martes, 17 de junio de 2014

It ends tonight; Capítulo: #11

Capítulo: #11

A Weight Is Lifted On This Evening

En la fría oscuridad de la noche sus manos se deslizaron  apenas rozando su pecho, no quería despertarlo. Él dormía tan plácidamente como no lo había hecho en días. Observó su perfil y sus recuerdos llegaron irremediablemente enfrentándolo más que nunca al terrible temor de perderlo:

*****

Frank y yo nos encontrábamos aún abrazados en medio del pasillo, por alguna razón no podía soltarlo, no quería que volviera al estudio con él, no quería que él volviera a tocarlo o a besarlo. Frank ya era mío, sería sólo mío desde ese momento, acababa de decirme que lo dejaría por mí. Así que le pedí que nos fuéramos de ahí y me miró con el brillo en los ojos, pero con una sonrisa indecisa: “Pero Gee, aún no termina el ensayo”

“¡Qué se joda el ensayo! Quiero hacerte el amor ahora” Y volví a apoderarme de sus tentadores labios. Él no se resistía en lo más mínimo y eso me llenaba de un éxtasis indescriptible, sabía que me deseaba tanto como yo y que me prefería en su lugar. Nos separamos y ahora fue él quien me jaló del brazo sacándome de ese lugar.

Terminamos en mi apartamento, estábamos exhaustos y sudorosos tirados en la alfombra luego de haber tenido el mejor sexo de toda mi vida, Frank era el mejor.

*****

Frankie se movió entre mis brazos, pero seguía durmiendo profundamente. Sin poder dejar de mirarlo me arrepentí por haber creído, aún en ese punto de la situación, que sólo estaba con él por puro placer. En ese tiempo yo tenía un gran orgullo, no aceptaba depender o necesitar de alguien, aunque lo quería sólo para mí, aunque le había pedido que botara a  mi hermano, seguía sin aceptar que era por que lo amaba. Nunca se lo había dicho ni él tampoco. Cuando lo acepté tuve tanto miedo, porque el sentimiento era sobrecogedor, fuerte, no lo controlaba, era vulnerable a alguien por primera vez en la vida. Creo que si él no lo hubiera pedido, yo jamás lo habría dicho:

*****

“Dijiste que me quieres, ¿es cierto?, ¿o sólo quieres ganar?”

Seguíamos ahí tendidos, en ese momento él se recargó en su brazo y me miró esperando una respuesta.

“¿Ganar?”

“No soportas que tu hermano tenga lo mejor” Y rió acariciando seductoramente con la mano su torso desnudo.

Reí también, más de nervios que de ganas.

“Tienes razón. Tú eres lo mejor. Pero esto no tiene nada que ver con Mikey.”

“Nunca fuiste celoso, ¿qué mas puedo pensar?” Frank quería escucharlo.

“Ya lo he dicho.”

“No precisamente.” Y me miró retadoramente, pero eso careció de importancia, tanta satisfacción le estaba ganando la batalla a mi orgullo.

“¿Por qué quieres que lo deje?”

En eso me volqué sobre su cuerpo y lo mire directo a los ojos, el mundo dejaba de existir cuando me reflejaba en ese avellana tan cálido. Yo ya no era el mismo, no me reconocía, y al fin con todas mis fuerzas quise ceder: “Por que… Te amo Frank”

Vi la sorpresa dibujada en su rostro mudo y me quede expectante de su reacción, temblando a pesar de que el éxtasis ya había pasado. Él me rodeó con los brazos la cintura apretando el amarre tan fuerte, sin dejar de mirarme, luego sonrió y me llené de temor. Sabía que lo amaba tanto que ya no podría estar sin él. Mi rostro debió desfigurarse y mi mirada helarse ante esa realización, porque el pasaba ansioso sus manos por mi espalda como queriendo calmar mi desesperación, y se pegó a  mis labios tan apasionado.

“Yo  te amo también Gee.” En ese momento parecía que mi interior se incendiaría, tenía un calor sofocante, me zafé de sus brazos sentándome en el sofá. Era desconcertante ese sentimiento, amarlo así me hacía sentir desprotegido, pero al mismo tiempo tenerlo conmigo me llenaba de paz.

Frank se acercó: ¿Qué pasa?”

Al fin volví el rostro hacia él: “Nada”

Y me apretó contra su cuerpo, envolviéndome en él una vez más, sus besos, sus caricias, y yo le respondía  loco de placer guardándome el miedo muy dentro de mí.

*****

Gerard besó tierno el rebelde cabello de Frank y se apretó más a su cuerpo. Desde el principio había sido así, tenía grabado ese sabor agridulce de su amor, ese temor mezclado con felicidad, la duda y la certeza. Sólo que hoy, la duda, lo amargo era más fuerte. ¿Qué iba a hacer? Frank seguía con él y él era muy débil para seguir cuestionándolo. Dejaría todo como estaba.

*****

El tiempo siguió su curso y pasaron los días juntos viviendo porque seguían respirando, porque la sangre seguía corriendo por sus venas. Borrar el pasado es imposible, entre ellos había un espacio que los mantenía al margen, una pared invisible que cada día los separaba sin que pudieran evitarlo. Fantasmas de dudas que nunca se despejaron, de culpas que nunca los dejaron.

Gerard era demasiado  perceptivo como par no darse cuenta, pero también amaba demasiado a Frank como para cuestionar o quejarse. Frank tal vez besaba sus labios y acariciaba su blanca piel, pero no podía sentirlo, ni su emoción permanecía a su lado. Que sencilla era la vida, qué increíble era dejarse llevar. Resistirse dolía mucho.

Era como la calma que sigue a una tormenta, como mirar la lluvia desde dentro de casa anhelando poder sentir las gotas sobre la piel, poder escuchar como el suelo detiene su caída, y sin embargo encontrarse totalmente vencido por el hastío y el dolor como para salir  y disfrutar de la hermosa agua. Para Frank así era vivir con Gerard amando también a Mikey, y para el vocalista era todo lo contrario.

Por esos días los ensayos se intensificaron, más horas todos los días, porque el comienzo de la próxima gira estaba a la vuelta de la esquina y ahora la concentración en la música así como el deseo de hacer la mejor interpretación ponían a todos en la mejor disposición y el ambiente era soportable y hasta agradable.

Las relaciones entre todos habían mejorado desde que la situación pareció estabilizarse entre los Way y Frank. Pero cada quien sabía lo que realmente había en el fondo de sus corazones. Nadie notaba las fugaces miradas que Frank le dirigía a Mikey, nadie notaba el nerviosismo de Mikey cuando Iero se encontraba cerca, nadie notaba la tristeza en los ojos verdes de Gerard.

“Hasta mañana chavos.” Dijo Gerard luego de un arduo ensayo y salió desesperado por un café: “Te veo en el auto Iero.”

“Ok.” Contestó este y se acercó al bote de basura a tirar su lata de refresco: “Hasta mañana.” Y salió.

Mikey salió tras él, pero sólo lo vio irse. Frank había desaparecido en segundos. El ojimiel había estado cargando consigo una bolsa con la sudadera que él había olvidado aquella vez, pero no había tenido el valor para entregársela, y  ahora que los ensayos estaban a punto de terminar quería deshacerse lo antes posible de esa prenda, porque después no habría tiempo para nada más que los conciertos alrededor de todo el país. Era hora de dejar de martirizarse, así que se sintió molesto consigo mismo por no habérsela dado ese día tampoco.

*****

“Muero de hambre.” Era lo único que Gerard había dicho durante todo el camino, pero Frank se había opuesto determinadamente a que se detuvieran para comprar algo de comer, y el vocalista tuvo que aguantarse y esperar hasta llegar al apartamento, porque lo último que quería era que su adorado novio se molestara. De por sí las discusiones eran comunes.

“Muero de hambre, y no hay nada que comer. ¡Con un carajo!” Masculló Way saliendo de la cocina, se fue a donde estaba Frank, pero él ya se había tumbado en el sofá y parecía dormir. Entonces Gerard se dirigió a la puerta: “Ahora regreso.”

*****

Minutos después Mikey seguía con la bolsa en sus manos y la miraba atentamente pensando en lo que contenía y en todo lo que sentía por el dueño de esa sudadera: lo amaba, lo amaba, lo amaba y no podía cambiar eso por mucho que quisiera o por mucho que lo hubiera intentado. De lo único  que tenía la certeza era que no podía seguir así, sentía ahogarse cada vez que estaba frente a él y no podía acercarse, tocarlo, besarlo. Estaba atado a su amor, lo tenía fundido en el alma, ¿cómo resignarse a su pérdida?, ¿cómo? Así que de una vez tocó a la puerta, en segundos se escucharon los pasos.

“¿Cómo volviste tan pronto Gee?” Y la sonrisa desapareció del rostro de Frank: “¿Mikey?” Preguntó estúpidamente.

“Traje esto.” El bajista no se atrevía a mirarlo a los ojos, sólo le extendió la bolsa y él la tomó sin más para abrirla, luego que vio lo que contenía volvió a mirar la figura de Mikey frente a él.

“Gracias por traerla.”

“No fue nada.” Ambos parecían clavados al piso, callados, inmóviles. Pasaron unos eternos segundos hasta que al mismo tiempo:

“¿Quieres pasar?”

“Creo que ya me voy.”

Dijeron Frank y Mikey respectivamente. Los nervios de ambos los entorpecían y no sabían cómo reaccionar o qué decir:

“Él no está.”

“Es mejor que me vaya.” Pero el bajista no se movía un centímetro para salir de ahí, parecía que en su interior una batalla entre el irse o quedarse, se libraba: “Yo…” murmuró Mikey e hizo una pausa, el color le subió al rostro, se talló un ojo nervioso

“¿Si?”

“Olvídalo. Adiós.” Y mikey se dio la vuelta para irse, pero Frank reaccionó y lo detuvo:

“¿Qué Mikey? Dime…” Se notaba la ansiedad en cada uno de sus movimientos: “Por favor, dime”

“Yo sólo… quería decir que… También lo siento.” Al decir lo último lo miró a los ojos y no pudo contenerse más, tomó sus manos acercándose a él. Luego, cuando estuvieron muy cerca y podían sentir el calor que su cuerpo desprendía, mezclado con el aroma familiar del recuerdo, el bajista rodeó el anhelado cuerpo con sus brazos, estrechándolo en un sofocante y necesitado abrazo.

Frank estaba muy sorprendido y se quedó envuelto en ese amarre que lo apuñalaba por dentro, pero que al mismo tiempo lo hacía flotar en la esperanza.

Al fin el guitarrista se soltó de Mikey, porque no podía respirar, lo lastimaba mucho, ya no era tan fácil, ya no quería herir más a Gerard:

“¿Qué haces Mikey?” Y lo miró como si el otro  hubiera intentado matarlo.

“Lo siento… mejor me voy.” Y se fue, desconcertado, dolido y molesto por ser tan débil.

Frank entró al apartamento y volvió a tumbarse en el sofá, de mal humor, con esa enorme sensación de pesadez, tan cansado.

Pocos minutos después Gerard llegó en silencio, ni siquiera saludó a Frank, y él sólo lo veía moverse como un zombi en la cocina sacando los paquetes de la comida y sirviéndosela en un plato, hasta que se sentó en un banco a comer tranquilamente. Con el olor de la comida Frank se levanto del sofá.

“Ah estás despierto.”

“Si”

“Ven a comer algo entonces.”

Frank se aproximó bajo la mirada ilegible de Way, cuya mente estaba en otro lado, recordando cada reacción de su novio hacían pocos momentos cuando lo veía en brazos de su hermano.

*****

Todo estaba oscuro, todo parecía irreal. Pero estaba ahí, ¿cómo había llegado?, ¿qué había pasado? No lo sabía, no podía recordarlo claramente. Se sentía víctima de una alucinación, era increíble.

Había sucedido tan rápido que no se había dado cuenta de lo que significaba lo que había hecho, cosa en la que apenas hasta ese segundo comenzó a armar en su cabeza, las ideas se formaban una tras otra.

La cena…

Su mirada extraña…

El silencio…

El sueño…

Las llaves del auto…

La calle vacía…

Calor…

Ahora estaba ahí y ya no podría cambiarlo, ya no podría regresar a donde estaba. Se sentía vivo de nuevo. No podía tener el corazón partido en dos. ¿Qué iba a hacer?

¿Dejarlos? No soportaría esa tortura.

Era un maldito egoísta, lo sabía, pero ese amor lo había arrastrado y ahora estaba atado a ambos.

Se levantó y vio aún la luz de luna jugando con los reflejos castaños de su cabello.


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