al administrador de que nos dejara desmadrar la cerradura, aunque ahora no solo tendremos que pagar por que no llame a la policía, sino también por la jodida puerta.

-Mierda- susurró Frankie.

-¡Gerard!- gritó Ray con voz de trueno. -¡Gerard! ¡Sal de una maldita vez, cabrón hijo de puta! ¡Sal o tiro la puerta, con un demonio!

Nada. Solo un fuerte golpe y algunas maldiciones a medias del otro lado de la puerta.

-Maldito sea- murmuró Ray, mientras empezaba a destornillar una de las chapas. Frankie suspiró resignado y puso manos a la obra también. La puerta era vieja y fue un triunfo lograr quitar los oxidados tornillos, pero tuvieron que echar mano del mazo para poder retirar del todo las cerraduras y los seguros que había puesto Gerard. Finalmente, después de algunos empujones, la puerta se abrió.

Frankie entró primero, tratando de amortiguar un poco las cosas entre Gerard y Ray; sabía que el rubio, por lo general tranquilo y alegre, últimamente había perdido el control con su amigo durante las crisis. La última vez incluso lo había golpeado. Y aunque él tampoco estaba contento, por alguna razón no deseaba que Gerard saliera más dañado de lo que ya estaba. Siempre lo había querido mucho, y su caída en las drogas y el alcohol le dolía más de lo que estaba dispuesto a admitir incluso ante si mismo.

El chico no veía a Gerard, así que buscó en cada cubículo de los deslucidos sanitarios. Lo encontró en el último, sentado en el suelo, ocultando el rostro en el brazo que tenía apoyado en la sucia taza. Su ropa estaba asquerosa, y tenía el cabello tan desgreñado que parecía que había querido arrancárselo a tirones. Frankie se arrodilló a su lado.

-Gerard... hey, hombre, ¿estás bien?

Lentamente, el otro volteó a verlo. Sus ojos estaban rojos y llorosos, contrastando con su iris aceitunado. Se le veía terriblemente pálido y demacrado.

-Lo fastidié todo una vez más, ¿no es así?- susurró Gerard, con una expresión trágica y la voz tan ronca que parecía que había llorado por toda una eternidad.

Frank no dijo nada. Una llamarada de ira lo invadió por un instante, cuando pensó en que aquel hombre podría ser la causa de su ruina a causa de su falta de autocontrol, pero todo eso fue reemplazado casi al instante por algo peor: lástima. Se preguntó como diablos su amigo había caído tan bajo. Frankie sintió su corazón encogerse dolorosamente.

-Vamos- dijo, mientras ayudaba al otro a incorporarse. Lo sacó al pasillo donde estaba Ray, con el rostro serio y claramente agotado. Su mirada se encontró con la de Gerard por un instante, pero esta vez no hubo recriminaciones ni golpes; se limitó a observarlo sin decir nada, y después se acercó a ayudar a Frankie a sostenerlo. Avanzaron en silencio por el pasillo, rumbo a la salida.

>>>>

El estruendo a nuestras espaldas era ensordecedor mientras avanzábamos por el pasillo rumbo a los camerinos. Había sido una de las mejores presentaciones que habíamos tenido, y eso, estando en un país extranjero, era aún más loable. Brian se acercó a nosotros, exultante; me dijo no se que diablos antes de atender una llamada de su celular y quedarse a medio pasillo, obstruyendo el paso de algunas groupies que se habían logrado colar y trataban de alcanzar desesperadamente a Mikey. El ruido se fue amortiguando a excepción de algunos gritos y maldiciones de las chicas cuando un par de guaruras las sacaron a empujones. Bob y Frankie iban delante de mi, y este último le hizo un comentario mordaz a mi hermano, quien le pintó dedo en respuesta.

Entramos al estrecho camerino y me dejé caer en un sillón, mirando de hito en hito a Frankie, aún tratando de descifrar que diablos había pasado en el escenario hacía solo un rato. Estaba enfrascado en mis pensamientos, hasta que un golpe en el ojo me hizo reaccionar.

-¡Coño, cual es tu problema!- exclamé. Ray me había lanzado una botella de agua, que ahora rodaba por el suelo.

-¡Cual es el tuyo! Te estaba diciendo que si querías algo de tomar y te has quedado allí como pasmado. Toda esa mierda que te metiste te dejó con medio cerebro, hermano...- dijo Ray, riéndose. A estas alturas, el asunto de las drogas había terminado por convertirse en algo con lo que me puñeteaban de vez en cuando, aunque en realidad agradecía que después de todo lo que habían soportado por mi culpa, me hubieran perdonado. Sin embargo, justo en ese momento no estaba de humor para bromas.

-Jódete, pendejo- respondí de malas, mientras me dirigía hacia el tocador para quitarme la espesa capa de maquillaje que me estaba irritando los ojos, como siempre.

Mis cuatro compañeros se miraron entre sí, desconcertados.

-Menudo genio...- murmuró Ray, y se marchó con aire ofendido. Mikey y Bob se metieron en sus propias cosas y Frankie, encogiéndose de hombros, se sacó el chaleco y la camisa, y se puso a rebuscar entre sus cosas, maldiciendo por lo bajo por que no encontraba nada que no tuviera al menos dos puestas anteriores.

Yo lo observaba disimuladamente por el espejo. No... simplemente había sido una de las habituales estupideces que él solía hacer en el escenario. Muchas de las escenitas que Frank y yo solíamos representar enfrente de los fans habían nacido de esa forma: por algo que él empezaba impulsivamente un buen día. Durante las primeras actuaciones no hubo nada fuera de lo normal, hasta que un día, mientras cantábamos juntos en el micrófono, Frankie me plantó un beso en la mejilla así, sin más. No le hice mucho caso, pero los fans se quedaron tan impresionados que él empezó a hacerlo en cada concierto, y terminó por volverse una broma estúpida que después siguió aderezando con algunos comentarios ambiguos ante la prensa. Tiempo después, me mostró varias páginas en internet donde se debatía arduamente sobre si había algo o no entre nosotros. Las especulaciones de los fans le divertían de sobremanera, e incluso Brian decía que la publicidad, fuera la que fuera, era siempre buena.

-Cálmate, Madonna- le dije riéndome, aunque en realidad a mi no me hacía mucha gracia. Todos sabían que yo había tenido cierta historia con cierto muchacho hacía un tiempo, pero que no estaba muy seguro de declarar públicamente mis preferencias, principalmente por que sabía que los bi siempre habían sido aún mas despreciados que los homosexuales. Y no me agradaba del todo que ahora las personas empezaran a discutir sobre si Frank y yo teníamos algo.

No obstante y como era de esperarse, Frankie siguió haciendo lo que quiso. En algún momento se empezó a restregar frente a mi como si fuera un gato, y a eso se le unieron diversos contactos demasiado cercanos que se fueron haciendo costumbre con el paso del tiempo, para beneplácito de muchos de los fans.

El juego siguió, y yo finalmente lo seguí también. Sin embargo, el punto era que aunque no lo hubiera admitido aún teniendo una Uzzi en la cabeza, desde que conocí a Frankie me había atraído. No solo por la pericia con la que tocaba, sino por la desfachatez con que siempre hacía las cosas. Era la persona más jodidamente loca que había conocido y eso me gustaba de sobremanera. Y el apoyo incondicional que siempre mostró durante aquellos meses del 2004 en que toqué fondo no hacían sino poner más peso a mi simpatía por él. Pero después del desastre que había resultado la relación con la madre de mi hija, no creí tener fuerzas para volver a envolverme en otra relación, sobre todo ahora que por fin estaba sobrio y teníamos tanto trabajo.

Seguimos jugando con la idea ante los fans y Frankie seguía sin mostrar más que incredulidad y risa al leer las guarradas que las personas se imaginaban entre nosotros. No tenía ni puñetera idea de que diablos pasaba por su cabeza, aunque algunas veces me pareció que no estaba muy contento cuando algunas de las cosas que acostumbraba hacer con él en el escenario las empecé a hacer con Bert durante el tour que compartimos. Aún recordaba la vez que, algo colocado por un porro, me había reclamado cáusticamente el por qué le tomaba yo tanta importancia a lo que dijeran de los dos cuando me dejaba fotografiar besando a Bert sin ningún problema. Después aludió a que todo el episodio solo había sido un mal viaje provocado por una marihuana de cuarta, pero en realidad nunca supe bien qué pensar de su actitud. Frankie siempre se había relacionado solo con mujeres, y nunca se le había visto en ninguna actitud que demostrara que no era hetero a ultranza.

Excepto conmigo, claro.

El tiempo siguió. Los juegos siguieron y las cosas iban de maravilla para la banda; tal como había dicho Brian, en cierta medida, las especulaciones sobre Frankie y yo habían atraído a un grupo de fans que se identificaban con nosotros. El asunto pasó a ser una broma general para todos los que trabajábamos juntos.

Y sin embargo, aquella noche había pasado algo diferente.

Estábamos en medio del concierto. Los gritos de los fans, el calor y el estruendo de la música estaban a tope. Yo estaba corriendo por el escenario, la adrenalina fluyendo por mis venas mejor que la más pura de las drogas, y en un momento de pura inspiración, me tiré al piso, gimiendo más que cantando, mientras las luces del techo me deslumbraban.

Entonces, Frankie apareció de la nada y se subió a horcajadas sobre mi, con la frente perlada de sudor, tocando la guitarra mientras me observaba con una expresión que jamás le había visto, los labios entreabiertos, húmedos, al igual que su cabello suelto. De repente, empezó a mover las caderas como si nos estuviéramos follando allí mismo, enfrente de toda esa gente, sin dejar de traspasarme con esa extraña mirada en sus ojos verdes.

Y sentí, mas que vi, el claro endurecimiento que había entre sus piernas.

Una intensa sensación de calor me subió por todo el cuerpo y se acumuló ahí abajo, sí, justo donde el tibio cuerpo de Frankie se rozaba con el mío, a tal grado que perdí el hilo de la canción. Joder, ni siquiera sabía que puta madre estaba haciendo hacía solo unos instantes. Frank echó la cabeza hacia atrás y lo vi exhalar un suspiro mientras se apretaba más contra mi y cerraba los ojos. Todo lo demás desapareció mientras veía su pálida garganta y sentía el vaivén de su cuerpo. Mi pene estaba despertando con increíble celeridad y levanté las caderas antes de siquiera darme cuenta de lo que estaba haciendo. Y en donde lo estaba haciendo. El tiempo parecía haberse detenido.

Hasta que de repente, algo pasó rozando la oreja de Frank y nos hizo voltear al mismo tiempo. Mikey nos veía con una expresión de perplejidad dibujada en su normalmente ecuánime rostro, mientras seguía tocando el bajo.

Frankie se levantó de inmediato y volvió a retomar la canción mientras caminaba hacia el fondo del escenario. Yo también me puse de pie, aunque me costó un poco más de trabajo saber en que parte iba, y disimulé con el viejo truco de dirigir el micrófono hacia el público. Sentía el rostro encendido y la intensa sensación que me embargaba no me dejó concentrarme durante el resto de la tonada. En cuanto acabó la canción me dirigí a las botellas de agua y me tomé una entera, buscando con el rabillo del ojo a Frank. Sin embargo, éste estaba en la orilla del escenario haciendo payasadas frente a los fans, y no volvió a acercarse a mi durante el resto del concierto.

Y ahora allí estaba, dándome la espalda, medio desnudo y bramando por que no tenía nada limpio que ponerse. Fue hacia donde Mikey, tratando de tomar una de sus playeras, pero este le volvió a pintar dedo y cerró su vestuario de un portazo, enfurruñado aún por el comentario que le había hecho por las groupies. Finalmente, Bob le prestó una camisa tres tallas más grande que la que usaba normalmente, que Frankie se puso a regañadientes.

Yo seguía observándolo mientras fingía guardar las cremas y demás cosas que usaba para desmaquillarme.

-Espera, no lo guardes, yo también tengo que quitarme esta mierda- me dijo, acercándose al tocador. Se empezó a limpiar el rostro mientras despotricaba contra Mikey como si no estuviera en la misma habitación y al que le estuviera hablando no fuera su hermano. Pero a mi me importaba un bledo lo que dijera de él.

En esos momentos, solo podía pensar en el brillo de sus ojos cuando estaba sobre mí en el escenario, aunque no le había dicho ni media palabra desde ese momento. Lo miré buscando el más leve indicio de algo, lo que fuera.

Entonces, Frankie se detuvo.

-¿Qué?- me preguntó con cara de no saber que coño me ocurría.

Me quedé de una pieza. Mi amigo alzó las cejas, en gesto inquisitivo.

Tragué saliva mientras le sostenía la mirada.

...

...

...


Nada.

“Maldito hijo de...” pensé, mientras salía del camerino lo más dignamente posible.

Una hora después estaba más tranquilo, acostado en una suave cama de hotel, reprendiéndome por darle tanta importancia a una estupidez como aquella. Simplemente, era otra de las cosas que se le ocurrían a Frank de vez en cuando, y que pasarían a engrosar las fantasías del grupo de pervertidos fans a los que les parecía que hacíamos buena pareja y que escribían pornografía a nuestras costillas.

Era solo eso. Nada había pasado.

Me quedé dormido un rato después.

>>>>

Esa noche tuve un sueño como los que tenía siempre cuando era adolescente. Y aunque no recordaba con quien había soñado, una parte de mi sí que lo sabía.

Joder...

1 comentario:

  1. este cap. describió lo que tenía en mente, me refiero a que cómo comenzo todo eso del Frerard...
    Muy buen cap.

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