martes, 17 de junio de 2014

It ends tonight; Capítulo: #17

Capítulo: #17

Start Breathing

Brian rompió el silencio: “Continuemos.”

Todos se quedaron sin reacción alguna por varios minutos y su manager los observó con cierto pesar, esto podía significar el fin de la banda si ellos así lo querían.


“Escuchen, por qué no se toman el día libre y mañana tendremos una reunión para hablar sobre el futuro de la banda”. Dijo pensando que todos necesitaban tiempo para asimilar la decisión de su bajista y ver si estaban de acuerdo en seguir sin él o parar para siempre.

“No es necesario Brian.” Intervino Mikey muy serio y continuó cuando nadie dijo una palabra: “Que me vaya no afecta el futuro de la banda, otro bajista es la solución.”


“Brian tiene razón.” Atinó a decir Frank y se ganó la mirada angustiada de Gerard. Los demás parecían que no creían todo lo que estaban escuchando: ‘¿discutir acerca del futuro de MCR?’ Era como su peor pesadilla y simplemente guardaron silencio ante la magnitud de lo que eso significaba.


“Lo haremos. Mañana nos vemos a las 11. Ahora, creo que todos necesitamos pensar en lo que en verdad queremos.” Esas fueron palabras proféticas y una vez que las dijo Brian se encaminó fuera del estudio.


Gerard estaba atónito, y parecía una estatua parado a un lado de Frank. Ray y Bob tenían la cara hecha una máscara sin expresión, miraban al piso. Era como si se acabaran de enterar que un ser querido estaba a punto de morir.
Frank seguía con la mirada clavada en el bajista, quien era el único que parecía tener vida, ya que se apresuraba a guardar su instrumento para salir de ahí.
Mikey no creía que tenía que darle explicaciones a nadie, porque lo único que tenía que decir estaba dicho.
Así que salió de ahí con determinación.

Frank fue tras él.

“Iero espera.” Lo llamó Gerard

“Esto no es justo. Si alguien debe irse, soy yo.” Y salió sin más dejando a sus compañeros sin reacción.

*****

El guitarrista alcanzó a Mikey en el estacionamiento y corrió hacia él antes de que pudiera subir al auto:

“¿Qué tontería estás haciendo Mikey?” Lo enfrentó, si de algo tenía certeza, era de que no podía permitir por ningún motivo que Mikey dejara la banda por culpa de la situación personal que vivían, y de la cual había una sola persona responsable en el mundo: “Si alguien tiene que irse, soy yo.”

Mikey lo miró primero con recelo, pero al saber que esos momentos serían de los últimos a su lado, no pudo más que acariciar su rostro con la mirada:

“Él no lo soportaría.”

“Mikey.” Frank lo vio con la mirada herida.

¿Qué podían decir? 

Uno sabía que amaba a dos hermanos, el otro sabía que lo amaba mucho, pero que tal vez no tanto como Gerard. Recordaba que Frank primero lo dejó para irse con él y no olvidaba como todas las veces el guitarrista había regresado a los brazos de su hermano. 
Incluso la última vez, cuando habría jurado que todo ese amor era real. Nunca podría olvidarlo.
Ahora sabía que Gerard siempre sería el más amado y una sombra fantasmal entre su amor sencillo. Porque, sí, era amor lo que su guitarrista le profesaba, pero no la clase de amor que llenaba una vida como la suya, porque Frank no era alguien común.

“Tienes que aceptarlo.”

Iero parecía estar leyendo los pensamientos de Mikey, e inconscientemente negaba con la cabeza: “No quiero.”

“Déjame ir.”

“Mikey te quiero.”

“Lo sé. Pero yo te amo.” Trató de esbozar una sonrisa, en lugar sus ojos se llenaron de un brillo acuoso.

El bajista se acercó y lo estrecho fuertemente.
Pasaron los minutos lentos por los años que compartieron juntos. Ya no había más que hacer que despedirse, no había vuelta atrás, él no reconsideraría nada, su decisión estaba tomada por su propio bien. 
Podía ver claramente como se habían dado las cosas y solo hasta ahora comprendía el grado de confusión de Frank. Eso era un realidad, ni en este último momento podía diferenciar sus sentimientos, pero para alguien que se alejó para ver desde fuera, todo estaba más que claro.

“Mikey no puedes dejar la banda por esto.” Decía con pesar y sin dejar de mirarlo.

“Puedo. Será lo mejor para todos.”

“No.”

“Tienes que abrir los ojos Frank. Yo lo sé. Siempre volviste con él, me dejaste por él.” La amargura se reflejo en sus labios.

El guitarrista se quedo tieso de angustia, de incertidumbre, no era capaz de dejarlos, no era capaz de estar con uno de ellos. ¿Por qué no sabía la diferencia de su amor? ¿Estaba acaso tan ciego como Mikey le decía?

“Regresa con él.” Mikey dijo mirándolo directo a los ojos y se acercó para tomarlo por los hombros: “Nunca te amaré como él.”
A Frank le pareció que ese hombre frente a él no era Mikey, había tanta madurez y decisión en sus palabras, que hacía que se sintiera liviano. Como si toda su culpa por haberlo herido se alejara de su alma al escuchar esas palabras sinceras.


Una lágrima resbalo de los ojos de Mikey, y él otro solo lo miraba incrédulo. No había nada en su rostro, era como mirar una hoja en blanco, ni dolor, ni alegría, una expresión vacía. El bajista pensaba cómo Frank no se daba cuenta que ni siquiera le provocaba disgusto lo que le decía y estuvo completamente seguro que hacía lo correcto: ‘No me amas como a él. Y pronto te darás cuenta’ Pensó.


Así se quedaron. Mirándose, tratando de ver el fondo de su alma a través de sus ojos. Necesitaban entender que era lo correcto. Frank lo amaba mucho, pero empezaba a distinguir con dificultad la naturaleza de su amor, cuando más que angustia sintió paz al estar escuchando a Mikey, al sentir el perdón, al saber que ya no estaba en deuda con él. Pero aún no se veía solo sin él. Si, lo extrañaría, extrañaría mucho su compañía, verlo a diario y saberlo a su lado. Sus sonrisas, pero después de todo no sería suficiente. Nunca lo había sido.

Siempre se ama un poco más, siempre se prefiere un poco más. La costumbre es sólo una parte, era difícil de superar, pero un impulso era más verdadero. Gerard fue y era su arrebato, de esos que dejan el alma al descubierto.


Empezaba a ver algo de razón en todo el caos. 

Frank se aferró a Way con fuerza.
En este caso esa diferencia era mínima, pero existía y era una complicación. Era la causante de todos los infortunios de ese amor compartido. 

“Aún, no puedes dejar la banda.” Dijo quedito Frank sujetándolo todavía, era lo peor y Mikey no se merecía ese final.


Silencio.


El bajista derramaba algunas lágrimas mudas.

“No lo soportaré.” Al fin habló y se soltó con cuidado del amarre de Frank. Sintió a su corazón soltarse de la cadena, del dolor crónico.
Inconscientemente suspiró fuerte y miró en el verde de sus ojos grandes un brillo de paz, de esperanza porque la tormenta siempre termina pasando. Para bien o para mal, la luz se abría paso por más espesas que fueran las nubes.

Al sentirse lejos de su cuerpo Frank sintió la inminente separación, la definitiva, como debió ser desde un principio. Había terminado su historia con él.

Se quedaron frente a frente sin valor para pronunciar las palabras, a pesar de haberlas aceptado. Mikey se dio media vuelta y subió a su auto. Dentro giró el rostro y lo miró con amor por última vez, tenía que terminar alguna noche, el día era mejor para los adioses.

Al siguiente momento Mikey arrancó y Frank se quedo inmóvil en el estacionamiento. 

De pronto sintió un ligero calor llenar su cuerpo poco a poco, instintivamente volteó y lo vio de pie en la entrada: serio, triste, sereno.

Él asintió y se dio la media vuelta. Frank sonrió tímido, pero tranquilo, con fé. Fue a buscar su propio auto y se dirigió a su casa. Aún no era tiempo de nada, acaba de perder aun ser querido, necesitaba llorarlo, necesitaba estar consigo y su alma.

El Gerard de hoy lo sabía antes que él y comprendía el luto por primera vez.
Las cosas son como son, y cuando no se hacen como debe cuesta caro.

Se fue a su casa y se paso el tiempo con un silencio sepulcral en el frío de la soledad. Pensando y pensando, incapaz de hacer nada. Mutismo, frío y gris. Así paso el día, dejándose a la merced del destino.

*****

Mikey llegó a su apartamento, había llorado todo el camino y en cuanto cruzo la puerta ya no hubo necesidad. Era bueno sentir que la decisión que había tomado le traía mucha tranquilidad a pesar del inevitable dolor. Tuvo la certeza que un día todo aquello sería un recuerdo como cualquier otro.
Pero ese día no lo era y tendrían que pasar muchos más para que pudiera sonreír feliz.

En su habitación comenzó a hacer sus maletas, era hora de empacar y dejar todo listo para irse al día siguiente después de la reunión. No estaba dispuesto a reconsiderar dejar la banda, pero quería despedirse apropiadamente de todos sus amigos, porque estaría lejos mucho tiempo. También asistiría porque le preocupaba el futuro de MCR, no quería que su salida perjudicara a nadie.

*****

Luego de despedirse de Bob y Ray, Gerard salió del estudio sin rumbo, no quería ir a su apartamento donde la esencia de Frankie lo esperaba para atormentarlo con dudas, y dolorosos recuerdos. Además tenía temor de volver a tropezar con el alcohol estando solo, estos días haría cualquier cosa por apartarse un segundo y dejar de pensar en lo que sentía Frank.

De pronto se detuvo junto a su auto ante la idea que le vino a la mente: ‘¿No se daba cuenta lo que estaba pasando?’

Cerró con fuerza los ojos y sacudió con vigor la cabeza como si tratara de alejar a un molesto insecto: “¡Con un carajo!” Exclamó.

Estaba enojado consigo mismo, había sido muy egoísta solo preocupándose por sus propios problemas sin pensar en nada más, ni en el infierno de Frank y Mikey ni en la banda. 
La banda, su vida. O por lo menos así solía ser, la música y su banda eran su vida antes de caer enamorado de Iero. Pero ahora todo eso había pasado a segundo término como por arte de magia, tanto así que ni siquiera había
reparado en que el futuro de MCR pendía de un hilo. Su mayor angustia era lo que pasaría con su relación con Frank.

“Maldición.” Volvió a decir con un aire sombrío sabiendo que tenía que hacer algo y en ese momento trató de apartar su mente de su mayor problema para concentrarse en lo qué haría si lo peor sucedía para la banda, si sus amigos no estaban dispuestos a seguir sin Mikey. 

Mikey, su hermano. Al pensar en él su corazón se encogió, no sabía lo que vendría, no sabía cómo podrían vivir con esa traición en medio de su vida, cómo volverían a ser los hermanos que una vez fueron.
Gerard cerró los ojos y podía ver el rostro aún más juvenil con sus ojos grandes sonriéndole de emoción en medio del resplandor azul del primer concierto juntos, cuando de pronto se desvanecía.

Lo vio perderse entre la gente, pero antes de que pudiera hacer algo él le hizo una seña que significaba que lo esperaría atrás. Ese día había sido tan importante en sus vidas que en estos grises momentos le venía a la cabeza.

“¡Mikey!” Grito Gerard, ya se estaba desesperando por no encontrar a su hermano menor entre la multitud de fanáticos que se encontraban en el lugar donde The Smashing Pumpkins acaban de ofrecer un genial concierto: “¡Mikey!”

Miraba a todos lados buscando un rostro pálido con anteojos, abriéndose paso entre todos los chicos vestidos en su mayoría como su hermano, jeans y playera negra, ‘¿cómo iba a encontrarlo?, ¿qué le diría a su madre si no lo encontraba?’ Pensaba ansioso el futuro músico, mientras el calor del recinto aún lleno de gente, comenzaba a sofocarlo, sudaba más por miedo que por las condiciones del lugar.

“Nunca más me dejara salir con él” Pensó en voz alta y de inmediato su voz fue tragada como un susurro por el ruido eufórico que llenaba el lugar. 

Way giró a su alrededor aguzando los ojos tratando de penetrar el mar de cuerpos en busca de su pequeño Mik: “¡Mikey!” Seguía llamando y avanzando determinado hacia la salida, tal vez él hubiera ido hacia allá siguiendo la lógica de la situación.

Al fin llegó a la gran puerta hecho un manojo de nervios, mordía sus uñas, el sudor seguía resbalando de su frente y tenía un nudo en el estómago, sus ojos iban de un lugar a otro, pero sin resultado alguno. Su hermano no estaba por ningún lado y la gente iba desocupando la arena, miraba a cada grupo de personas que salían tratando de encontrarse con los ojos amielados.

El tiempo siguió pasando y su hermanito no aparecía.

Estaba ya en shock, no sabía que hacer, el lugar estaba casi vacío y Mikey no estaba dentro y tampoco lo había visto salir. No pensaba en más que en su hermano, él podría estar en peligro, era muy joven y ya era más de media noche, qué iba a decirle a su madre, cómo justificaría su perdida. Inconscientemente tenía las manos puestas en la cabeza, los ojos cerrados concentrándose en una terrible desesperación, hasta que de repente alguien tocó su hombro.

“Gee, ¿dónde te metes? Moría de miedo por tener que regresar yo solo a casa, por que…”

“Mikey” Se levantó de un saltó y abrazó a su hermano eufóricamente impidiendo que siguiera hablando. Su corazón suspiro tranquilo y volvía a latir feliz, con ritmo.

“¿Dónde te metes tu Mik?”

“Estaba afuera.” Decía el joven siendo aplastado por los brazos fuertes de su hermano mayor: “Cabeza hueca de ti Mik.” Y lo soltó riendo y sacudiendo sus cabellos.

Ambos se miraron riendo sin más preocupación y habiendo olvidado todo el miedo en un segundo para pensar en la genial noche que habían pasado:
“¡Wow! Gee estuvo fregón, el mejor concierto” Decía sonriente Mikey mientras caminaban rumbo al subterráneo para volver a su casa.

Gerard reía, porque ese era el primer concierto masivo al que Mikey asistía: “Los pumpkins son de los mejores.”

“Si, son geniales, viste a Corgan, es tan ahhhhh Gee. Este tipo es un músico de verdad.” Dijo extasiado el menor y de repente detuvo a su hermano de un brazo:

“¿Qué pasa Mik?” Volteó a verlo y él al fin se había quedado quieto: “¿Qué?” Cuestionó de nuevo al ver que su hermano se había quedado meditabundo con la mirada puesta en algún lugar lejano.

“¿Sabes qué Gee?”

“¿Qué? Dilo ya.” Dijo con curiosidad mirando a los lados para ver si no había peligro, esas calles de noche no eran lo más recomendable para dos jóvenes.

“Es lo que quiero ser cuando sea grande.” Lo dijo y luego miró a Gerard directo al verde de sus ojos, que sonreían.

“Pues, sabes qué Mik” Guardó silencio mirando la cara infantil y en suma ilusionada de su adorado hermano: “Eso es lo que seremos.”

“¿Lo prometes? ¿Seremos músicos con una banda y todo?”

“Claro. Lo prometo.”

Mikey sonrió durante todo el regreso a casa y Gerard estaba agradecido por que no lo hubiera perdido, porque no sabría que hacer sin él. Lo hacía feliz su alegría y ahora se preguntaba cuándo había dejado de pensar en él, de cuidarlo y preocuparse por su bienestar. ¿En qué momento del camino se había perdido el mismo?

Una sonrisa se dibujó en el triste rostro ante ese recuerdo tan fuerte, esa noche que su vida tomó el rumbo para siempre. Gerard se pasó la mano por los ojos, era una basura, lo sabía. Pero aún podía evitar que aquellos sueños, que esas promesas sinceras se convirtieran en realidad.

*****

Al día siguiente.

Frank fue el primero en llegar al estudio, abrió el estuche de su guitarra y comenzó a tocar algo, lo primero que se vino a su mente. Pero no tuvo mucho tiempo para hacerlo porque Gerard apareció cruzando la puerta, todo de negro, sus ojos ocultos tras las habituales gafas, sin expresión en sus labios delgados. Pudo oler claramente su perfume amaderado y él lo miro sin sacarse las gafas.

“Buenos días Frank.” Fue un tono frío.

“Buenos días.” Contestó y volvió los ojos a su guitarra mientras el se acomodaba en un rincón, a una distancia prudente de él. Y aún así sentía un calor subiendo desde la punta de sus pies hasta sus cabellos desordenados, por él.

Se quedaron en silencio por largo rato.
Nadie llegaba y ya eran las 11 y quince de la mañana. Últimamente llegar tarde se estaba volviendo una costumbre. 

Al fin el mayor habló: “Me pregunto cómo llegamos a este punto.” Dijo sin girar el rostro para verlo.

Hubo otro silencio hasta que Iero respondió:

“No pensamos las consecuencias. Nunca lo hacemos.”

“Cierto.” Acordó Gerard.

“No puede irse, ¿lo sabes verdad?” Dijo con premura en sus palabras.

“Sí.” Gerard giró el rostro para poner atención en la forma que Iero lo miraba, y al fin se quito los lentes oscuros. Había calidez en ese gesto, cuando sus ojos se encontraban, creyó que se enfriaría, pero al parecer no. Tuvo la certeza que eso nunca sucedería.
Su corazón dio un vuelco con esperanza, un día todo eso sería un recuerdo:


“Todo pasa, algún día esto también pasará.” Soltó Frank de repente, como si pudiera leer lo que había en la mente de Way, quien bajó los ojos para luego volver a fijarlos en su rostro desmejorado y sonrió triste.

El amor tortuoso envejece a las personas, sus rostros estaban diferentes, mas serios, sus facciones marcadas y firmes como las de los objetos, tan contundentes, tan maduras. La mirada reflejaba lo frió y lo ardiente de un amor, cuando ya no hay nada que ocultar. Así se veía, como se sentía. Fue tan fuerte que había dejado marcas visibles en sus caras. 
Sería la crudeza de la realidad.

“Siento que nos perdono al fin.” Dijo sin atreverse a sostenerle la mirada.

Gerard guardó silencio sabiendo que había perdonado a Frank, y que había aceptado dejarlo al fin, pero lo de él era otra historia. Alzó la vista y vio como la culpa se empezaba a desvanecer del mar verdoso de los ojos que amaba. Eso había sido la causa, y observó satisfecho que estaba muriendo. Aunque él sintiera una opresión aún en el fondo del corazón.

Podrían amarse.

No tuvieron tiempo de hablar más, porque Brian entró al estudio, los saludó y en eso los tres que faltaban cruzaron la puerta. Eso tenía más cara de funeral que de reunión creativa, como solían llamar a sus juntas, todos con gafas oscuras, en un intento de ocultar las ojeras por la noche de insomnio y la preocupación que seguro había en sus ojos.
Pasaron todos a la pequeña sala de juntas que estaba conectada al estudio, tomaron asiento y Brian se disponía justo a tomar la palabra, cuando la voz rasposa de Gerard se le adelantó:

“Quisiera decir algo antes de que discutamos nada.” Miró a cada uno y se detuvo en Mikey.

“Ok, hazlo.” Dijo el manager y se recargó cómodamente tenso en su asiento.

Gerard contuvo el aliento, había pensado en las palabras que diría para no empeorar la situación, pero en ese momento le falló la memoria y sólo atino a decir: “Me rehúso a aceptar la salida de un integrante de esta banda sin una explicación racional y profesionalmente justificada.” Dijo frío y mirando fijamente al cigarrillo encendido que tenía entre los dedos, luego dio una larga inhalada en espera de que los demás reaccionaran, pero nadie lo hizo: “Eso es todo. Discutamos.” Levantó la vista en dirección a Brian que permanecía atento al líder de su banda.

Mikey estaba preparado para algo así, pero no para escucharlo de su hermano. Se quedo sorprendido y por un momento sus ojos se abrieron mirándolo, luego guardó silencio poniendo sus ojos en Frank que igualmente fumaba y parecía satisfecho con lo que Gerard había dicho. Creyó que ellos dos serían los más agradecidos de que se fuera, pero al parecer se había equivocado.

El ambiente era tenso y nadie se atrevía a decir algo, pero todos creían que era la única manera de ejercer presión en su bajista para que se quedara, porque también había un contrato de por medio. Retenerlo a la fuerza, tal vez no era lo mejor para Mikey, pero tampoco lo era irse en una acción impulsiva por su estado de ánimo. 

“Él tiene razón, yo tampoco estoy dispuesto a aceptarlo.” Decididamente dijo Ray.

Brian sólo observaba, quería escucharlos a todos:

“Esto no va a ningún lado. Me voy y estoy preparado para aceptar las consecuencias legales.” Dijo Mikey adivinando sus intenciones y se levantó para salir.
“Siéntate Mikey. Podemos arreglar eso. No vayas tan lejos.” Finalmente intervino Brian.

“No creo que sea lo mejor para nadie mezclar los asuntos personales con la banda.” Ahora fue Frank quien habló cautelosamente y lo miró.

“No queremos que te vayas, eso es todo.” Dijo Bob y miró a Mikey con ternura.

El vocalista intervino al ver que su hermano se encaminaba a la puerta:

“Lo prometí. ¿Recuerdas?” Gerard lo miró directo a los ojos, y la expresión de Mikey se suavizó. Ambos hermanos tenían los ojos brillantes, se miraron hasta que Gerard no pudo soportar, una lágrima rodo por su mejilla al tiempo que se puso en pie.

“No habrá banda si él se va.” Dijo ya en la puerta y luego salió.

Los demás observaban sin comprender del todo, él único que entendía a lo que se refería Gerard era Frank, porque alguna vez Mikey se lo había contado. Todos se quedaron en silencio hasta que Brian habló:

“Tengo una propuesta Mikey, y creo que todos concordarán.”


Minutos después Brian salió a llamar a Gerard para que regresara a la sala de juntas. Encontró al vocalista fumando sentado tras la batería de Bob, él estaba más calmado, pero tenía irritados los ojos. Brian le dijo que habían llegado a un acuerdo y que tenía que volver y decir si lo aceptaba o no. El manager lo vio ponerse las gafas instintivamente antes de levantarse y seguirlo de regreso con sus compañeros.

El ambiente se había aligerado cuando el vocalista regresó a la sala de juntas. Todo fue más sencillo y no había más que decir: Si.

Mikey se iría solo por un tiempo.

*****

Esa misma tarde antes de abordar el avión Mikey Way se despedía de sus amigos, tomaría un largo descanso lejos de casa. Sería el viaje que tenía que ayudarlo a olvidarse del amor por Frank, el viaje que sanara su alma y en el que lograría perdonar sinceramente a quienes le habían hecho daño. Confiaba completamente en que la tranquilidad, paz y bienestar que la distancia le darían, sería lo mejor para él, para sanar su corazón.
Y algún día podría regresar a la música, con su banda, a seguir viviendo el sueño de su infancia.

Así el bajista estrechó a cada uno de sus amigos, incluido Frank, hasta que finalmente llegó el momento de despedirse de su hermano:

“Hasta pronto Gerard.” Y extendió su mano.

Discretamente los demás se alejaron dejándolos despedirse en privado. Gerard tomó la mano de su hermano y la estrechó fuerte, tenía un nudo en la garganta y apenas podía contener las lágrimas que oportunamente estaban ocultas tras las gafas:

“Cuídate mucho Mikey.” Se quedaron frente a frente, hasta que el mayor sintió la necesidad de abrazar a su hermano, y así lo hizo.

Fue un contacto firme, sincero y por completo invadido de ese lazo de sangre que los unía: “Perdóname Mik.”

Ahora las lágrimas corrían libres por el rostro de Way mientras sostenía a Mikey entre sus brazos: “Perdóname por todo”

Mikey también lloraba, la vida los había llevado a lugares terribles, pero lo que a ellos los unía nada en esta vida podría romperlo: “Nadie elige a quien amar Gee.”

Y se separaron. El vocalista se quitó las gafas y se limpió el rostro mirándolo con pena en el verde de sus ojos y su hermano tomó su mano de nuevo y asintió con los ojos brillantes volviendo a abrazarlo.
No podía decirlo aún: “Estaremos bien hermano.”

Gerard comprendió y aceptó ese mudo perdón. Se soltaron y se despidieron con una ligera sonrisa. El tiempo se encargaría de que un día estuvieran bien.

*****

Varios días después.


¡MCR! ¡MCR! ¡MCR! ¡MCR! ¡MCR!

Gritaba la multitud enardecida de fanáticos, una y otra vez no dejaban de repetir el nombre de su banda favorita. Todo el escenario estaba a oscuras y ellos bien sabían que faltaba una canción y no renunciarían a ella.

¡MCR! ¡MCR! ¡MCR! ¡MCR! ¡MCR!


De repente se dejó escuchar la solitaria voz de Gerard: “Esta es la última canción. Es por ella, pero esta noche también es para él.”

Y se dejaron escuchar los acordes rápidos y la luz se encendió a medias, todos gritaron eufóricos, ahí estaba una de las favoritas y luego la voz: 

“Long ago
Just like the hearse you die to get in again 
We are so far from you…!”

Los fans estallaron en gritos y lo acompañaron en cada una de las estrofas hasta el final, gritando, brincando y perdiéndose en el sonido de la música, sintiendo en cada músculo de su cuerpo el resonar de la batería de Bob, y en su corazón cada nota de las guitarras. Todo en vuelto en la voz de Gerard.
Todos extrañaban el alma del bajo que aunque sonaba, sabían que no era el de siempre.

“So long and goodnight 
So long and goodnight…

¡Gracias NJ!”

Y se apagaron las luces sin más que el ensordecedor aplauso y júbilo por el grandioso concierto que la banda había dado. 
El primero de la nueva gira.

Todos se dirigieron hacia los camerinos, en el pasillo Gerard se topó con Frank, estaban solos por primera vez en semanas y se quedaron mirando tratando de recuperar el aliento que perdieron en el escenario, una sonrisa y un fuerte abrazo.

Si, ahí seguía. Un calor en su pecho con el simple roce de su presencia, el reflejo en sus ojos. Un poco más y no podrían resistir el tiempo lejos uno del otro. 

Pero todo iba lento, sin prisas. Lo peor había pasado.

Ambos eran culpables, pero aunque hubiera acabado ese amor no se detendría ahí. Había nacido en el peor momento, caminado por el peor sendero, pero ahí estaban después de todo uno frente al otro porque el mundo era un horror, porque ellos también podían serlo, pero el amor era ciego. Habían robado sus sueños, los habían compartido, se conocían bien y eran adictos a ellos. Era inevitable que estuvieran juntos.

“Te he decepcionado.” Dijo Frank apurando el final del suplicio de su separación, porque empezaba a entender que lo amaba más a él, cuando los días fueron pasando y el recuerdo de Mikey era solo eso, un recuerdo. Ya no había desesperación, duda, culpa. Todo él estaba en paz y lo único que en verdad extrañaba era la compañía de Gerard.
Quería que él le dijera que también lo necesitaba y que estaba dispuesto a darle una segunda oportunidad, que había esperanza con ellos.

Way se acercó perdiéndose en sus ojos:
“No podemos cambiar lo que paso.”

Un beso corto, sus manos entrelazadas: “Te he decepcionado demasiado”

Way asintió.

“El mundo es un horror, pero tu eres hermoso para mí. Es lo único que sé y quiero intentarlo de nuevo.”

Frank besó sus labios y lo apretó contra su pecho.

“No puedo vivir sin ti.” Susurró Gerard en su cuello, sujetándolo con fuerza

“Te amo, juro que es verdad. Perdóname” La voz de Frank tembló.

“Si. Estoy aquí para ti.”

No había más que decir, Frank se aferró a su cuello y lo besó hasta saciarse de lo que siempre tuvieron. Sabiendo que ya nunca iban a perderlo otra vez.

Esta noche había terminado.

FIN

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