sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers; Capítulo: #6

Capítulo: #6

A las puertas del infierno.

Frank se quedó en el pórtico, esperando que todos en casa se quedaran dormidos, no soportaba mas las frecuentes acusaciones de su tío; 


“si vives en mi casa es bajo mis reglas, no quiero oír esa maldita música, de la escuela al taller de mecánica, nada de ensayos con una bandita que jamas llegará a nada, té quitas esa ropa de satánico y esos aretes de marica, o té largas, ya suficiente tengo con cuidar de mi hermana que es una loca, como para tener que andar pendiente de ti”

Frank no regresó nunca mas a la escuela, no tenía paciencia para aguantarla; se pasaba todas las mañanas vagando con Gerard por las calles de New Jersey, ayudándolo a vender, a hacer sus “Business”, como Gerard le llamaba a su actividad, que consistía principalmente en recoger la droga de un lado, llevarla a otro, y en los fines de semana ocuparse de asuntos “serios”, de los cuales Frank no sabía mucho, porque Gerard siempre le ocultaba las razones de sus largas salidas, de la sangre en su ropa, o de los moretones en su cuerpo.

El taller de mecánica de su tío era muy prospero, así que siempre había trabajo, Frank odiaba el local, el ruido, el olor, la maldita grasa que no salía con nada, se bañaba en jugo de limón, y aun así el mismo sentía que apestaba a aceite de motor, Gerard le regaló una canasta de productos de Hugo Boss, para ayudarle a Frank con el olor, pero fue un gran problema, cuando su tío se dio cuenta, “de donde sacas dinero para esto... que andas haciendo, esto es muy costoso... en lugar de gastar dinero en esto deberías traerlo a casa, nos podrías ayudar, o ¿qué... quieres que yo solo alimente a tu madre y a los mocosos insaciables de tus hermanos?”

Los traficantes del norte de New Jersey contactaron a Gerard para que fuera su distribuidor en los barrios bajos, con el adelanto de dinero que le dieron, compró tres Rolex, uno para él, otro para Mikey, y otro para Frank, se sentó en la acera frente al taller, esperando que Frank saliera de trabajar, tenía la caja plateada en sus manos, aún no entendía porque ese afán de darle a un chico que apenas conocía un reloj tan costoso, miró la hora en su propio Rolex de platino, 15 para las nueve, “en 15 minutos sale”, sintió frío, sus piernas empezaron a temblar sin ninguna razón. 


Frank se despidió de sus compañeros, advirtió la presencia de Gerard y camino hacía él, los latidos del corazón aumentaron, una extraña sonrisa se comenzó a dibujar en su rostro, Gerard trataba inútilmente de disimularlo, pero le era imposible. 


Un fuerte abrazo, unas palmadas en la espalda, subieron al auto, Frank no paraba de parlotear, como era de costumbre, en casa o en el taller se guardaba todo lo que pensaba o sentía, pero con Gerard se desahogaba. Las palabras de Frank eran importantes, pero Gerard estaba demasiado concentrado en sí mismo, tratando de aclarar lo que estaba sintiendo, dándole una respuesta lógica al irresistible deseo de besar los labios de Frank, de querer protegerlo, de llevarlo a su cama y no dejarlo salir de allí nunca. 


Frank entró a la casa se quitó el abrigo, le pidió a Gerard que le prestara la ducha, pues tenía aun el olor a grasa pegado del cuerpo

- Gee... pasa la toalla-

La voz de Frank despertó a Gerard de su letargo, estaba apoyado en la puerta del baño, preso de sus pensamientos funestos... “me volví un marica... maldita sea... por qué me excita el simple sonido de su vos, ni porque hablara lindo el maldito tartamudo este”

Gerard entró al baño, Frank había corrido la cortina, estaba de pie, desnudo cubriendo graciosamente su pelvis con su mano derecha.

- Que te cubres si no tienes nada ahí-

Comentó Gerard en un tono burlón para disminuir la tensión, que era mas de su parte que de Frank

- idiota... ¿qué, quieres ver?-

Frank levantó la mano con la que se cubría, empujó su pelvis hacía el frente para que Gerard tuviera una mejor visión

- Bahhh, eso... ¿esa cosita?-

Frank sonrió, quitándole la toalla a Gerard de la mano, se cubrió con ella

- Bueeeno, el agua esta fría, comprende! además, no todos la tenemos de burro como tu, -

Gerard se sonrojó

- ¿Cuándo has visto mi pene?-

- Cuando orinamos juntos en algún jardín, que por cierto te paras a tres metros de la pared para tener espacio-

Frank se vestía frente a Gerard, con naturalidad, completamente inocente de lo que pasaba en la mente y el cuerpo de su amigo, Gerard lo miraba furtivamente por el espejo.

- y.. ¿Has visto muchos?-

- Muchos qué-

- Penes-

Frank se terminó de vestir, la charla se estaba tornando incomoda, salió del baño aprisa.

- te espero en la sala-

Gerard cerró la puerta con seguro, se apoyó en el lavamanos, mirándose en el espejo, la imagen de Frank desnudo, con su piel mojada, su cabello húmedo cubriendo su frente, su lengua que tan inconscientemente pasaba por sus labios para retirar el agua que había sobre ellos, Gerard no podía soportar más la presión en su pantalón, comenzó a masturbarse, pensando en Frank, cerró los ojos y se dejó llevar por el momento, el baño aun tenía el aroma de Frank, y esto le provocaba el frenético movimiento de su mano al rededor de su miembro, Gerard sintió el semen derramarse, abrió los ojos, y se vio en el espejo, miraba su cuerpo, el pantalón desabrochado, su pene afuera, flácido ya, y el semen en su mano, sintió una rabia tan inmensa, se odió a si mismo como nunca antes lo había hecho... "acabo de masturbarme pensando en Frank... maldita sea.. ¡En Frank!", Un haz de locura se impuso en su carácter, se acercó al espejo y con toda la fuerza que le producía su ira, golpeó su cabeza tantas veces, tan fuerte que rompió el vidrio, y se hirió en varias partes de su frente.

Bajó a la sala, con una toalla en su cabeza, Frank se quedó boquiabierto al verlo

- ¿Qué demonios te pasó?-

- Tuve una pelea con el espejo, no preguntes más-

Frank bajó la mirada, ya sabía que si Gerard le pedía no preguntar más, debía callar.

- Toma-

- ¿Que es?-

- Un Rolex, es un regalo... y no preguntes más, me cambio de ropa y nos vamos de acá, tengo que llevar una mercancía a New York, vienes conmigo-

Gerard ya no le preguntaba, no lo invitaba, él asumía que Frank siempre lo seguiría a donde él lo quisiera llevar.

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