miércoles, 7 de marzo de 2012

Awww... Sugar; Capítulo: #5

Capítulo: #5

Frank

Gerard la cagó. Simplemente lo echó todo a perder, tal como alguna vez lo temí cuando todo este desmadre había empezado. Cualquier cosa que hubiera sentido por él se convirtió en furia cuando lo vi ahí, desnudo y tumbado en el suelo de la habitación del pendejo de Bert, mientras Mikey le gritaba y lo zarandeaba.

No... furia no es la palabra adecuada. Lo que sentí fue una profunda decepción. Y fue entonces cuando supe que ignoraba el significado de esa palabra hasta ese justo momento.

Por supuesto, el sentido común me impidió mandar a la mierda todo y abandonar a la banda para siempre; no iba a permitir que encima de todo, el imbécil de Gerard arruinara mi carrera. Terminé por dejar que todo aquello se hundiera con el tiempo, y que quedara solo como el estigma de una de las peores estupideces que hubiera hecho en mi vida: enamorarme de la persona más inestable y egoísta que conocía.

Y sin embargo, no era tan fácil. Tenía que seguir lidiando con Gerard, con su constante presencia y lo que me seguía provocando a pesar de todo. Me alejé de él en cierta medida, pero parecía que los jodidos pensamientos siempre me seguían allá a donde fuera. A veces, cuando estábamos en el estudio y lo miraba cantar, moviéndose de la forma en que lo hace cuando está en el escenario y al parecer sin darse cuenta de lo que hacía, tenía el impulso de romperlo en mil pedazos con mis propias manos. Pero esa sensación siempre llegaba a un paroxismo, justo antes de disolverse y transformarse en un dolor sordo, como el fantasma de un golpe justo en el pecho.

Llegué a pensar que no podría lograrlo, que terminaría dejándolo todo y que un buen día, saldría corriendo y gritando con todas mis fuerzas para no regresar jamás a ningún lugar que Gerard hubiera pisado. Lo odiaba, pero como una jodida broma del destino, estaba obsesionado con él. Por supuesto, fingía normalidad por encima de todo. Me empecé a hacer realmente bueno en ese arte. Podía platicar, trabajar y hacer cualquier cosa con Gerard, malabareando todo el tiempo con mis propios sentimientos. Creo que incluso él creyó que yo había dejado pasar todo.

Irónicamente, a la única persona que no pude ocultarle la verdad fue a Jamia. Supongo que se terminó por hartar de mi frialdad, de mis arranques de furia por cualquier tontería. No la culpo por haberme mandando a la mierda; en realidad me lo merecía por desquitar mi coraje con ella.

Oh, sí, las cosas se estaban cayendo, y yo estaba a punto de hundirme con ellas. Pero entonces, alguien repentinamente se convirtió en mi compañero de infortunio.

Alicia mandó al diablo a Mikey a pesar de llevar casi un año de compromiso. Mi amigo estaba devastado, tanto, que no le importaba demostrarlo. Aún ignoro porqué me escogió precisamente como asidero en esos momentos, aunque tal vez fue simplemente por que yo era el único que estaba en el estudio la noche en que llegó de su última cena con Alicia.

Mikey entró al lugar con una expresión tensa en el rostro, y fue directamente hacia el minibar, donde tomó un cerveza. No me contestó cuando lo saludé, y en cambio, se puso a revolver entre el desorden de botellas y papeles de la mesa.

-¡¿Dónde coño está el destapador?!- siseó entre dientes.

-¿Qué te pasa?- pregunté, desconcertado con su actitud. Mikey volteó a verme como si no me hubiera visto en su vida. Su expresión me puso los pelos de punta.

-¡Es una hija de puta!- dijo de repente, con el rostro crispado. Estaba apretando tanto la botella que los nudillos se le pusieron blancos. –¡Se ha estado viendo con otro desde hace dos meses!

Me quedé en blanco por unos instantes, tratando de comprender de quien coño me hablaba. Pero cuando vi, aún a través de sus gafas, que sus ojos se anegaban de lágrimas, comprendí de repente a quien se refería.

-Oh, Mikey...- murmuré, apenado. Mi amigo me observó por un momento, con el dolor dibujado en su rostro menudo, antes de darse la vuelta y salir de la habitación sin decir más.

Los días que siguieron fueron muy malos para él, como era de esperarse. En realidad amaba a Alicia; incluso, una noche en que estábamos cenando, me dijo que ella era la única mujer con la que de verdad había considerado asentarse y tener una familia. Observé sus ojos, de los cuales no había visto caer ninguna lágrima a pesar de verse empañados con ellas. Mi amigo tenía el ceño fruncido, como si se estuviera cuestionando a sí mismo que coño había pasado para que las cosas terminaran así, y no volvió a hablar durante el resto de la cena. Después fuimos juntos a un bar donde nos embriagamos, cada uno hundido en su propio dolor.

A partir de ahí, Mikey y yo empezamos a salir solos cada vez más seguido; no era que rechazáramos la compañía de los demás; solo creímos que no nos comprenderían del todo. Los corazones rotos solo se entienden entre ellos. Todo aquélla camaradería fue hecha de las cenizas de nuestras propias relaciones fallidas. Era extraño. Y sin embargo, se sentía bien, como si no estuviéramos navegando a solas en ese mar de miseria.

Ah, pero uno nunca sabe el camino que tomarán las cosas. Siempre había apreciado a Mikey de la forma en que uno puede amar a un amigo o a un hermano. Pero desde aquella vez que lo vi durmiendo al lado de Gerard, no me pude sacar esa imagen obscena que se había formado en mi cabeza de él y su hermano y yo... juntos.
Cada vez que salíamos, en el momento de la borrachera cuando todos los sentidos parecen liberarse, empezaba a percibir lo deslumbrante que era Mikey, y me preguntaba como no lo había notado antes. El rostro delicado, el cuerpo esbelto, y los ojos brillantes, a pesar de estar ocultos tras las gafas, eran asombrosos.

Pero la única experiencia que había tenido con otro hombre había sido con Gerard, y estaba confundido, muy confundido de lo que estaba pasando conmigo. Y no hice nada. Como siempre, no hice una maldita cosa. Y lo que pasó entre Mikey y yo esa noche me tomó tan de sorpresa como la inesperada irrupción de Gerard al departamento.



>>>>



Mikey

No me reconocía a mí mismo mientras estaba revolcándome con Frank en la alfombra de su sala. Era como la primera vez que fumé hierba y que veía todo como a través de una pantalla. Sentía sus labios contra los míos, sus ardientes manos colándose por debajo de mis pantalones y escuchaba mis propios gemidos, pero me encontraba extrañamente desconectado, como si mi parte conciente estuviera a mi lado preguntándome a gritos que coño estaba haciendo.

Siempre había sabido que a Gerard le gustaban los hombres y las mujeres por igual, y nunca tuve problema con ello. A lo más, sentía una cierta curiosidad, inclusive un poco de morbo por saber que sentía al acostarse con otro tipo. Pero aunque siempre fuimos muy cercanos, nunca tuve el valor de preguntarle nada al respecto. Esas cosas no eran de mi incumbencia, simplemente.

No obstante, cuando empezó todo aquel juego estúpido de los besos y los manoseos en el escenario con Frank, fue algo distinto. Ya no eran los amantes anónimos de Gerard, que salían subrepticiamente del camerino o de la habitación del hotel. Se trataba de Frankie, nuestro amigo. Recuerdo que las primeras veces no supe que estaba pasando; pensé que en verdad Gerard y Frank estaban follando; y eso despertó en mi dos pensamientos encontrados. Lo primero que pensé fue en lo peligroso que sería si en verdad se enfrascaban en una relación, no por Frankie, sino por Gerard. Siempre he amado a mi hermano, pero se que su espíritu autodestructivo no solo se limita a él mismo, sino a muchas de las cosas que toca. Y eso me preocupó sobremanera.

Pero por otra parte, no pude evitarlo. Esa pizca de morbo que siempre había ocultado en lo más profundo de mi ser se exacerbó al ver a Frankie mirando y tocando de aquella forma a mi hermano.

Y se desbordó durante el concierto de Inglaterra, cuando vi a Frank montado sobre Gerard, y el obvio placer que se dibujaba en sus rostros.

¿Por qué tenían que pasar aquellas cosas por mi cabeza? ¿Por qué, cuando todo aquellos pensamientos siempre los había achacado solo a la curiosidad de una mente mórbida? ¿Por qué coño tenía que imaginarme estar en el lugar de Gerard, cuando tenía a Alicia, a quien amaba con todo mi corazón?

Alicia. La mujer de mis sueños hecha realidad, quien expuso toda su belleza y complejidad para mi, de la cual conocí todos sus secretos.

Pero ese era el punto. Alicia solo era Alicia. Yo la amaba completamente. Pero ya no había nada por descubrir en ella.

¿Y de que sirve ahora preguntármelo, siendo que de todas formas aquello terminó? No sirvió de nada el que haya ignorado y rechazado lo que pasaba por mi cabeza, actuando como el hermano comprensivo con Gerard mientras echaba todo a perder con Frankie. No valió ni un punto a mi favor el que me haya dedicado en cuerpo y alma a Alicia, pues de cualquier forma, ella decidió que era mejor irse con el guitarrista de mierda de su banda.
Así que de repente me encontré solo, lleno de rabia y teniendo precisamente a Frank como el único hombro para llorar. No fue algo planeado. Simplemente, en un momento estábamos apartados de los demás, embriagándonos y maldiciendo nuestra suerte. Y yo me encontré sintiéndome más cerca de él de lo que había estado durante los años pasados, preguntándome por qué Gerard había sido tan imbécil al arruinar todo, y dividido entre lo que me negaba a mi mismo y lo que quería hacer en verdad, entre lo correcto y lo incorrecto.

¿Y que pasó? Toda la precaución que había tenido por mi hermano, junto con todas mis dudas y miedos se evaporaron con solo unas cervezas. Salimos del estudio con rumbo al apartamento de Frank, y en cierto punto del camino, tuve la certeza de que aquella noche no habría vuelta atrás. No se como, pero simplemente lo supe. Frank, sin embargo, no creo que tuviera idea de lo que yo estaba pensando. Iba en el asiento al lado mío, en silencio, con una extraña mirada de melancolía en sus ojos verdes, como si se hubiera olvidado de que yo estaba ahí, solo hablando conmigo para pedirme que apagara el puñetero móvil, que no había dejado de sonar desde hacía un rato. Pero lo último que me importaba era que Gerard estuviera tratando de localizarme. No tenía la más mínima gana de hablar con él en ese momento.

Cuando llegamos a nuestro destino, Frank pareció despertar y volvió a ser el de siempre. Volvimos a ser el par de amigos de hacía años. Entramos al lobby del edificio, medio ebrios y riendo ante la escandalizada mirada del portero, a quien nunca le habían hecho gracias nuestras habituales borracheras.

-Coño, con lo que cuesta el alquiler y no pueden poner una bombilla decente...- me quejé al subir al ascensor, que siempre parecía estar en penumbras.

-Tal vez si te quitaras estos fondos de botella verías con más claridad- rió Frank, arrebatándome mis gafas.

-¡Jódete! ¡Regrésamelas!- dije, forcejeando con él, medio en broma, medio en serio.

El elevador cerró las puertas y sentí un vacío en el estómago, no solo por el movimiento, sino por que en un momento, quedé aplastado contra la pared con el cuerpo de Frank pegado al mío.

Tragué saliva, sintiendo los latidos de mi corazón retumbando dentro de mi pecho. Frank, a pesar de ser más bajo que yo, no me dejaba moverme ni un milímetro.

-Tus ojos...- murmuró de repente, observándome estrechamente. –No me había dado cuenta... son tan parecidos a los de Ger...

Mi amigo se detuvo. Su rostro se descompuso por un instante en una mueca de dolor. Y por un instante también, un sentimiento de orgullo herido me invadió.

-Yo no soy él- dije ásperamente.

Entonces, lo hice. Lo besé duramente, sin saber siquiera por qué lo estaba haciendo. Frank dio un paso hacia atrás y trastabilló, tratando de alejarse, pero lo tomé por los brazos y se lo impedí. Escuché el tintineo de mis lentes al caer de su mano, y chocamos contra la pared opuesta del elevador justo cuando éste se detuvo en el décimo piso. Sus labios eran todo lo que yo me había imaginado y más, a pesar de estar estáticos por la sorpresa. Una cálida y placentera sensación me invadió instantáneamente.

Después de unos segundos de desconcierto, un gemido escapó de los labios de Frank, y ante mi asombro, me respondió. Nos encontramos besándonos apasionadamente mientras las puertas del ascensor se cerraban y volvía a descender a la planta baja. No tenía ni puta idea del por qué me estaba atreviendo a hacer eso. Solo sabía que se sentía jodidamente bien, como si fuera algo largamente anhelado. Frank se apretaba contra mi, enredando sus manos en mi cabello mientras nuestras bocas parecían querer devorarse. Sentía una combustión en mis entrañas cuando acaricié la flexible espalda de mi amigo, cuando lo atraje hacia mí aún más.

Entonces, un molesto carraspeo nos sacó de nuestro estupor. El ascensor había vuelto al lobby y el portero nos observaba atónito. Nos separamos de golpe.

-¡¿Qué carajos ve?!- dijo Frank, y volvió a pulsar el botón del décimo piso. Las puertas se cerraron y volvimos a ascender.

No sabía que hacer, así que me puse a buscar mis gafas torpemente; veía todo borroso.

-Déjalo ya- susurró Frank a mis espaldas, deslizando sus brazos alrededor mío y pegando sus caderas contra mis nalgas, dejándome sentir la incipiente dureza entre sus piernas.

En ese momento sentí la mayor vaharada de pasión que jamás hubiera sentido antes. Permití que Frank me acariciara durante los segundos que tardamos en llegar a su piso, y apenas entramos al apartamento, nos enredamos en una especie de lucha en la que prácticamente nos arrancamos la ropa. Ni siquiera llegamos a la habitación. Terminamos rodando por la alfombra de la sala, despojándonos rápidamente de nuestras prendas, besándonos, sin ceder terreno a que el deseo menguara.

Los labios de Frankie eran cálidos y sensuales, y sus gemidos me estaban volviendo loco. Con una destreza que no le conocía, me desnudó rápidamente, y antes de que me diera cuenta, me estaba dando la mejor mamada de mi vida. Me vi a mi mismo, desnudo y sometido totalmente ante Frank. Y ese pensamiento fue lo más erótico que me hubiera pasado por la cabeza. Me pareció escuchar que tocaban a la puerta, pero me pareció algo lejano y sin importancia. Al carajo el mundo exterior...

Los labios de mi amigo eran sabios y estaba a punto de venirme, cuando el jodido celular empezó a sonar de nuevo. Frank se apartó de mi, exasperado.

-¡Apaga esa mierda, coño!- exclamó.

Lo miré y abrí la boca para hablar, justo en el instante en que unos golpes retumbaron en la puerta. Frank se levantó echo una furia, con la cremallera de los pantalones abierta, y fue a grandes zancadas hacia la entrada.

-¡Joder, que carajo quie...!- dijo, pero se quedó a media frase. Yo no alcanzaba a ver nada entre la oscuridad del apartamento y la ausencia de mis anteojos, pero un segundo después, supe quien estaba en la puerta.

-¡Contesta el teléfono, cabrón!-

Escuché el grito de mi hermano junto con el estruendo de la puerta al abrirse de golpe y chocar contra la pared. Sentí como si me hubieran echado un balde de agua helada, y lo primero que pensé fue en salir corriendo de ese lugar.

Pero fue demasiado tarde. En un segundo, Gerard estaba sobre mi, y solo alcancé a ver su rostro furioso antes de recibir un fuerte golpe en la mejilla.



>>>>



Gerard

Nunca le había pegado a mi hermano de esa forma, ni siquiera cuando éramos pequeños y nuestra furia de críos se descontrolaba. Sentí mi puño chocando contra su pálida mejilla, que de inmediato se tornó roja. Escuché los gritos de Frank a mi espalda, pero no me importó; seguí lanzando golpes contra el cuerpo desnudo de Mikey, mientras él trataba de defenderse en vano. Lo tenía aprisionado bajo mi peso; sabía que siempre había sido más débil que yo. Lo escuché maldecirme mientras se debatía, tratando de liberarse.

Pero unos instantes después, Frank me atenazó la garganta con su brazo y logró derribarme, tratando con todas sus fuerzas de mantenerme en el piso.

-¡Ya dejalo!- me gritó, iracundo.

-¡Maldito bastardo!- exclamé, dirigiéndome a Mikey. Le había roto el labio, y cuando se pasó la mano y se percató de la sangre, me vio con un rencor que jamás le había conocido.

-Eres un...- murmuró Mikey.

-¡¿Un qué?! ¡¿Un jodido traidor como tú?! ¡Como te atreviste! ¡Eres mi hermano, por todos los infiernos!

-¡Vete a la mierda!- me gritó Frank de repente. -¡No tienes ningún derecho a hacer esto, cabrón! ¡No eres nadie para venir y decirme con quien puedo joder y con quien no! Y si me quiero tirar a tu hermano, ¡lo haré! ¡Tú no tienes nada que ver en esto!

Entonces me soltó y fue hacia Mikey, ayudándolo a levantarse.

-¡Pero... ustedes no pueden...!- dije, pero la gélida mirada verde de Frank me detuvo. Si las miradas mataran, esa hubiera sido un tiro directo en la cabeza. Me quedé congelado un instante, viendo como Frankie tomaba la cara de mi hermano y revisaba su labio roto.

No lo pude soportar. Una ira como fuego hiriente recorrió cada partícula de mi ser. Me levanté del suelo y me abalancé contra Frank, atrapándolo y besándolo con enojo, con furia. Él se revolvió entre mis brazos, pero entre más luchaba, yo más lo atraía hacia mi, sintiendo que mi orgullo herido se restablecía al notar su debilidad contra mi fuerza. Esa furia ciega se mezcló con una extraña pasión hasta que se convirtió en algo que ni siquiera tenía nombre, una especie de hambre devoradora, y yo me dejé llevar totalmente por ella...

No supe en que momento exacto Frank dejó de luchar, ni en que momento uno de sus brazos se liberó no para golpearme, sino para tomar la mano de Mikey y atraerlo hacia nuestra lucha apasionada. En una fugaz visión vi el confundido rostro de mi hermano, y como su expresión cambió al clavar sus ojos aceitunados en mi, tan parecidos a los míos, como si estuviera viéndome en el espejo. Fue como si borraran toda expresión de su rostro, para llenarlo un instante después del más absoluto anhelo, justo en el momento en que se pegó contra Frank y lo abrazó por la espalda, besando su blanco cuello.

El hambre en mí se renovó ante esta visión. Frank, atrapado entre los dos, gemía y ondulaba ahora hacia uno, ahora hacia el otro, incapaz de evitar los estertores que el placer le producía; casi lo tuve que sostener cuando Mikey le bajó los pantalones y empezó a deslizar su mano arriba y abajo de su firme pene. Yo seguía besándolo y acariciándolo de la forma en que siempre había deseado hacerlo en lo más profundo de mi ser, deleitándome con sus labios sensuales y su piel blanca. La mano de mi hermano estaba aumentando sus caricias paulatinamente, y eso me excitó enormemente. Frank respiraba agitadamente, con sus brazos sobre mis hombros, los ojos cerrados y la boca entreabierta, el placer personificado.

Entonces, de repente, abrió los ojos y me vio fijamente, con una lascivia que hizo que los vellos de mi nuca se erizaran. Tomó una de mis manos y la puso sobre la de mi hermano, que seguía masturbándolo. Mikey y yo nos vimos por un instante, dudando. Pero entonces Frank se recargó sobre el pecho de mi hermano y me jaló de la camiseta hacia ellos.

-Háganlo- susurró, apretando nuestras manos sobre su miembro, moviéndose voluptuosamente contra nosotros.

Y lo hicimos. Me acerqué a Mikey y lo besé, acariciando sus suaves labios con los míos mientras ambos hacíamos que Frank se corriera en nuestras manos.

Estábamos perdidos.



>>>>



Soñé con lo que había pasado, como si los recuerdos no me abandonaran incluso mientras dormía. Visiones fugaces del cuerpo esbelto de Mikey sobre Frank, penetrándolo. Me vi a mi mismo besando apasionadamente a Mikey, mientras Frank estaba arrodillado frente a mi, haciéndome sexo oral. Y luego el rostro de mi hermano y de Frank, desnudos y dormidos sobre la alfombra, justo antes de que el velo de la inconsciencia cayera sobre mí mismo.

Abrí los ojos, sin terminar de creer que todo aquello había pasado. Tal vez solo había sido una loca alucinación por mi parte.

Pero lo primero que sentí fue la calidez de Mikey a mi lado, abrazándome, con su nariz pegada a mi cuello. Y detrás de él, vi a Frank, acostado boca abajo, con un brazo sobre el pecho de mi hermano.



>>>>



-¿Con que vamos a cerrar entonces?- preguntó Frank.

-Ni idea. El tarado de Brian no nos dio la lista. Supongo que tendremos que improvisar- respondió Gerard. Estaban tras bambalinas en Late Night with Conan O´Brien, presentando el primer sencillo de su nuevo disco. Escuchaban el ruido de la gente en el foro, y Gerard se asomaba de vez en cuando por una rendija del telón.

-Maldición...- murmuró Frankie.

-Y encima este puto calor, ¡coño! Nunca había visto que un estudio de TV no tuviera aire acondicionado- se quejó Gerard, abriéndose el cuello de la camisa.

Frank lo vio con una ceja alzada y una sonrisa ladeada.

-¿Tienes calor o estás caliente? Por que yo te podría ayudar con lo segundo...

-Ja-ja-ja- rió sarcásticamente el vocalista. –Mejor has algo productivo y busca a los demás; creo que ya vamos a salir y no se donde se metieron.

-Bueno, tú te lo pierdes...- contestó Frank, pintándole dedo a Gerard y cerrándole un ojo. Con una risita, lo besó rápidamente y se alejó.

Gerard observó como Frank se topaba unos metros más adelante con Mikey, quien iba acomodándose la correa de su bajo. Los vio hablar en voz baja por unos momentos, y después Frank siguió su camino, no sin antes pasar su mano por el pecho de Mikey, en un gesto tan tenue como elocuentemente íntimo.
Mikey se acercó a Gerard, radiante.

Gerard observó a su hermano con una sutil sonrisa dibujada en sus finos labios.

Una muda complicidad, silenciada por los gritos de la gente tras el telón, cuando el presentador anunciaba la próxima aparición de My Chemical Romance en el escenario...

FIN

8 comentarios:

  1. ¬¬...eso es todo?! pensé que acabaría con que Gerard se quedaba con Frank, y Mikey se quedaba sólo...no sé, otro final...
    No estoy diciendo que no me guste, sino, que ese final como que no me terminó de convencer...
    Pero ni modo, así lo terminó la autora...

    ResponderEliminar
  2. Iug, la idea de Gerard y Mikey teniendo relaciones con Frank no me gusta .-. esto fué demaciado perturbador haha simplemente con encaja >_<' pero buaano...

    ResponderEliminar
  3. Seee!! A mí también me habría gustado que Frank y Gerard terminaran juntos y que lo de Mikey fuese cosa de una noche, pero... ese trío rinde!!

    ResponderEliminar
  4. wow jamas pense en un trio y pues me gusto esta bastante bueno

    ResponderEliminar
  5. a mi si me gusto
    se me hizo muy interesante ese trio
    pues termino de una manera diferente a los demás que he leido

    muy bueno

    ResponderEliminar
  6. Me gusto lo del trio... pero nose, es como que el incesto no me gusta. El final estuvo bueno, aunque no queria que terminara. Esta interesante.

    ResponderEliminar
  7. Pos a mi si me gusto,no es un final muy convincente pero...vaya trio 7ww7
    Lo ame <3

    ResponderEliminar
  8. Normalmente no me gusta el ''waycest'', pero cuando lo suman a Frank... es inevitablemente excitante

    ResponderEliminar