martes, 17 de junio de 2014

It ends tonight; Capítulo: #10

Capítulo: #10

It's My Fault When You're Blind

Gerard salió rápido del apartamento de su hermano y pronto se puso en camino de regreso al apartamento de Frank con un sentimiento de vació, porque no había servido de nada lo que había hecho, a pesar de que había sido totalmente sincero y que lo había dicho desde el fondo de su corazón, porque al fin y al cabo también le dolía estar separado de su hermano. Pero no se daba cuenta que el perdón era algo imposible, cuando Mikey todavía amaba a Frank tanto o más de lo que él lo hacía.


Entonces comenzó a preguntarse qué tanto el guitarrista seguía queriendo a su hermano, el por qué de tal culpa, ¿porqué?, acaso estar a su lado no era suficiente para hacerlo feliz. Si no lo era, era porque Frank no lo amaba como él.
Sólo eso explicaba su comportamiento y se detuvo en seco en medio de la carretera. 
Varios autos pasaron a su lado pitando como locos, pero Gerard no les prestó atención. Estaba como fuera de sí, se sentía perdido, nadie podía ayudarlo, todo se lo había entregado a él y sólo hasta ese momento sintió la indiferencia del amor que Frank le daba.


Era una angustia difícil de soportar y aceleró para acallar todos esos pensamientos en su presencia.

*****

Minutos después el vocalista entraba al apartamento de Frank ansioso por verlo y preguntarle de una vez por todas cuáles eran sus verdaderos sentimientos hacía Mikey y también hacía él:


“¡Iero! ¡¿Dónde te metes?!” Lo llamaba mientras iba de habitación en habitación buscándolo, pero sin encontrarlo por ningún lado. El guitarrista no estaba en casa y Gerard al fin se tumbo en el sofá dándose por vencido. Frank había salido y lo esperaría aunque quisiera salir corriendo a buscarlo. Él nunca había sido tan paciente y calmado, sus nervios se notaban nada más de ver como mordía ansioso sus de por si uñas cortas.

*****

Mikey se miraba al espejo: tenía los ojos muy enrojecidos por haber llorado. No podía creer lo débil que era, todos esos días no había hecho otra cosa que pasársela llorando por Frank y ese día había llorado más que los demás al haber escuchado del propio Gerard lo que sentía por Frank, su Frank. 
Le dolía saber que su hermano lo amara tanto, porque eso era una barrera enorme para el inmenso amor que todavía sentía por ese asombroso guitarrista, que lo hacía anhelar estar a su lado.


Una lágrima volvió a correr por su mejilla cuando la posibilidad de volver a estar con Frank se desvanecía en la imposibilidad. Él no podría traicionar a su hermano de esa forma, a pesar de todo. Era lo que dolía, que ahora lo sabía, sabía cuanto amor tenía Gerard por Frank y no podría simplemente ignorarlo. 


Estaba concentrado en su terrible imagen en el espejo cuando tocaron a la puerta: ‘Seguramente es Bob’, pensó, porque el rubio había quedado de pasar a verlo para ver si salían por ahí junto con Ray.
Se refresco el rostro con agua fría y luego fue a abrir: “Ya voy” Gritó cuando el toquido era insistente. Al fin abrió la puerta y se paralizó, no pudo siquiera impedirle a Frank que entrara, sólo se quedó así dándole la espalda:


“Mikey voy a terminar con Gerard.” Y fue hasta entonces que volteó a verlo con una expresión de total incredulidad.


“Ya no puedo seguir así.”

“¡Eres un cabrón Frank!”

“Mikey”

“Nunca valiste la pena.”


El tono del bajista era amargo y el otro lo miraba como si no comprendiera una sola palabra de lo que decía.


“Te amo…”

Mikey negaba con la cabeza evitando encontrarse con esos ojos avellana: “Sé que fui un imbécil por no haberme dado cuenta, pero…”

“¡¿Cómo puedo creerte?! ¡Lárgate Frank!” Y sostuvo la puerta abierta.

“¡Mikey no puedo estar sin ti!” Dijo desesperado Frank y apunto de las lágrimas.


“¡Déjame en paz.”

Frank se acercó tratando de abrazarlo, pero él lo evitó: “¡Déjame con un carajo!”

“Mikey, por favor.”

“¡Ya no te quiero Frank!”


“Dímelo a la cara. Mírame Mikey.”

Y Frank lo soltó buscando sus ojos dolidos, entonces Mikey levantó el rostro determinadamente, serio y luego lo miró directo a los ojos. Uso todo su coraje como escudo, como fortaleza ante su debilidad por él: “Ya no te amo.” Dijo sin titubear, en un tono tan seguro que Frank no lo dudo. 
Su rostro se desfiguró en un puchero, sus ojos vidriosos no tenían más brillo, pero no lloró, se contuvo y salió de ahí.


Mikey no pudo reaccionar luego de haber dicho eso, no lloró, no fue tras Frank. Había un dolor pesado que lo cubrió de pies a cabeza, un calor sofocante que aumentaba con el ritmo de su corazón y de su respiración. Todo parecía envuelto en tinieblas, en un momento sintió que el piso se movía y tuvo que sostenerse de la puerta. Su rostro estaba endurecido en un gesto de amargura que hacía parecer que había envejecido de repente.

“No puedo ser como tú Gerard.” Dijo en un murmullo.

*****

Frank sintió hundirse en un profundo abismo, no podía creer lo que Mikey había dicho, no quería creerlo, pero la forma en que se lo había dicho había sido tan fría, tan firme. Sus ojos sin expresión los tenía grabados en la mente y su voz resonaba en su interior, tan clara y determinada. Mientras corría a su auto el viento se llevaba sus lágrimas.


Al llegar aún lloraba fuerte, todo el sentimiento se agalopaba en su garganta impidiéndole respirar.
“Mikey, Mikey…” Repetía y repetía recargado a un costado del auto. Necesitaba un consuelo y sin pensarlo se dirigió a los únicos brazos que en ese momento lo recibirían abiertos de felicidad, de amor, de apoyo, lo que necesitaba desesperadamente.

*****

Entró al apartamento y parecía un fantasma ambulante. En cuanto Gerard lo vio fue hacia él: “¿Qué tienes babe?” Y el guitarrista se fue a refugiar entre sus brazos llorando desconsoladamente: “Frankie, amor, ¿qué tienes?”
Preguntaba tiernamente Gerard, hablándole como si fuera un pequeño niño.


Los ojos verdes del vocalista se rozaron al punto de las lágrimas al ver tan triste y vulnerable al hombre que amaba, esa imagen hería su corazón. Lo apretaba fuerte, acariciando con suavidad su cabeza que tenía escondida sobre su pecho y su espalda que temblaba por los sollozos.



No había más que ese abrazo de amor consolando el alma de Frank. Un silencio que acallaba las dudas de Gerard y que adormecía la herida de Frank.


Pasaron los minutos hasta que Iero se calmo un poco, entonces el vocalista tomó con sus manos el rostro del menor y lo miró con los ojos brillantes: “Frankie te amo.”


“Oh Gerard.” Automáticamente el guitarrista acercó su boca para besarlo con cariño, con agradecimiento. Y Gerard lo sujeto aún con más fuerza, queriendo saciarse de la cercanía que él le había negado todo ese tiempo, e inevitablemente le demandó un beso más íntimo y continuó cuando Frank no se resistió y se sujetó a su cuello con la misma emoción.


Era como una ola que los arrastraba sin control, como siempre. Pero diferente, ahora a Gerard el amor lo movía y a Frank el dolor, pero ambos siguieron el camino de la mano de la pasión.


Way no quería saber ya nada más, quería sólo sentir, amar y que él lo amara. Lo deseaba con locura, como sólo un hombre enamorado puede desear, con cada poro de su piel, con cada latido de su corazón necesitaba estar cerca, anhelaba el sabor de su boca, la sensación del cuerpo tibio de Frank sobre el suyo, dentro del suyo.


Y para Frank el sexo tenía ese poder mágico de curar las heridas abiertas, de reconfortar, de hacerlo olvidar, de hacerlo sentir la vida de nuevo, aunque fuera solo por instantes.

Mantuvo sus ojos cerrados, queriendo aislar su corazón del placer, sólo recibiendo, quitándole todo egoístamente. Pero no pudo, lo estaba amando y no podía detenerse, lo besó con todo su ser enamorado, lo arrastró al infierno de ese amor traicionero, egoísta que él sentía.

Si, lo estaba amando. Podía sentirlo y quiso deshacerse de la culpa que eso provocaba envuelto en su  cuerpo, hasta que lo sintió temblar entre sus brazos, hasta que se estremeció dentro de él.


Luego vino el frío de nuevo, la culpa nunca lo dejaría estar en paz a su lado.


Cuando Gerard lo abrazaba sobre el suave sofá, tuvo el valor de mirar su rostro encendido que cubierto todavía por un halo de éxtasis perdía la mirada en el techo. Eso lo hacía ver hermoso y Frank sintió lástima, pero por él mismo, por que era un ser miserable, que no valía la pena como le dijera Mikey.

Se dio la vuelta en el reducido espacio y al fin el vocalista reaccionó pegándose a su espalda, besando sus hombros desnudos y pasando sus brazos alrededor de su cintura.



“Te extrañaba.” Le dijo Gerard al oído y él trato de sonreír, pero lo único que se dibujo en sus rosados labios fue una mueca de amargura. Ambos permanecieron en silencio en esa posición y pronto el sueño venció a Gerard y Frank se quedó ahí sintiendo su respiración tranquila colarse tras su cuello.


Sólo quería borrar todo lo que había pasado, pero era imposible, sabía que él era el causante, sabía que tenía cegado a Gerard, y que Mikey ya nunca confiaría en él. Pero estaba tan cansando de sentirse así que no se creía capaz de poder cambiarlo y hubiera terminado con todo si él no lo hubiera tenido bien sujeto. Ya todo le daba igual.


Y la noche pasó como tantas otras.


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