sábado, 26 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #33

Capítulo: #33

{*Narra Frank*}

Si hubiese sabido que el ir al baño a lavarme la cara, me traería estas consecuencias, jamás habría salido de esa maldita biblioteca. No me di cuenta de cómo ni en que momento específico Bert y Mikey me llevaron a ese salón. Antiguo y vació, alejado completamente de todo. Dudo que mis gritos se oigan fuera de este lugar.

- ¿Tienes miedo? - preguntó Bert, con una gran sonrisa, mientras acercaba el cuchillo a mi rostro.
- Por favor, Bert. ¡Ya, suéltame! - me costaba hablar, por la desesperación que mi tono de voz, deslumbraba.
- No te puedo soltar... - rió. - Es Mikey el que te retiene. - se encogió de hombros.
- No estoy para bromas, Bert. ¡Por favor, no juegues con eso!
- ¿Con qué? - dijo moviendo el cuchillo de un lado a otro. Él sabía que yo me refería a eso. - No tengas miedo, Frank. Solo nos estamos divirtiendo un rato, ¿si? - Odiaba ver su maligna sonrisa, después de cada frase. Odiaba que jugara con el cuchillo, acercándolo peligrosamente, a mi rostro. Y yo sin poder hacer nada, ya que Mikey sostenía mis brazos.
- ¿En serio esto te divierte? - grité, demostrando la rabia que tenía en ese momento.
- Si, ¿a ti, no?
- ¡Eres un imbécil! - grité, esforzándome por salir de los brazos de Mikey, pero me lo impedía. Me tomó con más fuerza, aunque yo hiciera todo lo que tenía a mi alcance para salir arrancando.
- ¡Quédate quieto de una vez! – Bert golpeó con enorme fuerza, mi rostro. Lo que provocó que no solo cayera yo, al suelo, sino Mikey que me retenía. Bert se acercó a mí, amenazándome con la punta del cuchillo, cerca de mi mejilla. Intenté retroceder, pero se acercó más aún, dejándome apegado al muro. Vi a Mikey ponerse de pie y observarme desde la otra esquina del salón.
- Bert, por favor... - dije al borde de las lágrimas, rogándole, que no acercara un milímetro más, esa arma a mi cara.
- ¡¿Qué?! ¿Me vas a rogar, ahora? ¡¿AHORA?! - gritaba desesperado. Yo solo cerraba mis ojos, e inclinaba mi cabeza hacia un lado, apegándola al muro, para que fuera imposible el contacto de mi piel, con ese frío y filoso metal.
- ¡Aleja eso de mí!
- ¡Cállate, mierda! - hizo un movimiento extraño, con el cual mi corazón se paralizó. Vi venir su cuchillo cerca de mi rostro, aunque luego noté que era otro golpe. Quedé inmóvil, ya que mi cabeza se estrelló con el muro, pero aun así, oí un grito proveniente de la puerta. Intenté girar mi cabeza y pude notar la silueta de él, lanzarse sobre Bert. Él... Estaba ahí... conmigo.
Mikey se lanzó sobre Gerard, pero este con gran fuerza, logró quitárselo de encima y empujarlo lejos. Apreté mi cabeza con ambas manos, para que el dolor se fuera.
- ¡Maldito, bastardo! - los gritos de Gerard, eran incontrolables. Bert empujaba su pecho, para lograr escapar de los brazos de Gee.

Mis ojos se esforzaban por distinguir todo lo que sucedía frente a mis ojos, pero requería harto esfuerzo, ya que me dolían por el golpe de Bert. De pronto pude notar que Bert no había soltado el cuchillo, mientras peleaba con Gee. Me congelé por completo. Mi piel se erizó y no pude mover ni siquiera un músculo. Mikey se puso de pie, sin saber qué hacer.

- ¡Suéltame, hijo de puta! - gritó Bert, esquivando los golpes de Gee. - ¡Solo era un juego! - No paraban y yo quería todo esto terminara. Había llegado muy lejos, pero en el momento en que me acerqué gateando hacia ellos, Mikey corrió hacia mí y tomó mis brazos por detrás.
- ¡No, Frank!
- ¡Suéltame, Mikey! ¡¿Qué no ves que Bert está con cuchillo?! - le gritaba desesperado, intentando zafarme.
- ¡Es peligroso! ¡Bert, ya basta! - gritó sin soltarme e intentando llamar la atención de los chicos. - ¡Gerard, déjalo!
- ¡Mikey! - gritaba desesperado para que me soltara.
- ¡No te atrevas a tocarle un pelo! ¡Nunca más! - jamás en mi vida, había visto tal enfurecimiento de parte de Gee. Bert no se quedaba atrás, y respondía cada golpe o patada que recibía. Haciendo maniobras con el cuchillo que iba de un lado a otro.
- ¡Gay de mierda! - de un momento a otro, Bert logró dejar a Gee bajo su cuerpo y mi desesperación y angustia, aumentó.
- ¡Nooo! ¡Paren! - rogaba, gritando con todas mis fuerzas. - ¡Gerard, por favor! ¡Hazlo por mí! - aquella última
- ¡Gerard, por favor! ¡Hazlo por mí! - aquella última frase, captó la atención de Gee, quien después de esquivar un golpe, me miró fijamente. Pero Bert no notó la resignación de Gerard y con fuerza golpeó a Gerard. O eso creí yo.

Un gritó ahogado salió de los labios de Gerard, quedando con los ojos desorbitados en la mirada de Bert.
Nuestros gritos se inundaron en un profundo silencio. Todo se paralizó. Mi corazón no bombeaba sangre a ninguna parte de mi cuerpo. Mikey soltó mis brazos, retrocediendo el paso. Yo no despegaba mis ojos de Gerard, que casi no respiraba.

- No... - susurró Bert, mirando a Gee, sin pestañar. - No... ¡No! - tapó su boca.
- ¿Qué acabas de hacer? - se oyó la baja voz de Mikey.
- Yo no... No... - Bert se alejó de Gerard, quien luchaba por fijar su vista en mí. Mi cuerpo no respondía. Quería que todo fuese una pesadilla y despertar luego.
- ¡¿Qué mierda acabas de hacer, Bert?! - Las palabras de Mikey se ahogaron en sollozos y lágrimas.
- ¡Yo no quería! ¡Te juro que no le iba a hacer nada!... - Los ojos de Bert, se humedecieron y sus pies se pusieron en marcha, logrando huir lo más rápido posible.
- Frank... - oí su voz. Mi Gee.
- ¡Ayuda! - comenzó a gritar Mikey.
- Gee... - dije en susurro. Aun no creía que esto era la vida real. - Gerard... - mis ojos se llenaron de lágrimas y con gran peso en mi cuerpo, logré acercarme a él.

Tomé su cabeza suavemente, intentando subirla sobre mis muslos. Nuestras miradas se encontraron y temblé por completo, al notar que su cuerpo estaba frente a mí. Que hacía esfuerzos por respirar y luchaba por mantener sus ojos abiertos. Era él. Estaba en la vida real, con mi amado sobre el piso, que solo sangraba. Con esa molestia en su estómago. El cuchillo bañado en su sangre. Aquella herida que no me atreví a mirar. Sus ojos transmitiendo amor. Todo ese amor que siempre me demostró. Todo ese amor que me llenó de vida y le dio sentido a esta misma.

- Duele... - dijo con dificultad, entrecerrando sus ojos.
- Gee... Aguanta... - le supliqué, mientras mis lágrimas que caían por mi rostro, terminaban en el suyo. - por favor. - mis sollozos no me permitían hablar de buena manera. Solo besaba su frente y párpados, en los instantes en que sus ojos se cerraban.

Miré a mí alrededor, observando si alguien venía. Los gritos de ayuda de Mikey, ya no se oían. Estaba lejos.

- Ya llegarán. - pensé en voz alta, aunque no era ese mi objetivo.
- Frankie... no... No puedo... - dijo cerrando sus ojos y tomando mi mano que se encontraba acariciando su cabello.
- No digas eso, Gee... - mis lágrimas eran expulsadas con fuerza. - Si puedes. Solo aguanta, amor... Solo un poco más. - dije apoyando mi cabeza sobre la suya.
- Te amo... - susurró.
- No, Gee. No lo hagas... no te despidas. - mis palabras eran difíciles de entender. - Solo un poco más. No me dejes solo.
- Estarás bien. - intentó sonreír,
- Estarás bien. - intentó sonreír, aunque las lágrimas que comenzaron a salir de sus ojos, la opacaron. - cuida a Nathaly. Enséñale todo lo que siempre quise que aprendiera de la vida...
- No, Gee... - no me quería resignar.
- Me enseñaste lo más preciado... - cerró sus ojos, forzando su voz. - Me mostraste la verdadera felicidad.
- No, Gee... Por favor, ¡Por favor no! - gritaba desesperado chocando nuestras frentes y acariciando su mejilla.
- Te amo, Frankie... Mi pequeño Frankie... - susurró entre lágrimas. Dejando el último aliento salir de sus labios. Con debilidad llegó hasta mis labios. Sellando aquella frase que quedaría en mi mente y corazón por siempre. Sentí sus labios rozando los míos con deseo, pero débiles. Dejo su esencia por última vez, dejando saborear su dulce sabor, y grabarlo de por vida.
- Te amo... - dije entre roces en sus labios y dejando que mis lágrimas bañaran su, aun maravilloso, rostro. Jamás lo dejaría de ser, para mí.

- ¡Frank! - oí abrirse la puerta y vi a Edward abalanzarse sobre nosotros. - ¡No! ¡Nooo, Gerard! ¡Están aquí! - Volví a mirar el angelical rostro de Gee. Mi ángel. Sus ojos estaban cerrados y sus labios sellados para siempre. Mis lágrimas no dejaban de caer. Y mis manos no se paraban de recorrer sus hermosos rasgos. Hundí mi rostro en su pecho, gritando desesperado.
- ¡Gerard! - reconocí la dulce voz de Nathaly, que corría hacia nosotros, pero rápidamente uno de los doctores y su madre la detuvieron.

No querían que viera a su hermano de esa manera. La pequeña gritaba desesperada. Y sus padres lloraban abrazados.
- Por dios... - dijo Edward sin poder creerlo y comenzando a llorar.
- Nunca quise que esto pasara... - repetía Mikey. Tomándose los cabellos.

Oí muchas voces a mí alrededor, gritos y sollozos. Pero ya nada importaba. Era tarde. Mi amado ya se había ido... Sus latidos desaparecieron. Y su cuerpo descansaba... feliz.

' * '

Lo más difícil que me había tocado vivir en mi vida. Y mucho más… aceptar. Despertar sabiendo que Gerard no me dedicaría una palabra o una simple mirada, me hacía agonizar poco a poco. Las lágrimas recorrían mi rostro diariamente, aunque sabía que debía ser fuerte. Tal como él me enseñó, pero no era fácil. Decir que lo extraño, sería poco. Lo necesito más que a nada. Mi cuerpo se desvanece sabiendo que ya no está. Muchas veces mi mirada se pierde y mis pensamientos también, recordando aquellos tan hermosos momentos que pasé con él. Sus suaves y dulces caricias que tanto me gustaba sentir. Sus ojos dedicándome un ‘Te amo’ con un leve roce en mis labios. La hermosa melodía que provenía de sus labios al pronunciar alguna palabra. Mínimos detalles que ya no podrán ser parte de mi vida. No más que un vago recuerdo en mi memoria. Por siempre seré suyo. Me enseñó muchas cosas en la vida y su motivación para seguir siempre firme y mantener la fe, no serían fáciles de olvidar. Es más… era imposible. Fue mi todo y lo será por siempre.
Saber que algo tan lejano y tan misterioso como el amor, estuvo a mi alcance gracias a él. Tuve la posibilidad de conocer aquel tan hermoso sentimiento que me acompañará por el resto de mis días.
¿Ahora? Cumplir con mi promesa. Cuidar lo más preciado para Gee, brindándole el cariño y fuerza que tanto quiso entregarle por todos los años de su niñez. Y creo que hasta el momento he cumplido muy bien. Seis años han pasado y su pequeña hermana ha aprendido todo lo que su hermano me enseñó. Con gran fortaleza e inteligencia a sus dieciséis años me llena de orgullo y se que a Gee también. No me quedaba más… Que vivir en honor a él. Mí amado… Gerard Way.

- Vamos, Nathaly. Está oscureciendo… - susurré.
- Está bien… - respondió, posando una delicada rosa roja sobre la lápida. - ¿Podemos ir a caminar? Y así me cuentas las historias que tanto me gusta escuchar de ti y Gerard. – dijo sonriente, dando la vuelta y dedicándome esa mirada que tanto me recordaba a su hermano.
- Claro. – respondí de la misma manera.

‘Juegos’ o 'entretenimientos' que terminaron en tragedia, quitándome lo más preciado en la vida. O como muchos creían, solo… Cosas de adolescentes (?)

FIN

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