domingo, 6 de mayo de 2012

Disarm; Capítulo: #18

Capítulo: #18

“Disarm”

Artista: Smashing Pumpkins | Disco: Siamese Dream | Año: 1993

Creo no haber dormido en toda la noche, tal vez un par de horas, pero no podía dejar de acariciarlo, de sonreír al escuchar su leve ronquido, o cuando sus manos apretaban mis hombros al estar perdido en sus sueños.

Estuve horas pensando en todo lo acontecido. En pocos meses mi vida había cambiado radicalmente. El tuvo la culpa de aquello, y nunca me quejare, nunca. Descubrí, que puedo luchar por mis ideales, que los amigos van y vienen, que no es tan malo besar a un hombre como yo pensaba.

Nunca había sido atraído por ellos, pero Gerard es especial. Son aquellas personas que te confunden, piensas que vienen de otra galaxia porque no has conocido algo parecido, son únicas en nuestra raza.

De a poco amanece e ilumina su espalda descubierta, incline un poco mi cabeza para observar su pálida y tersa piel. Mis manos yacen ahí, gastando cada rincón de su columna, hasta que sentí sus dedos enredarse en mi cabello.

- Estas obsesionado con él.- apenas murmuré.

Sentí que sonrió en mi pecho.

- No puedo evitarlo.- respondió de la misma manera - ¿Has dormido bien? - preguntó.

- Si.- mentí.


Silencio. No hablamos durante casi dos horas. Nos quedamos allí en la cama, oyendo ambas respiraciones, sintiendo los roces de nuestras pieles. No puedo pensar en sexo en este momento. Me basta con tenerlo a mi lado, recordar sus abrazos, sus caricias, sus besos. Todo es demasiado complicado para adicionarle algo más.

Cerré mis ojos, relajándome ante sus caricias, mientras armaba la rutina en mi mente. Debía hablar con Gabriel para comenzar mi tratamiento, contarle todo lo sucedido con Robert, Gerard.

- ¿Gerard? - dije dejando mis pensamientos de lado.

- Llámame Gee.- me interrumpió.

- Gee.- dije - He tomado una decisión.

- Dímela.- contestó.

- Haré el tratamiento que nunca quise hacer.

Sus movimientos fueron rápidos, hizo que me asustara ante ellos.

- ¿¡En serio!? - casi grito mirándome.

- Si.- sonreí.

- Frankie...- se dejo caer otra vez sobre mí.

- Au...- emití.

- Lo siento. Es que...- hizo una pausa - estoy feliz por ti.- sonreía en mi pecho - ¿Por qué has cambiado tu decisión?

- ¿Bromeas, Gerard? Sabes que la respuesta eres tú.

- Lo se...- dijo con una risa - sólo quería escucharlo de tus labios.

Sonreí y lo aleje lentamente de mi cuerpo. Logramos enfrentarnos. Estaba un tanto dormido, sus ojos hinchados. Podía notar que había pasado una gran noche durmiendo sobre mi pecho. Sonrió a la vez que un mechón de pelo tapo su ojo derecho. Extendí mi mano y lentamente lo quite, para situarlo detrás de su oreja.

- Nunca imagine esto.- dijo mirándome a los ojos.

- Yo tampoco. Sólo queríamos matarnos.

- A besos.- agregó.

Apenas reí.

- Frank. -se torno serio - Lamento todo lo ocurrido. Lamento haberte dejado sólo en el hospital, necesitaba ir a Chicago. Terminar con ella...- hizo una pausa - Tu sabes.

- Te perdono. Pero realmente pensé que me habías abandonado.

-Nunca.- negaba con su cabeza - Iba a ir a buscarte el día que salgas. Lo tenía decidido, hasta que Bert...- tardo en seguir - Dijo que estabas muerto.

- Ese mal nacido...- murmuré a lo bajo.

- No importa.- se acerco un poco más - Estamos juntos.- hundió su rostro en mi cuello abrazándome - Recuperaras tu salud, Quinn y Jeph están en Chicago.

- ¿De verdad? - pregunte.

- Si.- respondió - Olvide decírtelo. Quinn se lo llevo con él. Aparentemente Jeph se harto de Bert.

- Por eso es que no iba a verme.

- No lo se...- respondió - ¿Qué ocurrirá con nosotros? - preguntó.

- ¿A qué te refieres?

- Nosotros. Nunca he estado con un hombre, supongo que tu tampoco.

- No.- confirme sus palabras - pero no quiero pensar en aquello. Sólo quiero disfrutar de esto. ¿Si?

- Esta bien.- murmuró.

Nos callamos. Sentía su respiración en mi cuello, era serena. No se en qué estaba pensando, aunque me hubiese gustado entrar a su mente, o corazón para saber que ambos sentían en este momento. Estoy feliz, no recuerdo la última vez que me sentí de esta manera. El había logrado esto en mi, no se cómo o por qué, pero él es la solución en este mundo. Gerard.

De repente pensé en mis padres, hubiese sido perfecto que ellos disfrutasen de mi alegría, pero resulta que si estaban vivos, lo más probable es nunca haya logrado acercarme tanto a Gerard, compartir tantos momentos de mi vida con el, no me habría abrazado en aquellas noches con miedo a dormir.

Comencé a sentirme mal, nuevamente esa falta de aire yace en mi cuerpo. Respire hondo, tratando de controlarme esta vez, no quería moverme, moverlo. Estábamos cómodos.

- ¿Estas bien? - preguntó.

No respondí.

- ¿Frank? ¿Frankie? - dijo moviéndose.

Vi sus ojos clavados en los míos, pero no sabía que responder.

- ¿Frankie? - preguntó una vez más - ¿Puedes escucharme? - se sentó a mi lado.

- Yo...- logré sentarme en la cama.

- Respira, respira.- decía acariciando mi espalda - Respira profundo.

- Eso.- hice una pausa - Trato.- termine de hablar.

- Dime que sientes, ¿es por tu enfermedad?

Asentí con la cabeza, seguía acariciando mi espalda, tratando de calmarme, pero no lo estaba logrando, y cada vez empeora más. Logré ponerme de pie, abrí rápidamente la ventana para respirar aire puro, pero tampoco hacia efecto.

Volteé a mirarlo, ya estaba de pie. Observé su pecho desnudo. Su piel era tan suave, parecía tener la piel de un adolescente. Pero no podía dejar de llevarle el apunte a mi respiración.

Me acerqué a él, mientras entrelazaba mis manos con las de él.

- Por Dios Frankie, respira. No estas respirando.- me dijo mientras me abrazaba.

- Gerard...- murmuré apretándolo con fuerza - Tengo miedo.

- Sh...- dijo una y otra vez - Estarás bien. Respira. ¿Si?

Entre respiros difíciles y forjados, logré tomar el control de mi cuerpo una vez más. Cada día tardaba más en hacerlo, y se que alguno de estos no podré conseguirlo, y todo acabara.

Suspire soltándolo, acaricio mi cabello.

- ¿Mejor? - preguntó.

- Si...- respire profundo - Gracias.

- Tienes que hablar con Gabriel. No hay tiempo que perder Frank.- su tono era serio.

- Lo se. Lo se.-respondí - Dije que lo haría hoy, y lo haré.

- Ven...- tomo mi mano - Vamos a desayunar. Necesitas despejarte.

No expresé nada, me deje guiar como de costumbre por el. Bajamos las escaleras, pero Sheila con Tom ya se hallaban en la mesa. Nuestras tazas estaban allí. Nos miraron.

- No quisimos despertarlos.- se adelanto Tom.

- Esta bien.- sonrió Gerard.

- ¿Te sientes bien Frankie? - preguntó Sheila.

- Si...- murmuré sentándome junto a Gerard.

- Tuvo un ataque recién, dejo de respirar por segundos, no lo se.- explico Gerard - Pero ha decidido comenzar con el tratamiento. Hoy hablara con Gabriel. ¿No es cierto? - extendió su mano para acariciar la mía

- Si.- sonreí levemente.

- Es una gran noticia Frankie.- dijo Tom - Parece que Gerard es la única persona que ha logrado que cambies tu parecer.

- Idiotas...- me sonrojé.

- ¿Qué diría tu padre si estuviese vivo? - preguntó Gerard colocando café a mi frente.

- Probablemente hubiese muerto, pero de un infarto.- respondí tomando un sorbo.

Todos rieron. No era motivo para reírse. Ahora que lo recuerdo, mi padre bromeaba sobre la homosexualidad de Gerard. Siempre decía que era gay, o que lo sería cuando sea grande. Realmente nunca entendí en que se basaba para decir tal blasfemia sobre el, pero parece que tenía razón, y su hijo lo comprobó.

De todas formas, yo quise devorarme su pie. Nadie es inocente aquí.

Observe como todos comían y tomaban su desayuno. Mire a Gerard, sonreía a la nada. De vez en cuando me miraba, y hasta puedo notar que se sonroja. Pobre hombre, todo este tiempo en Chicago pensando que yo le gustaba pero no estaba seguro de aquello. Vino hasta aquí, a pedir una tregua. Pasó noches a mi lado, tratando de controlar mis miedos, asegurándose que dormiría. Demonios, no puedo evitar sonreír al mirarlo.

- ¿Qué? - sonrió él.

- Nada.- conteste sin dejar mi sonrisa de lado.

- ¿Qué? - dijo otra vez - Vamos dime. -insistió.

Negué con mi cabeza, con vergüenza frente a Tom y Sheila.

- Te adora y no sabe como decirlo.- dijo Tom.

- ¡Hey! - casi grite.

Todos rieron.

- Dilo Frankie, no puedes evitar sonreír cada vez que lo ves.- agregó Tom.

- ¿Y cómo sabes tu eso? - pregunté tratando de controlar mi vergüenza.

- Porque lo noto en tu mirada, en tus movimientos.- contestó pero mirando Gerard.

- Ah...- dijo este - Déjenlo tranquilo. – me defendió.

Cambiamos de tema, charlamos acerca de nuestro “futuro”. El trato fue, en que ellos saldrían a buscar trabajo al centro, yo trataría de ubicar a Gabriel para hablar acerca de mi estúpido pero ahora anhelado, tratamiento.

Ellos subieron las escaleras, para tomar una ducha y cambiarse. Gerard levantaba las cosas de la mesa mientras yo las iba lavando.

- ¿Sabes? - dijo.

- ¿Si? - voltee casi terminando de lavar.

- Bert sabía acerca de mis sentimientos. En ese momento fue cuando todo se fue al demonio. Dijo que te haría daño, que no era suficiente para ti...- miró hacia un lado - Entre otras cosas.- finalizo.

- Sólo estaba celoso.- lo mire a los ojos - Pero todo ha terminado.

- Lo se.- me sonrió.

Finalmente habíamos finalizado, el suspiro, apoyándose contra la mesada. No podía dejar de mirarlo.

- Demonios Frankie.- me miró - Dime, ¿qué ocurre?

- Tom tiene razón.- me acerque un poco - Te adoro y no se como decirlo.

Soltó una risa al aire.

- Eres un idiota...- sonrió - Pero me empalagas.- agregó.

Sonreí acercándome a él, hasta que nuestros pechos se tocaron. El cerró sus ojos, apoye una mano para sostenerme de la mesada, y finalmente lo hice. Lo bese, mientras se sostenía de mi cintura.

- Vaya...- apenas se alejo - ¿Esto a qué se debió?

- A que te adoro. -repetí mirándolo a los ojos.

Silencio, estuvimos mirándonos rodeados por él, minutos que parecieron años para mi, hasta que me abrazo y me perdí en su pecho.

- ¿Te sientes bien? - murmuró.

- Si.- conteste - Eso creo. ¿Por qué?

- No lo se.- dijo - Sólo necesitaba preguntarlo.

- Debes irte Gerard.- lo aleje lentamente.- Yo debo contactar a Gabriel.

- Lo se.- sonrió - Pero no me gusta separarme de ti.

- Ah...- suspire - A mí tampoco.

- Pero debemos hacerlo.- beso mi nariz.

- Si.- sonreí como un niño.

Nos separamos, subimos las escaleras, para vestirnos y empezar nuestro primer día. Ahora estábamos solos en este mundo. Nadie más nos acompañaba, Robert, Jeph, Quinn, mi madre, mi padre. Nadie. Sólo nos tenemos uno al otro, y me gusta que sea así. Siento que todo puede cambiar, que finalmente podemos ser felices bajo este techo.

Nunca me imagine que estaría junto a Gerard sentimentalmente, o que a mis mejores amigos los conocería en un psiquiátrico. Nunca me termina de sorprender la vida, nunca. ¿O debo decir destino? No lo sé.

Ya estábamos listos. Casi, aún faltaban mis zapatillas ser atadas. Logré sentarme en la cama, mientras veía a Sheila y a Tom pasearse frente a nuestra puerta, sólo para recordarnos que debíamos apurarnos.

Gerard hablaba a mis espaldas, me contaba acerca de sus ideas cuando consigamos trabajo. En las cosas que quería comprar, comprarme, comprarnos. Todo es plural ahora, y lo más raro es que ya no tengo ese pánico. No me asusta pensar en aquello.

Deje mis pensamientos de lado, para enfocarlos en los cordones. Me agache lentamente y tome uno de ellos entre mis dedos. Una, dos vueltas. Pero todo en mi cabeza roto junto con ellos, volví a mi posición actual, para encontrarme en una habitación algo grisácea y parecida a un carrusel, que me robaba mi aire.

- Wow...- murmuré.

- ¿Frankie? - dijo él - ¿Te encentras bien? - sentí su mano en mi hombro.

- Sólo...- trate de mirarlo - Me maree.

- ¿Puedes respirar? - preguntó ya arrodillado a mi frente.

- Más o menos...- conteste en respiros difíciles.

No pude hablar. Todo se tornó negro, la falta de aire estaba presente. Quería gritar para pedir ayuda, pero no podía moverme, estaba paralizado. Se que ha pasado un largo tiempo en el cual estuve así, lo sabía porque estaba consciente de aquello. Sin embargo, no podía hacer que mi cuerpo reaccione como yo quería. Parecía estar separado de las órdenes que le emanaba mi cerebro.

- ¿Frankie? - escuche gracias a Dios - Frank. Se que puedes escucharme, te oigo respirar. Abre los ojos ¿quieres? - era Gerard el que hablaba.

- ¿Gerard? - emití acatando su orden.

- Mi vida...- sonrió al verme - Estas de vuelta.

No pude evitar sonreír al escuchar como me había llamado. Seguimos en la habitación, el sentado contra la cama, yo entre sus piernas. Abrazaba mi pecho, lo acariciaba.

- Gerard...- volví a decir mirando hacia arriba.

- ¿Te sientes bien? - me miró desde lo alto.

- Eso creo, ¿qué ocurrió?

- Te desmayaste. No respirabas. – respondió.

No sabía que decir, ahora me sentía culpable por estos ataques. Me siento así, sólo porque quiero revertir la situación, al saber que tengo algo por lo cual seguir respirando.

Sus manos se paseaban por mi pecho, tratando de calmar la respiración agitada con la cual lucho hace bastante tiempo.

Tome sus manos entre las mías, acariciándolas como nunca antes o había hecho. Este hombre esta constituido de seda, cualquier parte que tocaras de su cuerpo, transmitía esa suavidad única y relajante ante tu piel.

- ¿Por qué haces esto? – pregunte - ¿Por qué soportas cada desmayo, cada situación incómoda a la que te expongo? - estire mi cabeza para mirarlo.

- Porque quiero verte bien, deseo verte feliz, sano, sonriendo.- respondió sin mirarme.

No conteste. No dijimos nada. Tom y Sheila entraron a mi habitación. Gerard les contó lo sucedido, me hablaban y hablaban. Pero no podía dejar de pensar en lo que le diría a Gabriel cuando tenga que verme con el.

Estábamos en el comedor, Gerard indeciso por irse con ellos. No quería dejarme sólo, temía que otro ataque tomara mi organismo, pero no lograba convencerlo que eso no ocurría, no cuando no estaba seguro de mis palabras. Todos sabíamos que es posible que vuelva a pasar, pero no podía atarlo a mi de por vida, el necesita trabajar, conseguir su propio dinero. Si, puede usarlo para comprarme cosas como el dice, pero es necesario que tenga su vida, y que no dependa de mi, como lo hago yo con el.

Luego de estar prácticamente casi dos horas hablando con el, en definitiva iría con ellos a buscar empleo.

Suspire aliviado ante mi logró, pero mi salud no estaba bien.

- No quiero dejarte.- dijo estando en el porche.

- Gerard...- casi murmuré.

- Hablo en serio Frankie, puedo ir a buscar empleo mañana.- se acerco un poco.

- Debes irte Gerard, yo debo hablar con Gabriel.

Suspiro mirándome. Me acerque y lo abrace con lentitud. Sintiendo como me apretaba contra su pecho.

- Prometo no tardar mucho, pero prométeme que si te ocurre algo, me llamaras.- dijo a mi oído.

- Lo prometo.- lo solté.

Ambos sonreímos, pero demonios que costaba separarse de el. Finalmente, se despidieron y los vi alejarse por la vereda. Los observe hasta perderlos de vista. Suspire y entré a la casa.

Aquel silencio comenzó a aterrarme un poco. Desde la llegada del psiquiátrico, era la primera vez que estaba sólo en la casa. Sentía ese vacío, ella no estaba. Cerré los ojos, y juro que la extrañe.

Había herido mis sentimientos, pero no siempre fue una mala madre. Ella fue la que me contenía cuando lloraba noches enteras sin saber el por qué. Sólo lloraba y lloraba, sentado sólo en la cocina. En este momento, me acabo de dar cuenta que lo hacia por el. No puedo reprimir aquellos sentimientos, aún sigo siendo humano, no soy una piedra. Yo siento, yo siento, me repetí una y otra vez.

Caminé con pasos cortos por el living, hasta detenerme frente a la gran puerta. Respire hondo, la abrí, baje los escalones. No era necesario encender la luz, entraba algo de ella por la pequeña ventana que tenía el lugar.

Observe el suelo, la tierra había sido removida como dijo Gerard. Caí de rodillas, cerré los ojos, apoyando las palmas de las manos sobre el suelo. Pensé en ellos que están bajo mis rodillas, muertos. Uno descomponiéndose, el otro ya convertido en un saco de huesos.

No se cuanto tiempo estuve allí, pero mis piernas comenzaban a doler. Me puse de pie, y salí de allí rápidamente. Aquella permanencia, fue mi despedida eterna hacia ellos. Quizás un perdón, quien sabe.

Volví a la cocina, encontrando mi celular sobre la mesa. No lo pensé, busque su número en el directorio, y finalmente pude comunicarme con Gabriel. No deje que hablara, le comente acerca de mi idea de comenzar el tratamiento. Se escuchaba tan alegre al oír mi decisión. Me informo acerca de su nuevo trabajo en una clínica, sólo a unas cuadras de mi casa. Le dije que estaría allí en media hora.

Sonreí, volví a sonreír mientras dejaba mi hogar para encontrarme con mi salvación. Camine cada cuadra, aprovechando el aire puro y limpio. Había un poco de viento, indicándome que no faltaba mucho para que llegara el invierno.

Se sintió raro volver a caminar sin tener que rendirle cuentas a nadie, algunos vecinos me notaban, dirigiéndome extrañas miradas. Ellos sabían que yo estaba en aquel psiquiátrico. Era parte de la tragedia del gran incendio que nosotros habíamos creado, pero nadie sabía de nuestro secreto. Me alegré, al sentir la complicidad, al saber que he combatido contra la justicia.

Luego de haber transitado unas cuatro cuadras, llegue a un pequeño edificio convertido en una gran clínica. Mire hacia arriba, recordando las veces que he pasado por esta puerta, sin saber que pertenecía a la medicina.

Entre, salude a la recepcionista, indicándole a quien venia a ver. Ella me sonrió, seguramente Gabriel había dado ordenes estrictas para que me dejen ingresar sin problema alguno.

- Segundo piso, última puerta a la izquierda.- dijo ella.

- Gracias.- camine hacia el ascensor.

No podía subir las escaleras, no quería arriesgarme nuevamente con mis pulmones que se quejaban cuando ellos querían, o que mis rodillas cedieran otra vez. No, prefiero subir en el ascensor.

Los números colorados, cambiaban cada dos minutos. Segundo piso. Espere a que las puertas se abran. Salí, para encontrarme en un pasillo completamente vacío. Por un momento recordé los pasadizos del psiquiátrico, y mi corazón se acelero un poco. Aligere un poco el paso, hasta la puerta que me fue indicada.

Golpee suavemente, sin querer mirar a mis costados. Esta se abrió, el sonrió.

- Bienvenido.- dijo - Entra Frankie.

Entre agradeciendo su rapidez para abrirme. Sin previo aviso, el me abrazo. Rodee su espalda con fuerza.

- ¿Cómo estas? - me soltó.

- No lo se.-me confesé - ¿Y tu?

- Bien. Siéntate.- me señalo la camilla.

Su oficina era muy grande. Tenía un escritorio cerca de la ventana, con muchos papeles sobre el. Contra la pared, a mi derecha, se hallaba una camilla. Junto a ella muchos aparatos, los cuales pude reconocer para que eran, cuando estuve en el hospital. Contra la pared izquierda, se hallaba un biombo, y dos percheros. Se notaba que la oficina había sido pintada recientemente, las paredes estaban impecables.

- Dime.- se acerco a mi - ¿Cómo te sientes?

- Uhm...- hice una pausa mirando el suelo, mientras balanceaba mis pies.

- Dime la verdad.- tomo mi mentón - No puedes mentirme si quieres empezar tu tratamiento.- hizo que lo miraba.

- No puedo comer, sin vomitar a los dos segundos que deglutí la comida. Mis pulmones se olvidan que necesitan aire para respirar. Mis rodillas ceden sin razón alguna. En el psiquiátrico he vomitado sangre, y hoy a la mañana me desmaye.- tome aire.

- Vaya...- alejo su mano - Ha avanzado bastante Frankie, ¿no crees?

- No quiero escucharlo.

- Puedes debes escucharme esta vez.- se apresuro a decir - Esto es una de las consecuencias de tu decisión estúpida a morir.

- No es estúpida.- dije por enésima vez mirándolo.

- ¿Y por qué quieres morirte?

- Porque estoy harto de vivir. De respirar, de ver como la gente me hiere sin razón alguna.

- ¿Y ahora por qué cambias de opinión?

Silencio.

- Gerard. ¿Cierto? No puedes separarte de él ahora, ni él de ti.- dijo.

- ¿Vinieron a verte los policías? - pregunte recordando el suceso.

- Si.-respondió - Dijeron que todo estaba aclarado.-hizo un ademán con sus dedos indicando unas comilla s- Les dije que el estaba en el hospital aquel día. ¿Ha matado a su madre? - preguntó.

Lo mire, mordiendo mi aro sin saber que responder.

- Ya veo.- entendió mis gestos - Bien, nosotros matamos a tres personas. Él a su madre. Al demonio con los prejuicios. Acuéstate en la camilla y relájate.- hablo demasiado rápido.

No quise aclarar, ni agregar una sola palabra más. Me recosté como lo indico, rindiéndome ante sus manos.

Examino mi corazón, mi respiración, me obligo a pesarme en una balanza que mis ojos no habían percatado en aquella habitación.

Luego de casi una hora de pruebas, suspiro quitándose sus pequeños anteojos.

- Frankie...- miró el suelo.

- Demonios Gabriel. No quiero oírlo. Se lo que dirás.

- Yo...- volteó - Trate de convencerte antes que hicieras tu tratamiento. Pero ahora...- volvió a rotar para dejarme ver sus ojos llorosos - Es demasiado tarde. Es decir.- hizo una pausa - Podemos intentarlo, pero te costara dinero, esfuerzo y mucho dolor cuando sabemos que es más grande la posibilidad que mueras. Sabes que podemos operarte también, pero es muy arriesgado.

No conteste, baje de la camilla sintiendo que mis pulmones comenzaban a temer por aquellas palabras.

- Lo siento mucho Frankie.- se acerco para abrazarme.- Quiero ayudarte, no puedo. No ahora.

- Gabi...- dije por primera vez - ¿Puedes acompañarme a casa? - lo solté - No creo poder llegar sólo.

- Haré todo lo que sea necesario.- beso mi frente.

Seque las pocas lágrimas que habían rodado por mis mejillas. El se quito su bata, y ambos bajamos por el ascensor sin decir nada.

Hablo con la recepcionista, diciendo alguna mentira acerca de su salida repentina.

Su auto estaba estacionado en la entrada de la clínica. Subimos aún en silencio, y arranco. Observe su mano derecha mientras manejaba concentrado pero pensativo. Pude ver que las agujas de su reloj indicaban casi las dos de la tarde.

Unos quince minutos tardamos en llegar a mi casa. La observe de la misma manera cuando llegamos a la noche. No podía entrar otra vez, no sabría que decir o como actuar.

- Gabriel.

- ¿Si? - contestó sin mirarme.

- Quiero decirte.-hice un pausa. Gracias por todo lo que hiciste por mi.- lo mire - Siempre trataste de cuidarme, yo estaba cerrado. Pero ahora puedo darme cuenta, eres una gran persona. Un buen médico que lucha por sus pacientes.

- Demonios.- apoyo su cabeza en el volante para llorar.

- Un gran error mío, es no luchar por las personas. Gerard una vez lo dijo, tiene razón. Tú luchas, hasta el último minuto.

- Lo siento Frankie.- me miró devastado - Quiero poder ayudarte, muero por hacerlo. Pero.

- Sh...- lo calle apoyando mi mano en su cabeza - Lo has hecho.-trate de sonreír luchando con mis lágrimas - Lo hiciste en el psiquiátrico, lo estas haciendo ahora.

- Pero no es suficiente.- murmuró.

- Quizás nunca lo es.- respondí.

Deje de hablar para abrazarlo, y sólo comencé a llorar. Lo solté antes que todo colapse, necesito hablar con los chicos, con Gerard.

- Te acompaño.- dijo secando sus lágrimas.

- No.- me adelante - Aquí es en donde me despido de ti. No quiero verte llorar.

- Frank, sabes que mañana puedes estar muerto.

- Lo se. – dije - Por eso me estoy despidiendo.

- Frankie, no hagas eso. No te despidas.

- Sabes que tienes razón Gabriel. Mi cuerpo es una bomba de tiempo.

Suspiro, para abrazarme otra vez. Hundió su rostro en mi cuello, llorando como un niño indefenso. Apreté su espalda cerrando los ojos con fuerza, sintiendo como estaba mojando su blanca camisa con mi llanto.

- Vete.- me dijo alejándome - Te quiero Frank.- sonrió entre nuestros llantos.

- Yo también.- le conteste - Arregla tus ojos y levántate. Tienes muchas personas a las cuales salvar en este mundo.

No contestó, volvió a apoyar su cabeza sobre el volante, mientras yo bajaba de su auto. Me aleje con lentitud, mirando por encima de mi hombro como lloraba en silencio, sabiendo que quizás seria la última vez que me vería con vida.

Camine hasta el porche de casa, subí los escalones, hizo un ademán con su mano, para luego arrancar y desaparecer.

Voltee mirando la puerta, tenía pánico de abrirla. Esta se abrió sola. Lo mire sin saber que decir.

- ¡Hola! - dijo sonriente.

- Gerard.- pase a su lado sin mirarlo.

Entre a mi casa, mirando hacia todos lados, buscando a los chicos, pero no estaban allí.

- ¿Qué haces aquí? - voltee a mirarlo.

- Ellos siguen buscando trabajo.- descifro mis movimientos - Volví porque. -hizo una pausa.

- ¿Por qué? - pregunte.

- Porque.- se acerco a mi - No lo se.- encogió sus hombros - Tenía un mal presentimiento, ante la duda, preferí volver a ver como estabas. Vine, no habías vuelto, pero aquí estas.

- ¿Crees que en verdad tenemos cierta conexión? - le pregunte.

- Ha pasado algo.- afirmo.

- Ah...- suspire volteando.

No sabía como decírselo sin querer gritar, mientras estallaba en llanto.

- ¿Frankie? - preguntó acercándose a mi - Estas asustándome.

Voltee antes que me abrace, alejándome un poco.

- Por Dios, habla.- me indico - Has llorado, ¿no es cierto? Dios mío.- se alejo unos pasos.

- Yo...- hice una pausa - No puedo hacer esto.-subí corriendo las escaleras.

Llegue a nuestra habitación, dejándome caer en la cama, para tomar mi almohada y llorar en ella, sin reprimir lágrima alguna.

Rápidamente pude sentir sus pasos allí arriba.

- Frankie...- dijo sentándose a mi lado.

No conteste.

- Dime.- me dijo.

Voltee, dejándole ver mi rostro. Él, ya tenía sus ojos algo colorados, temiendo lo peor, la verdad.

- Dímelo todo. Quiero saber toda la verdad. Lo merezco.- volvió a hablar.

- Estoy enfermo.- dije mirando sus ojos.

- Continua.- tomo una de mis manos.

- Tengo cáncer Gerard. Cáncer de colon. El tratamiento que no quise cumplir es para el cáncer. Pueden operarme, pero es muy arriesgado. Por eso mi cuerpo no puede contener la comida, o mis pulmones se bloquean. He vomitado sangre en aquel psiquiátrico Gerard.

- Pero.- trago saliva - Dijiste que hablarías con Gabriel.

- Lo hice, es demasiado tarde. No puedo salvarme.

- No, no...- negaba con su cabeza - No me digas eso Frankie. No.- se dejo caer encima de mi cuerpo.- No puedes morirte.

- Gerard...- comencé a llorar otra vez.- Por favor.- acaricie su nuca.- No puedo hacer más nada. Sólo.

- No quiero que lo digas.

- Sólo tienes que dejarme morir.- respire hondo.

- No, no, no, no.- repetía una y otra vez.

Un silencio nos rodeó, acompañados de nuestras respiraciones y sollozos continuos, sin ganas de detenerse.

Lentamente se alejo de mí, nos miramos fijamente. Sintiendo como mi corazón comenzaba a latir con rapidez.

- Haz el tratamiento.- dijo por fin.

- No puedo. Es muy doloroso Gerard. Es una tortura.

- Pero.- dijo - Y si.- hubo una pausa - Demonios.- no sabia que decir.

Trate de acomodarme un poco en la cama, apoyando mi cabeza sobre el respaldo, pero Gerard decidió abrazarme y hacer que me acurruque en su pecho. La falta de aire comenzaba a hacer su presencia lentamente.

- Gerard.- lo mire a los ojos - Prométeme que te quedaras conmigo. No tengo mucho tiempo.- hice una pausa cerrando mis ojos - Puedo sentirlo.

- No puedes pedirme esto Frank. Te estoy matando.

- El asesino en mi, es el asesino en ti.

Sonrió mientras una lágrima caía sobre mi frente.

- Cada vez que sonríes, me desarmas.- murmuré.

- No quiero dejarte ir Frank. Me rehúso.

- No puedes hacer más nada que acompañarme Gerard. Has sido...- hubo un silencio - Una gran persona para mí. Has pasado de ser mi enemigo, a mi mejor amigo. Mi amado.- extendí una mano para tocar sus labios - Gerard.

- Demonios.-se abrazo a mi.- Te amo, Frankie. Siempre te amare. No te vayas.

- Debes...- respire dificultadamente sintiendo como mi pecho comenzaba a doler - Debes dejarme ir. Abrázame fuerte.

- Te amo - me soltó lentamente para besar mis labios.

Cerré los ojos, aprovechando su beso, ambos sonreímos entre el, a la vez que se juntaba con mis lágrimas.

- Yo también.- respondí luego - Y lamento.- mire sus ojos - todo lo que te hecho. Te pido perdón por haberte golpeado, insultado y gritado.

- Yo también.- contestó - ¿Qué sientes en este momento? - bajo su voz.

- Que mi corazón se detiene.- confesé - Dile a los chicos que los amo.- agregue.

No contestó. Volvió a abrazarme, recargándome sobre su pecho. Besando mis hombros, mi cuello, acariciando mi pelo.

- Dame un beso de despedida.- dijo a mi oído - Y cierra tus ojos.

Incline mi cabeza, buscando sus labios y los bese con pasión, dulzura, alivio, ansiedad y amor.

Suspire, cerrando por última vez mis ojos. Sintiendo un leve dolor en mi pecho, pero alivio al haber pedido perdón. Alivio, por haber luchado contra las injusticias, al poder despedirme de él.

Me aferré a sus hombros, hundiendo mi rostro en su cálido cuello, apreciando sus terminales besos, sobre mi piel que se tornaba fría lentamente.

-Sólo duerme.-hizo una pausa-Sólo duerme.-fue lo último que escuche.

Gerard yació con su cuerpo en la cama, hasta que el sol cayó. Tom y Sheila llegaron. Al ver y escuchar tanto silencio, subieron las escaleras para encontrarse con semejante escena.

Gerard no contestó, sólo los miró, y fue suficiente para que ellos se retiraran para comenzar su llanto, ambos abrazados en el sofá del comedor, pero se separaron al sentir pasos en las escaleras.

Él, bajaba con el cuerpo de su amante en sus brazos, no hizo escala alguna, sólo fue directo al sótano. Todos se reunieron allí abajo, para enterrarlo con sus seres queridos. No podían permitir tenerlo lejos de ellos. No podían separarse uno del otro, estén muertos o no.

Gerard lloro, lloro semanas, meses hasta que se cumplió el año de su muerte.

Finalmente entendió la conexión de la que tanto hablaba Frank, cuando el también comenzó a escupir sangre, con el tiempo. El tenía razón, cuando no quiso ir a buscar los resultados de sus exámenes al hospital, definitivamente también estaba enfermo. Lo que nadie sabía es que vomitaba, sus rodillas cedían y le faltaba el aire, como a Frank. Sólo quería ayudarlo, no tenía otra cosa en su mente que alimentar la felicidad de su amante secreto.

- Entiendo tu conexión...-le dijo mirando la tierra- Teníamos la misma enfermedad pero nunca lo supiste.-se acostó sobre la pequeña montaña-Espero que me perdones por esto.-volteó para un costado.

Cerró sus ojos, y comenzó a sentir como se desvanecía.

- Sólo dormiré junto a ti..- murmuró.

Tom y Sheila encontraron su cuerpo junto a la efímera tumba de Frank, pero con una sonrisa en sus labios. Se miraron entre ellos, volvieron a llorar, para comenzar a cavar una vez más y unirlos de por vida, como siempre estuvo predestinado a ser.

FIN

10 comentarios:

  1. Lo he leído mil veces y nunca voy a parar :( Mentira, lo he leído 3, pero siempre, cada vez que lo leo, las mismas emociones y sentimientos aparecen en mi.. incluso más fuertes. Es perfecto! (L)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Toda la razon, toda la razon, estoy terminando de leerlo, creo que me ahogare en lagrimas ahora mismo. :(

      Eliminar
  2. Dios, lloré demaciado con el final, me ahogaré con tantas lágrimas.
    Es demaciado hermoso esto.

    ResponderEliminar
  3. Dios, lloré demaciado con el final, me ahogaré con tantas lágrimas.
    Es demaciado hermoso esto.

    ResponderEliminar
  4. Oh por Dios ;-;
    Debería ser ilegal que haya historias como ésta...
    Es increíble, desde el hecho de las canciones - Smashing Pumpkins *u* - hasta la originalidad.
    Dificilísimo, por no decir imposible, el encontrarte con una historia de esta calidad
    Me arrodillo frente a la autora.
    ¿Algo más? Perfect (;

    ResponderEliminar
  5. me quito el sombrero... No mentire, eata historia es mucho mejor que la de muchos.libros que he leido, sin mencionar que esta muy bien escrito.
    es hermosa realmente logro envolverme y hacerme sentir parte de ella.
    Mis respetos a la autora, esto es una de las mejores cosas que he leido. Gracias por escribirlo!

    ResponderEliminar
  6. me quito el sombrero... No mentire, eata historia es mucho mejor que la de muchos.libros que he leido, sin mencionar que esta muy bien escrito.
    es hermosa realmente logro envolverme y hacerme sentir parte de ella.
    Mis respetos a la autora, esto es una de las mejores cosas que he leido. Gracias por escribirlo!

    ResponderEliminar
  7. Simplemente no puedo dejar de llorar.Hacia tiempo que no leía algo así.Felicitaciones de verdad.

    ResponderEliminar
  8. Tengo una relación de amor-odio con este fic. En serio me encantó, la trama, los personajes, los giros de 180º en la historia, pero algo que no entiendo, ¿por qué termina con un mártir? Es decir, comprendo que desde el principio de la historia se veía venir, y que también es parte de una lección de karma puro y limpio, pero no sé, podrían haber terminado bien, normalmente sí, al principio Frank debió haber recibido una colonoscopía, luego cirugía y demás... pero aún sin tratamiento hubiera durado meses, no semanas como lo diagnosticaron. Hay etapas en el cáncer, si hubiera estado en la última etapa (es decir, la más letal) aún pudo haberse hecho una quimioterapia y sobrevivir. Bueno, ya, sé que este comentario es bastante mamón pero tenía que decirlo, en verdad me encantó, todo, realmente disfruté leyéndolo, lo acabé en dos días, ojalá hubiera fics tan buenos como éste y tan reconocidos como otros.

    ResponderEliminar
  9. Tengo una relación de amor-odio con este fic. En serio me encantó, la trama, los personajes, los giros de 180º en la historia, pero algo que no entiendo, ¿por qué termina con un mártir? Es decir, comprendo que desde el principio de la historia se veía venir, y que también es parte de una lección de karma puro y limpio, pero no sé, podrían haber terminado bien, normalmente sí, al principio Frank debió haber recibido una colonoscopía, luego cirugía y demás... pero aún sin tratamiento hubiera durado meses, no semanas como lo diagnosticaron. Hay etapas en el cáncer, si hubiera estado en la última etapa (es decir, la más letal) aún pudo haberse hecho una quimioterapia y sobrevivir. Bueno, ya, sé que este comentario es bastante mamón pero tenía que decirlo, en verdad me encantó, todo, realmente disfruté leyéndolo, lo acabé en dos días, ojalá hubiera fics tan buenos como éste y tan reconocidos como otros.

    ResponderEliminar