sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers II; Capítulo: #57

Capítulo: #57

Repitiendo pasos andados.

El mismo líquido salino que se apreciaba seco en el borde de los ojos de Nicholas, brotó de nuevo, fresco y cristalino al tiempo que Frank Iero leía con preocupación las fuertes palabras de su hijo

- ¿Qué debo hacer? No sé qué hacer –

Habló con el corazón en su mano, rogó en forma de pregunta, rogó en el fondo de su alma por una bandera verde que le permitiera liberar de una vez por todas el dolor cultivado por seis años en su ser.

- ¿Lo amas? –

Secamente Frank habló, sin despegar la mirada del papel en que estaban impresas las angustiantes quejas de Junior

- Sí, con el más profundo pesar en mi alma, y con la más sublime alegría, lo amo –

Nicholas Way se estremeció al confesarlo ante Frank por primera vez, su exilio voluntario no solo lo había alejado de Junior, también había creado una brecha entre él y Frank, sin importar las llamadas telefónicas, las pocas palabras cruzadas durante esos seis años, ninguno de los dos sentía obligación o voluntad emocional con el otro.

Un largo suspiro precedió a la sentencia de Frank, esa que marcaría inexorablemente el destino del hijo del hombre que amaba y de su propio hijo

- Entonces… - Enormes ojos de un verde casi indefinible se clavaron en los olivos ojos de Nicholas, la mirada de Frank no lucia duda alguna en el momento de hablar – Te suplico Nicholas Way que hagas feliz a mi hijo –

La sonrisa amplia que se dibujó en el rostro de Gerard, acompañada de una profunda exhalación de alivio fueron mínimas comparadas con la inmensa alegría que su hijo sintió en ese preciso momento, después de escuchar esas palabras, y por primera vez en sus vidas, Nicholas y Frank se abrazaron con estrechez, reconociendo cada uno en su interior que si bien en ese momento no sentían tanto afecto por el otro, el amor de quienes les rodeaban y el deseo de ver felices a quienes amaban, los unía mucho más que un afecto labrado por el tiempo.


- Ahora, debo asegurarme que mi hijo esté bien ¿Cuándo te envió este correo? –

- Anoche, Frank, por eso tomé el primer vuelo disponible –

Frank asintió mecánicamente, avanzando a la salida de su habitación, siéndole cortado el paso por el fuerte apretón de la mano de Gerard en su brazo

- Frankie, deja que sea Nicky quién vaya a verlo, si algo no está bien nos puede advertir con un grito, pero no te preocupes… - Sonrió relamiendo sus labios – Si Junior es como tú, creo que esa carta es más un chantaje emocional que una declaración de algo que va a hacer –

En medio de su preocupación Frank sonrió, mirando con pícaro desafío a su amante

- ¡¿Cuándo te he chantajeado yo?! –

- No me hagas empezar a enumerar las veces que te aprovechaste de mi locura por ti para salirte con la tuya – Meneó lentamente la cabeza, dirigiéndose un poco divertido a su hijo – Ten cuidado Nicky, te lo advierto, los Iero tienen el gen de “siempre me salgo con la mía” –

- Por mí, que Junior se salga con la suya, siempre, si eso lo hace feliz – Aseguró Nicholas abriendo la puerta de la habitación

- ¡Condenados… tu yo estamos condenados! – Exclamó Gerard exagerando los gestos – Condenados a vivir presos de un diminuto Iero que nos enloquecerá hasta la muerte –

- Yo no te obligo a estar conmigo – Frank sonrió levantando la ceja derecha – No estas “preso” puedes irte cuando quieras –

Gerard haló a Frank del brazo con que lo sostenía, acercándolo contra su cuerpo, descansando su frente en la de Frank

- Ahí está el problema, que yo no me quiero escapar jamás de la maravillosa cárcel que es tu ser –

Nicholas rodó la mirada, encogiéndose de hombros, abandonando finalmente la habitación mientras murmuraba un “¡Dios, que cursis son, Mikey tiene mucha razón, son un par de imbéciles cuando están juntos!”



La mano le tembló al girar el picaporte en la puerta de la habitación de Junior, no era miedo lo que sentía, pero sí una profunda emoción, la anticipación de tener en sus manos lo que tanto soñó y deseó por seis largos años, esperaba encontrar al pequeño de 7 años que dejó, imaginaba verlo dormido entre sus mantas, luciendo una camisilla de spiderman, y aunque fuera un cuadro completamente infantil el que se desarrollaba en su mente, para él era la imagen más perfecta que tenía de quién le había robado el corazón.

Pero no fue así, Junior no dormía, estaba sentado frente al escritorio donde se asomaba su computadora entre la pila de innumerables libros de diferentes clases, lo observó en silencio por unos segundos, no importaba que estuviese sentado, aun así pudo adivinar cuanto había crecido, y en lugar de una camisilla azul celeste de spiderman, Junior lucia una remera negra de Black Flag. No pudo evitar esbozar una sonrisa, el niño superdotado escuchaba la misma música que cualquier chico de esa edad.
Tragó saliva al reconocer la forma entre redonda y triangular de la espalda de Junior, no era la de un adulto, y para su profunda alegría tampoco era la forma de un niño. Dejó que su mirada vagara unos segundos entre las cosas sobre el escritorio, llenándose de pánico al ver junto a una taza de cereal el empaque vacio de veneno para ratas

- Junior… -

Apenas si pronunció el nombre, pensando que el cielo se le venía encima cuando el chico giró despacio en su silla, sintiendo él también que el cielo se desplomaba sobre él, seis años no fueron suficientes para olvidar el tono de esa voz.

- Nick… tú, qué haces… estás… aquí –

El chico superdotado que aprobó con honores sus estudios y que se peleaban por tenerlo entre sus alumnos la mitad de universidades del país, no fue capaz de formar una oración coherente al ver frente a él al motivo de su más profunda angustia.

- Ese veneno… ¿Hay ratas? – Nicholas fregó las palmas de sus manos sobre su pantalón, a sus 23 años nunca se había sentido tan intimidado o nervioso ante la presencia de alguien más

- ¿Qué haces aquí? – Pudo hablar con coherencia, inquirió con desesperado tono de voz, avanzando con dificultad un paso más cerca de Nicholas - ¿Viniste a impedir que yo…? – No terminó, no tuvo la fuerza suficiente, tampoco lo intentó, sus sentidos se embotaron ante la presencia de Nicholas, sus ojos lo recorrían por completo, una y otra vez, de arriba abajo, de abajo arriba

- Que poco original eres Junior Iero, ¿Veneno para ratas? – Intentó una broma para hacer menos pesada toda la situación, pero ninguno de los dos rió ante ella, suspiró profundamente, acercándose él también un paso a su tormento - ¿De verdad pensabas terminar con tu vida? –

Junior dejó de comérselo con la mirada, girando su rostro para ver el tazón lleno de cereal con leche, habló sin volver a ver a Nicholas

- Soy tan cursi como mi padre, me pareció “romántico” terminar con mi vida de la forma en que alguna vez lo pensaste… - Mordió sus labios de rosa encendido y calló, tomó entre su mano derecha una porción de tela de su remera, apretándola con desesperación, enojándose al sentir que lágrimas se empezaban a apoderar de sus ojos, conteniéndose las ganas de correr hacia Nicholas y apretarlo con fuerza entre sus brazos, de romperle con violencia los labios a punta de besos y mordiscos, luchó contra su propio deseo de gritarle cuanto lo amaba y cuanto daño le había hecho su ausencia – Desde que te envié el e-mail, desde ese momento, el veneno está en el tazón, no he encontrado la fuerza suficiente para llevarme una cucharada a la boca –

- A tu maldita preciosa boca… - Susurró sin planearlo, enrojeciéndose por completo al notarlo, bajando la frente cómo si tuviera algo de que avergonzarse

- ¿A qué viniste Nicholas? –

- A impedir que cometieras una locura… -

- Ah, a eso – Pronunció visiblemente desilusionado, levantando su mirada para ver a Nicholas que continuaba con su propia mirada fija en el suelo – Creo que en realidad no soy tan brillante como dicen, ¿Sabes? – Acortó la distancia que lo separaba de Nicholas, notando al instante que estaba casi igual de alto que él – Por un fugaz instante creí, tontamente, pero creí que habías venido por mí, a cumplir tu promesa un año antes de lo pactado, Imbécil, soy un completo imbécil –

Asintió pesadamente con su cabeza, mordiéndose con fuerza los labios, logrando el efecto contrario de lo que deseaba, desencadenando sin parar las lágrimas que brotaban de sus ojos

- ¡No, no lo eres! – Se apresuró a decir, tomando por fin el rostro de Junior entre sus manos, sintiendo que se quemaba cada célula de su piel con el contacto – Vine por ti, vine porque no puedo esperar más –

- No mientas – Pidió entre sollozos – No me mientas otra vez Nick –

- No lo hago… -

Respiró hondamente, pidiéndose permiso a sí mismo, al tiempo que padeció alejado, a las noches que se dormía con ese nombre en sus labios, a sus propias limitaciones. Peleando por primera vez contra lo que había pensado correcto hacer, en ese preciso instante los diez años de diferencia no fueron más que un simple número para él, y un año antes de lo pactado, no en la terraza de esa casa, pero si en la habitación de Junior, decidió cumplir su juramento y terminar de darle a Junior ese beso que seis años antes sintió como un pecado mortal.

El segundo más eterno de sus vidas fue vivido, mientras con segura emoción Nicholas acercaba sus labios a los de Junior…

“Estoy aquí por ti”

Los labios de intenso rosa se aferraron a los pálidos labios, las manos se sintieron insuficientes para aferrar entre ellas el cuerpo del otro

“Siempre tuve la seguridad que serías mío”

Un portazo fue todo lo que Gerard y Frank escucharon desde la habitación, con algo de curiosidad ambos salieron a indagar, quedándose de pie, tomados de las manos, frente a la habitación de Junior

- ¡Deja de besarme! Si no te vas a quedar conmigo, no me beses, no me dañes otra vez Nicholas Way –

Los ojos de Frank se abrieron por completo, apretó con fuerza las manos de Gerard entre las suyas, susurrándole al oído

- Creo que estarán bien… regresemos a la habitación, la verdad que no quiero oír a mi hijo de 13 años hablando de besos con alguien de 23 –

- Tu les diste permiso – Le recordó encogiéndose de hombros

- Sí, pero eso no significa que esté completamente cómodo con la situación –


Los dedos de Junior se aferraban con sutil vehemencia al cabello de Nicholas, su nariz chocaba con la barbilla de él, y su respiración se agitaba cada vez más

- Te exijo que seas honesto, no lo fuiste hace seis años cuando me juraste jamás dejar de escribir, o venir en vacaciones… necesito verdad – Clavó con furia su mirada en la de Nicholas, gritándole a la cara - ¡Dime la verdad, viniste porque no soportarías la pena de mi muerte en tu conciencia, o por qué de verdad me amas y no puedes esperar más! –

Las manos de Nicholas apretaban con ansias la cadera de Junior, acercándolo con deseo contra su cuerpo, y para que no quedara duda alguna, gritó también en el rostro de Junior

- ¡Vine porque te amo, y no es que no quiera que mueras, es que no quiero estar más sin ti! –

El sonido de dos labios comiéndose a besos, un constante golpeteo en la pared de la habitación, y un par de gemidos que iban en aumento fueron suficientes para que Frank abandonara de inmediato el pasillo, recluyéndose en su habitación seguido por Gerard

- ¿Crees qué… qué están…qué van a…? –

- ¿Fornicar, coger fo… -

- ¡Ay, cállate Gerard! –

No contuvo una suave carcajada, asegurando la puerta de la habitación, abrazando a Frank desde la espalda, apoyando su barbilla sobre el hombro de éste

- No te alteres, Junior está más que listo para… -

- ¿Qué no me escuchaste? Cállate… cá…lla…te – Resopló, liberándose del abrazo de Gerard, sentándose en el borde de la cama – Yo aun lo veo como el niño que me pedía “bezoz de dezotte”, dame tiempo para entender que… tiene una vida… -

- Y muy aburrida por cierto – Se sentó al lado de Frank, tomándole la mano, acariciándola con la punta de sus dedos – Los dos son aburridos –

- Ah, Gerard, se llevan diez años de diferencia, Junior es un menor, y Nicholas ha vivido un infierno los últimos seis años, no creo que sea algo aburrido –

Gerard hizo un extraño ruido nasal, quitándole así importancia a lo dicho por Frank, suspiró profundamente, inclinando su cuerpo hacia atrás

- Es que… pasan seis años, Junior grita “¡Dime que me amas!”, Nicholas grita “¡Te amo Junior!” y listo, pegan uno del otro como pulpo en pecera… nosotros éramos más divertidos, tumbamos puertas, nos matábamos a golpes, pasábamos días encerrados discutiendo en esta misma habitación, desangrándonos, arrancándonos tirillas de piel… y sabes bien que las palabras no funcionaron nunca con nosotros… teníamos que matar, golpear, obligar a personas a dar un riñón, recibir balazos por el otro, y eso sólo para asegurarnos un poco que nos amamos –

Frank suspiró, sonriendo lleno de melancolía, girando un tanto para empujar a Gerard sobre la cama y acomodarse sobre él

- Tienes razón… nuestros hijos son aburridos, y el mío es particularmente fácil, ja, ja, ja, aun recuerdo que tenía que suplicarte de mil maneras que me perdonaras cuando sin querer traicionaba tu confianza, prácticamente me tocaba violarte a patadas, golpes y mordiscos para que comprendieras que me tenías que perdonar porque sin mí no podrías vivir –

- Gracias… - Gerard empujó suavemente a Frank de espalda sobre la cama, acomodándose sobre él, apretándole el rostro entre ambas manos – Gracias por luchar por mí, por esperar diez años por mí, por negarte el privilegio de ser feliz sin mí –

Frank dejó que su mirada se perdiera en los profundo y melancólicos olivos ojos de Gerard, respiró suavemente, deleitándose con el aroma que se desprendía de la piel de su amado, sonriendo tímidamente, levantando su cabeza para alcanzarle los labios y besarlos con tierna pasión

- ¿El privilegio de ser feliz sin ti? Aun, después de tantos años ¿Crees que yo podría ser feliz sin ti? –

Cerró los olivos ojos, dejando que su cabeza cayese segura, tranquila entre la curvatura del cuello de Frank, hablándole con suavidad

- Deberíamos hacer ahora mismo, pero con más intensidad, lo que seguramente nuestros hijos están haciendo –


- ¡No seas cochino Gerard! –






La remera de Black Flag descansaba tendida de cualquier forma sobre el piso de la habitación, justo al lado en que el pantalón de Nicholas había caído doblado en tres.

Se sostenían con firmeza la mirada, sin aparente lógica Nicholas estaba de espalda sobre la cama, mientras que el chico de 13 años con frenesí terminaba por despojarse de su ropa, rugiendo en tono bajo y constante, clavando la punta de sus dedos sobre el pecho desnudo de Nicholas

- ¿Sabes… lo… que… haces? – Preguntó el mayor con palabras entrecortadas por la excitación

- Ohh! Sí, lo llevo planeando… imaginando… fantaseando por más de seis años, créeme Nicholas Way, sé exactamente lo que te voy a hacer -

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