jueves, 22 de marzo de 2012

Just like, magic; Sexta parte - Capítulo: #7

Capítulo: #7

El mago quería besarlo, quería aferrarlo a su cuerpo hasta que sus pulmones dejen de moverse por la presión, pero no debía. Ya no podía. Le dirigió una mirada, Iero parecía confundido. Pero era hermoso, era perfecto. Era SUYO también, pero era algo que por más que le pertenecía, no podía controlar.
Y no lo pudo evitar, por más que había llegado a odiarlo crecientemente en algún momento, se acercó lentamente y juntaron sus labios en un movimiento tan lento que a ambos les desesperaba.
Y ojalá ese fuera un beso que los matara a ambos que el amor que compartían al besarse se expanda por entre sus bocas, infecte sus venas y los matara de una vez. Como todo buen amor que ejerce su profesión: DESTRUIR.
Para no tener que hacer eso... para que sus impulsos no le ganaran... no era tarde, podía arrepentirse. Pero...

Abrió la caja con la otra mano y dejó al descubierto sus paredes interiores brillantes.
Por alguna razón desconocida para Gerard, por alguna pérdida de la razón o porque simplemente explotó. Way comenzó a llorar. Lento y pausado, casi ni se notaba, pero a fin de cuentas, lo estaba haciendo.

Todavía no podía creerlo, no podía creer ni una parte de la traición que Frank había cometido contra él ¡Contra el amor de su vida! Se habían jurado amor eterno e inquebrantable, incluso habían superado las adversidades.
Pero Frank… tuvo que embarrarla toda.

¿Por qué le hizo eso? ¡Si él lo amaba tanto!
Y ahora ya no quedaba opción… por que jamás las hubo.
El prometido beso de despedida ya se había dado, no había más luego de eso.
No había NADA MÁS.

Ambos amantes, igualmente confundidos por la acción del otro, ambos creyendo dos partes de historia creados por esas arpías que siempre fueron Macarena y Michael, se observaban a los ojos con un amor profundo y a la vez, desgarrador.
Doloroso, puro, amor tan puro que te raspaba las paredes interiores del cuerpo.

Y la caja, abierta tras las espaldas de Frank, con su oscuridad llamándolo, tentándolo… tendiendo una promesa de un mundo perfecto para ambos.
Donde jamás se habían conocido.

Por que era preferible no haberlo vivido, a haberlo sufrido. Por más que digan que las experiencias amargas le enseñan a uno a vivir, ambos, muy en su interior, deseaban JAMÁS haberse hecho daño mutuamente.
Que hubiera sido de sus vidas… si ese día en el parque Gerard no decidía interceptar a esa criatura perfecta que pasó frente a sus ojos.
Que hubiera sido… si el amor a primera vista no hubiera existido.

Se quitó la galera lentamente y decidió, que si Iero se iba… se tenía que ir con el recuerdo de sus ojos verdes impresos.
Y el milagro de su amor volvió ese dorado a verde.
Y Iero sintió que todo estaba bien… que Mikey y Mac habían cumplido con su promesa de regresar todo a la normalidad.

- Ven, entra - lo impulsó a que entrara dentro de la caja, Frank no dijo nada, se limitó a seguir sus indicaciones.

Ya dentro, cuando el mago, con manos sudorosas y torpes empezó a soltar las correas con las cuales cerraría la caja, una chispa de comprensión surcó el cerebro de Iero… pero no se horrorizó ni saltó de la caja dando gritos, simplemente antes de cerrarla por completo y hundirlo en su hambrienta oscuridad, observó al mago a los verdes ojos y suspirando vocalizó:

- Te amo Gerard Way –
- Yo también, donde quiera que estés – le respondió el otro, cerrando al fin la caja y condenando a su amante a un destino del cual no podría escapar por sus propios medios.

Era difícil, como todo en la vida.
Todo en la vida es difícil.
Y ninguno en este mundo es fuerte.

Cuando el destino está escrito con sangre, no queda otra que SANGRAR.





OH.


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