sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers II; Capítulo: #56

Capítulo: #56

Tiempo, tanto y nada.

El aire circulaba fresco en la terraza, no había luz artificial que la iluminara, pero la luna llena se imponía brillante en el cielo despejado, derramando su luz azulada sobre el rostro entristecido del pequeño, Nicholas observaba la maravilla que se develaba ante sus ojos, las lágrimas que se escurrían sobre las redondas mejillas infantiles brillaban, daban radiantes visos de chispas violáceas…

El adolescente maldijo su vida.

Maldijo su edad, maldijo su propio corazón por haberle tendido una trampa mortal.

- Vamos a estar siempre en contacto, te voy a escribir todos los días –

Aseguró completamente convencido, sentándose sobre el frío mortero, recostando la espalda en la pared, observando con temor como Junior se acercaba, montando una pierna sobre las suyas y se acomodaba con naturalidad sobre él.

Nicholas mordió con fuerza sus labios, paralizándose al instante, rasguñando el suelo con sus manos, sintiendo que sus uñas se astillaban por la presión contra el mortero, sintiendo incluso que algo de sangre comenzaba a brotar de la punta de sus dedos.

Junior de forma poco inocente, con plena conciencia de lo que provocaba en Nicholas, llevó sus manitas sobre el rostro del joven, acariciando con suavidad las mejillas antes níveas que se empezaban a enrojecer de a pocos.

- Júralo –

Exigió el pequeño fijando en Nicholas su mirada segura, que más que de de un infante parecía la de un viejo lleno de sabiduría, apretó sus labios de rosa encendido, herencia segura de su padre, y tal como él, lleno de sensualidad innata se movió hacia adelante, empujando su pelvis sobre la pelvis de Nicholas que tan solo alcanzó a tragar una enorme cantidad de saliva, contener la respiración por unos segundos y cerrar los ojos, cómo si con eso el maldito deseo se esfumara de su cuerpo.

- Te lo juro Junior –

Balbuceó, sin abrir los ojos, negándose a ver al pequeño sobre él, sintiendo que se condenaba cada vez más, soportando el ardor en la punta de sus dedos, rasguñando con más intensidad el mortero sobre el que estaba sentado, repitiendo la historia de su propio padre, cuando hace más de 11 años se golpeó repetidamente la frente en el espejo del baño al comprender que se había enamorado de Frank.

- Esperarás por mí – Junior se inclinó sobre Nicholas, asegurándose que el joven sintiera su aliento dulce sobre su rostro – No te lo estoy pidiendo Nicky, te lo estoy exigiendo –

Las manos del joven dejaron de obedecer las órdenes de su cerebro, y sin pensarlo, tenía ambas palmas puestas sobre la cadera del menor.
Apretó, suavemente, apretó sintiéndose morir, apretó sin hacer otro movimiento más que abrir despacio sus olivos ojos

- Esperaré por ti, te lo prometo, te lo juro por mi vida –

Vio al pequeño acercarse más, sintió su propio corazón latir con violencia, casi a punto de reventar, sintió sobre sus labios los de Junior, y dejó de luchar contra lo que se pensaba correcto.
Se dejó llevar, el chico de 17 años doblegó su voluntad y se dejó arrastrar por las acciones del niño de 7 años, que cómo si fuera el más experto de los adultos tomó con suavidad sus labios, deslizando con lentitud la lengua dentro de su boca, suspirando quedamente en cada movimiento, sin dejar de acariciar el rostro hirviendo de Nicholas, gimiendo levemente al saborear el suave interior de la boca del joven.

Unos segundos se tardó Nicholas en recordar que no era correcto, que no estaba bien, y con sumo cuidado, pero con extrema rapidez alejó al pequeño de él, tomándolo de los hombros, sin soltarlo, cerciorándose que mantuviera una distancia prudente

- ¡No, Junior! – Exclamó lleno de pánico – Me prometiste no volver a besarme, ¿No ves que me haces daño? –

Terminó de hablar, bajando consternado su rostro, queriendo huir de inmediato, antes que su cuerpo lo traicionara de nuevo

- Siete años – Dijo el pequeño levantándose, parándose al lado de Nicholas, mirándolo desde arriba – En siete años, volveremos a esta terraza, a este mismo lugar, y ese día Nicholas Way, ese día me tienes que terminar de dar el beso –

“Hola Nicky, me alegra mucho saber que te estás adaptando al nuevo ambiente, y me alegra mucho más que te sientas feliz allí.
Tengo buenas noticias, Gerard por fin convenció a mi papá que me inscriba en la escuela pública, pero no me dejaron entrar, ja, ja, ja, es que la señorita que me hizo el examen de admisión se sorprendió por mi inteligencia, y les recomendó a nuestros papás que me llevaran a un instituto para “niños especiales”, así que…

¡El lunes empiezo en la escuela para nerdos superdotados!

No te imaginas, vemos ¡matemática pura! Física, literatura, y hasta debo escoger un idioma, creo que empezaré por Alemán, después Francés y después Italiano, porque según el instituto tengo la capacidad de aprender perfectamente un idioma por periodo académico.

Te extraño, te extraño mucho Nicky, y estoy un poco enojado, porque en el mail de ayer me dijiste que en la noche nos veríamos para chatear, te esperé hasta que mi papá me obligó a apagar el computador e irme a dormir.

Escríbeme pronto, y mándame muchas fotos tuyas.
Te amo Nicholas Way.

PS: No te vayas a enamorar allá, o te destripo al estilo Iero.

J”


Una insípida sonrisa se dibujó en los labios de Nicholas Way, oprimió el botón de responder en su ventana de correo, pero tan pronto puso los dedos sobre el teclado, profundos sentimientos de nostalgia, dolor e impotencia lo agobiaron al punto de hacerlo romper en llanto.

Cerró su laptop, dejándola en la habitación y al igual que cada día desde las tres semanas que llevaba en Londres, se fue a caminar en medio de la imparable llovizna de la ciudad, buscando con desespero algo que le llenara ese vacío que sólo Junior podría llenar.

"Nicholas, no soy estúpido y lo sabes bien, lo supiste antes que cualquier otra persona en el mundo. ¿Por qué me tratas cómo a uno?
Tienes el atrevimiento de decirle a Gerard que no puedes venir para navidad porque todos los vuelos están llenos hasta enero, eso es algo usual, se supone que reservarías hace semanas…

No inventes excusas, simplemente no quieres venir…

No me importa…

No vengas, no te quiero acá.

J”


Matt Cortez destapó la botella de champaña, sirvió un poco en su copa y un poco más en la copa que Nicholas sostenía en la mano, los ojos olivos leían una y otra vez el e-mail enviado por Junior, y como siempre, cerró su laptop sin responder

- Vas a lograr que te odie –

- Eso espero Matt – Bebió por completo el contenido de su copa, dándose media vuelta en la silla de su escritorio, observando a Cortez desempacar el equipaje – Mi papá exagera, nadie vendrá a dañarme, y si es así, me puedo defender muy bien –

- Lo sé, es más… - Se sentó en una esquina del escritorio, jugando con los plumones ordenados en tonos de colores – Tu padre lo sabe, pero se sentirá más tranquilo si yo estoy aquí, trabajando como tu guardaespaldas –

Nicholas rió burlonamente, apoyando los codos sobre el escritorio, conteniéndose las ganas de retirar la mano de Cortez que desordenaba sus cosas

- Tranquilo estará, pero no porque yo esté más seguro, si no porque tú estarás a un océano de distancia de Frank –

- Puede ser, puede ser – Cortez llenó de nuevo las copas, levantando la suya a la altura de sus ojos – ¡Feliz navidad Nicholas! –

- Feliz… - Chocó su copa contra la de Matt, cerrando en un suspiro los ojos – ¿Feliz navidad? Desde que me condené en el infierno de amar a quien no debo, nada es “feliz” en el mundo… nada lo será – Bebió por completo el contenido de su copa, abriendo los ojos solo para buscar la botella y llenar de nuevo la copa – Y el tiempo, el maldito tiempo pasa tan lento, tan dolorosamente despacio -

“Ya ni sé por qué insisto en escribirte, tal vez hay mucho de masoquista en mí, tal vez tengo muchas esperanzas en ti y en tu juramento.

Ya es verano Nicholas… no tienes clases, no tienes nada que te obligue a estar allá…

¿O sí?

No sé si Gerard te contó, pero me gané el primer puesto nacional en las competencias científicas… te mando un archivo con el video, mi papá lo sacó, así que es muy caótico, y para mi mala fortuna hay muchos acercamientos al trasero de tu papá…

Te espero, de verdad, espero que vengas

J”


Gerard cerró las maletas, dejándolas junto a la puerta de salida en la habitación, suspiró quedamente, observando a Frank aun dormir entre las cobijas, caminó hasta la cama con una sonrisa en sus labios, arrodillándose sobre el suave colchón, inclinándose hasta besar despacio los labios de su hombre.

- ¿Ya te vas? –

Preguntó Frank sin abrir los ojos, sacando las manos de entre las mantas, aferrando con fuerza el cuello de Gerard para impedir que se separara de él

- En 2 horas sale el avión, debo estar con buen tiempo en el aeropuerto –

Se tendió de lado junto a Frank, mordisqueándole los labios insistentemente, moviendo su cuerpo hasta pegarse más al de él

- Ven conmigo, tienes tiempo de ducharte mientras empaco tus cosas –

- Sabes que no puedo – Respondió de forma perezosa, abriendo por fin los ojos, clavando la mirada en Gerard – No puedo dejar solo a Junior, y sabes bien que no quiere ir a Londres –

Los dos sonrieron en silencio, Gerard acarició las mejillas redondas de Frank, suspirando entrecortadamente

- Llevan 6 años sin verse, y sé que ninguno de los dos ha dejado de sentir lo que siente, me da tanta pena por Nicky –

- Es lo mejor, Junior aun es un niño, sin importar que sea más inteligente que cualquiera de su edad… - Hizo una pausa, sonriéndole a Gerard antes de besarlo fugazmente – Más inteligente que todos juntos –

Gerard levantó las mantas, metiéndose entre ellas, entrelazando sus piernas con las de Frank, buscando desesperado el contacto de sus pelvis, queriendo llevarse un buen recuerdo para las dos semanas que pasaría en Londres junto a su hijo.

- ¿Tiene ganas de un “rapidito” Señor Way? –

Inquirió Frank señalando lo evidente, Gerard apenas si pudo sonreír como respuesta antes que su compañero de alta naturaleza sexual se montara sobre él, le bajara en segundos el pantalón y la ropa interior, y comenzara el continuo movimiento de su mano sobre la pelvis de Gerard, quien empezaba a gemir sutilmente.

Las caricias siempre eran dadas como si fueran las primeras, ambos sentían el mismo ardor, la misma pasión que hace 16 años, para ellos el tiempo era solo una palabra que no pesaba, y sin importar que sus cuerpos estuviesen maduros, sin importar que la vida los había golpeado de forma tan inclemente, su amor permanecía intacto, inmutable, como si se renovara en cada segundo de ese tiempo que era igual a nada para ellos.

Un largo suspiro exclamado por Gerard, un profundo gemido en la garganta de Frank, y la usual mirada fija en los ojos del otro justo después de culminar, silencio. Los dos se quedaron en silencio contemplándose como si nunca antes se hubieran visto.

Tres golpes en la puerta se necesitaron para sacar a Gerard y Frank de su momento, sonrieron cómplices mientras se vestían de nuevo

- Espera un momento Junior –

Frank se limpió el sudor de la frente, apresurándose a abrir la puerta, pero detrás de esta no era Junior quien esperaba por ser atendido

- ¡Nicholas! –

Igual a la sorpresa en el tono de voz de Frank, fue la sorpresa con que Gerard se encaminó a la puerta, observando a su hijo de pie frente a ellos

- ¡¿Por qué no avisaste que venías?! – Señaló su equipaje listo junto a la puerta, sonriendo lleno de alegría al ver su hijo – Yo estaba por salir al aeropuerto –

- Lo sé “Pá“, por eso viajé en la noche, tenía muchas ganas de verlos… de estar en casa – Apretó los labios, bajando la frente, sin poder evitar que su rostro se tornara sombrío, sacó un papel del bolsillo trasero de su jean, lo desdobló lentamente, entregándoselo a Frank – Es el último e-mail que Junior me envió, deberías leerlo –

Hizo un ademán para que Nicholas entrara en la habitación, cerrando la puerta tan pronto entró, clavó sus ojos en el papel, leyendo en voz alta lo que su hijo había escrito

“Te lo he escrito antes, lo he jurado, me lo he prometido a mí mismo, y he incumplido esa promesa, “Esta es la última vez que te escribo…”

Lo sé, lo he escrito muchas veces cuando me lleno de rabia y desesperación, pero esta vez, esta vez Nicholas Way, es verdad.

No tengo rabia, no siento la usual desesperación que consume cada célula en mí por no tenerte cerca, por no saberte mío, y por pensar lleno de dolor que jamás lo serás.

Te sientes un depravado por amar a un menor, lo sé.

No has venido porque quieres huir de tus propios deseos, de esos que crees inmorales e impuros, eso lo entiendo, ahora lo entiendo perfectamente.

Pero nunca has pensado en mí, en lo que yo siento o padezco cada maldito segundo de mi maldita vida sin ti.

Se bien que mi papá Gerard te contó que alcancé la pubertad a los 9 años, ¡Ja! Llevo tres años sintiendo en mi cuerpo lo que cualquier adulto puede sentir… y tú no estás aquí.

¿Podrías alguna vez ponerte en mi lugar?

Imaginar lo que es sentir que eres más inteligente que cualquiera de tu edad, que eres más maduro, sensato y equilibrado que cualquier adulto que te rodee, imagínate sentir tu alma, corazón, cuerpo y tu cerebro listos para llevar una vida de adultos y estar encerrado en tu propia edad, en un maldito número que no te lo permite.

Pero, ¿Sabes qué?

Me cansé, de aguantar, de desear, de soñar y fantasear que me adueño por completo de tu cuerpo y tu alma, me cansé de esperar que cumplas una promesa que se bien, no tienes intención alguna en cumplir.

Tengo tanto potencial para ser alguien “valioso para la sociedad” Palabras de mi orientador universitario, pero no me importa… ¿entiendes Nicky? NO ME IMPORTA.

Porque lo único que he deseado desde el día que me levantaste del piso cuando me caí al chocar contigo en la estancia de nuestra vieja casa, el mismo día que fuiste a cobrar tu venganza contra mi padre, lo único que he deseado desde ese instante, es ser tuyo y que seas solamente mío.

Pero con tus intenciones y deseos no puedo contar, y es muy obvio, solo que yo no quería aceptarlo, que no quieres verme, que no tienes intención alguna de amarme…

Por eso, yo no tengo intención alguna de seguir viviendo.

Perdóname si te agobian mis letras, pero necesitaba decírtelo.

Te amé, te amo y te amaré por siempre.

J”

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