miércoles, 7 de marzo de 2012

Awww... Sugar; Capítulo: #3

Capítulo: #3

El frío estaba en su apogeo y la calefacción brillaba por su ausencia. Frankie se pasó toda la noche en un estado de duermevela, cansado pero sin poder dormir debido a los temblores que el frío le provocaba. Finalmente, empezó a clarear y el autobús se detuvo. El chico se sentía más agotado que cuando se había metido a su pequeña litera, y no tenía la más mínima gana de correr la cortina y salir de su compartimiento.

Entonces, escuchó las voces y risitas de Bob y Ray en el pasillo.

-¡Ray! ¡Hey, Ray, mira a este par! Ja, ja, ja...

-Jo, ¿qué coño hace Mikey allí?

-Shhh, baja la voz... ni idea, pero no vamos a dejar pasar esto, ¿o si?

-Nop

-¿La cámara?

-¡Voy a buscarla! Je, je...

Frankie se preguntó de que diablos estaban hablando, así que abrió la cortina y vio a Bob riéndose entre dientes. Gerard y Mikey, apretujados en la litera del primero, yacían profundamente dormidos. El brazo del más joven de los Way rodeaba a su hermano, mientras su cabeza descansaba en el hueco de su cuello. Gerard tenía el semblante relajado y vuelto hacia Mikey. A Frankie se le vino a la cabeza la imagen de cierta pintura renacentista que alguna vez había visto en un libro, de un par de figuras de finas facciones y cabello alborotado que dormían acurrucados entre una revoltura de mantas.

Pero también, para su azoramiento, lo que estaba viendo tenía un turbador matiz de intimidad propia de un par de amantes. Frank se quedó sorprendido ante su propio pensamiento, justo cuando Ray llegó con la cámara y Bob la tomó entre risas.

¡Flash!
Gerard se despertó sobresaltado y sus amigos se empezaron a reír. Frankie, al ver la expresión del chico, no pudo más que unirse a las risas, principalmente cuando el vocalista empezó a insultar a todos y a tratar de despertar a Mikey, que más que dormido parecía desmayado. Ray y Bob se escabulleron por el pasillo, y Frank se encontró a solas con un molesto Gerard. Rápidamente tomó unos calcetines y se los empezó a poner para disimular lo que estaba pasando por su cabeza.

-¡¿Qué?!

-No, nada... es solo que se veían... lindos- murmuró Frankie, aunque ni siquiera supo por que lo había dicho. O más bien, como se había atrevido a decirlo en voz alta.

Gerard resopló y se marchó, dejando a Frank con la cabeza dándole vueltas. Mikey seguía durmiendo profundamente, ajeno a los confusos pensamientos del guitarrista.

Frankie nunca había pensado en el muchacho como nada más que un muy querido amigo, pero ahora, la fantasía de amanecer en medio de los dos Way le pareció una de las cosas mas excitantes que alguna vez se hubiera aventurado a imaginar.



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Después de esa mañana, Frank decidió dejar de luchar contra lo que sentía por Gerard. No era que fuera a soltarle que lo quería así como así, ¿quién coño hacía eso, por todos los infiernos? Simplemente, lo que tendría que pasar, pasaría. Ya estaba harto de estarse complicando con todo el asunto. Si Gerard daba muestras de interés, estaría de suerte. Si no, el tiempo lo decidiría.

Así que volvió a ser él, y fue un respiro el que las cosas volvieran a la normalidad para variar. Gerard se veía muy contento. Hum, tal vez, tal vez...

Llegó navidad, y a Frank le tocó ser el Santa Secreto de Gerard. Se esmeró en escoger justo el regalo que sabía le gustaría, y vaya que así fue. Frankie estaba tan feliz por el éxito de su obsequio y por como se iban desarrollando las cosas, que se puso una borrachera como la que no se ponía desde hacía mucho tiempo. Terminó en el sillón del autobús, celebrando cuando todos los demás ya estaban ebrios y durmiendo.

Entonces, apareció Gerard.

Frank estaba totalmente borracho y se sentía con más valor que razón. Su corazón comenzó a saltar dentro de su pecho cuando vio que el otro chico se sentaba a su lado, y contra todos sus planes, fue él el que se abalanzó a sus labios en un arranque de locura. Un momento después, una lucecita de alerta se prendió en su cerebro. ¿Y si su amigo lo rechazaba?

Sin embargo, el temor solo duró un segundo. Gerard lo atrajo hacia si y comenzó a besarlo como si él también hubiera ansiado aquel momento por un largo tiempo. Frankie estaba totalmente sorprendido, y prácticamente se derritió en los brazos del largamente añorado objeto de sus deseos; estaba fuera de si de felicidad.

Los besos y las caricias se sentían mejor de lo que se hubiera imaginado alguna vez, si no fuera por que todo le daba vueltas debido al alcohol. Pero por fin estaba con Gerard. Por fin se había atrevido.

Por fin iban a... ¿qué? ¿a hacerlo?

El vaso se volcó, empapándolos a ambos. Frankie saltó del asiento, aunque no fue solo por el contacto del licor helado, sino por un repentino y exacerbado miedo a lo que iba a venir a continuación. Iba a tener sexo con otro hombre. ¿Y si no lo podía hacer? ¿y si no lo sabía hacer? ¿y si le... dolía? ¿Qué coño iba a pasar entre Gerard y él después de eso? Un terrible nerviosismo lo invadió hasta el grado que creyó que terminaría vomitando allí mismo. Se sentía horriblemente mareado y maldijo a la botella de Martell que se había bebido durante la noche. En verdad se sentía muy, pero que muy mal...

Gerard estaba frente a él, y Frank se sintió tan avergonzado por su estado que ni siquiera pudo mirarlo a la cara. Lo único que atinó a hacer fue irse a la cama dando traspiés por todo el camino. Las caricias del vocalista aún le ardían sobre la piel, pero a pesar de lo mucho que lo estaba disfrutando, dudó que pudiera haber sido otra cosa que un costal de papas ebrio y sin coordinación si se hubiera quedado. Estaba borracho, asquerosamente borracho. ¡¿Cómo se le había ocurrido ponerse en ese estado justo aquella noche?!

Mareado y con la cabeza revuelta, se sumió en un sueño intranquilo.



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Era oficial: estaba cansado de aquel jueguito estúpido. Había tenido toda la noche para pensarlo; primero me culpé y me maldecí por haber apresurado las cosas para Frank, sabiendo que no había estado antes con un hombre y que seguramente se había estado cagando del miedo en aquellos momentos. Recordé la primera vez que me acosté con otro tipo y lo nervioso que estaba, y quise darme un tiro por no tener ni una pizca de sensibilidad para con mi amigo. La deliciosamente egoísta personalidad que siempre me ha caracterizado había salido a relucir en aquel momento tan delicado, y yo me sentía del asco. Lo había arruinado todo. Seguramente por eso era que Frankie había salido prácticamente corriendo en cuanto tuvo la oportunidad.

Pero después de revolcarme en mi miseria durante toda la noche, empecé a pensar en que no todo era mi culpa. Finalmente, Frank había sido el que había dado el primer paso, ¿no? Y no me había pedido que me detuviera en ningún momento.

Y pensándolo bien, siempre había sido él el que se había acercado lo suficiente para poner mis pensamientos de cabeza, antes de alejarse con su eterna postura de “¿Qué coño estás pensando? Si aquí no pasa nada”.

Sí... lo que había pasado era otra más de las acostumbradas jugarretas de Frankie, solo que llevada a su máxima expresión. Empecé a recordar todos los años de preguntarme si sus acercamientos querían decir algo o no, y los quebraderos de cabeza que me había provocado desde que todo aquello había empezado. El enojo comenzó a convertirse en furia cuando me vino a la cabeza el concierto de Inglaterra, su evidente excitación y su falta de respuesta posterior, y lo distante que había estado para finalmente, volver a comportarse como un jodido dulce conmigo, pero sin aclarar nada, absolutamente nada. ¡¿Qué diablos pasaba con el pequeño hijo de perra?! ¿Le divertía provocarme, o que?

Ah, pero esto había sido lo último, por que no estaba dispuesto a tolerar que siguiera jugando conmigo de esa manera. Esta vez había llegado demasiado lejos, y si creía que iba a cerrar la boca como siempre, estaba muy equivocado.

El amanecer me encontró con todos esos turbulentos pensamientos. Había pasado gran parte de la noche dando vueltas como león enjaulado, hasta que una sensación de claustrofobia me había hecho salir del reducido espacio hacia el frío del exterior. Me pasé varias horas caminando entre los autobuses de las otras bandas que estaban aparcados en el enorme lote a las orillas del bosque donde se haría el concierto al día siguiente. Afortunadamente, no me encontré con nadie. Simplemente, hacía demasiado frío como para que alguien anduviera deambulando por ahí. Solo alcancé a distinguir las fogatas de los fans que hacían fila desde la noche anterior del otro lado del enrejado.

Eran casi las nueve de la mañana cuando por fin me decidí a volver al autobús. El tiradero de borrachos se había despejado, y cuando fui a las literas estaban vacías, inclusive la de Frankie. Estaba pensando en qué lugar podría encontrarlo para decirle un par de verdades, cuando la puerta del baño se abrió.

Y ahí estaba el aludido, pálido, desgreñado y escurriendo agua. Parecía que había metido la cabeza debajo de la llave del lavabo. Cuando se percató de mi presencia se paró en seco y palideció aún más. Esbozó una risita nerviosa y abrió la boca, pero lo interrumpí antes de que dijera una palabra.

-Ya estuvo bien de pendejadas- le dije sin más.

La sonrisa se borró de inmediato de su rostro y me miró, totalmente desconcertado.

-¿Qué?

-Que ya estoy hasta la madre de tus jueguitos de “ahora sí, ahora ya no”, ¡¿quién te crees para andarme jodiendo de esa forma, eh?!

Frank estaba pasmado, y por alguna razón, eso me hizo enojarme aún más.

-Gerard, espera, ¡¿de que coño estás hablando?!

-¡Justamente de eso!- exclamé, señalándolo y avanzando un par de pasos hacia él. -¡Tú fuiste el que empezaste con todo este asunto desde hace años, haciendo lo que se te ha dado la gana y sin preocuparte ni un jodido minuto por lo que yo podría estar pensando! Casi nos follamos en el escenario y dices que todo es por marketing, y ahora vienes, me calientas, y seguramente vas a pretender que no pasó ni una puñetera cosa, ¿verdad? ¡Pues al diablo contigo! ¡Ya me tienes harto, y no quiero que te acerques de nuevo a mi para después arrepentirte como lo hiciste anoche!

Dicho esto, me di la vuelta y me dirigí hacia la puerta a grandes zancadas. Pero justo cuando puse la mano en el picaporte, algo blando me golpeo la cabeza. Frank me había lanzado un trapo de la cocina.

-¡Jódete!- exclamó, furioso. -¡Para que lo sepas, estaba tan borrachho y nervioso que sentía que iba a vomitar enfrente de ti, por eso me fui! ¡Pero si ya sacaste tus propias conclusiones, entonces quédatelas y métetelas por el culo! ¡Púdrete, cabrón!

Entonces pasó a mi lado como una exhalación y salió del autobús, no sin antes empujarme lo más fuerte que pudo.

Me quedé parado como un imbecil, resoplando, sintiendo la furia correr todavía por mis venas; pero, ¿y si Frankie decía la verdad? Finalmente, yo mismo había pensado en lo que me había dicho hacía apenas unas horas. Y la expresión de su rostro... nunca lo había visto tan dolido en todos los años que llevábamos de conocernos. Parecía terriblemente decepcionado.

1 comentario:

  1. Gerard con su hermosa boca siempre lo arregla todo xD...

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