sábado, 5 de mayo de 2012

Disarm; Prólogo.

Prólogo.

Se sentía abandonado, desamparado, desde aquella repentina mudanza. Toda su vida, infancia, y sentimientos estaban aferrados a su antiguo pueblo, no podía simplemente enterrarlos, olvidarlos; como si nunca hubiesen estado allí.

No lograba hacer amigos en Chicago, trató, hizo su mejor esfuerzo pero no pudo lograrlo. Él era diferente a todos, y eso los fastidiaba. ¿Iba a cambiar su personalidad para agradarles? Claro que no.

Nunca tuvo ese perfil, no fue criado de esa manera. Quizás su madre se arrepienta de ello, en este momento.

Pero ya nada importaba, más que volver a su pozo.

Aunque, existía un rubio, algo alocado al igual que él. Fue la única persona que le dirigió la palabra en estos cuatro años que vivía allí.

Para su asombro, pertenecían al mismo agujero. Irónico, ¿cierto? En New Jersey, nunca se encontraron. Pero tuvo y tenía que pasar en Chicago.

Cada pueblo tiene sus códigos, y evidentemente nunca podrían ser entendidos en una ciudad tan diferente como lo es Chicago.


- ¡Demonios, mamá! - Gritó a todo pulmón - ¡No me interesa lo que digas! ¡Volveré y fin de la discusión! - Se puso furioso Gerard.

- ¿Así que volverás? ¿Ah? - Respondió ella apoyando una de sus manos en la cintura.

- ¡Si, volveré! - Gritó encendiendo un cigarrillo - Y no hay nada que puedas hacer o decir para detenerme - Exhalo el humo.

- Dime, ¿de qué vivirás? ¿En dónde vivirás? ¿Dejarás tu trabajo? Porque no pienses que te daré dinero para que vuelvas a esa basura luego del esfuerzo que hice para mudarnos aquí -Gritó una vez más.

Lo pensó, tenía razón, pero no era suficiente para arruinar su viejo y anhelado plan.

- Conseguiré un trabajo allí. No interesa. Yo puedo arreglarme sólo. Además he ahorrado una importante cantidad de dinero - Dijo calmándose un poco.

- Fue Quinn, ¿cierto? - Lo miró mientras iba a la cocina.

- ¿Quinn? - La siguió - ¿Qué tiene que ver en esto?

Volteó suspirando, mientras una sonrisa se apoderaba de sus finos labios.

- Él, es de allí también. Seguramente te ha incentivado con toda esta locura.

- ¿Quieres saber la verdad? Yo lo he incentivado a él. Quiere venir conmigo. Así que, no te atrevas a decir nada sobre él. Fue la única persona que se digno a hablarme, ya que todos decidieron marginarme. Y a ti no te importo, sólo te gusta la casa que tenemos - extendió sus brazos - Pero a mi no me sirve. Prefiero volver a esa basura, como tú la llamas. ¿Y sabes por qué? Porque ese es mi hogar - dio un hermoso discurso.

- ¿Sabes Gerard? Haz todo esto más fácil y vete esta noche. Toma tus cosas. Estas fuera.

- ¿Qué? - dijo.

- Estas fuera - lo miró a los ojos - Vete, no te retendré. Pero si cruzas esa puerta, olvidaré que tuve un hijo.

- Cómo... - Tartamudeo - ¿Cómo puedes hablarme de esa manera?

Silencio.

- Ya me has escuchado - Volteó para comenzar a lavar los platos del almuerzo.

- Bien - Dijo - Así será. ¡Esta noche me iré, y nunca más me veras la maldita cara! - gritó.

Subió las escaleras rápidamente. Se agacho junto a la cama, sus manos tocaron las valijas. Las deslizo, y finalmente cayeron sobre la cama.

Tomo su celular, al mismo tiempo que comenzaba a quitar todo de su armario, y cajones.

- ¿Quinn? - dijo excitado - Nos iremos esta noche. No, hay cambio de planes. Me echó. ¿¡Puedes creerlo!? - gritó - Pero al demonio con ella. ¿Tu madre que ha dicho? - preguntó - Ah... - Suspiró - Son iguales. ¿Qué dices? ¿Desaparecemos esta noche? Excelente - Sonrió - Pásame a buscar a las ocho. No olvides nada. No dejes nada aquí que pueda hacer que vuelvas - Rió - Si, lo se. Tú también eres lo único que tengo aquí. Nos veremos Quinny -colgó.

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