viernes, 10 de agosto de 2012

Vampires will never hurt you; Capítulo: #1

Capítulo: #1

¿Cuánto tiempo llevo aquí?

Frank levantó pesadamente su mano, observando con dificultad la hora en su reloj.

Las lámparas de la acera estaban averiadas, solo contaba con la tenue luz de la luna para iluminar su campo de visión, esa noche se había vestido de forma especial, jeans negros ceñidos, camisa blanca de manga larga y corbata roja, igual que en aquellos días, tal como a quién esperaba le gustaba verlo.

11:30 p.m.

Sintió un fuerte escalofrío, haciéndolo temblar copiosamente, se alegró era una señal que el encuentro estaba próximo a ocurrir.

11:32 p.m.

Escuchó el grito ahogado de una mujer, a pocos pasos de él, no se inmuto, no sintió curiosidad por ver de dónde provenía, o si podría ayudar de todos modos sabía que nada podía hacer ya.

11:34 p.m.

Sintió sobre su nuca la suavidad de una caricia, aspiró con fuerza el aroma salino que llegaba a él

- Te tardaste –
- Primero tenía que cenar –
- De todas formas, te escuché atrapar tu cena, llegaste tarde –

Una mano lo tomó con fuerza de la cintura, haciéndolo girar sobre su propio eje, obligándolo a encararlo, las pupilas de Frank se dilataron por completo al ver el rostro de su cita, ese pálido rostro de hermosura etérea, remarcado por el largo y desordenado cabello

- Agradece que pude venir, no me culpes por la tardanza –
- ¿Agradecerte, acaso no querías verme? –
- Querer, poder… deber, hay diferencias muy grandes –
Frank inclinó el rostro sobre el pecho de su interlocutor
- Un año, han pasado 357 días desde la última vez –
- Eso no suma un año, ¿ahora cuentas el tiempo?
- Cuando me duele la ausencia, sí –

Desde la acera de enfrente se podía apreciar la sombra del par de cuerpos unidos, el brillo de sus ojos, la luz grisácea de la luna iluminaba tímidamente sus labios húmedos, aferrándose entre ellos, apretando con más intensidad el beso que habían esperado tanto tiempo por repetir

- Sabes a sangre –
Frank se alejó, empujándolo lejos de su cuerpo
- Lo siento, sé que no te gusta –
- Vamos a mi casa – Suplicó
- No hay tiempo, mejor internémonos en aquel callejón –
Frank se quedó de pie, sin mirarlo, mientras la rabia en él crecía de forma acelerada
- ¡NO! – Elevó el tono de su vos – No en un callejón, no en un motel de mala muerte, no en una esquina cualquiera. ¡Yo no soy un cualquiera al que puedes tener dónde y cómo se te plazca! –
- ¡Es la única forma Frank, sabes que no puedo exponerme, y no hay tiempo de ir a tu casa! –
- Ha pasado un año Ge… - Silenció su vos como si al pronunciar el nombre de su interlocutor el mundo fuese a colapsar – Un año ha pasado, ya a nadie le importa, ya la gente te olvidó, nos olvidó a todos… la banda es solo un mal recuerdo en el subconsciente colectivo –
- Aun me buscan… aun quieren cazarme, asesinarme, Frank a mi no perdonan lo que pasó ese día, lo sabes bien, ahora, si no deseas estar conmigo, no hay nada que yo pueda hacer, ya me arriesgué demasiado en venir a New Jersey – Esquivó la mirada de Frank, ahogando dentro de sí el sentimiento de angustia que lo invadía – Solo por verte, tan solo porque no soporto un día más sin ser el dueño absoluto de tu cuerpo –

Las manos de Frank atraparon el rostro de quien se desmoronaba frente a él, acercándolo hasta sus labios, susurrando muy quedamente

- Te amo, y te extraño demasiado Gerard –
- Shhh… no digas mi nombre –
- Nadie nos puede escuchar –
- Vamos, Frank, por favor vamos al callejón, necesito tenerte, aunque sea por última vez –
Frank sonrió en medio de su dolor
- Siempre tan fatalista… -
- No exagero, no sabes por todo lo que he pasado… estoy enfermo, estoy al borde de la muerte –
- Los vampiros son inmortales –
- Te equivocas –

Caminaron a tropezones, entre abrazos, besos y caricias hasta llegar al extremo más apartado del callejón, sin importarles la suciedad del lugar, o la llovizna helada que comenzaba a caer sobre ellos, lo único que tenían en su mente era aprovechar ese instante, que podría ser el último.

Las manos tatuadas de Frank no perdían lugar en la suave piel de Gerard, su mirada se adhería al cuerpo que desnudaba con tantas ansias, ha cambiado, está muy delgado en comparación a como Gerard solía ser, su piel es más pálida que antes, incluso su rostro se nota cansado, de huir, de esconderse, de luchar por su supervivencia, Frank lo besa repetidamente, intentando llenar de calor el frío corazón del ser que más ama sobre la tierra.
Gerard, por su parte, no pierde el tiempo, él sabe que el reloj corre en contra suya, y desea por sobre todas las cosas poseer de nuevo el cuerpo del hombre de quién tan solo su recuerdo logra mantenerlo con vida, le da las fuerzas para encontrar una salida a su infierno, tan solo para poder volver a pasar cada día de su vida junto a él.
Se detienen por unos segundos, tan solo para verse frente a frente, para observar sus cuerpos desnudos, cubiertos de lluvia, iluminados por la luz de la luna, afirmándose implícitamente que el amor sigue intacto, que el deseo no ha mermado, que aun y para siempre podrán contar el uno con el otro.

- Hazlo ya Gerard, tómame en este instante –

Con suavidad Gerard hace girar a Frank contra una pared del callejón, la frente de Frank se apoya en el muro de ladrillo, sonriendo plenamente al sentir el cuerpo de Gerard acomodarse entre el suyo, abrirse paso con las manos entre sus piernas, penetrarlo con lentitud, los gemidos de Frank son silenciosos, aunque lo que más desea es gritar el nombre de Gerard, gritar que lo ama, que no quiere más vivir sin él, pero se calla, tan solo opta por tratar de controlar su respiración mientras el ritmo de la penetración aumenta, su piel se estremece cada vez que la pelvis de Gerard choca contra su cadera, siente de nuevo el deseo de gritar, las manos suaves de Gerard juegan con su miembro, acariciándolo con ímpetu, al mismo tiempo que aferra entre sus labios la piel de la espalda de Frank, un par de lágrimas son derramadas en el acto, lágrimas de amarga felicidad, de tener la conciencia que lo que se vive tal vez no se pueda repetir de nuevo.

El par de gritos ahogados de placer y éxtasis son emitidos al unísono, la separación de los cuerpos es lenta, ninguno quiere alejarse del otro, el calor de Frank reconforta el frío cuerpo de Gerard, y el aroma de este logra que Frank se sienta en el paraíso, sin ganas y con una lentitud contraria al primer impulso comienzan a vestirse, a cubrir los cuerpos que contienen aun los restos del placer sentido.

- ¿Qué es lo que tienes? –

Más que angustiado, Frank sentía terror absoluto, se deslizó por la pared, quedando sentado al lado de Gerard

- No hablemos de eso ahora, mejor, ¿cuéntame cómo están todos? –

Estiró sus brazos, invitando a Frank a sentarse entre sus piernas, abrazados muy juntos, como lo hacían en los días en que conocieron la felicidad del amor pleno

- Veras, Bob y Ray están produciendo música, al menos a las bandas que se atreven a trabajar con ellos, que no son muchas… sabes que después de… -

Gerard murmuró un “ajá” implicando que no era necesario ahondar en las cuestiones del pasado

- Y Mikey, bueno, con él hablaste ayer, para concertar esta cita, así que ya sabes que se la pasa con Alicia y su nueva banda –

Frank abandonó el cálido abrazo de Gerard, sentándose frente
a él, observando con cuidado sus ojos

- Gerard, dime ¿De qué estás enfermo? -
- Estoy infectado, es un virus que solo nos da a nosotros… -
- ¿No hay forma de curarte? –

Las pestañas de Gerard se unieron, cerrándose con fuerza, impidiéndole a las lagrimas abandonar sus ojos, se limitó a levantarse del asfalto, extender su mano hacía Frank y ayudarlo a incorporarse, se acercó despacio, abriendo apenas los ojos para verlo bien, por última vez

- Si la hay… pero es difícil –
- ¡Gerard, si existe una forma de curarte, debes intentarlo, yo te puedo ayudar! –

Sonrió, lleno de amargura, pero aun así le sonrió a Frank, inclinándose, besó tiernamente la frente de quién lo veía con los ojos llenos de ilusión

- Ni tú, ni nadie puede ayudarme… Te amo, ¿lo sabes? –
- Si, lo sé, y sabes también que te amo… -

Un solo parpadeo, un solo segundo bastó para que Gerard abandonara el lugar, Frank giró sobre sí, buscándolo alrededor, caminó por el callejón, atravesó la calle, dirigió infructuosamente su mirada al cielo, pero no lo pudo hallar, Gerard había desaparecido.

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