miércoles, 15 de agosto de 2012

Escalofrío; Capítulo: #1

Capítulo: #1

Padre Nuestro.

Vivía en el piso número 13 de un edificio.
Reemplazaba a mi padre, siendo un simple portero, mientras ellos buscaban una mejor vida para todos en Australia.
Estaba contento con mi trabajo. No me aburría, podía cumplir mi misión sin que nadie sospechara nada.

Lunes 14:00 horas.

Era una hora muerta, todos dormían la siesta.
Ya había limpiado la entrada, encerado el piso. Todo brillaba.
Suspire dejándome caer en la pequeña silla junto al escritorio que tenia en el hall.

La puerta se abrió.
Mire. Sonreí.
Se acerco. Alguien mas que volvía de su trabajo.
-Hola Frank.
-Buen día señor.-Respondí como de costumbre-
-Deberían ser automáticos estos ascensores.-Suspiro al ver que se hallaba en el ultimo piso-
Reí.
-Algún día quizás el consorcio los cambie, quien sabe.-Conteste-
Se acerco nuevamente a mi.
Puso una mano en mi hombro.
-Y cuéntame algo Frank, mientras llega el ascensor-

Lo mire.
Cerré mis ojos un instante.
Tuve una visión de el. Enterrando a alguien en un descampado.
Vi su sonrisa macabra, mientras cavaba y cavaba bajo la lluvia.

Abrí los ojos.
Sonreí enormemente.
-Pues no tengo mucho para contar. Aunque de hecho, e sentido olor a gas que provenía de su departamento.
-De verdad?-Dijo asombrado-
-Así es.
-Pues si es así, puedes ver si hay una perdida o algo? No quiero que volemos en mil pedazos, cierto?-Rió-
-Como usted quiera, puedo ir ahora.
-Bien. Entonces sube conmigo.

El ascensor llego.
Ambos subimos.
“4 B”, era su hogar.

Sonrió.
-Bien Frank, hemos llegado-Abrió la puerta del ascensor-

Saco un gran llavero.
-Tiene muchas llaves allí.-Dije-
-Si, son de mi otra casa. La casa de mi pareja, mi hija y demás.-Explico- Ven, entra.-Abrió su puerta-
Entre.
Simule estar sorprendido, cuando conocía de memoria cada uno de los 70 departamentos que había en ese edifico, al tener una llave maestra.
-Linda decoración...-Mentí-
-Gracias. Esta es la cocina.-Me condujo hacia ella-
Entre despacio. Me acerque a las hornallas y me agache.
-Y bien? Sientes olor a gas? Porque yo no siento nada.
-Si, siento un poco. Quizás sea una mínima pérdida. Debo chequear cada hornalla.
-Pues hazlo, tienes mi permiso. Iré a dejar las cosas, ok? Ahora vuelvo.
-Esta bien.-Respondí-

Se fue, dejándome solo.
Observe la mesada. Contenía unos cinco cajones, recién nuevos.
Abrí el primero, lo deslice hasta mi cadera.
Sonreí.
Tome uno de los cuchillos.
-No, mejor este.-Dije tomando otro mas grande-
Cerré el cajón y salí de la cocina.

Camine por el comedor, tratando de que mi zapatos no hicieran ruido en el parquet, adentrándome al pasillos con las habitaciones.
Escuche unos sonidos que provenían de la ultima pieza.
Entre despacio, con el cuchillo a mis espaldas.

-Frank?-Dijo sin voltear-
-Si, soy yo.
-Y bien? Hay una perdida?-Dije desatando los cordones de sus caros zapatos-
Me acerque a su espalda.
-Si la hay.-Dije a su oído-
-Y cómo puedo arreglarla?
-Yo la arreglare por usted.-Dije tomando su cuello con mi mano izquierda-
Saque mi cuchillo, acercándolo a su garganta.
Grito.
-Sh sh. No grites.-Susurre-
-Qué estas haciendo!!!!???-Grito de nuevo-
-Dime, quién era?
-De qué demonios estas hablando?
-Aquella persona que enterraste bajo la lluvia? Ah?
Silencio.
Sentí como su cuerpo temblaba.
-Y bien? Estoy esperando a que me responda.
-No se de que hablas!-Grito-
-Vuelves a gritar y te lo entierro hasta que te atraviese la espalda.
-Cómo sabes que enterré a alguien?
-Lo se, el señor me lo ha mostrado. Solo eres un pecador mas.
-Cómo? No entiendo de que me hablas!
-Lo entiendes perfectamente. Dime quién era. Dímelo ahora.-Acerque mi cuchillo-
-Era mi futura suegra. Contento?
-Por qué la has matado?
-No dejaba de interponerse entre su hija y yo. Me odiaba, me despreciaba.
-Pero no era la solución matarla.
-Y acaso qué estas haciendo conmigo? Tienes un cuchillo en mi garganta!
-Porque debo matar al pecador.
-Estas loco! Completamente loco!
Solté su cuello e hice que volteara, nos miramos.
Temblaba, sus piernas se debilitaban del miedo.
-Estas dispuesto a pedir perdón?
-Lo siento lo siento!-Grito- No quería matarla! Ella me obligo!
-Debes pedirle perdón al señor, no a mi.
-Por favor, no me mates!-Se dejo caer en el suelo- Nunca quise hacerlo! Habíamos discutido y yo...-Tapo su rostro para llorar-
Me agache a su frente.
-Mírame.-Ordene-
Me miro.
Sonreí y acaricie sus mejillas.
-Lo siento, pero debes pagar por tu error.
-A qué te refieres?
-Dime que estas arrepentido, es la única forma de que el señor te acepte en el paraíso.
-Si!-Grito- Estoy arrepentido-
-Bien. -Mire el techo- Padre nuestro, acéptalo, rodéalo con tu luz para que sus pecados queden en el olvido.-Dije mirándolo otra vez-
Acerque mi cuchillo, y lo deslicé como manteca en su garganta.

Cayo hacia atrás.
Un circulo de sangre rodeaba tu cuerpo.
Me puse de pie.
Sonreí enormemente, volví a la cocina, revise cada rincón hasta encontrar lo que quería.
Una bolsa de consorcio.
Todas las semanas les entregábamos a cada uno de los habitantes del edificio veinte de estas bolsas, tamaño extra grande. Solo para que no se acumule la basura en la compactadora.

Volví contento con mis bolsas en el hombro.
Envolví el cuerpo en ellas, cerrándolas con la cinta, que siempre tenia en uno de mis bolsillos.
Deje el cuerpo en el living y limpie cuidadosamente su habitación.
Ningún rastro de sangre había quedado allí.
Volví al comedor. Tome su cuerpo cargándolo sobre mi hombro, y salí de su departamento.

Subí al ascensor.
-Hey Frank!-Dijo la señora que vivía en el décimo piso-
-Cómo anda?-Respondí-
-Bien bien. Trabajando duro con la basura?-Se refirió al cadáver-
Sonreí.
-Ya sabe cuanto me gusta limpiar.-Respondí-
Llegamos a planta baja.
-Que tengas un buen día Frank.
-Igualmente!-Respondí-
Ella se fue.
Yo me dirigí al sótano con mi hermoso pecador sobre mi hombro.
Baje las escaleras.
Llegue al incinerador.
Abrí su puerta metálica.
-Padre nuestro, un pecador menos en el mundo.-Dije echando el cadáver al fuego-
Cerré la puerta.
Comencé a silbar alegremente mientras volvía a mi puesto de trabajo.

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