sábado, 10 de marzo de 2012

Just like, magic; Primera parte - Capítulo: #2

Capítulo: #2



La luz del sol era peculiarmente fuerte ese día. Cortaba con brusquedad los rostros de piel paliducha de los transeúntes. Menos la suya, que iba tapada por la sombra del sombrero de copa. La de él, la del personaje que ni tu ni yo, aún conocemos. 

La vida era tranquila en aquella ciudad. Frank Iero amaba vivir en Jersey, había nacido ahí y a sus tiernos veinte años ya trabajaba ahí. 
Acostumbrado a ser llamado “precoz” desde niño, tenía un ego alto. Carismático, estudioso, inconformista, responsable y dedicado, era un hombre perfecto. 
El único en su año que había ingresado a la universidad antes de tiempo y terminó la carrera en cuatro años. Es un genio, sí. 

- ¡Hola Frankie! – saluda una niña de rubios bucles. 
- Hola – responde sonriente. 

La niña rió nerviosa y salió corriendo tras su madre. 
Así eran las cosas, todos se conocían entre todos, o peor, todos lo conocían a él. 
Frank Iero, el personaje más perfecto que jamás habrás conocido. 


[...] 

- Mac, ya tengo a mi víctima – 

La joven salió por detrás del mago y cerró los ojos al recibir tanto sol de golpe. 

- Dime quien – su pequeña falda de tela verde ondeó al aire levemente. 
- Él – su dedo apuntó directamente a un joven de cabello oscuro, muy mojado – es perfecto ¿no? – 

Macarena sonrió y a paso decidido se dirigió al apuntado. 

[...] 


- Hola – 

La observó, la señorita que le había hablado era una total desconocida para sus ojos, jamás había visto piel más blanca, ni rasgos tan finos y mucho menos el aire misterioso que rodeaba a la chica. Su cabello corto hasta más arriba de los hombros y lacio, se desordenó con gracia mientras le sonreía. 

- Hola – regresó el saludo. 
- ¿Quieres participar de algo? – 
- ¿Ah? – dijo confundido. 
- ¿Quieres? – insistió. Ignorando la sorpresa del aludido. 
- Está bi... – 
- Genial – dijo una voz masculina tras su oreja, que causo un escalofrío general en su cuerpo – ¡Pongan su atención aquí! caminantes... - 

Gran parte de las personas del parque por donde pasaba caminando a diario voltearon a verlo. El mago se bajó el sombrero mucho más de lo que estaba, por ello Iero no pudo mirarlo bien al voltear bruscamente. 

- A ti te llaman sabelotodo - sonrió, tocando la nariz de Frank. 

Un grupo de personas se juntaron alrededor del trío: mago, víctima y asistente. 

- ¡Pero ya no será así! - una especia de risa lunática se escapó por entre sus dientes. 

Por el cuerpo de Iero recorrió un escalofrío, su portafolios escapó de sus manos y terminó a los pies del mago. 

- La inteligencia que guardaste en ti podría desaparecer – dijo este parándose delante de su víctima con recelo. 
- Algún día – agregó Mac 
- Como hoy – el mago se subió lentamente el sombrero, dejando al descubierto su mirada. 

Él público empezó a aplaudir y a gritar excitado. Mientras su ruido parecía ajeno a Iero por más que casi se encontraban en su oreja, ellos, en definitiva, estaban en otro mundo. Sintió que sus pies se alargaban y hundían en el suelo, el lugar dio miles de vueltas y el grupo de personas a su alrededor se convirtió en sombras. Lo único que veía o lograba reconocer eran esas dos esferas hermosas, sí, hermosas... 

- ¡Frank! – el mago le gritó en la cara y volvió a esconder sus ojos. 
- ¿Ah? – dijo confundido. 
- Dos más dos, cariño – preguntó. 
- Dieciocho – respondió el otro seguro de sí mismo. 

La multitud estalló en carcajadas. Mientras este, no entendía nada. 

- Año en el que el hombre llegó a la luna – el mago se poso tras él y acaricio su cuello con las puntas de sus dedos. 
Iero se estremeció – 1005 – respondió. 

Nuevas carcajadas, nuevas dudas. 

- Escritor de “El retrato de Dorian Gray” – 
- ¡Albert Einstein! – exclamó. 
- Persona que robó tu corazón – el hechicero se puso frente a él. 
- ¡Tú! – grito Frank, llegando a la conclusión de que perdió totalmente el control sobre sí mismo. 
- ¡Genial! – sonrió de oreja a oreja el otro celebrando su éxito, observó al publico victorioso – su saber, su inteligencia, se fueron volando – 

La multitud aplaudió y vitoreó ante su victoria, obviamente, mágica. 
Mientras nuestro confundido Iero se sujetaba la cabeza algo desesperado y asustado. 

- Tranquilo... – le susurro Mac, luego de que los espectadores se dispersaran. 
- Pe... pero – tartamudeó al borde del llanto, había perdido su mayor talento y aún no estaba listo para ello. Jamás lo estaría. 

El mago volteó hacia él, hace segundos, lo había ignorado de manera cruel, pero en ese instante, lo observó y con un movimiento rápido entrelazó sus manos con las suyas. 

- La principal ley de Newton – dijo, moviendo su pulgar para acariciar la piel de Iero. 
- Dos partículas se atraen con una fuerza proporcional a sus masas– sonrió, sorprendido. La gravitación universal le había aclarado la mente. 
- Ocho por cinco – 
- Cuarenta – 
- Estas curado, Frankie – apartó sus manos de las de él con una total indiferencia, levantó el portafolios con un dedo y se lo dio a Macarena. 
- Gracias por participar – le dijo ella, arreglándole el pelo y la ropa. 
- ¿Quiénes son? – pregunto Frank apresuradamente. 
- Simples aventureros o tu peor miedo, como quieras llamarnos – respondió ella regalándole el impacto de sus ojos extrañamente amarillentos – puedes vernos en el teatro principal – sonrió. 

El mago le cogió la mano a ella y sin tan solo mirar a Frank se alejó a paso lento. 
Estaba confundido, todas aquellas preguntas las había respondido MUY mal. Y él era un genio ¿Cómo sucedió? 

Siguió su camino hacia su trabajo sabiendo de alguna manera que la última pregunta, era la única cierta.



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