viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Epílogo.

Epílogo.

Gerard Way: I write sins, not tragedies.

My ship went down in a sea of sound. When I woke up alone I had everything: A hand full of moments I wish I could change, and a tongue like a nightmare that cut like a blade…
In a city of fools I was careful and cool. But they tore me apart like a hurricane.
A hand full of moments, I wish I could change but I was carried away…


Quién sabe cuántas horas hace que miro el horizonte. ¿Y qué importa el tiempo ahora?
Sentir lo mismo, o sentir algo similar a aquello que había experimentado tanto tiempo atrás. Sentir una vida escurrirse entre mis dedos. Una existencia que, deseaba, se quedara velando de la mía; y velar yo por ella, y pasar minutos, horas, días, años sin otro abrigo que el calor que una despedía y la otra como un imán absorbía.
Y yo había hecho que el calor se esfumara…
Todo estaba claro, nítido en mi mente y mi sentir.
Diez años atrás mi vida era tan miserable como luego de su partida…

Adolescente, con complejo de superioridad, rodeado de gente que solo fingía quererlo, apreciarlo, o lo que Mierda fuera eso que pretendían.
Ganas de escapar, pero pereza de hacerlo.
¿Conformidad? Definitivamente.
Yo, Gerard Way, vivía una mentira y no me gustaba, pero era fácil, simple.
Las drogas me acompañaban en mi soledad.
Por la noche, cuando las fiestas habían terminado y el efecto del alcohol iba desapareciendo, ese polvito mágico me hacía ver colores, formas y animales nuevos. Me creaba un mundo nuevo.
Lástima que el derrumbe fuera tan doloroso…
La realidad caía sobre mis hombros, pesaba mucho y la depresión no ayudaba. No, definitivamente, no ayudaba.
Deliraba sobre la cama. ¡Oh, sí!
Reía de mi patetismo. ¡Oh, sí!
Lloraba de mi patetismo. ¡Oh, sí!
Y mi madre me encontraba sobre la cama en ese deplorable estado de vez en cuando. ¡Oh, sí!
Pequeño gran detalle, ¿no les parece?
Mis ‘amigos’ estaban en casa aquel día, pretendíamos hacer un proyecto de física, un proyecto que hacía mi hermano, porque le había pagado, claro.
Los chicos hablaban de sus últimas conquistas y yo no podía evitar mi intento por entender qué decían los murmullos procedentes del cuarto contiguo.
Cuando los murmullos comenzaban a hacerse un poco más fuertes supe que algo andaba mal. Siempre había sido una familia tranquila; al menos el resto de mi familia lo era, y si las discusiones se hacían presentes era porque algo pasaría en breve.
O tal vez ya había ocurrido…
Fingí recordar que debía hacer algo esa tarde y eché a todos de mi casa. Cerré la puerta y me apoyé contra ella con los ojos por demás abiertos mirando hacia el pasillo donde mi adorado y casi mudo hermano asomaba desde la puerta de su habitación.
Mi padre salió de su cuarto cerrando la puerta con rabia y pocos segundo después, mi madre salió detrás de él, que ahora ya se encontraba frente a mí, furioso.
-Gerard, te vas a tu cuarto y me esperás ahí. En unos minutos voy contigo. Vamos a hablar seriamente…-dijo mientras se dirigía a la cocina.
Bajé la mirada e hice mi camino hacia la habitación con un mal presentimiento.
El peor de todos…
Me senté en la cama, con la vista fija en mis zapatos.
Incapaz de ganarle al miedo, sumido en el silencio…
La traba de la puerta hizo ruido y supe que mi padre estaba dentro, aún así, no lo miré.
-Drogadicto, irresponsable, ¿qué más agrego a la lista, Gerard? – ”Una familia que no me contiene.” Pensé en agregar, pero una vez más, sería mejor el silencio…- Mudo, ya anoté.- se paró de la silla en la que previamente se había ubicado y comenzó a dar vueltas, tirando de su pelo.- Me das vergüenza. No merecés formar parte de esta familia. Empresario, años trabajando para nada; para descubrir que mi hijo es un puto drogadicto, irresponsable, vago y homosexual.
Y nunca sabré cómo descubrió eso…
-Voy a hablar con tu abuelo, le voy a hacer cambiar el testamento; o no, mejor hago que no puedas heredarme. No merecés nada de lo que esta familia te puede dar, sos una deshonra.
Me hirvió la sangre; lo único que podría obtener de mi familia sería un negocio al cual explotar, un negocio horrible, pero una fuente de subsistencia al fin.
No mentía, sus ojos revelaban su rabia y yo no podía quedarme de brazos cruzados.
Salió de la habitación y yo hice mi puño sangrar cuando lo golpee contra la pared más cercana.



Esperé unos segundos y abrí la puerta para salir de eso que, según decían, era mi hogar. Me enfrenté con los ojos tristes de mi hermano que seguía en la misma posición que hacía unos minutos atrás. Lo miré detenidamente, me acerqué, lo abracé como hacía años no abrazaba a nadie y fijé mis ojos en los suyos mientras le dedicaba unas palabras.
-Es la única forma.- sentencié y me dirigí hacia la puerta de entrada.
Acababa de tomar una decisión.
No me quitarían lo que me pertenecía, no harían que aquél futuro que ya había planificado se viera arruinado. No lo iba a permitir.
No esta vez.


Yo los maté; a mi padre, a mi abuelo. Porque ellos me mataron a mí primero. Mataron mis ganas y eso, es peor que matar un físico. Maté un cuerpo, maté materia, porque no había alma allí, no había nada que valiera la pena. Había deseos de destrucción, ganas de arruinar ilusiones. Dos cortadores de alas profesionales.

Hice a mi madre y a Mikey irse de la ciudad, ellos querían rearmar lo que, al menos hasta el momento y según yo, no tenía arreglo; y recurrí a las amenazas para que se marcharan, amenazas que nunca llevaría a cabo…
Al menos no por ahora…
Y vi la luz al final del camino cuando en el muelle lo encontré. Lloré de nostalgia y de esperanza en el lugar; me acerqué a él cuando pensé que me necesitaba y terminó parado frente a mí en el local por acción del destino.
Y gracias al destino me abandonó. Y sentí que había aparecido en mi vida para quitarme algo, al igual que mi padre, al igual que el suyo según me había dicho Ray. Y me quitó la posibilidad de ser feliz con su partida y rompió mi corazón cuando vi la tarjeta del casamiento, y su nota junto con la flor.
Y entonces juré que, si lo volvía a ver, iba a ser fuerte y le iba a quitar algo también. Su vida, vida que alguna vez me perteneció y que volvería a tener en mis manos.
Verlo ahí parado lo poco de mi mundo que quedaba en pié se vino abajo una vez más. Estaba tan igual, desprendía esa inocencia, esa bondad.
Extraña bondad…
Me decidí a acabar con eso que hacía dos años me había prometido. Y lo hice con pena, aunque la disimulé, o eso creo.
Hasta le hice un favor, terminé con ese dolor que me confesó en sus últimas palabras.
Tal vez deba entregarme, declararme orgulloso como el culpable de su muerte y dejar de mirar el mar. Pero esto me recuerda a él, a él y a mí, a nosotros. Un nosotros que no volverá a ser.
Es tarde, debo volver a casa. Al lugar donde lo nuestro empezó y terminó. Dormir me hará bien, lo necesito y tal vez allí pueda volver a verlo.
Tal vez en mis sueños nada de esto haya pasado…

En un último suspiro doy la espalda al mar y me dispongo a irme a casa; pero no llego al segundo paso cuando quedo parado, completamente tieso.
Nadie venía ya a ese lugar y, sin embargo ahí estaba…
Indefenso, acurrucado en el rincón que Frank solía ocupar, sollozos bajos pero sentidos, la vista fija hacia el frente.
No lo pude evitar y como si de vida o muerte se tratara me acerqué a él con lentitud. Me hinqué y lo envolví con mis brazos.
Esa sensación, sentirlo aferrarse con tanta fuerza…
¿Será que puedo volver a empezar? ¿Es una señal?

This isn’t the first time, you won’t be the last. Tonight that I’m coming for you, go! This isn’t the first time, you won’t be the last. The city almost got you burned

-Es el destino.- me dijo.


5 comentarios:

  1. Conchesumare llore con esta wea!!! Increible!!! No se como explicarlo, simplemente inolvidable!!!!

    ResponderEliminar
  2. Simplemente espectacular!Aunque esperaba algo distinto no puedo dejar de llorar.Felicidades por el fic

    ResponderEliminar
  3. Este es por mucho uno de los mejores fanfics qué he leído

    ResponderEliminar
  4. Wow..... me encanto.... aunq el final fue muy inesperado...... espero q ese nuevo chico no termine como Frankie.......

    ResponderEliminar