lunes, 6 de agosto de 2012

The dove keeper; Capítulo: #15

Capítulo: #15

Todo.

El día siguiente era viernes, y durante todo el día en la escuela me sentía como si fuese a vomitar. Mi cabeza me dolía constantemente; había un pequeño y sórdido dolor en mi sien izquierda que no cesaba, incluso después de tomar aspirina tras aspirina. Tuve que prácticamente rogarle a Sam por las medicinas, lo que se solo lo puso de peor humor que sumaba a la ya tensión que se gestaba adentro de mí. Mi estómago se revolvía, sintiéndose vacío y repleto al mismo tiempo, torciéndose y enredándose en nudos.

Durante el almuerzo, cuando pensé que ya no podía soportarlo más, fui al baño en un nao intento por hacerme sentir mejor. En lugar de eso, sólo sentí el frío del baño golpearme en mis brazos desnudos, cuando me senté y esperé, simplemente esperé a que algún contenido de mi casi vacío estómago rebosara. Incluso intenté hacerme vomitar, metiéndome un dedo hasta la tráquea, pero no pasó nada. Eventualmente, me sentí avergonzado por todas las personas que entraban y me veían arrodillado sobre mis jeans, así que me di por vencido y regresé a la cafetería donde Sam y Travis ni siquiera habían notado mi ausencia. Cuando volví a sentarme, apoyando todo el peso, Sam se dio vuelta y me ojeó a mí y a mi sándwich a medio comer de arriba hacia abajo.

-“’ ¿Puedo comerme el resto?”- preguntó, abriendo bien sus ojos. Me encogí de brazos y se lo di, sin importarme mucho que me ofreció su refresco como un trato justo.


Arrugaba su rostro mientras comía, saltando sobre su asiento y hablando acaloradamente con Travis sobre sus planes para después de la escuela. El líquido efervescente que me dio no ayudaba ni en lo más mínimo, solo logro hacer que mi estómago se sintiese como si estuviese ardiendo en el interior.

Había intentado achacar mi enfermedad desde la noche anterior. Había fumado el último cigarrillo del paquete que Gerard me había dado. Había tardado un tiempo en terminarlo todo, mi habito de fumar llegando a ser esporádico durante las semanas desde el regalo que recibí, y pensaba que quizás ya sentía una péquela abstinencia a la nicotina. Tenía que ser por eso. Generalmente solo agarro el paquete cuando mis nervios están destrozados, y eso ha sucedido más de lo habitual en estas semanas. De alguna forma, la sustancia alquitranada me hacía sentir mejor, haciendo que aquellos sentimientos negativos que guardaba dentro, desaparecieran mientras que aire malo llenaba mis pulmones. Pero supe en la escuela, luego de que me temblasen la voz y las rodillas que esto era algo más que simple abstinencia.

Estaba nervioso por ir esa noche a lo de Gerard. Nada había cambiado entre el artista y yo, por lo menos, no aún. Aunque si fuese por mí, las cosas cambiarían para mejor. No estaba nervioso por este cambio; para nada. Era la acción que tenía que hacer – el catalizador para que todo comenzara – lo que me asustaba. Aún estando aterrorizado hasta los huesos, casi vomitando y con jaquecas constantes, aún así, iba a ir. No había forma de salirme de esto. Incluso Sam me había invitado a una fiesta esa noche –mi primer encuentro social en meses con mis amigos con los que apenas hablábamos- y lo rechacé. Iba a renunciar a todo, aún si solo era para ir a ver al arista que veía a diario por los últimos meses. Si el cambio ocurría esta noche, entonces lo iba a aceptar, eso lo sabía. Pero si nada pasaba, si me acobardaba o lo que sea, igual iba a estar feliz de haber ido. Hubiese rechazado lo de Sam hoy o cualquier otro día de la semana, solo que hoy era más importante que otros.

Gerard me iba a pensar, así que no era una más de nuestras reuniones normales. Si podías llamar normal a aquellos sucesos. Gerard me iba a dibujar, en mi forma más cruda y me iba a mostrar lo que pensaba. Iba a tomar mi retrato y fotografía – mi imagen esencial e iba a poner su propia interpretación. Necesitaba verla. Necesitaba saber cómo me veía para así poder juzgar mis acciones. Ya sabía lo que sentía por él; me estaba enamorando intensa y rápidamente, aún cuando él me despedazó cuando toqué la guitarra. Sólo lograba que me enamorase más de él en un modo, porque había sido brutalmente honesto conmigo; algo que nunca habían hecho conmigo.

Nadie había hecho un montón de cosas que Gerard había hecho por mí, y podía sentir como me apegaba más y más a él por esto. Lo llamaba mi amigo, mi mentor y casi todo lo demás cuando estaba cerca, pero había una cosa que no podía meter en mi cabeza. Mi novio.

El término, por si mismo sonaba tan juvenil. Era como algo que dirías cuando estabas en primaria o secundaria. Y aunque yo estaba en esta temida secundaria, Gerard no. Gerard era mayor y más distinguido. Él no tenía novios, sino amantes, como había dicho. Pero la idea de ser el amante de Gerard no celebrara la misma calidad digna conmigo. No me imaginaba siendo el amante de Gerard (o de alguien). Me podía ver estando con él. Podia verme y Dios, por la noche cuando estaba solo y excitado, y mis manos estaban bajo las sábanas, pensaba en él. En pequeños clips de imágenes, pero su nombre definitivamente estaba en la punta de mi lengua y al frente de mi mente mientras mis colchas ocultaban mis vergonzosas acciones. Aún con estos actos, que yo negaba a medias en mi cabeza, no sabía si podíamos estar juntos, o si queríamos.

Ahí era cuando entraba en juego la pintura. Necesitaba ver cómo me veía. Necesitaba ver que palabras usaba y que pinceladas iban con ellas. Su interpretación me guiaría, pero no podía dejar todo a Gerard. No podía depender completamente de su respuesta porque yo ya sabía la mía. Lo quería. Aún no sabía en qué manera o forma, pero lo quería tanto que lo podía sentir en mis huesos, y no solo en ese entre mis piernas. Quería hablar con él, estar con él y dejarlo tocarme. Y a pesar de haberme preguntado que pasaría si esos roces fueran más allá de mis hombros, no se lo podía decir. Me iba a dejar demasiado abierto y vulnerable sin saber su respuesta. Tenía un plan elaborado en base a los celos de Vivian. Puede que no fuese capaz de darle mi respuesta a la pregunta que todavía no había elaborado Gerard, pero le podía mostrar.

Al igual que Vivian, cuando Gerard me pintara iba a aparecer desnudo. Necesitaba ver que haría, si es que hacía algo. Quizás él no había hecho ningún avance sobre mi, porque no quería hacer el primer movimiento. Si él lo hacía y a mi no me gustaba, entonces él era quién sería una mala persona. Él sería el pedófilo y violador. Él tenía más en juego que yo. Si yo hacía el primer movimiento, lo tocaba y estaba mal, entonces me vería como un adolescente estúpido. Podía superar eso, o eso espero. No obstante si Gerard cometía un error, podía ir a la cárcel. Tenía que ser cuidadoso, pero yo también.

No podía hacer un movimiento y tocarlo; eso era demasiado arriesgado. Y mierda, estaba muy nervioso. Ambos estábamos estancados, que probablemente por eso nos habíamos quedado en esta tensión incomoda por tanto tiempo. El día anterior, me di cuenta que debía encontrarlo a mitad de camino. Si aparecía desnudo, noté que sería un buen movimiento, Me dije a mi mismo que si todo iba terriblemente mal, iba a adjudicar mi carne desnuda al arte y nada más.

Pero el arte es sexual, él decía y me lo recordé. Siempre habría un segundo significado a mis acciones, aún si Gerard quería o no verlo. Me preguntaba a donde iría todo, y si él elegiría hacerse el ciego o no.

Haciendo a un lado todos mis recuerdos perversos, sabía la verdadera razón por la que sentía que mi sangre estaba siendo drenada de mi cuerpo. Era por el aspecto de estar desnudo. Hacía años que no lo estaba en frente de alguien. Y aún así, eso fue en frente de mis padres cuando era más joven. Todos los niños pasan por la etapa de “la ropa es mala” y corren por ahí desnudos, mientras sus padres los persiguen por ahí para capturar el tan precioso momento en un video. Superé eso después que los otros niños y aún lo hacía para cuando llegaba a casa desde el jardín de infantes.

No obstante, una vez quise hacerlo cuando Sam fue a casa y mi madre me dio una buena charla sobre el estar desnudo ante gente que no es de la familia, y comencé a esconder mi cuerpo como si fuese una peste. Aún cuando mi madre me había dicho que estaba bien que mi familia me viese, para mi era una idea horrible y mala. De niño comencé a usar largas camisas y pantalones, incluso en verano. Y en especial cuando llegó la pubertad y comencé a desarrollar pelos, que yo creí eran producto de una grotesca enfermedad, escondí más mi cuerpo y comencé asentirme avergonzado de él.

Ahora estaba mucho mejor, luego de que mis padres descubrieran de que creían que su hipocondríaco hijo estaba muriendo e invirtieran en muy beneficiosos libros del tipo “¿Qué sucede conmigo?, Aún así no me gustaba estar desnudo, pero de nuevo, nunca he tenido a nadie por quien desnudarme. Nunca había tenido citas lo suficientemente serias como para alcanzar el punto en el cual nos quitáramos la ropa uno al frente del otro. Nunca tuve sexo. Nunca fui a nadar desnudo. Había parado de correr como un chico salvaje en frente de mis padres cuando tenía cinco, y desde entonces habían dejado de verme. Siempre cerraba la puerta cuando me duchaba. Solo me desnudaba para mi mismo, algo que tampoco hacía muy seguido. Cuando salía de la ducha, la toalla era lo primero que tocaba mi mano y envolvía mi cuerpo, alejando los escalofríos, tanto físicos como emocionales. No me agradaba la fría y expuesta sensación de estar desnudo, y la mayor parte de los días, no me agradaba como se veía mi cuerpo.

Era pequeño de estatura, más bajo que los chicos de mi edad y creía que me daba una apariencia cuadrada. Era algo robusto, debido a la forma de caja que tenía, pero no era gordo. Simplemente tenía carne para que las personas sujetaran (y eso sucedió, en especial durante la escuela primaria donde era “tierno). Sin embargo, no tenía tanta piel extra como Gerard, y estaba agradecido por esto.


Nunca pensé que Gerard fuese gordo, pero el hecho de que yo pesara menos y que llevara menos grasa en mi cuerpo, me hizo sentir diez veces mejor sobre el tener que sacarme la ropa en frente de él. Por lo menos no era más grande que era. Me daba la ilusión de que no podría burlarse de mí, aunque ya sabía que él nunca lo haría. Podría sonreír y bromear y preguntarme qué mierda estaba haciendo cuando comience a desnudarme para él, pero nunca me juzgaría. Por lo menos, eso esperaba. Aún no tenía idea de cuál sería su reacción.

Desde que Gerard me expresó sus pensamientos sobre el cuerpo del hombre, comencé a sentirme peor sobre mi apariencia. Era algo complicado de explicar. Por un lado, me gustaba mi pene –principalmente por las acciones de las que era capaz. Pero cuando Gerard planteó la horrible analogía del cuello de ganso y mollejas en mi cabeza, me hacía temblar cada vez que pensaba en tocarme. Tenía esta rara imagen de estar estrangulando al pavo de mi madre en el día de acción de gracias y eso no era placentero. Y en realidad, cuando pensaba en esto sin vomitar, me daba cuenta de que Gerard tenía razón: los penes eran feos.


Recuerdo una noche en la que me paré frente al espejo, justo antes de bañarme, simplemente mirando mis caderas y más que nada a mi polla. Mis caderas eran lindas, los huesos algo sobresalientes y el triángulo de músculos bien en foco, pero arrugué mi rostro cuando examiné al área flácida de piel arrugada. Mi pene estaba colgando ahí y no hacía mucho, salvo que estuviese emocionado.

Y entonces, cuando comencé a recordar esto luego del almuerzo y durante la clase de química, el miedo se apoderó de mi pecho. Comencé a preguntarme qué pasaría esa noche en lo de Gerard cuando finalmente esté desvestido. Si tenía una erección, o por lo menos comenzaba a endurecerme mientras me dibujaba, entonces estaba casi seguro de que el mundo acabaría. No quería que supiera que el estar desnudo en frente suyo mientras me dibujaba, me podía excitar.

Otra punzada de celos hacia Vivian me golpeó en la cabeza. Uno no puede decir si una mujer está excitada con solo mirarla. No tenía una parte de su cuerpo que las traicionen y que expusiera sus secretos más temidos. Lo hacían todo por su cuenta, diciéndote si lo estaban o no. Vivian podía esconder sus secretos, mientras que yo apenas me podía controlar. No era jodidamente justo.

Repentinamente me quería retirar de mi plan debido a este horrible pensamiento, pero me obligué a apartarlo de mi mente. Iba a hacer esto. Tenía que hacerlo. Y de cualquier forma, quizás voy a estar tan nervioso como para incluso divagar en la idea de que se me pare. Ciertamente se sentía de esa forma, y todavía estaba en la escuela, contando las horas.

Cuando finalmente llegué a la casa de Gerard, estaba con una hora de retraso. Había estado tan emocionado por irme a la mierda de la escuela, que cuando llegó el momento casi me paralizo en mi lugar. Incluso hablé con Sam por un rato, estaba tan desesperado por no irme aún. Y eventualmente cuando comencé mi caminata, debía hacer tres veces el mismo paso porque me seguía deteniendo, debatiendo y girando nuevamente. Sin embargo, llegué y con tan sólo algunos daños nerviosos. 


-“Hola”- llamó la voz de Gerard con facilidad desde la cocina. Estaba recostado tranquilamente sobre una silla, inclinada hacia atrás para que sus pies pudiesen descansar sobre la mesa. Tenía una taza de café posada cerca suyo y su cuaderno de dibujo sobre su regazo. –“Empezaba a pensar que no vendrías”-

-“Nop, estoy aquí” - mi voz salió rápida y feroz, y el rostro de Gerard se apagó, sintiendo mi temor. 


-“Relájate. Te prometo que no asesinaré demasiado a tu imagen”- bromeó mostrando una de esas sonrisas características. Asentí débilmente, pensando en silencio que él no tenía idea lo que podría asesinar. Y nuevamente, más imágenes mentales que no necesitaba, Gerard agitando un cuchillo alrededor de mi cuerpo desnudo.

-“¿Adónde me quieres?”- pregunté rápidamente, tratando de enfocar mi atención en acciones en lugar de las emociones que sentía. Sonreí luego que dije la frase, leyendo entre las implicaciones adicionales.

-“Estaba pensando junto a la ventana”- instruyó Gerard, moviéndose hacia su tarea. Se había parado y para este punto comenzó a caminar hacia la parte trasera de su apartamento, su brazo extendido y señalando hacia el gran panel de cristal. Se acercó hasta el nivel mas elevado y les dio unas palmaditas a los asientos amarillos.

Claramente había estado pensando en esto. Me preguntaba si hojeaba el cuaderno que tenía, si encontraría dibujos preliminares de los alrededores.

Lo seguí a regañadientes, pero aún no había subido a esa elevación. Simplemente lo miraba mientras hablaba, mis dedos cerrándose en frente mío. Intenté sonar mis nudillos, pero solo logré doblar un dedo en dirección donde no debería. Suspiré fuertemente ante mi casi quebradura, y Gerard disparó una mirada hacia mi dirección, en lugar de maravillarse por los paneles de la ventana.

-“Frank, ¿Estás bien?”-preguntó, elevando sus cejas y mirándome con escepticismo. Sentí que mis ojos se abrían y que mi respiración se entrecortaba en mi garganta, pero antes de que me pudiera avergonzar un poco más, Gerard interpretó mis acciones por sí mismo.

Y por primera vez, estaba equivocado.

.”Sé que querías que te dibujase en el sillón…”- comenzó explicando su respuesta, permitiéndome respirar de nuevo.


Por un segundo, pensé que había visto a través de mi fachada. Creí que sabía exactamente que estaba pensando, y más importante, lo que estaba por hacer. Normalmente lo hacía cada vez que estábamos juntos, me di cuenta de que quizás era algo natural que él pudiera ver a través de mi piel y hacia mi interior. Pero en lugar de eso, él divagaba sobre el sofá que no era buena porque más temprano había volcado café, así que no podía sentarme ahí. Pensó que estaba enojado porque no podía hacerlo igual a Vivian, y estaba intentando recompensarme. Dejé que Gerard siguiera hablando, agradecido de que aún se mantuviera en las sombras de todo.

Y entonces, me volvió a atacar; él no sabía que en momentos me iba a desnudar por él. No tenía idea alguna de que me estaría presentando así, haciéndole una pregunta con mi cuerpo. Para él, esto no era más que un proyecto de arte, y yo era una materia.

Mordí mi labio ante el pensamiento. Si él no sabía sobre mis planes, entonces no habría decepciones si me echaba atrás. Podía arrepentirme y simplemente dejarlo que me dibuje, dejar mis débiles ideas sobre la desnudez atrás y quizás no estar tan asustado.

No, me dije casi instantáneamente. Tenía que hacer esto, y más importante aún, hacerlo ahora. Puede que no exista otro momento en el que Gerard esté de acuerdo en hacer esto. Quizás no haya otra oportunidad en la que esté tan cerca de esto. Y aún si estaba con un miedo de cagarse, sabía que si me echaba hacia atrás, el resto de mi vida (aquí y en el mundo exterior) estaría guiado por el miedo. Esto iba a pasar; a este punto no había dudas en mi mente. Sin embargo, las dudas seguían irradiando mi rostro, y Gerard seguía hablando.

-“Creo que aquí está bien”- afirmó, mirando el perímetro desde la ventana y luego nuevamente a mí, sus manos estaban sobre sus caderas –“La forma en la que el sol estará contra tu cuerpo te dará un brillo. Te verás hermoso”-

Me sonrió rápidamente antes de bajarse de la plataforma y continuar su camino, rozando ligeramente mi hombre y mandando escalofríos a mi ya tembloroso cuerpo. Se paseó de un lado hacia otro con sus útiles de arte y comenzó a cavar entre ellos mientras yo me mantenía en el mismo lugar. Solo porque esto iba a pasar con toda seguridad, no quería decir que tenía que suceder tan rápido.

-“Bueno, vamos”- provocó Gerard luego de unos momentos en los que estuve inmóvil –“Súbete ahí y ponte cómodo. No sé cuánto tiempo me tomará “- aún estaba escarbando entre sus suministros, en una búsqueda desesperada por algo. Asentí débilmente, subiendo los dos escalones y haciendo mi camino hacia el almohadón.

Solo había subido ahí un par de veces, y eso era para limpiar los ceniceros. Nunca me había detenido y había observado como la luz del sol entraba. Aún no lo hacía, simplemente confiaba e Gerard con la ubicación y esperaba que ese “brillo” ocultara la roja tonalidad que se esparcía por mis mejillas. Vi a la paloma en su jaula a mi izquierda y le sonreí nerviosamente. La forma en la que su cabeza se ladeaba me hacía pensar que ella sabía lo que estaba haciendo. Miré a Gerard quien aún estaba entre sus útiles y no pude evitar el pensar que tan ignorante era, y que por primera vez sabía algo antes que él.

Oh, bueno, pensé tímidamente. Lo sabrá muy pronto.

Inhalando profundamente, me pare y me estremecí al oir las maderas crujir bajo mi peso. Gerard aún no se había movido de su posición y decidí que mirarlo solo me daba nervios extras. Cerré mis ojos y toque el dobladillo de mi camisa. Después de tomarlo un par de veces, finalmente me quite la camisa subiendola por encima de mi cabeza, sintiendo el frio aire de la ventana inmediatamente golpear mi espalda. Aparte de esa rápida sensación, me sentía bien. Estaba jodidamente nervioso, pero eso era por la reacción de Gerard, a quien seguía evitando manteniendo mis ojos cerrados. No estaba tan ansioso por estar desnudo; ya no. Era algo el que tenía que hacer, algo que note en ese momento, quería hacer.

Tiré mi camisa sobre el cojín, oyendo como cayó al suelo. Volví a inhalar mientras comencé a juguetear con la cintura de mis pantalones, metiendo un dedo en el cinturón. Pero todas mis acciones fueron suspendidas cuando oí una voz familiar, con un tono desconocido.

-“Frank- espera -“- la voz de Gerard entró a mis oídos tan de repente, que detuvo mi respiración. Otra vez. No quería abrir mis ojos y mirarlo, porque ya sabía que estaba pasando.

Gerard estaba en shock.

En todo el tiempo que estuve con él, nunca antes lo había visto u oído en shock. Todo lo que hacíamos era siempres una sorpresa para mí. Él no era quien era sorprendido con la guardia baja por las acciones de nadie, porque normalmente él era quien hacía lo escandaloso. Sin embargo, ahora, yo era quien hacía los atrevidos movimientos y no era algo que él pudiese calcular. Me congelé en mi lugar, sin moverme para, o bien desvestirme o ponerme nuevamente mi ropa y salir corriendo del apartamento disculpándome profundamente. Solo porque estaba shockeado, no significaba que no le gustaba. 


-“Frank…”- la voz de Gerard entró en mis oídos nuevamente, esta vez más suave. Aún estaba sorprendido, pero había restos de lastima en sus palabras. Una lástima que no quería oír. Mi corazón se hundió aún más dentro de mi pecho ante la pronunciación de sus siguientes líneas -“Frank. No hagas esto. Espera. No”-

A pesar de su pena, sus palabras salieron entrecortadas y con una dificultad al respirar. El sonido y la sensación me tomaron con la guardia baja y tuve que abrir los ojos.


Gerard todavía estaba en el fondo de su mural, excavando entre sus útiles de pintura. De alguna forma parecía estar más cerca, quizás porque sus emociones trascendían con más facilidad. Su ceño estaba fruncido en una especie de expresión de dolor, pero no podía decir como estaba siendo lastimado. Sostenía un puñado de pinceles en su mano izquierda mientras que la otra iba a su rostro, frotando su frente y luego yendo a su grueso cabello. Seguía mirándome, luego a él a mi, sin camisa y luego quitando la vista con rapidez. Fruncía los labios una y otra vez, abriendo su boca como para decir algo más, pero dándose por vencido. Luego de unos momentos, su respiración era debil y desigual –como el mío. Y fue ahí cuando me di cuenta.

Gerard también estaba nervioso por esto. El pudo haber dicho palabras para detenerme, pero el modo en el que estaba, la forma en la que me miraba y luego apartaba su vista y el dolor en sus ojos contaban una historia distinta. O por lo menos yo creía que lo hacían. Gerard se veía como yo, y en mi cabeza, eso significaba que él también me quería. Si era o no real, iba a pelear por eso. Ya estaba a mitad de camino. No podía caer más bajo.


Tienes que tomar riesgos, me dije, manifestando alguna de las enseñanzas de Gerard. Especialmente por el arte.

-“¿Por qué no?”- quebré el aire, mi invocación resonando en el repentinamente vasto espacio del apartamento. Mis manos aún estaban en mi cintura, sobre mi cinturón mientras que Gerard continuaba con su postura de deliberación. Mi voz era pequeña y tranquila, pero la fuerza en esas tres palabras era notable e imparable. Estaban destrozando al hombre en dos en este apartamento, en más de una forma.

-“Frank, esto no era parte del trato”- finalmente dijo Gerard, cansado y débil. Cerró sus ojos cuando lo dijo, apretando sus sienes mientras negaba con su cabeza –“este no era nuestro trato”-

-“Dijiste que me dibujarías ayer”- discutí, intentando ser más fuerte que el débil artista que estaba en frente mío. Era más sencillo decirlo que hacerlo –“Como a Vivian”-


-“Sí”-afirmó Gerard, suspirando ya apartando el cabello de su rostro –“Pero eso era dibujar. Solamente dibujar. Arte Frank. No….”- respiró hondamente y miró a mi pecho desnudo. Sus ojos se quedaron quizás más tiempo de lo que debían para alguien que estaba oponiéndose a la acción futura –“No desnudo. No esto”-

Oírlo decir esas palabras, dolía como la mierda, a pesar de que sus movimientos corporales eran opuestos. Lastimaban más que cualquier insulto que recibí, incluyendo su rechazo el día anterior. Pero muy dentro mío, sabía que debía seguir luchando. Era lo que quería. Gerard siempre decía que había pasión en la vida. Necesitas ir y tomar lo que quieres. Yo lo quería. E iba a conseguirlo.

-“Si no me quieres pintar desnudo por las imperfecciones…”-comencé, sin saber exactamente hacia donde iba con esto, pero deseando que me guiara a un buen lugar –“El arte no tiene que ser perfecto”-


-“Eso lo sé, Frank”- sonrió, complacido por un momento, de que estuviese usando sus palabras. No obstante su expresión volvió a ser sombría, volviendo a analizar la situación. –“Pero esto, por una vez, no es sobre el arte”-


Algo dentro de mí vibró. Sus palabras no tenían sentido, y yo estaba llegando a alguna parte.-“¿Sobre qué es, entonces?”-

Gerard miró directo a mis ojos, lanzando un suspiro agravado. No quería que me hiciera el tonto; era claro entre nosotros lo que estaba pasando. Sentíamos lo mismo, pero aun había un grueso bloque entre nosotros. Un grueso bloque que aún no podíamos mencionar, por miedo a que el mundo que nos rodeaba se destrozara si nos oían. Sabía que me bloqueaba: los nervios de ser rechazado. Pero no tenía idea de que lo bloqueaba a él.

-“Frank, eres demasiado joven”- me informó, respondiendo mi pregunta.

Mordí mi lengua ante sus palabras, sintiendo ira hinchándose en mi interior. Odiaba cuando la gente usaba mi edad en mi contra. Ese día en la tienda de comics cuando tenía ocho y fui rechazado por nuevos amigos, volvió a mí con toda fuerza. No iba a dejar que me apartaran nuevamente solo por mi edad, en especial cuando sabía –cuando podía ver – en los ojos de Gerard que esto no era lo que él quería hacer.

-“No soy tan joven”- afirmé rotundamente, mi tono enojado transportándose por la habitación. Quité mis manos de mi cintura y las dejé volar mientras hablaba, agregando algo amenazante a mi debilitado ser. –“Me dijiste que estaba creciendo”-

Pausó por un momento, notando que sus palabras estaban siendo usadas en su contra. Se recuperó rápidamente. Soltando lentamente las palabras de sus labios –“Estás creciendo. Pero eso ahora, no significa nada. Soy demasiado viejo para ti”-

Tome una bocanada de aire, listo para discutir, pero en lugar de eso sentí que me desinflaba como un globo en una fiesta de cumpleaños. Quería gritarle, decirle que estaba equivocado, que todo el mundo estaba equivocado, pero simplemente lo mire y le supliqué con mis ojos. Encontró mi vista, solo por un Segundo, luego la alejó. Yo no podia soportarlo.

-“Pero...”- murmuré, sin saber qué más decir.

-“Pero nada”- dijo Gerard con claridad. No estaba enojado o triste, simplemente intentando imponer los hechos como eran. Arrojando números, porque ellos no tenían sentimientos. Ninguno de los dos podía manejar los nuestros, pero yo parecía ser el único dispuesto en intentarlo. –“Tengo cuarenta y siete años Frank. Tu diecisiete, esos son treinta años de diferencia. Es demasiado”-

-“Nada es demasiado”- dije para mis adentros. Miré hacia mis pies, aún en sus zapatos, viendo mis pulgares retorcerse dentro del material que los mantenía cubiertos. Apreté mis puños sintiendo la rabia de mi interior. Iba a salir en cualquier momento. Podía sentirlo. No sabía cuál sería el catalizador, pero tenía la sensación de que iba a venir de Gerard. Todo lo demás había sido siempre sobre él; ¿Por qué no dejar que brille en el final, también?”-


-“Esto no puede suceder nunca Frank”- agregó expresivamente, pronunciando con cuidado cada palabra –“Esto nunca debió suceder”-

Eso lo hizo. Suelten las bombas.

-“¡Dios, Gerard!”- grité levantando mi cabeza para encontrarme con sus ojos. Estos se ampliaron al ver mi furia, pero rápidamente volvió a su mirada normal. Estaba mejorando en esto de cambiar sus emociones, y no me gustaba. Sabía que Gerard odiaba reprimir sus sentimientos y estaba siendo un hipócrita al no tomar su propio puto consejo. Lo mire, mi respiración entrando y saliendo rápidamente, mi pecho desnudo elevándose y cayendo a una gran velocidad. Me devolvió la mirada, esperando a que continuase. Casi rogándome que lo hiciera, queriendo oir una excusa que hiciera esto posible. No tenía una. Todo lo que tenía era a mis pensamientos confundidos y amargos lamentos. No creo que nadie pueda tener ya una excusa.

-“¡Dios, Gerard!”- repetí, mi respiración silbando cuando abrió sus pasos entre las rendijas de mis dientes, casi gruñéndole. –“Me invitas aquí, me das vino. Dices cuanto amas tenerme cerca. Me enseñas a pintar. Y luego comienzas a seducirme”- comencé mi parloteo, mis brazos moviéndose salvajemente, mientras contaba lo que había sucedido en el último mes guiándonos a este encuentro final –“Me tientas. Me tocas. Recitas cosas sexuales como si no importara. Importa. Ese día que pintamos la pared y actuaste como si fuese sexo. Eso significo algo, mierda. Cuando me abrazas y me tocas. Significa algo. Hiciste que te deseara Gerard, y ahora me rechazas. No tiene sentido. ¿Qué mierda quieres de mí?” levanté mis brazos, completando con mi suplicante pregunta.

Cuando terminé, pero ni siquiera comencé con el resto de mis sentimientos. Sentí como si un peso hubiese sido sacado de mi pecho. Y cuando lo dije en voz alta, comencé a darme cuenta de que nada de esto era mi culpa. Todas estas semanas en las que me encerré en mi cuarto o en su casa, sintiendo la culpa entrando a mi sistema porque un pensamiento impuro había entrado en mi cabeza. Me había gritado internamente por sentirme así. incluso había comenzado a fumar para eliminar todo, sin resultado. Culpa. Aunque ahora había finalmente llegado a un tipo de aceptación, aún había un sabor agridulce por todo. Aún estaba el hecho de que me estaba enamorando de un tipo de cuarenta y siete años, a quien no podía simplemente arrancar de mi cabeza. Ahí, a medio desnudar en su apartamento, noté que esto no es mi culpa. Gerard me había estado tentando. Él hizo que lo deseara: esto no era culpa mía.

Tampoco era culpa de Gerard. El sabía que esto estaba mal; podía ver la culpa, esa emoción inútil en sus ojos, y sabía que estaba intentando arreglar las cosas. Intentaba pelear conmigo, alejarme, y que entendiera que esto no debía pasar. Simplemente no estaba funcionando. Este desastre en el que estábamos, ambos habíamos creado, y al final no tenía sentido culpar a alguien.

Entonces, ¿Por qué sentía que ambos sufríamos así?


-“¿Qué quieres de mi Gerard?”- pregunté nuevamente cuando no recibí respuesta del hombre que estaba al frente mío. Mi voz era mucho más baja y más lenta. Sin embargo Gerard parecía que igual estaba herido, perdido y aplastado bajo todo el peso. Normalmente él tenía este efecto en mí, era duro ver al hombre del cual aprendí tanto por tantas semanas, ser quien necesite algo a que seguir.


-“Quiero que seas un artista”- fue todo lo que dijo, su voz tan calma que apenas pude oírla a través de los latidos de nuestros corazones. No me miró; parecía estar desprendido de su cuerpo, mirando al piso. Era como si estuviese dándome la respuesta que ya tenía preparada, aquella que se decía a sí mismo que era la correcta y que se repetía una y otra vez hasta que lo era.

-“Mierdas”- contesté, provocando que me mirara, nunca antes había desafiado a sus respuestas sobre el arte. Pero carajo, nunca me había sentido así. iba a haber muchas primeras veces este día; si iban a ser buenos o malos eso, estaba aún en el aire.

-“Eso es lo que quieres de mi talento, mis sueños o alguna otra tonta idea”- continué indagando más profundamente, rompiendo su ostra de mentiras y deseos. –“¿Qué quieres aquí?”- tomé las palmas de mis manos y las presioné con fuerza sobre mi pecho desnudo, moviéndolas de arriba hacia abajo para enfatizar el hecho de que estaba casi desnudo. Casi desnudo por él. Y luego inhalando profundamente y cerrando mis ojos. Terminé con la línea más complicada –“¿Qué quieres de mi Gerard?”-

Luego de unos momentos de tenso silencio, miré por la rendija de mis ojos cerrados. Gerard estaba parado, mirándome como si fuese una de las Siete Maravillas del Mundo, como si no fuese real. Pero yo era real, y tenía que probarle mi existencia,

Comencé a moverme del aire, bajando los escalones, mis zapatos golpeteando los huecos peldaños y haciendo eco en el silencioso cuarto. Gerard aún estaba junto a la pared a la que me dirigía, me detuve a un par de pasos de él. Sus ojos parecieron agrandarse mientras me acercaba, dándose cuenta de que ya no era un proyecto de arte. Era un ser humano preguntándole que quería de mí. Me paré ahí, mis brazos colgando a mis costados y repetí la pregunta por última vez.

-“¿Qué quieres de mi?”-

Por un largo tiempo, simplemente me miró. Era como si estuviese en un estado catatónico, separado de todo lo que lo rodeaba. Para él, yo no era real pero tampoco lo era él. Podía ver vida detrás de sus ojos, luchando por liberarse. Quería verme. Quería responder mi pregunta; había una gruesa capa sobre sus ojos que lo bloqueaba. Suspiré, frunciendo mis labios mientras murmuraba su nombre entre mis apretados dientes. No fue algo fuerte, y no significaba nada; solo necesitaba ventilar la frustración. Pareció tocar una cuerda en él, trayéndolo a la realidad. Esa capa que lo enceguecía comenzaba a desaparecer de a poco. Se recogió, me miró de arriba hacia abajo, pausando en mi rostro y en mi piel desnudo, antes de inhalar profundamente y responder.

-“Soy un artista”- afirmó “Quiero todo”-

Mordí mi labio ante el dolor en su respuesta. Con esas líneas admitía todo de mí. Me deseaba. Lo había hecho secretamente por cuánto tiempo. Era por eso que me daba alcohol a cambio de servicios. Era por eso que quería que pinte. Era por eso que me tocaba, me abraza e inspiraba. Era todo para estar cerca. Quería estar conmigo en cualquier forma posible, pero pensó que solo podía ser una relación artística. El quería más que eso –quería todo- pero nunca creyó fuese posible.

Me acerqué a él, provocando que retrocediera ligeramente y que soltara los pinceles a los que aún se aferraba. Ahora estaba contra el muro, esperando a ver que iba a pasar. Por primera vez, esperando que yo hiciese ese movimiento final, que hiciera algo. Lo miré de la misma forma en la que él lo hizo conmigo, pausando más tiempo en cualquier lugar. Luego, levanté mis brazos, en una postura de rendición. Solo que no me estaba rindiendo, estaba comenzando algo, que esperaba poder ganar.

-“Toma todo”- dije apenas más audible que un susurro,
Pude ver como tragaba con dificultad ante mis palabras y como sus labios se partían ligeramente, su lengua saliendo para lamerlos. Nos paramos tan cerca del otro, el aliento entrando y saliendo sin profundidad, hasta que finalmente hice ese tan temido movimiento, di un paso hacia adelante, cerrando el limitado espacio que nos separaba y coloqué mis labios en los suyos.

Al principio, no tenía idea de que estaba hacienda; simplemente me pose a donde pertenecía. Tan pronto como me di cuenta, comencé a mover mis labios ligeramente, presionándolo más y sintiendo como él correspondía. Por cuanto había querido yo hacer esto. Nunca me había dejado pensarlo hasta las últimas dos semanas, pero había querido besarlo desde el principio. Era una urgencia creciente que tenía en mi interior; quería besarlo para estar más cerca suyo, para con suerte tener una mirada a su interior y ver qué pasaba por su cabeza. Había momentos en los que estábamos tan cerca, ese día en la cocina cuando sus manos estaban sobre mi rostro, vino a mi mente. Junto con esas tardes en las que hablábamos por horas, inclinándonos sobre el mismo lienzo con nuestras manos rozándose. Esas veces en las que me enseñó todo lo que necesitaba saber por un día, abrazándome antes de dejar su apartamento. Era ahí cuando lo quería besar como para decir ´gracias´.


Esta noche, finalmente tuve la oportunidad de hacerle saber cómo me sentía, pero estaba hacienda más que agradecerle. La acción misma era más que solo dos bocas presionadas con pasión; era algo más profundo que eso. Estaba transmitiéndole todas las emociones que tenía hacia él: respeto, admiración, gratitud y una intensa Amistad en un solo beso.

Y Dios, qué beso,

Era la primera vez que iniciaba algo sin la ayuda del alcohol o de algún juego infantil, y era el mejor que podía recordar. Nunca antes había querido besar tanto a alguien como lo quería hacer con Gerard, y ahora que finalmente estaba pasando, me sentía tan bien en tantas formas. Sus labios eran más suaves de lo que esperaba, mi propia carne sensible moviéndose sobre la suya con lentitud. Me sentí revolotear en mi interior cuando se movió en contra mío, aún si estaba solo presionando sus labios, en lugar de besarlos. Iba dolorosamente lento, el gesto entero parecía ser demasiado íntimo como para él, como para manejarlo. Aún así estaba pasando. Nos estábamos besando y me podía sentir cada vez más valiente, sabiendo ahora que la acción era correspondida. Había tenido razón todo el tiempo. No sabía que se sentía mejor, estar en lo correcto o el resultado de esto.

Progresando poco a poco, moví mis manos para tocar su cintura, para equilibrarme un poco. Mis rodillas estaban débiles y sabía que podía caerme en cualquier momento. Mis manos apenas habían tocado sus costados antes, sentí mi estómago dar vuelcos. Abrí ligeramente la boca, dándole el indicio de que estaba listo para más. Cuando finalmente me atreví a meter mi lengua en su boca, todo se detuvo. Él apartó su rostro, volviéndose hacia un lado, permitiéndome una vista perfecta de su suave mejilla y preguntándome qué mierda había pasado.

-“Eres demasiado joven…” Pronunció Gerard, mordiendo su labio. No me miró a los ojos, probablemente por su propio bien. Estaba haciéndole complicado el controlarse, aún cuando le había dicho que no era necesario. Había algo nuevo formándose dentro suyo, otra consideración que habíamos pasado por alto hasta ese momento.

Sociedad.

De ante mano, sabia sobre las presiones y los conceptos erróneos sobre esta situación, nunca las había considerado. Nunca pensé que mis sentimientos serían recíprocos, entonces no había razón para debatir sobre qué pensaría la sociedad si dejábamos el suelo. Sin embargo, ahora Gerard y yo estábamos tan cerca de lo que queríamos –nos habíamos besado- pero aún estábamos a millas de distancia. Era una relación peligrosa, la que estaba pidiendo- la que ambos pedíamos. Sabía que las cosas podían ir horriblemente mal. Podíamos ser descubiertos y yo podría ser un marginado social y él iría a la cárcel. Esto era peligroso. Más que mis hábitos anteriores con las drogas y el alcohol, más que el suyo de fumar, más peligroso que cualquier cosa con la que me he cruzado. Pero aún cuando solo nos habíamos besado por un par de segundos, ese peligro y todo lo que lo rodeaba, parecían valer la pena solo por hacerlo una vez más. Sin embargo, Gerard aún estaba peleando, mordiendo su labio (ese que había besado, joder) y escupiendo la misma línea una y otra vez, negándose a mirarme.

-“Gerard”- finalmente interrumpí, mi voz resonando con sabiduría cuando en mi mente algo sonó a conocimiento. Cuando se lamentó, mire hacia un costado y vi los lienzos en los que Gerard pasaba su vida pintando. Y ahí recuerdos de un día en el que estábamos tirados en el suelo y todas las piezas vinieron a mí con una idea brillante. Una que podía hacer que ganara esto.

-“Ibas a pintarme hoy, ¿No?”- indagué, logrando que finalmente me mirara, porque ya no estábamos hablando sobre el tema; estábamos hablando de arte.


Pero el arte está en todas partes, diría Gerard. Y el arte es sexual.

-“Sí, dibujarte...”- dijo inseguro, tartamudeando como yo lo había hecho tantas otras veces.
-“Bueno, me has dicho que puedes hacer que una pintura sea lo que quieras”- el asintió y yo continué con mi tangente y esperaba genio pensamiento. –“Puedes hacer el cielo anaranjado y el césped purpura en una pintura y puede significar algo. Lo que quieras que sea. El arte tiene ese poder. Ibas a dibujarme hoy, hazme una obra de arte. Me puedes hacer mayor, Gerard”- rogué, tirando los costados de su ropa que no había soltado, y que aún él no me había forzado a dejar.

-“Hazme algo que me permita estar contigo”- concluí, pausando, dejando que mis palabras lo golpearan tan intensamente como fuese posible, vi como sus ojos parpadeaban, cuando mis pensamientos chocaron con los ya existentes en su cabeza. Estaba usando nuevamente sus palabras en su contra, pero tenía el presentimiento que él quería perder esta batalla interna. Y tenía un golpe final para hacerlo.

-“Hazme todo”-

Con el pronunciar de esas palabras, atando la aceptación de todo y la aprobación del peligro en una obra de arte, sus labios encontraron los míos. Y esta vez, nos besamos como si no hubiese nada malo en ello. En nuestra propia imagen, capturada con nuestras mentes fundiéndose en una, no había nada erróneo en esto.


Con este abrazo, nos movimos rápido juntos, pero aún manteniendo una velocidad sensual. Nuestros labios se elevaron y separaron, dejando a nuestras lenguas entrar y explorar. Probé el interior de su boca, tratando (y necesitando) de apreciar cada pequeño detalle.  

Noté las crestas y los golpes de las papilas gustativas en su lengua y el sentimiento de carne contra carne. Nuestras bocas estaban húmedas y calientes, haciendo graduales sonidos de chupar y lamer mientras nuestra velocidad progresaba. 
Mis manos que siempre fueron toques efímeros y leves tirones de ropa en un principio, asentaron por algo más. Estas fueron a su cintura, pero me encontré a mí mismo empujándolas a la parte baja de su espalda, en especial cuando él finalmente me tocó con sus manos de artista. Mi espalda estaba desnuda y la piel expuesta en sus palmas se sentía como una chispa de electricidad a través de mí, enviando escalofríos bajo mi espina. Él trazó sus dedos suavemente bajando por mí piel como siempre lo ha hecho antes, excepto que ahora la barrera de ropa había sido removida. El desplazó sus manos a mi cintura, segregando está nueva valentía dentro de él y atrajo a nuestras caderas juntas.

Sentí el leve bulto en sus pantalones en contra del mío y jadeé dentro de su boca, impactado. Yo estaba bastante consciente de que me estaba excitando; mis pantalones parecían estar poniéndose cada vez más pequeños en cada segundo. Nunca había tenido ningún pensamiento de él en sus propia excitación, como sea, yo aún estaba enfocado en el hecho de que él estaba basándome. Una vez que reconocí ese estado, presioné contra él sintiéndolo hacer lo mismo hacia mí. Su cuerpo era tan caliente y suave, sentí que él me estaba atrapando en el cómodo silencio que a veces compartimos. 

Él rompió el beso con un rápido movimiento, sólo para retratar su atención a mi cuello, en donde él continuó sus húmedos besos a boca abierta, chupando en mi tierna carne. Nunca nadie me había dejado una marca antes, mucho menos habían tocado mi cuello en una manera sexual y me retorcí bajo su abrazo. La piel nunca había sido tocada y estaba tan sensible, encontré a mis rodillas torcerse y suaves gemidos se quedaron atrapados en la garganta que él estaba besando. Mis manos fueron a lo alto de su espalda y a la línea de su pelo, despeinando sus cabellos y obteniendo mis dedos entrelazados en su melena azabache.

Nos quedamos ahí, semi-presionados contra la pared, por lo que parecieron ser siglos. El cambiaba su foco cada cinco segundos todo el tiempo. Atrajo sus labios a conocer los míos para otro pequeño encuentro de las bocas, antes de descender por mi cuello, mordisqueando mi clavícula, probando que él realmente quería todo. Y yo le iba a dar todo, sin arrepentimientos y sin culpa. Habíamos esperado por tanto tiempo, peleando tan fuerte por esto que lo iba a disfrutar. 

Y finalmente, ahí estaba él. Él había agrietado su cáscara y se estaba permitiendo a sí mismo estar conmigo. Antes, yo había estado mostrando a través de mis besos mis agradecimientos hacia él, pero como nuestro abrazo progresaba y él se abría a mí, no estaba totalmente seguro si lo había resumido todo en ese único gesto. Habían pasado sólo unos momentos (que se sintieron como una eternidad), pero ya podía sentir mucha más gratitud hinchándose dentro de mí que no supe dónde ponerla y cómo podría mostrársela. Besarlo había estado funcionando hasta entonces, sin embargo. Así que seguí derecho por el camino con eso.

El cielo nocturno comenzó a descender sobre nosotros, con un poco de nuestro reconocimiento hacia él. Los rayos de sol que se habían estado filtrando por la ventana antes, habían visto todo lo que estuvimos haciendo y le agregaron un aura extra a ello. Ese “brillo” que Gerard quiso que poseyera, nos había poseído a ambos mientras nuestras bocas se encontraban una y otra vez. E incluso en la oscuridad que se manifestaba mientras el sol se ocultaba en el fondo, el brillo aún permanecía.

“¿Quieres ir a mi cuarto?” me preguntó, trazando su lengua arriba desde mi cuello hasta alrededor de mi oreja, donde él procesó a respirar la pregunta.

Sentí como mis rodillas se ponían débiles por la pequeña acción de respirar (mi oreja era otro punto sensible que descubrí que tenía), y mi voz se atoró en mi garganta. Mi polla dio un tirón y la presioné en contra de él, mostrándole mi respuesta bastante clara. Él se rehusó a moverse hasta que asentí y respiré un pequeño “sí” en su cuello, pero desde ahí sus acciones fueron rápidas. Sonrió mientras continuó el beso en su camino de vuelta a mi cuello, finalizando su trabajo en mis labios. Tomó mis manos desde los lados y las movió dentro de las suyas, corriendo sus dedos por la parte exterior de mi mano primero, después entrelazamos los dedos. Nos halamos lejos del beso mutuamente, sonrisas presentes en ambos de nuestros labios despellejados, mientras él comenzó a conducirme hacía su habitación.

Sonreí y me irradié interiormente cuando él tocó la perilla de la puerta azabache, mis felices pensamientos eran un desastre dentro de mi cabeza. Estaba finalmente consiguiendo estar con la persona con la que quería estar, y él me estaba dejando en el interior de su cuarto. En el interior de esa habitación en donde nada existía más allá de la puerta negra. Esa habitación en donde él dijo que sólo él estaba permitido a estar con sí mismo dentro. Él me estaba dejando entrar al abismo que Gerard era y no podía estar más feliz. Me sentí tan honrado y privilegiado al estar en ese misterioso cuarto, que la falta de decorado no me decepcionó.

La habitación era bastante plana, con nada en el interior de las paredes de un blanco apagado más que unos pocos arañazos y manchas de humos. Ahí había una mesa de noche y un armario a un lado del punto más importante del cuarto; la larga cama con un desorden de sabanas en lo alto. Era aburrido y decepcionante comparado con el resto de su casa, pero en una manera, eso era lo que se suponía que debía ser. Se suponía que debía ser nada, estar en un abismo en donde sólo las emociones y sentimientos existieran en su estado crudo.

Y a la mierda, estaba realmente ahí dentro. Gerard y yo pudimos haber tomado nuestra sesión a hacerlo en su sofá o en la cocina –en cualquier lugar dentro de su departamento, en realidad. Pero no, él me había llevado al interior de su cuarto, dentro de su vida y dentro de su cabeza. Era un sentimiento maravilloso que me bañaba en ondas, mis ojos se ancharon y brillaron mirando alrededor y bebiendo todo ahí. El único sentimiento que lo hizo mejor fue el de sus labios chocando contra los míos una vez más.

Empezamos a besarnos de nuevo, parados en el centro de su cuarto. Por mis mutilados y emocionales pensamientos lo único que podía comprender era que yo era la persona más afortunada en el mundo. No supe que era lo que estaba pasando, y esos pensamientos enviaron escalofríos hacia arriba y abajo en ansiedad, pero no importaba lo que pasara. Yo estaba con él y me sentía a salvo.

Siempre me había sentido a salvo con él de antemano, pero de repente ahí había una dimensión agregada a eso. Iba a esta desnudo alrededor de él pronto, sabía mucho de eso, pero después cuando realmente pensé sobre esto o llegar muy cerca, quería retroceder. No iba a retroceder ahora, especialmente cuando él gentilmente me empujó hacia su cama, lentamente poniéndose arriba de mí, ni una vez rompiendo el beso.

Su cuerpo pesaba más de lo que pensé que haría, pero pudo haber sido porque yo estaba muy débil con nervios, era un impacto inicial. Él no era tan pesado, sin embargo, y se mantuvo a sí mismo apoyado de sus brazos mientras continuaba besándome arriba y abajo por mi cuello y cara. Eso era la cosa también –no eran sólo mis labios lo que él estaba besando, era mi cara completa.

Cuando él recién se posicionó sobre mí, cepilló mi flequillo fuera de mis ojos y me miró. Estaba nervioso al principio, sus ojos eran fuertes y desnudaban dentro de mí, pero no importaba cuanto me mirara, no era intimidante. Él era intenso, joder que siempre era intenso. Pensé que el oscuro color oliva de sus ojos tomaría toda la habitación en cierto punto. Me mantuve mirándolo fijamente de vuelta, sin embargo, esperando por ser envuelto.

Al principio, cuando él me miró por un largo rato, pensé que reclamaría algo más acerca de mí siendo muy joven o que retrocedería todo cuando él estuviera jodidamente cerca, pero no lo hizo. Él sólo tomó sus dedos, sus largos y delicados dedos, y trazó alrededor de mi cabeza como lo hizo ese día en la cocina. Sólo que esta vez en vez de ver mi edad, él estaba haciendo mi edad. Estaba haciéndome mayor –mayor de lo que ya parecía- así él podría avanzar con sus acciones. Se estaba preparando a sí mismo por lo que estaba por venir, porque estaba tan asustado como yo lo estaba.

Y cuando finalmente terminó con eso, me besó de nuevo suavemente en la boca, pero atrajo sus labios a todos lados. Besó cada una de mis sonrojadas mejillas, mi nariz, mi frente, antes de finalmente plantar un suave beso en cada uno de mis ojos, sonriendo cuando mis pestañas cosquillearon su piel. Me miró hacia abajo y sonrío de verdad esta vez, dejando al descubierto sus pequeños dientes manchados de nicotina mientras atrajo nuestras bocas juntas una vez más, lenguas conociéndose de nuevo. Estaba finalizando con su tare; Yo era mayor. Esto estaba por suceder.

Con mi nueva edad, Gerard comenzó a cambiar sus movimientos una vez más, sólo que este tiempo no se limitó a sí mismo a mis labios y cuello. Él chupó bajo mi clavícula, clavando sus dientes levemente cuando se descendió a sí mismo. Sus labios trabajaron su camino a lo largo del tope de mi pecho, progresando más rápido al segundo. Gerard se veía estar respirándome en cada beso de boca abierta que plantaba en mi piel desnuda. Estaba inhalando mi piel, absorbiéndome entero dentro de su boca, muy parecido como lo hizo con los peligrosos cigarrillos que ahora ambos consumimos. Su lengua sobresalía fuera de todos los ángulos, chupando y lamiendo mi piel mientras se trasladaba hacia abajo. Cuando alcanzó mis duros pezones, sus dientes rozaron sobre la carne, sólo mordisqueando tiernamente cuando su lengua se movía alrededor de ellos, creando un sonido mojado de succión.

Tal como su boca caliente, sus suaves manos también empezaron a explorar mi cuerpo. Cuando él besó mi cuello, corrió cada una de sus manos hacia arriba y abajo por mis brazos, aplicando sólo la cantidad justa de presión. Estaba presionando lo suficientemente fuerte como para que se sintiera como un masaje en algunos puntos, moviendo y desplazando los músculos alrededor, pero lo suficientemente suave a veces para hacer que mi estómago revoloteara con su avance. Entre más trazaba las puntas de sus dedos sobre mí, más quería presionarlo hacia mi brazo, y entre más se presionaba a mi brazo, quería que avanzara más y más, más y más profundo.

Traté de corresponder el tipo de toques y abrazos que él me daba, pero lo encontré difícil de comparar. Aparte de ser mayor que yo y ser más experimentado, Gerard parecía querer tenerme todo para él mismo y no importaba si yo estaba correspondiendo. Tenía mis manos alrededor de su cuello y espalda cuando sus labios fueron presionados contra los míos, mis dedos en su pelo, pero al empezar a ir más lento, encontré más y más difícil sostenerlo. Él aún estaba usando su camisa con cuello y sus pantalones de pana también, e hizo que agarrar su carne y sentir cualquier tipo de sensación fuera difícil. Y cuando sus caderas presionaron en contra de las mías otra vez y comenzamos a marcar un ritmo, yo prácticamente me rendí con las acciones de corresponder. Iba a dejar que Gerard hiciera lo que sea que el carajo quisiera. Me acosté ahí en un feliz estado ansioso mientras sentí sus labios en mí y su mano presionando en mi estómago, masajeándome con sus palmas, mientras hundía mi cuerpo sonrojado.

Movió su peso fuera de mí suavemente, así que lo alto de su torso aún se encontraba con mi cara, pero nuestras caderas no estuvieron más en contacto. Me quejé levemente cuando lo sentí moverse lejos y estaba empujando a la nada, pero él estaba haciendo algo por ello. Había vuelto a besar mi cara otra vez, incapaz de quedarse en cualquier punto por mucho tiempo. Se haló lejos para mirarme, cuando sus fuertes manos golpearon mi bragueta. Presionó su frente contra la mía y me miró, haciendo una pregunta no verbalmente. Incluso a pesar de que yo había estado de acuerdo con ir a su cuarto y que había planeado exponerme desnudo para él sólo unas horas más temprano, el aún se estaba asegurando de que estuviera consintiendo a cada una de las acciones que él hacía. Si yo tenía que decir que parara en vez de murmurar un débil sí, yo sabía que él hubiera escuchado. Si hubiese gritado y llorado y dicho que todo era un error en ese punto, yo sabía que él me hubiera dejado irme a casa. Él hubiera parado todo -incluso si lo estaba disfrutando- sólo para asegurarse de que yo estaba a salvo.

No tenía intenciones de interrumpir, como sea, especialmente cuando lo sentí deshacer mi cremallera lentamente y deslizar su mano dentro de mis pantalones, agarrándome a través de la tela de mis boxers. Yo no era un extraño a la masturbación, pero nunca imaginé que la mano de alguien más haciendo la misma esencial cosa que yo hice casi todas las noches se podría sentir mucho mejor. El agarre de Gerard era incluso a través de la tela y yo aún así sentí mis ojos rodar hacia atrás en mi cabeza y mi boca caer abierta, ocultando gemidos que no podía hacer todavía. Su mano era fuerte y su opresión sólo lo suficiente como para hacerme empujar hacia su puño sin que él siquiera empezara cualquier tipo de ritmo.

Después de darme un ajustado apretón y unos pocos golpes, él encontró la apertura en mis boxers, y pronto tuvimos contacto piel contra piel. Localizó la abertura y presionó su pulgar arriba de ella, sintiendo la gota de preseminal que se había empezado a formar ahí. Empezó a sonsacarme lentamente, provocando silenciosos gemidos que brotaban desde mi boca, en poco tiempo sentí otra boca sobre la mía, absorbiendo todos los sonidos que estaba haciendo y adicionando una lengua para poder afirmarme. Posé una mano en su mejilla para mantenerlo ahí, para mantenerlo haciendo lo que estaba haciendo, porque Dios, se sentía tan bien. Su mano era apretada y dura alrededor de mí, pero la velocidad a la cual él iba era justo la suficiente como para no hacer ver todo como sólo una aventura sexual. Gerard siguió yendo sensualmente lento, haciendo que todo significara diez veces más.

Pronto, como sea, el artista comenzó a moverse de nuevo, cambiando las cosas. No sabía por qué él tenía tan corta atención en la extensión en la cama. Yo era el adolescente que había tenido trastorno de hiperactividad cuando niño y hubiese estado contento si sólo me hubiese besado durante toda la noche, moviendo sus fantásticas manos lentamente sobre mi piel. Me hubiera venido probablemente sin él tocándome, envés de estar tocándome, luego parando, besándome, luego parando y moviéndose alrededor en cada posición. Era molesto, mayoritariamente porque yo quería todo tanto como él lo hacía. Sólo que no tenía tanta paciencia.

Con cada cambio de posición las cosas se mantuvieron progresando más rápido. Cuando Gerard se movió esa vez, era para abrir mis jeans completamente alrededor de mis caderas, mirándome a los ojos por otro consentimiento antes de deslizar mis boxers fuera también. Mis pantalones fueron pateados lejos del camino, junto con mis zapatos en algún lugar de su oscura habitación.

Mordí mi labio cuando la repentina frialdad del cuarto bañó sobre mi cuerpo ahora completamente desnudo. Mis ojos seguían cerrados en placer, y podía sentir a Gerard bajar en medio camino por mi torso, su cabeza justo debajo de mi axila. Despisté su calor a un lado de mí, en general porque él no estaba ahí para protegerme más, él estaba ahora ahí estrictamente para mirar. No estaba asustado al estar desnudo por mí mismo, pero era certeramente un sentimiento diferente. Yo sabía que esto era lo que habría estado haciendo si él me hubiera dibujado, pero me seguí sintiendo desprevenido. Y más que nada, yo quería que él se desnudara al igual. Todos mis amigos que han tenido sexo han dicho que siempre era mucho menos extraño estar desnudo, porque la otra persona estaba desnuda también. Incluso en ese punto, con todas nuestras duras caricias y besos, Gerard seguía estando totalmente vestido. Unos pocos botones del tope de su camisa estaban desabrochados, pero más que eso él seguía cubierto y al lado mío quien era nada más que carne humana color rosa. 

Con mis pantalones ahora removidos, curioseé mis ojos abiertos sólo para mirar a Gerard cuando se tomó su tiempo para mirarme otra vez, estudiando lo que vio ante él como lo había hecho con mi cara. Me hizo sentir raro y feo, su charla sobre el cuerpo de los hombres vino de vuelta a mi cabeza junto con un millón de otros pensamientos, pero estaba tan excitado que no me importo más. Quería que él me tocara pronto, como lo hizo sólo unos momentos más temprano. Su mano estaba descansando en uno de mis sobresalientes huesos de mi cadera –tan cerca, aunque tan lejos al mismo tiempo. Su otra mano se estaba moviendo lentamente de vuelta en vuelta acariciando mi muslo mientras me llevaba todo dentro.

“Eres maravillo, Frank” expresó lo último en susurros. Su voz apagada en el final, mostrando su real asombro. Era casi como si me estuviera mirando por primera vez. Y realmente él lo estaba haciendo; no sólo estando desnudo, si no que él finalmente se estaba permitiendo a sí mismo, diciéndose que estaba bien mirarme como un objeto sexual, algo que él podía desear.

Me sentí a mí mismo sonrojarme con vergüenza por el comentario. Atrajo sus ojos para encontrarse con los míos, su cara totalmente descubierta. Él era honesto y sincero y exudaba con la verdad. Sus ojos oliva estaban completamente claros, lejos de la pantalla que los había mantenido lejos antes, y se estaba permitiendo a sí mismo absorber todo sobre mí.

“Eres una pieza de arte” él murmuró de nuevo.

“Gracias” mascullé, inseguro de que decir. Realmente no podía devolver el cumplido sólo porque todavía no lo había visto. Se movió adelante y me dio un rápido beso en los labios, con el que traté de tener algo más, pero él tenía otros planes en mente.

Comenzó a descender por mi cuerpo de nuevo, esta vez empezando desde mi ombligo. Chupó la piel que solía ser rechoncha pero ahora se había vuelto tirante con anticipación. Deslizó su lengua dentro y fuera de la pequeña apertura, haciendo que mi estómago empujar mientras yo trataba de tener una respiración estable. Su mano agarró mi polla otra vez, apretándola fuertemente cuando se deslizó arriba y abajo, su pulgar sobre mi abertura. Mis manos se afirmaron de su hombro y su cabello, y aunque no me di cuenta, lo había estado pulsando hacia abajo, esperando más contacto. Se movió bajo mi agarre, esta vez hundiéndose más despacio, rodeando mis muslos lentamente. Él miró hacia mi polla por un momento, aún sosteniendo la base con sus manos. Besó la punta, deslizando su lengua suavemente por la cabeza. Lo más pequeño de una acción, y yo estaba tan sorprendido que nada se registró de inmediato. Una vez que lo hizo, comencé a respirar más fuerte y rápido, pequeños sonidos eructando desde mi boca. Justo cuando me estaba ajustando al nuevo ambiente, me sorprendió una vez más, apresando sus ajustados labios alrededor de mí, ahuecando sus mejillas y casi tragándome entero.

“Ohhhh” expresé encontrando mi voz entre jadeos chocados. 

Dios, nunca había hecho algo tan sexual antes y joder, yo había pensado que su mano se sentía bien. No había nada comparado con su boca. Sus labios eran firmes y me apretaron mientras él iba de arriba a abajo, deslizando su lengua alrededor algunas veces y circunstancialmente frotando sus dientes contra mi eje para agregarle sensación. Seguí respirando fuerte y rápido, ocasionales murmullos salían cuando me agarré de las sábanas que estaban esparcidas alrededor sin orden sobre el colchón. Lo sentí chupar mi piel con cada golpe adicional hacia abajo y podía sentirme a mí mismo empujando dentro de su boca.

Con la mano que había estado acariciando mi pierna, comenzó a arrastrarla hacia abajo a la parte interna de mi muslo y luego eventualmente hacia mis pelotas. Él las palpó suavemente, usando apenas las puntas de sus dedos, justo cuando mi cabeza chocó con el fondo de su garganta, lo cual envió otra erupción de gemidos desde mí. Se sintió tan bien. Era caliente y mojada y tenía un buen ritmo justo y un fluir en ello. Podía sentir mis nudillos tornándose blancos por la presión con la cual estaba agarrando las sábanas y podía sentir mis pies enroscarse una y otra vez.

Me iba a venir en cualquier momento. Lo podía sentir en la base de mi estómago y en mi lomo y si él se mantenía haciéndome golpear su garganta como lo estaba haciendo, ahí no había nada que pudiera hacer para detenerme a mí mismo. No había nada que pudiera hacer para advertirle, tampoco. Me mantuve gimiendo otras cosas y mordiendo mi labio al mismo tiempo para estar callado.

Justo cuando estaba por explotar como sea, mi polla latiendo locamente, Gerard removió su boca y comenzó a chupar en la piel alrededor de mi ombligo otra vez.

Él no estaba cambiando posiciones, herví en mi cabeza con enojo, sintiendo la sensación de montar disminuyendo levemente. Aún seguí excitado, sólo que no estaba tan cerca como lo había estado antes. Y finalmente abrí mis ojos y miré hacia abajo a Gerard quien estaba disfrutando consigo mismo sólo chupando mi piel, trabajando su camino hacia mis labios otra vez. 

“Qué-qué…” murmuré en confusión justo antes de que él presionara sus labios contra los míos de nuevo, su lengua conduciendo derecho hacia dentro. Aunque seguía en un casi climático estado inducido de confusión, lo besé de vuelta, deslizando mi lengua dentro de su boca. Él sabía diferente esta vez, más despellejado y rasposo, la acumulación de saliva en ambas de nuestras bocas disminuyendo hasta llegar a nada.

“Desvísteme” él exigió en un susurro, sólo pulsando nuestras bojas aparte suavemente. Trazó su lengua a lo largo del exterior de mi labio, esperando por una respuesta. Miré a sus ojos, que estaban cubiertos por su flequillo negro.

Estaba consciente de cómo me veía; lleno de lujuria y provocativo, pero él era totalmente diferente, sus ojos del mismo color que el olivo, pero un tono más claro. Era como esa pantalla desde antes de haber tenido contacto, pero ahora que los lentes estaban fuera tenía el efecto contrario, causándole ver el mundo por lo que realmente era. Él no estaba tan lleno de lujuria como yo lo estaba. Él quería las sensaciones tanto como yo, pero ahí había algo más detrás de su mirada. Se estaba uniendo conmigo; estábamos compartiendo los sentimientos y las sensaciones; estábamos haciendo que cada uno se sintiera bien. Nos estábamos convirtiendo en una persona y como Gerard dijo –todo de una vez.

“Bien” asentí lentamente. Gerard sonrió genuinamente, besando mis labios calientemente y agarrando el labio superior con sus dientes antes de que se alejara de mí.

Se paró en su cama, en sus rodillas y  extendió sus brazos a lo ancho. Tenía una media sonrisa en su cara cuando me paré y me puse de la misma manera en frente de él, mis brazos a mi lado. Lo miré de arriba a abajo, detectándolo antes de que finalmente lo alcanzara y comenzara a deshacer cada uno de sus pequeños botones. Mis dedos temblaron cuando atraparon los pequeños ítems de plástico, e hizo todo lo que estuviera en mi poder para ir lo más rápido que pudiera así Gerard no podría ver que tan nervioso y ansioso me encontraba. Yo había desabrochado quizás tres de ellos cuando su voz vino a mi oído. 

“Ve más lento” susurró sensualmente.

Cambié mi foco para mirarlo hacia arriba, su puntiaguda nariz salía desde un ángulo y sus párpados a mitad de camino bajo sus ojos. Él estaba dando respiradas normales profundas, diferentes a las calientes de la cama, disfrutando todo.

No podía entender por qué él quería que fuera más lento. Yo aún seguía endurecido y ansioso por hacer algo, por él para que me toque de nuevo de la forma en la que lo hizo. Calculé que él hubiera querido tener su ropa fuera rápido así podríamos movernos con todo. Gerard tuvo que haber notado mi confusión, y comenzó a hablar, aclarando. “Ve lento para apreciar todo. Para construir un memoria llena de sensaciones que tú puedas recordar claramente. Esperamos mucho tiempo para esto; vamos a tomarnos nuestro tiempo.”

Luego abrió sus ojos completamente, mirándome hacia abajo. Yo había estado mordiendo mi labio para mantener el estremecimiento pero como su voz y su calma actuaron lavando sobre mí, sentí mis músculos caer. Avancé hacia adelante, mi labio no tan tambaleante, y conocí los de él otra vez.

Nos besamos por lo que parecieron ser siglos, siguiendo su advertencia y yendo tan lento como podía. Dejé a mis manos trabajar su camino hacia la pequeña apertura que tenía en su camiseta y me agarré alrededor de la parte baja de su espalda mientras el hacía lo mismo conmigo. Pulsamos nuestras caderas juntas de nuevo, mi polla desnuda cepillando la textura vieja de sus pantalones. La repentina tela me recordó que aún estaba en proceso de desvestirlo, pero no tenía que apurarme más.

Deslicé mi lengua en la profundidad de su boca, mientras dejaba a mis manos explorar el tope de su torso un poco más. Mis dedos trazaron la piel alrededor de sus caderas, apretando la carne y sorprendiéndome con su consistencia. Su piel era suave en su mayor parte, con algunas zonas secas aquí y allá causadas por el invierno y la falta de luz solar. Mis palmas trabajaron su camino a través de su piel gruesa, sintiendo las áreas en donde él tenía más grasa que en otras. Por alguna razón, dada su edad, siempre espeté sentir arruga tras arruga en piel vieja cuando hiciera esto, pero eso no era lo que encontré. No vi o sentí ninguna arruga en su cuerpo en absoluto, más que las profundas líneas arraigadas en su cara. Y aquellas nunca las pensé como arrugas, esas eran líneas de edad. Lugares en los que yo podía ver la cantidad de veces que él se había reído y sonreído y fruncido el ceño. Gerard era una persona expresiva; podía verlo en su cara.

Continué desvistiéndolo después de nuestro lento beso, sus manos seguían en mi espalda en ese momento, acariciando y guiándome. Ellas sólo se movieron de mi cuerpo cuando la camisa estuvo finalmente deshecha en cualquier forma y se encogió de hombros y tiró de sus brazos hasta el piso lleno de tela. Cuando nos encontramos para un abrazo otra vez, mis manos corrieron bajo sus ahora desnudos brazos gruesos y se juntaron en su cintura. Estaba casi terminada mi tarea y mis dedos comenzaron a temblar nuevamente, en especial cuando manoseé el botón del pantalón de Gerard. Este era el momento de la verdad.

Nunca había visto el pene de otra persona tan cerca antes. Los había visto muchas veces en los cuartos de cambio y lugares así, pero nunca fue en una escena íntima y nunca tan cerca. Estaba a tan solo tres centímetros de Gerard e iba a estar incluso más cerca a uno desnudo en cuestión de minutos. Estaba casi asustado de que cuando finalmente quitara sus pantalones y los dejara libres yo me daría cuenta de lo que estaba haciendo. Iba a ver su polla y me iba a dar cuenta de que estaba a punto de tener sexo con un hombre. Sin embargo estaba bastante obvio sin ver su polla que Gerard estaba en el género masculino, me había arreglado para convencerme a mí mismo que eso no era lo por lo que yo me había enamorado. Me enamoré por Gerard la persona, el artista y maestro. Él era un buen hombre, no importaba que él tuviera una polla. Eso había sido lo que me había dicho a mí mismo en el inicio, tratando de despegar cualquier referencia sexual de ello. Pero cuando me sigo encontrando a mí mismo pensando sobre él constantemente y queriendo presionar mis labios contra los de él, la connotación sexual no podía ser negada. Quería ser uno con él; yo sólo aún no sabía si podría tomar la realidad de que quería ser uno con una persona que tenía el mismo órgano sexual que yo. Un feo órgano sexual como ese.

No estaba completamente seguro de cómo Gerard podía excitarse por el cuerpo masculino si él pensaba que era feo, pero claramente por la circunferencia que sentí al presionar mis manos contra su cremallera, él no estaba teniendo problemas conmigo. O con cualquiera de los otros hombres con los que ha estado. Gerard era gay, él me había admitido eso, pero seguía sin hacer tanto sentido en mi mente.

Nunca había tenido un problema con una persona homosexual antes. Nunca había pensado mucho en eso en realidad, en su mayoría porque nunca pensé que yo sería uno de ellos. Si yo era uno de ellos… no sabía exactamente qué era. Estuve de acuerdo de todo corazón con Gerard con que el cuerpo masculino era jodidamente feo; siempre pensé en ese pequeño hecho me había hecho no-gay. Pero aquí estaba Gerard, escupiendo en la boca sobre la belleza de la mujer y aun así queriendo estar con un hombre. Me dejó confundido, incluso si yo nunca había estado atraído hacia un hombre antes.

Aún había una cosa que sabía por seguro, cómo sea. Estaba jodidamente duro. Esparcí todo lo demás que fuera conflicto, era claro que ambos estábamos muy atraídos uno a otro, género no incluido. Yo sólo espero que se quede en esa forma.

Cuando finalmente logré desabrochar los pantalones de Gerard, mis problemas fueron refutados. Su polla cayó delante de inmediato, sus pantalones ajustados prohibiéndolo de usar ropa interior. Su tamaño me tomó por sorpresa, probablemente por la pura razón de que nunca había visto una polla que no sea la mía. Teníamos cerca del mismo largo, no podía evitar comparar, pero él era mucho más grueso de lo que yo era. Él sólo estaba medio duro en ese entonces, y me pregunté si cambiará mucho más en largo y ancho.

Nos paramos ahí, su polla fuera y expuesta, sus pantalones seguían apretados alrededor de su cintura por un tiempo, sólo mirando y observando mientras atrapaba mi respiración. Esto realmente iba a pasar. Estábamos ambos desnudos, y todo lo que faltaba estaba preparado.

Gerard movió sus manos hacia arriba y abajo por mis hombros lentamente para chasquearme de vuelta al mundo que estábamos creando por nosotros mismos. Me agarré alrededor de su cintura, tomando los pantalones en mis manos y gentilmente tirándolos hacia abajo. Escuché el gemido de Gerard levemente cuando mis manos se arrastraron sobre su trasero, y me empujaron cerca de él nuevamente, besando mis labios febrilmente. Me movió de vuelta a la cama, besándome y tomando el resto de sus pantalones fuera antes de acostarse en mí otra vez.

Mi respiración estaba noqueada fuera de mi al sentir su piel contra la mía, creando un calor que no pude entender. Estaba tan caliente entre nuestros cuerpos, pero no era un calor pegajoso. Era sólo aire cálido y piel cálida con respiración cálida uno contra otro, poniéndonos más y más cerca. Sentí su polla dura rozar contra la mía y empujé hacia arriba instintivamente. Él seguía besándome cuando tomó una de sus manos y encontró donde ambas de nuestras pollas se recostaban entre nosotros. Tanteó y tocó mi propio miembro por un rato antes que tratara de analizar su camino más allá a través de los pliegues de mi piel. Él acarició mis pelotas como lo había hecho antes pero gastó menos tiempo ahí, esta vez empujando la piel pasada. Pronto, sentí sus dedos presionar contra mi apertura. Envió una chispa de fuego a través de mí, pero no era en dolor. Era en puro y total impacto. Estábamos por tener sexo. Estaba pasando. Los mismos pensamientos estaban corriendo por mi mente, pero cuando tocó mi agujero justo ahí, hizo todo final. Él me estaba preparando para la acción ahora, tratando de tener sus dedos al interior de mí para hacerlo más fácil.

Yo sabía vagamente cómo funcionaba el sexo gay y realmente nunca me había sonado muy placentero. Era mi trasero; sólo piensa en lo que sale de ahí. Había escuchado historias de horror de personas perdiendo su virginidad, hablando del dolor que nunca quería sentir otra vez. Eso fue de sexo hetero vaginal, pero asumo que las mismas propiedades de dolor serían aplicadas. Probablemente incluso más ya que técnicamente se supone que una polla no debería ser empujada en ningún lugar cerca de ese agujero. Sentí mi respiración aumentar cuando él rondaba meramente mi apertura con sus dedos, actualmente no yendo dentro pero sintiéndolo por fuera.

“¿Tú quieres?” preguntó suavemente, rompiendo lejos mis labios de los suyos y mirándome a los ojos. Él notó mi respiración dificultosa y comenzó a arrullar en mi oreja levemente, mordisqueando mi lóbulo mientras esperaba por mi respuesta.

Él había sido tan genial sobre todo; yo sabía eso. Otra vez, recordé las historias de horror sobre noches violentas en donde la otra persona estaba borracha y no le importaba una mierda, arando dentro de las víctimas en la cama. Gerard era amable y gentil, no esperando por herirme en ningún sentido o hacer cualquier cosa que yo no quisiera hacer. Pero mi respiración seguía siendo laborada y pesada. Estaba tratando de comprender la noción de que nosotros íbamos a tener sexo; de que yo iba a perder mi virginidad. Y que dolería. Había querido que esto pasara pero ahora que estaba actualmente pasando, no se veía real.

“No tienes que hacerlo” dijo suavemente aún mordiendo mi oreja. Comenzó a quitar sus dedos lejos de mi entrada y empezó a acariciar mi polla de nueva.

“Estoy asustado…” confesé, chocando mis ojos cerrados cuando él me toco otra vez. Él paró sus movimientos de repente, meramente descansando su mano en mi eje mientras me miraba, cerrando sus ojos y respirando profundamente. Presionó su frente contra la mía, agregando una intimidad a sus palabras siguientes que nunca había escuchado o visto incluso antes.

“Yo también” respondió finalmente, su respiración cosquilleando mis labios despellejados.

“¿Qué?” pregunté de vuelta sorprendido. Me moví así que lo mire directo a sus ojos, viendo como sus pupilas de dilataban. Él simplemente negó su cabeza con una sonrisa apagada. Cuando yo seguí mirándolo confundido, suspiró de nuevo, moviendo su peso fuera de mi torso, acariciando un lado de mí. Mantuvo sus manos activas y alrededor mío, tocando un lado de mi cara y atrayéndola más cerca de él al empezar a hablar otra vez. 

“¿No piensas que he estado asustado de que esto sucediendo cada vez que tú venías aquí?” me preguntó serio, sus ojos anchos y abiertos.

Pestañeé unas pocas veces, tratando de comprender a qué estaba llegando. “Entonces, ¿por qué me seguiste teniendo de vuelta?”

En todo el tiempo que he gastado con Gerard, yo sólo estaba haciendo lo que él quería que hiciera. Si él quería que yo limpiara la jaula de su pájaro y recibiera lecciones de arte, yo lo haría. Yo siempre lo escucharía y haría todo porque yo quería hacerlo. Pero si él me hubiera dicho, un día, que sólo me fuera de su casa y nunca volviera otra vez, yo lo hubiese hecho también. Si Gerard había tenido la mano levantada en cada iniciativa hasta este punto, entonces, ¿por qué se había tirado a sí mismo dentro de un juego que él sabía que podría perder?

Él tragó con fuerza, su manzana de Adam moviéndose brusca cuando lo hizo. Miró mi centro muerto en mi ojo diciendo su línea siguiente, mostrando su sinceridad. “Algunas cosas son simplemente muy buenas para dejarlas pasar.”

Esta vez, oyendo sus palabras atados juntos con un cálido silencio de fondo, fui yo quien condujera y envolviera su boca en la mía. Sus palabras me golpearon fuerte, pero en todos los lugares correctos esta vez. Estas no fueron como el día anterior cuando él me había desgarrado en pedazos por mi presentación de guitarra. Esas palabras habían picado en heridas abiertas. Estas oraciones, frases, palabras e incluso letras curaron y remendaron esas heridas formadas, dejándome ser una nueva persona, un lienzo en blanco con él.

Sentí a mi estómago caer, pero sólo hasta un nivel certero. Estaba bien sentirse de la forma en la que yo me sentí ahí, porque sabía que no estaba solo. Gerard ya no era sólo alguna leve experiencia amorosa. Esta iba a ser su primera vez también. Su primera vez con alguien tan joven, su primera vez permitiéndose a sí mismo a hacer lo que él sabía que no debería. Su primera vez no estando asustado, y definitivamente esta no iba a ser la última.

Posicioné mi cuerpo más cerca de él, dejándolo saber que yo aún quería hacer el todo que había prometido. Pero incluso ahí, después de unos minutos besándonos, sus manos encontraron su camino a mi apertura y él pregunto otra vez.

"¿Quieres hacerlo?" 

Esta vez, la sentencia no sostuvo un factor de impacto en mi mente porque yo sabía que quería. Asentí con mi cabeza presionando en su hombro. Había aceptado, pero seguía sin tener ninguna idea de que hacer a continuación y recé porque él me ayudaría.

Él asintió con aprobación contra mi cuello también, su mano recorriendo toda mi espalda. Me empujó hacia él mientras se movía lejos, entonces yo estaba boca abajo y mi espalda estaba expuesta al aire. Me acosté ahí sintiéndolo moverse lejos de mí y pararse en sus rodillas. Sin saber que más hacer, realcé mi trasero suavemente en el aire, pensando que estaba haciendo algo bueno. Sentí sus manos correr por mi espalda, empezando en mis hombros y sabía que él estaba sonriendo, riéndose un poco de mi condenado intento de sexo anal.

"Será más fácil para ti si te paras esta vez" me informó, moviéndose hacia abajo y susurrando en mi oreja. Asentí rápidamente sintiendo mi cara sonrojarse.

Me puse de rodillas otra vez, como habíamos estado antes cuando él estaba desvistiéndome. Prefiriendo  arrodillarnos a que pararnos completamente. Estaba agradecido de que esta posición se viera satisfactoria para Gerard porque yo no estaba seguro si me podría levantar luego. Pude sentirme a mí mismo temblando, dentro y fuera, especialmente cuando sentí la polla de Gerard cada vez que él rozaba una de mis mejillas. Vio mi estado perdido y sostuvo mis dos brazos, poniéndolos en el cabezal de su cama.

Mis dedos agarraron la madera y sus manos pasaron a quedarse en mi espalda, tapeándome abajo así que yo estaba hacia afuera e incluso aún más expuesto. En esta posición él corrió sus dedos tan despacio por mi espina, yendo a alinearse con mi apertura. Me congelé cuando paró y luego deslizó suavemente un dedo mojado, probablemente lubricado con su propia saliva. Me encogí y retrocedí cuando por primera vez sentí su dígito esencial ir dentro de mí, dejando salir una respiración áspera cuando él se deslizó hacia el nudillo. Pausó por un momento, dejándome ajustar mientras yo sólo me retorcía. Cambié mi peso de rodilla a rodilla, dedos enrollando y desenrollándose contra el cabezal, pero ni una vez intenté alejarme de la sensación. Gerard movió su peso contra mi espalda otra vez, y pude sentir su corazón latiendo fuerte, incluso a través de las capas de carne separándonos.

"Se pondrá mejor" me aseguró, deslizando el mismo dedo fuero un poco, luego empujándolo dentro de vuela. Él curvó el dígito en mi interior también, extendiendo el agujero un poquito más antes de detenerse un segundo dentro. "Esta es la parte extraña"

Mordí mi labio y asentí, sin saber si podía hablar demasiado. No dolió por sí mismo, pero ciertamente era una invasión. Podía sentir la forma en que sus dedos se curvaban, las articulaciones y los largos distintos de los dígitos. No me gustó la sensación; ahí no había placer y era incómodo. Me dije a mí mismo que sólo era porque eran dedos dentro de mí y no su polla, y que eso se pondría mejor cuando literalmente no hayan huesos adentro de mi área sensible. Pero también me di cuenta de que su polla era más grande que los dos o tres dedos que él estaba deslizando dentro y fuera. Y pensar que aún no dolía mucho, quizás sólo había sido una cuestión de tiempo. Las historias de horror volvieron a mi mente otra vez y pude sentir a mi pecho contrayéndose con nervios de anticipación. El sentimiento sólo se volvió más fuerte después de que él deslizara sus dedos fuera y se moviera hacia la mesa a un lado de su cama, agarrando una botella de loción para manos.

"No he hecho esto en tanto tiempo" mencionó bajo su respiración con una sonrisa, untando algún líquido en su mano libre y enjabonando su ahora completamente dura polla. Su otra mano estaba plantada en mi costado para balancear mientras él tomó algo del exceso de la loción y lo colocó alrededor de mi apertura.

Mi entrada se sentía un poco más grande por el trabajo que sus dedos habían hecho, pero cuando se puso a sí mismo más cerca de mí otra vez, ambas manos ahora en mi cintura, y sentí su polla fuera de mi cuerpo, el agujero ya no se veía tan grande. Se sentía como la cosa más pequeña en el planeta, y él era la más grande. Recordé oír por ahí a una mujer describir el nacimiento y el embarazo como 'Yendo dentro como una banana y yendo fuera como un pepino' y el pensamiento se quedó atorado conmigo, despistando la perturbadora referencia de frutas. Pero, ¿qué si no era una banana entrando? Me pregunté a mí mismo en una competencia mental. ¿Qué pasa si era un jodido pepino? Certeramente se sentía de esa manera en ese entonces. El miedo que me había atrapado antes se volvió más persistente, justo cuando Gerard condujo su boca a mi oído.

"¿Estás listo?" respiró.

La pregunta era simple pero los pensamientos en mi cabeza ya no eran una respuesta de sí o no. Eran jodidas analogías de frutas, y la mayoría de ellas ni siquiera se veían inglesas.

"¿Esto va a doler?" Espeté lo primero, y en verdad más importante, lo más preocupante que se me vino a la cabeza. Pude sentir el calor de su polla en el exterior de mi entrada y se propagó a través de mi cuerpo, haciendo que mis músculos se tensaran y se retorcieran. Él no estaba para nada dentro de mí aún, y ya estaba convencido de que iba a doler como una perra.

"Todo en la vida duele, Frank" Gerard sentenció serio, tratando de no ser su lado filosófico, pero sacándolo fuera de esa manera.

Exhalé fuerte, sin querer lidiar con teorías en ese momento. Yo sólo necesitaba una respuesta y una reaseguración. Ya sabía a ese punto que estábamos por tener sexo. Yo quería eso y también él lo hacía. Estábamos tan jodidamente cerca para sólo parar. Él estaba justo fuera de mi apertura, solamente sosteniendo ahí y esperando hasta que tengamos una respuesta definitiva. No estábamos en la penetración todavía, pero Dios yo sabía que estaba por venir. Mis músculos se tensaron y mi corazón bombeó rápido.

Enviando mi irritación con su respuesta, él continuó. "Sí, va a doler" espetó honestamente. Moviendo sus manos arriba y abajo por mi espalda para facilitar mi tensión. Con una respuesta como esa, como sea, no hizo nada para calmar mis nervios. "Pero depende de la cantidad de dolor que necesites."

"¿Qué?" Pregunté a su adhesión.  Yo siempre había pensado que todo el dolor era malo y tú tenías que evitarlo.

"Necesitas el dolor suficiente para saber que es real" me informó, pausando por un segundo. Plantó su mejilla caliente contra lo alto de mi espalda, justo encima de mi hombro derecho, acariciándome. "Pero no tanto para que te haga querer parar." Tornó su cara abajo otra vez, para besar mi espalda, trazando su lengua a lo largo de mis omoplatos.

"¿Estás listo?" pregunto finalmente, después de quedarse en la misma semi-extraña posición por lo que se sintió como una eternidad.

"Sí" respondí con honestidad, voz clara y entera.

Yo sabía lo que el dolor era. Había sido herido durante toda mi vida; o era la escuela, amigos o familia. Yo sabía lo que era gustar del dolor. Cuando estaba con Gerard era el único tiempo en donde no sentí dolor. Pero Gerard está ofreciéndomelo ahí, diciendo que necesitaba tenerlo. Tú nunca puedes recordar la sensación de dolor, sólo los sentimientos alrededor de él, recuerdo haberlo oído en algún lugar. Gerard tenía que recordarme ese hecho, haciéndome finalmente capaz de aceptar mi destino. El dolor era una cosa horrible, pero cuando estaba con él, valía la pena por las memorias.

Asentí a su solicitud fuertemente, exhalando y agarrando el cabezal sólidamente. Él asintió también, luego comenzó a ponerse a sí mismo en posición. Lo sentí colocar un beso final en mi espalda antes de atrapar mi cintura, lentamente poniendo la punta de su polla dentro de mi entrada lubricada. Jadeé en el mismo instante, sintiendo la cabeza dentro de mí en cosa de momentos, enviando un dolor inicial de expansión a través de mi cuerpo.

"Shhhh," Gerard arrulló, manteniendo una de sus manos en un agarre firme contra mi cintura mientras la otra se extendía desde mis hombros hasta la línea de mi pelo. Él masajeó mi piel  y se deslizó a través de mi pegajosa melena,  mientras yo presionaba mi barbilla contra mi pecho, luchando por respirar de cualquier manera. Él había parado de moverse dentro de mí, pero podía sentir la sangre bombeando en su órgano que mi interior tenía agarrado. Sus palmas se movieron en mi piel, extendiéndose en mi cuello donde presionó mi cabeza arriba y la tornó, trayendo su cara cerca de la mía y presionando un pequeño beso en mis labios. Me retorcí en su suave abrazo cuando pulsamos nuestros cuerpos juntos, sintiéndolo entrar más y más, lento pero constante.

"Casi ahí," susurró dentro de mi boca mientras se alejaba del pequeño beso.

Me quejé en respuesta, poniendo mi cabeza devuelta a mi pecho y agarrando el cabezal con fuerza. Mis nudillos alcanzaron un pálido tono de marfil justo cuando él lleno todo su camino hacia la empuñadura, manteniendo su palabra. Dejé salir la áspera respiración que no sabía que la había estado reteniendo. Él estaba dentro de mí ahora.

Y Dios, dolía. El dolor había comenzado sólo con una incomodidad cuando su polla expandió mi piel más allá de lo que sus dedos hicieron, pero se tornó un dolor serio cuando él se desplazó más profundo en mi interior. Había dolido tan jodidamente mal, despisté sus palabras reconfortantes, su recorrido por mi espalda, el ritmo lento y la gran cantidad de lubricante que él había usado. Seguía doliéndome, su circunferencia sólo descansando en mi interior, esperando por el siguiente momento. Pero como Gerard había dicho, el dolor era justo el suficiente así que sabía que era real. Gerard era real; él estaba dentro de mí ahí, aparte de mí. Y no era el dolor suficiente para detenerlo, no por un largo rato. Nunca quise que se detuviera.

Parecimos quedarnos en esa posición por siempre, esperando a mi cuerpo para que finalmente se ajustara a la nueva parte de sí mismo. Eventualmente, mis nudillos perdieron su agarre, el color de la piel retornándose a mis manos y el dolor marchito convirtiéndose en una sorda aflicción; algo que yo podía controlar. Incluso si yo seguía en dolor, no hubiese querido que parara. Yo había querido estar con Gerard, en muchas maneras y estaba finalmente cumpliendo eso. Me sentí jodidamente fantástico.

"¿Estás listo?" Él preguntó de nuevo, cuando mi respiración se convirtió más normal y rítmica.

La cara de Gerard aún se estaba moviendo alrededor del tope de mi espalda, poniendo besos pequeños en mis omoplatos mientras sus manos se desplazaron para reasegurarme de todo lo que estaba haciendo. Me sentí tan jodidamente seguro con él ahí, contrastando completamente la cantidad de dolor en la que yo estaba. Gerard nunca me haría daño; yo sabía eso. El dolor que yo estaba experimentando era algo que él no podía controlar, y algo que se iba lejos poco a poco.

"Sip" exhalé otra vez, no siendo capaz de decir mucho más.

Pude sentir a mis músculos ajustarse otra vez, junto con el agarre en el cabezal, anticipando la acción siguiente. Sentí a Gerard tomar una respiración profunda en mi espalda, plantando un beso final y dándole un apretón a mi cuerpo antes de que empezara sus propios movimientos.

Él empujó unos pocos centímetros, dejando al aire frio entrar entre nuestros dos cuerpos y luego deslizarse de vuelta dentro de mí, sellando nuestro calor una vez más. Él empezó otra vez, y comenzó a repetir las secuencias de eventos una y otra vez. Sus primeros movimientos fueron lentos y quietos, pero no incrementó mucha más la velocidad hasta que me comenzara a acostumbrar, mi respiración volviendo a ser un tipo de estado normal. Al principio yo sólo pensaba que él iba lento por mí, por el dolor en el que yo estaba, pero cuando le dije que podía ir más rápido, se encogió de hombros otra vez, su cara presionada contra mi espalda y cuello.

"Ve lento para apreciarlo todo, para apreciar sensaciones," me contó entre respiraciones partidas. Nuestros cuerpos comenzaron a sudar levemente y nuestras pieles pegajosas se aferraban juntas cada vez que nuestra carne se encontraba. "Quiero apreciarte a ti."

Sus palabras de antes cuando lo estaba desvistiendo volvieron a mi cabeza, haciéndome sonreír despistando un poco de incomodidad. El dolor estaba mejorando, sus movimientos dentro y fuera de mía se volvieron más fáciles, en parte ayudados por su ritmo leve y sólo doliendo una vez en un rato. Gerard quería recordad todo acerca de esta noche, me dije a mí mismo. Él quería ir lento para tocarme, saborearme y cogerme por tanto como él pudiera. Y yo me sentí de la exacta misma manera. Yo necesitaba recordar eso, pero casi no ha sucedido. Nuestra pelea vino a mi mente también, y nunca había estado tan agradecido de haber peleado por lo que creía. Yo creía en esto, y jode, estaba funcionando bien. Era real.

Dejé salir una respiración entrecortada como respuesta, dejando a mi agarre despegarse del cabezal mientras movía mi cabeza de vuelta a él, en donde puso un pequeño beso casto en mi boca. Empezamos a aumentar nuestra velocidad levemente, pero no fue por mucho. No nos estábamos moviendo muy rápido para encontrar estándares de sin-aliento, pero ambos estábamos tan nerviosos y excitados que eso afectó nuestro patrón de respiración. Empezamos a jadear un montón, cualquier cosa lenta saliendo áspera. Sintiendo valentía cuando el dolor disminuyó más y más con cada uno de sus movimientos, empecé a conocer sus empujes, pulsando de vuelta en él mientras él pulsaba dentro de mí, dejando salir un lento gemido cada vez. Yo había tratado de suprimir cualquier sonido que he querido hacer primero mordiendo mi labio, pero Gerard me alentó a ser vocal. 

“Quiero oírte,” dijo, trazando su lengua a lo largo del exterior de mi oreja. “Necesito oírte porque no te puedo ver aún.”

Y prestando atención a su pedido, dejé al primer gemido de muchos rodar fuera de mi lengua. Nunca he estado acostumbrado a hacer ruido cuando me doy placer a mí mismo, en mayor parte porque estaba en una casa con otras personas y realmente no podía hacer ruido sin recibir atención que no quería. Ahora sin embargo, estábamos en el pequeño mundo de Gerard, su abismo negro de nada y podía ser lo más ruidoso que quisiera ser. Mis vocalizaciones no fueron muy ruidosas en un principio, pero cuando él encontró ese punto dentro de mí, sólo tocándolo por un dividido segundo, dejé salir un gañido extraviado en mi garganta.

“¿Ahí?” preguntó, susurrando en mi oído y vacilando sus movimientos por un segundo.

No tenía idea sobre qué estaba hablando, pero asentí con mi cabeza perdido, "sí" cayéndose de mi boca. Él asintió contra mi piel, pulsado mi cuerpo más cerca de él para atrapar sus manos alrededor de mi pecho, uniéndolas en el centro. Él empezó sus movimientos otra vez, yendo a su misma velocidad pero golpeando ese punto que no sabía que estaba dentro de mí. Ahí habían algunas picaduras de dolor desde mi apertura que no está acostumbrada a ser ataca por ese ángulo, pero en donde había dolor oculto, placer oculto también. Él tuvo ese punto unas veces más, justo en contacto. Cada golpe se sentía tan bien como un jodido orgasmo, sólo que más rápido y sin hacer venirme. Sólo me hacía querer más y más.

Empecé a volverme consciente de las otras sensaciones alrededor de mi cuerpo cuando el golpeaba ese punto, y la sensación de cosquilleo que corría a través de la punta de mis dedos. Podía sentirlo deslizarse dentro y fuera de mí, y mierda, era un sentimiento fenomenal. Éramos una persona allí, moviéndonos al unísono, respirando y gimiendo al mismo tiempo. En un punto, juré que ambos nos íbamos a venir al mismo tiempo, pero eso hubiera sido demasiado perfecto y casi imposible.

Una vez que las manos de Gerard que habían estado cerradas en frente de mi pecho, sintiendo mi corazón latir y mi respiración arrancada, cautelosamente empezaron a cubrir mi estómago tirante y mis caderas curvadas hasta alcanzar mi polla. En el principio de nuestra acción, había estado sólo medio-duro por la falta de contacto inicial y desvaneciéndose rápidamente por el dolor. Como sea, cuando Gerard encontró ese punto en mí y el dolor se convirtió de menos a menos, yo estaba duro y goteando otra vez. Sus manos me aferraron como él lo había hecho una hora antes en la cama, su pulgar encontrando mi abertura mientras él me agarraba sólidamente en su mano, las otra en mi cintura, ayudando a afirmarse a sí mismo en sus propios movimientos. Él apretó mi polla firmemente al principio, causándome emitir un bullicioso gemido otra vez. Él sonrió en mi espalda, sintiendo su diente contra mi piel caliente cuando comenzó a bombear con fuerza con su puño, yendo levemente más rápido que sus empujes en mi interior.

Íbamos gruñendo juntos para ese punto y cuando él golpeó ese punto una última vez, exploté en sus manos, mis caderas temblando hacia delante e incomprensibles gemidos cayendo desde mi boca abierta. Mi cabeza cayó hacia atrás sobre su pecho y él trajo sus labios y su boca abierta a la mía, dejándonos compartir en un abrazo descuidado mientras yo seguía sobreviviendo a mi orgasmo dentro de su puño. Aún seguía siendo empujado desde atrás y tambaleándome mientras nuestras lenguas se mezclaron juntas, mi mandíbula tan floja que apenas podía corresponder al beso. Finalmente lo sentí cambiar su ritmo y forzar dentro de mí, mientras él comenzaba a explotar también, gimiendo dentro de mi boca mojada y abierta. Dejé a mi cabeza caer de vuelta hacia mi pecho en cansancio después del beso mojado, sintiendo completamente mi interior agotado desde mi orgasmo, los restos de él revistiendo las sábanas y mis muslos.   

Aún podía sentir los distintos movimientos de su polla cuando él se vino: la sangre inicial surgió y golpeó señalizando que estaba a punto de pasar. Sentí los constantes tirones que había sentido momentos más temprano en mi propia polla tomar lugar dentro de mí, en donde estaba repentinamente lleno de un sentimiento que resonaba en todo mi cuerpo. Era caliente y pegajoso, y cuando Gerard comenzó a deslizarse fuera de mí, podía sentirlo saliendo también, cayendo bajo la parte trasera de mis piernas. Gerard aún seguí haciéndome sentir lleno sin embargo, pero con algo que era lejos mejor.

Él rodó de su orgasmo en unos pocos empujes más antes de pulsar hacia afuera, y cuando lo hizo, se tornó alrededor de mí para mirarlo apropiadamente otra vez. Chocamos nuestros labios juntos una vez más, como lo habíamos hecho cuando empezamos la acción en el centro del cuarto. Ambos estábamos sudados y pegajosos por nuestra noche llena de pasión, y yo estaba un poco débil pero no parecía importar. Sus suaves labios fueron sobre los míos, abriendo su boca y dejando a mi lengua deslizarse a través para saborearlo. Estábamos actuando justo como lo hicimos cuando el acto comenzó, y yo sabía que eso era una buena señal. Eso significaba que iba pasar otra vez, que esta no fue una aventura o una cosa de una noche. Esto era algo mucho más que eso, y estaba lejos de terminar aún. Y lo íbamos a disfrutar por lo que sea que durara. 

Me besó y me besó como si no hubiese nada malo en ello y como si aún estuviera caliente y no se hubiera venido aún. No era un beso de sexo-loco lujurioso, sin embargo. Él estaba besándome por besarme; para asegurarse de que yo aún estaba ahí y que él estaba también. Que estábamos a salvo. Que nuestras acciones eran mucho más que sólo sexo. Lo supe porque lo besé de vuelta, tocando su cara y sus brazos y su cuello por la misma razón. Agarramos nuestros brazos alrededor de cada uno dejando a nuestros labios descolocarse lejos, presionando nuestras frentes juntas y sólo respirando mientras nos abrazábamos. Nuestra carne atada junta en un pegajoso desastre, pero nos seguíamos abrazando. Estábamos vivos y estábamos juntos.

Mientras nos mirábamos en los ojos de cada uno en la oscura habitación, yo supe que esto podría ser el fin del mundo para nosotros. Habíamos hecho lo que se suponía que nunca debimos hacer. Habíamos tenido sexo y en evidencia del evento estaba todo alrededor de nosotros. No había escapatoria de ello. Aunque no queríamos escondernos. Sabíamos que al besarnos y abrazarnos y tocarnos uno a otro no había ningún arrepentimiento. Arrepentimiento era una emoción inservible, especialmente sobre esto. Habíamos querido que esto pasara; lo necesitábamos. Y ya no importaba lo que la gente pensará acerca de eso, porque no se lo diríamos a nadie. Sería nuestro pequeño plan secreto, nuestra propia pintura; nuestra propia canción. Si el mundo exterior lo vio e hizo su propia interpretación, todo lo que hubieran visto eran géneros y números. Ellos no hubieran visto lo que nosotros vimos. Ellos no hubieran conocido nuestro propio mensaje detrás de nuestro trabajo.

Sólo por veo y no intercambiando una simple oración, Gerard y yo vimos esas conclusiones en cada uno. Por la forma en que nuestros ojos y cuerpos se movieron, supimos que el otro estaba pensando y el acto en sí mismo era porque todo era correcto, incluso cuando las personas lo hubieran visto todo mal. Y por el hecho, nosotros hubiéramos mantenido nuestra pintura escondida en este pequeño departamento, en este abismo negro de habitación. Lo hubiéramos mantenido aquí en donde podíamos tener al mundo en nuestras manos, en donde situaciones peligrosas y desesperadas no nos afectarían, y en donde pudimos tomar lo que necesitábamos uno de otro.

Y en este mundo en donde creándonos en los brazos de cada uno, nosotros necesitábamos todo.

10 comentarios:

  1. Ayyy por favor sube cap cuando puedas que me he quedado safgsaghlasga *-*

    ResponderEliminar
  2. Estouvo Jodidamente Hermoso *-* Siguelo porfavor (:

    ResponderEliminar
  3. Me Encanto , Siiguelo Luego akdghasha

    ResponderEliminar
  4. Cuando el otro Cap.? Me encanto

    ResponderEliminar
  5. Oh por dióh, "Hazme todo". Me pasa algo extraño con esta historia, algo que nunca me había pasado: que me ha hecho darme cuenta de muchas cosas, que me ha hecho crecer. El tema del arte, los prejuicios, la diferencia de edad, el renacer en el arte. Y ahora este capítulo, que me tuvo cada línea al borde de todo. Al fin, al fin, después de todo. NECESITO el próximo capítulo con urgencia.
    Me gusta eso de "Hazme todo", eso de "Y esta vez, nos besamos como si no hubiese nada malo en ello. En nuestra propia imagen, capturada con nuestras mentes fundiéndose en una, no había nada erróneo en esto".
    Me encanta, esta cosa es simplemente fantástica! <3

    ResponderEliminar
  6. Hola. Esta es la mejor historia que he leido en mi vida. Hay muy pocos sitios donde la traducen y por alguna extraña razón todos se quedan en el capítulo 15...
    Continua pronto.
    Por favor.

    Xoxo.

    ResponderEliminar
  7. Que paso? y el capitulo 15??? no lo suben todavia? Lo necesito!!!! D:

    ResponderEliminar
  8. Subeeeeeeee los demás, muero lentamente cada día que pasa y no sibis >.<

    ResponderEliminar
  9. Oye ya no lo vas a Seguir?
    Siguelo amo lo que lleva ! :c

    ResponderEliminar
  10. ME FUI A LA MIERDA JKDBFJBS OH POR DIOS ES DEMASIADO HERMOSO QUE NO PUEDO

    ResponderEliminar