martes, 17 de junio de 2014

It ends tonight; Capítulo: #13

Capítulo: #13

It's Better That I See It Through Your Eyes

Sus ojos brillaban luego que besé sus labios, luego de haberme respondido sin ninguna palabra que también me extrañaba, que todavía me amaba, que era capaz de olvidar lo que le había hecho y perdonar mi traición. Era el hombre de quien me había enamorado, compasivo y sincero.
Acaricié su rostro con la mano, suave, temblando. Y ninguno de los dos pudimos contener el sentimiento, sus ojos se nublaron llenos de pesadas lágrimas igual que los míos, entonces nos abrazamos.


Nos abrazamos tan fuerte, tan fuerte, como si nos creyéramos capaces de borrar nuestros errores en el calor de aquel contacto. Fue un momento largo anhelando con esperanza el olvido, pero no éramos capaces y teníamos que enfrentarnos como simples mortales a lo más crudo de nuestra realidad, a la desilusión y amargura de una traición, a la fría separación, a la crueldad de los celos, porque al fin y al cabo éramos humanos.


En su rostro corrían las lágrimas que me herían en lo profundo, recordando el día que cometí el error más grande de mi vida, pero por lo menos ahora lo sabía, había algo bueno en medio del horror que vivíamos. Tenía completa conciencia de cuanto lo amaba y del infierno que era vivir sin él. Así que volví a estrecharlo entre mis brazos, como loco besando su rostro, limpiando sus lágrimas, rompiendo el silencio rogando por que me devolviera la vida.

“Te amo, te amo, te amo…” 


“Frank…”


Y ese calor intenso siguió…


Sus ojos brillaban aún más en la penumbra de la habitación, Frank no perdía ningún detalle de su mirada profunda, que lo observaba atenta perderse en la apacible locura de hacer el amor. En el movimiento al compás del placer disfrutaban el cuerpo del otro con deleite.
Nunca se había sentido tan suyo, nunca lo había amado tanto como en ese momento en que se dejo llevar entre su piel, entre suspiros, en el inmenso placer físico que lo invadía llenándolo de felicidad.

“¡Te amo!” Gritó fuerte dejándose caer al fin en su regazo. Había terminado y las luces del amor lo cegaron.

Se embriagó con la fragancia que el sudor de sus cuerpos despedía, besó su cuello una y otra vez y luego él lo apretó en un abrazo que sabía a promesa, que era el perdón. Un anhelado perdón que al fin él le concedía.

Solo caricias siguieron, las palabras nunca dirían lo que los sentimientos gritaban en su interior. Pero era el poder sentirlo lo que lo hacía verdadero, no era necesario escucharlo, existía, el amor existía.

*****

Si, aún había luz de luna reflejándose en sus cabellos cuando Frank lo vio moverse, lo había mirado dormir hasta hartarse de satisfacción. Por lo menos ahora que se había reflejado de nuevo en sus ojos. lo sabía.

*****

Gerard se movió en la cama fría y extendió el brazo instintivamente buscando a Frank, y salió de su ensoñación cuando no lo encontró, ahí no había nadie. Se enderezó recargándose en ambos brazos y mirando confundido alrededor de la habitación, apenas la luz del día convertía en penumbra la oscuridad que reinaba ahí dentro. 
Él ocupaba por completo sus pensamientos y no pudo evitar que de su cuerpo desapareciera la modorra del sueño y se puso en pie.


Luego de haber cenado en completo silencio ambos se habían metido a la cama, tan cerca uno del otro que era increíble el abismo que separaba al corazón de Frank de Gerard, quien cada vez se debilitaba más, él ya no podría soportarlo, lo único que lo sostenía era una mirada suya, una pequeña caricia, una sonrisa, pero también eso estaba empezando a negarle.


Gerard fue a sentarse a la sala cuando comprobó que Frank había salido y pensaba en que ya no sabía nada de lo que pasaba por su cabeza, ¿hacía cuánto tiempo que no conversaban de nada más que no fuera de música?, ¿qué él no hacía más que dejarse hacer el amor?, ¿de qué no veía más que lujuria en sus ojos durante esos momentos en que se fundían en el placer del indiferente sexo?


Al pensar en eso Gerard no pudo evitar que un nudo invadiera su garganta y pronto las lágrimas se acumularon en sus ojos. Estaba solo y dejo que su llanto desahogara todo el dolor por la frialdad de Frank. Poco a poco amanecía y en el rostro pálido seguían corriendo las gotas saladas que sólo una persona en todo el mundo podría secar, pero que no estaba ahí y que tal vez nunca más volvería.

*****

Un tibio y fugaz beso en los labios despertó al bajista, en cuanto sintió su mano rozar su mejilla abrió los ojos y se apresuro a enredar sus dedos en ella.
Todo era perfección en ese momento, el brillo verdoso y la calidez almendrada de sus ojos eran una sola cosa, las amplias sonrisas y sus manos entrelazadas.


Mikey se sentó en la cama y pronto lo atrajo hacia él y sus brazos fueron a rodear su cuello. Frank lo miraba con adoración, luego como si ambos creyeran que se trataba todavía de un sueño lentamente se acercaron para besarse.


La noche se repetía en la mente de Frank desde que había abandonado la cama de Gerard para ir a los brazos que su corazón anhelaba, y no podía pensar en nada más que eso mientras miraba directo a los ojos miel de Mikey. 

“¿Qué vamos hacer?” Preguntó de repente el bajista sacando de su ensoñación a Frank, pero no hubo respuesta. Él se quedo callado por unos momentos y se alejo poniéndose de pie, hasta que con un poco de pesar por lo que vendría dijo:

“Mikey te amo. Lo sé, y no sé cómo arreglarlo todo, yo… no sé por qué lo hice, estaba tan malditamente confundido, yo… no…”


Ya no tenía palabras y guardo silencio con el rostro bajo y sombrío, ahora no miraba a Mikey.


“Es el pasado” Casi de inmediato dijo Way entonces Frank lo miró y se acercó de nuevo.

“Mikey, perdóname…” Mirándolo fijamente buscaba un sí en el miel de sus ojos grandes. 
El Bajista lo estrecho determinadamente y le dijo: “Ya lo hice.”


Frank enrolló su cuerpo en ese abrazo de perdón, su alma al fin estaba tranquila, ya no tendría que pelear más con ese sentimiento, todo estaba en el lugar que debía estar. Luego levantó el rostro para verlo de nuevo y él le sonrió, también la satisfacción brillaba en sus ojos, era un sentimiento que se sentía físicamente, en la forma en que su corazón latía, cuando su piel se erizaba al estar juntos, cuando al verlo su estómago se volteaba de cabeza. 


Iero se apretó aún más a su cuerpo con los ojos cerrados, recargando su cabeza para escuchar cómo el corazón de Mikey latía tan rápido como el suyo.
Y el bajista besó sus cabellos: “Te amo tanto Frankie…”

Frank volvió a mirarlo y alargó su mano hasta alcanzar la mejilla de Mikey, luego calmosamente se acomodó sobre él y de nuevo se quedo perdido en su rostro. Ya no tenía dudas, podía no tener certeza de lo que sentía por Gerard, pero no había otro nombre más que amor para llamar al sentimiento que Mikey causaba en él. 


Mikey lo había extrañado tanto que no soportaba la tortura de no besarlo, levantó el rostro para alcanzar sus labios, tan suaves, tan perfectos, y tomó el rostro de Frank entre sus manos, lo acariciaba con vehemencia mientras con sus labios disfrutaba de los del guitarrista, quien se entretenía deslizando sus manos sobre la delgada playera de Mikey que lo dejaba sentir la forma de su tibio torso.


Un suspiro brotó de los labios de Mikey cuando Frank dejo de besarlo para acomodarse sentado sobre su cadera, se sacó de encima la playera y volvió a inclinarse sobre el cuerpo expectante del otro músico, quien lo estrechó entre sus brazos, besándolo fuerte, succionando sus enrojecidos labios, demandando más y más. Pronto sus manos se encontraron recorriendo la espalda de Frank, pronto solo sentían el sudor en la piel desnuda.


Frank se movía sobre el cuerpo de Mikey como si fuera una serpiente, con movimientos cadenciosos, sin perder el contacto de la piel ni un momento. Recorría con lentitud su espalda mientras besaba su cuello y sus caderas se rozaban al mismo compás. Ambos gemían quedos, entregándose así en una armoniosa tranquilidad, amándose con calma.


Luego el guitarrista emprendió un camino de besos por la espalda hasta llegar a la cadera, se enderezó y comenzó a masajearla a consciencia, con cuidado separó las piernas de su amante para besar sus muslos y ya no podía contenerse más, entonces lo tomó poco a poco.
Mickey dejó escapar un gemido ahogado y Frank se inclino de nuevo sobre su espalda para continuar besando su cuello, pero el bajista giro el rostro demandándole un beso, que fue dado sin ningún reparo, sus bocas se derretían tibias y húmedas juntas, por todo el rostro fundiéndose con el calor, con el sudor que corría libre como su desesperación por llegar.

Frank comenzó a moverse cada vez con más vigor, más rápido y Mikey se dejo ir moviéndose también, sentía el agitado aliento de Iero en la nunca, sus ansias por alcanzar el placer del orgasmo en la forma en que embestía su cuerpo, en las salvajes caricias de sus manos, en lo fuerte de sus gemidos. Sus cabellos caían sobre los hombros de Mikey, su boca entreabierta, la energía que hacía mover su cuerpo. Poseído por Frank, él cerró los ojos y pudo verlo arriba del escenario tocando con toda el alma. Ahora era justo así, la misma imagen, la misma pasión, sólo que en el escenario le hacía el amor a su guitarra y en ese instante le hacía el amor a él.


En un rápido movimiento Frank sostuvo a Mikey para girar y quedar frente a frente. Así el guitarrista tuvo toda la libertad para devorar la boca de su amante, y arrastrarlo al cielo de esa forma. Mikey bajo sus manos para aumentar su placer acariciando con locura su propia erección mientras sus cuerpos eran uno y de nuevo la certeza de que el amor existía. El intenso calor, la agobiante alegría del placer, que aumentaba con cada roce, más y más hasta que sus cuerpos ya no fueron capaces de contenerla. Salió entre gemidos, entre movimientos de su cuerpo que temblaba sin control.
Sus cuerpos tan juntos poco a poco fueron calmándose, ahora apenas se movían hasta que al fin Frank ser recostó por completo sobre Mikey y se quedaron inmóviles por varios minutos. Entre silenciosos suspiros y caricias inocentes disfrutaron sin prisa de la embriaguez de la pasión que aún revoloteaba en sus venas.


Estaban abrazados debajo de las cobijas, ya había amanecido y el sol se colaba por el ventanal cubriéndolo todo con un color dorado.

“Voy a mudarme hoy mismo.”

Dijo Frank rompiendo el apacible silencio y Mikey contuvo el aliento. Y volvió a reinar el silencio.

“Iré a mi apartamento… no quiero lastimarlo más.”

El guitarrista giró el rostro para ver la expresión de Mikey, era seria y no parecía tener intenciones de decir algo, hasta que al fin las sensatas palabras salieron de su boca: 

“Entiendo, es lo mejor por ahora.”

Frankie se incorporó para besar al bajista y luego apenas con ánimo se levantó: “Tengo que terminar con esto cuanto antes.”

El rostro de Mikey se entristeció, no quería separarse nunca más de él, pero tampoco quería herir más a su hermano. Era algo que tenían que hacer, tenían que esperar para estar juntos como antes. 

“Estaremos bien Mik.”

“Será difícil.”

“Nos veremos a diario, ya no podría dejarte nunca más…” Y le regaló un gran beso, seguido de una sonrisa.

Minutos después Frank salía del apartamento para ir a ver a Gerard.


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