Revenge seekers III; Capítulo: #28

Capítulo: #28

La dulzura de la soledad.

Las horas pasaron lentas, Gerard se levantaba, caminaba, se sentaba de nuevo, rezaba y por momentos gritaba ahogadamente, Junior lo abrazaba cuando no estaba sentado sobre las piernas de Nicholas, y lo reconfortaba cuando lograba separar sus labios de los de su novio.

- Llevan muchas horas ahí dentro, yo creo que si algo hubiese salido mal, ya lo sabríamos, deja de preocuparte Gerard

- Eso espero Junior –

Susurró entrelazando con fuerzas sus dedos, miró por milésima vez el reloj en la pared y se desesperó al ver que el tiempo no avanzaba

- ¿Alguien quiere algo de tomar o comer? Voy a la cafetería

Gerard negó con su cabeza, lo único que esperaba era ver al maldito doctor aparecer con una sonrisa en los labios

- Yo sí amor, tráeme un café, pero ten cuidado cuando me lo entregues, que en el aeropuerto me lo derramaste en las piernas y me quemé

Junior salió de la sala de espera y Gerard para distraerse un poco y por curiosidad preguntó

- ¿Sientes tus piernas?

- Sí, siento todo, es solo que no puedo ponerme de pie, o caminar

- Y… - Sonrió antes de hablar – “Eso”, ¿Aun funciona?

Nicholas se carcajeó suavemente, asintiendo rápidamente con su cabeza

- Sí. “esto” aun funciona… para mi bien y el de Junior – Rió de nuevo con pícara expresión

- Y tu nariz… ¿Vas a dejarla así? – Se tocó su propia nariz al preguntar

- Yo quería operármela, pero Junior no me deja ¡Ja! Dice que así no me parezco tanto a ti

- Lo entiendo

Ambos vieron al chico acercarse con el par de vasos de café en las manos, pero el paso le fue cerrado por Ralph, que se paró en medio de la sala de espera.

Gerard se levantó al instante, Nicholas abrió sus ojos de par en par, Junior avanzó hasta ponerse en medio de los Way y se quedó expectante, mirando al doctor

- Gerard… - Habló con el maldito tono solemne de los médicos – Ya terminamos la intervención – Entrecruzó sus manos y continúo – Y déjame decirte que Frank tenía razón… ese 10% de posibilidades, se convirtió en un 100%

El alma le volvió al cuerpo a Gerard, y en su rostro se dibujó una sonrisa que no se le pudo borrar, inclusive, en la tarde del día siguiente, cuando pudo visitar a Frank en la unidad de cuidados intensivos, su cara no cambiaba de expresión, la sonrisa permanecía allí, y después de cada uno de los cientos de besos que le dio, la sonrisa no se borró.

- Gerard, papi – Junior se acercó a la cama, observó la cabeza de su padre casi por completo vendada y le acarició las manos, mientras sonreía con una expresión de triunfo similar a la de Gerard – Nicky y yo volvemos hoy a Toronto, espero que entiendan que por seguridad y por nuestra propia salud mental, debamos tomar caminos opuestos

- Entiendo… hijo… pero no dejen de estar en contacto con nosotros, a pesar de todo, llevamos en las venas la misma sangre… viciada y enferma, pero la misma


- No te preocupes papi, además nadie puede asegurar que nuestros caminos se vuelvan a encontrar alguna vez – Abrazó con fuerza a Gerard y le susurró sin que Frank lo escuchara – Si quieres conservar intacto el amor de mi papá, agarra un poco de cojones, vuelve a ser el malnacido de las historias que alguna vez Silvia y mi papi me contaron, porque si no… ese de cabeza pelada, se irá a buscar emociones en otro lado

Gerard apretó con fuerza al chico entre sus brazos y también en un susurró le respondió – Lo sé, y lo haré, y tu… no te aproveches mucho de que Nicholas esté en esa silla de ruedas y no se pueda esconder de la libido de los Iero

- ¡Ja, ja, ja! – El chico se desprendió riéndose a carcajadas - ¡Esa es una de las razones por las que el estado de Nicky no me afecta tanto! Me puedo aprovechar de él cuando se me da la gana


Los hijos se despidieron, y Gerard se sentó en el borde de la cama de Frank, recostando medio cuerpo junto al convaleciente

- Quedamos solos Frankie

- No, no es así, estamos juntos, y no sé de tu parte, pero para mí, tú eres toda y la única compañía que quiero tener.

El olor propio de las vendas y el mercurio cromo, los envolvió a ambos en un dulce recuerdo, Gerard besaba suave e insistente la mejilla y el cuello de Frank, y su mano derecha encontró tibieza entre el pantalón de pijama del convaleciente, Iero se estremeció al contacto, y liberando un suspiro, advirtió con tono burlón

- Gee… estamos en la UCI rodeados de 4 pacientes y no sé cuantos matasanos… nos van a descubrir

Los labios de Way se adhirieron más a esa piel de poros excitados y separándolos solo lo suficiente para formar vocablos coherentes, susurró con notable lujuria

- Si… cómo si eso te importara… te impidiera, o le quitara emoción

Frank respiró entrecortadamente, llevando el dorso de su mano al rostro de Way, acariciándolo un par de veces

- Quiero estar contigo… lo deseo… ¡Y no sabes cuánto!, pero… esperemos a llegar a San Francisco, a que yo esté perfectamente bien… no quiero que nuestra historia se repita y ahora sea yo quien “muera” de un derrame cerebral… o algo así

Con desgano, mucho desgano, Gerard se levantó de la cama, lo miró en silencio por un par de segundos, mordiéndose fuertemente los labios, se inclinó y le besó tiernamente

- Voy a llamar al agente inmobiliario – Respiró con alegría y cerró los ojos para describir lo que imaginaba –Le voy a pedir que nos consiga una casa de tres pisos… de esas viejas de paredes rojas – Abrió los ojos y se apoyó en el borde de la cama - ¡Que de la ventana de nuestro cuarto se pueda ver el Golden Gate! – Volvió a pararse derecho para disfrutar mejor de la expresión llena de ilusión que Frank tenía en su rostro – Porque te voy coger… ahí, en nuestra ventana, con el puente mirándonos. Y si los vecinos nos ven ¡Qué importa! Les daremos un espectáculo cada mañana

- Ja, ja, ja, Ve a que te revise mi doc, Gee, creo que también tienes un tumor causa locura como el mío –

La sonrisa de Iero, era tan clara y fresca que le recordó a Gerard esos primero días, y riendo también, Gerard extendió los brazos, hablando en voz alta

- ¡Y un jazmín de noche! Voy a decirle al agente que plante uno en el jardín – Rio a carcajadas, inclinándose de nuevo, tomando el rostro de Frank entre sus manos, mordiéndose otra vez los labios y susurrándole, de nuevo con toda la lujuria que le fue posible imprimir en su voz – Y así, a la noche les damos otro espectáculo a los vecinos

- ¡Dios! Te amo tanto Gerard Way… aunque hayamos intercambiado papeles y el cursi ahora seas tú – Las manos de Frank se negaban a dejar de acariciar a Way, y así, inclinado como estaba, Gerard miró directamente a los enormes ojos de Frank, haciéndole una promesa que Iero no había pedido

- Y cuando estés completamente recuperado, amor, iniciaremos un nuevo negocio… ya lo tengo bien pensado, te prometo que te va a llenar ese cuerpecito rechoncho de más adrenalina de la que podrás soportar

Frank dejó caer sus manos sobre la cama, lo miró seriamente y exigió

- Explícame cómo es eso –

- Con el dinero de la organización que nos corresponde, que, gracias a Dios es mucho, he pensado que… - Se inclinó aun más, hablándole pegado al oído – Nos meteremos en el tráfico de armas, ese negocio es el mejor que hay – Se levantó y con alegría en su voz continuó – Podremos estar viajando… a Afganistán, Siria, Rusia, Bolivia, ¡Mejor dicho! En los cinco continentes hay trabajo y mucho

- ¡Me gusta, me gusta la idea! – Comentó entusiasta, extendiéndole los brazos a Way – Ahora, abrázame muy fuerte, y dame un beso muy largo y baboso, que creo que la droga empieza a hacer efecto y me voy a quedar dormido

- ¿Te puedo violar mientras duermes? – Le sonrió al desprenderse de sus labios

- ¡Ja! Aguanta el carro Way, cuando estemos en San Francisco, te voy a dejar la piel en carne viva de tanto que te voy a hacer.

FIN