sábado, 10 de marzo de 2012

Just like, magic; Primera parte - Capítulo: #3

Capítulo: #3



Lo más confuso de todo, no era su cabeza y las mil quinientas ecuaciones matemáticas, fechas y demás. Si no, el hecho de que aquel mago sin siquiera pestañear entró a su mente sin permiso, averiguó su nombre y lo hechizó. 

- Debe ser hipnotizador – dijo hablando consigo mismo al llegar a su escritorio, echó el portafolios a la esquina y sus brazos recibieron su confundida cabeza – tal vez un ilusionista o... - 

El sentido de lo irreal o lo real había desaparecido de su cabeza, observó a su alrededor sintiéndose totalmente ajeno al mundo. ¿Qué era ese lugar? No se acordaba ni como pronunciar las palabras. 
El mismo respirar se había vuelto un acontecimiento casi paranormal. Su corazón parecía una bomba dentro de sus costillas. Y si seguía pensando en el mago, posiblemente explotaría. 

Dio un respingo cuando oyó la puerta. 

- ¡Frankie! Buenos días mi compañero ¿cómo te encuentras el día de hoy? Seguro muuuy bien como siempre ¿no? – la voz de conductor de programa de concurso televisivo pareció romper los oídos de Iero. 
- No, no estoy bien – murmuró entre dientes. 

El chico que recién ingresó a su oficina se quedo quieto observándolo, con unos cuantos papeles en los brazos. 

- ¿Qué dijiste? – se alarmó extrañamente, soltó los papeles encima del primer mueble estable que encontró y corrió para enfrentarse a la cara de su amigo - ¿qué dijiste? – volvió a repetir. 
- ¡Que no estoy bien! – Frank rompió su sorpresa con un golpe al escritorio. 
- ¡Tranquilo! – Mikey se levantó los lentes haciendo un gesto de sorpresa – ¿qué sucede con el hombre perfecto? – 
- ¡Muchas cosas! – se levantó de su silla y sus pies cedieron, provocando que cayera de bruces al suelo. 
- Ya veo... se te nota – el otro permaneció sentado mientras observaba como su amigo se levantaba a regañadientes del suelo. 
- ¡Hay un hombre haya afuera que me tiene perturbado! – chilló. 
- Oh Dios mío, que directo – rió Mikey. 
- ¡No te burles de mi, Michael! – 
- ¡No me llames así! – reprochó. 
- ¡Me voy! ¡Diles que me tomo el día libre! - 
- Estas perdiendo la cabeza, amigo – le dijo Mikey antes de que cruzara la puerta. 

Y efectivamente, Frank sentía que eso estaba sucediendo. 
¿Cómo? ¿Cómo podría un simple mago romper su completa tranquilidad? 
¿Cómo podría perforar en su perfecta imagen? 
Lo que no sabía, lo que más lo intrigaba era saber cómo logró penetrar en la mente más inteligente de la ciudad e incluso del país. 




Porque si él era su defecto, de alguna forma, tendría que eliminarlo



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