martes, 27 de marzo de 2012

The dove keeper; Capítulo: #8

Capítulo: #8


Diferentes vicios; diferentes momentos.

Esa noche cuando llegué a casa, imágenes de Gerard se filtraron a través de mi mente sin importar cuánto intentase detenerlas. Parecía que cuanto más intentaba mi consciencia de empujarlas, más empujaba mi inconsciente- sólo que diez veces más fuerte. Imágenes de Gerard usando solamente una toalla seguían apareciendo en mi visión, cuando momentos atrás había estado tocando la guitarra tranquilamente, pensando en felices pensamientos no-gays.

Odiaba el hecho de que parecía que era incapaz de controlar mi propia mente. Quería arrancarme la cabeza y sacar a la mierda el recuerdo de Gerard sólo para que todo volviese a estar bien. Sin embargo sabía que aún teniendo ese sádico poder, que no mejoraría nada. El hecho en sí se mantenía fuerte; me había sentido atraído a Gerard ese día. Y en algún sentido, siempre lo he estado, en una u otra forma. Admiraba sus pinturas y su habilidad para el dibujo. Amaba la forma en la que hablaba, su cerrado acento francés que aparecía cuando él lo quería, su voz profunda y cantariega saliendo otras veces. Amaba sus razonamientos sobre las cosas y sus teorías sobre la comprensión del mundo. Pensaba que era una persona increíble. Pero me tomó el llegar a ese día, al verlo con una toalla y teniéndolo tan cerca de mi rostro para comprender las implicaciones físicas en todo. Ahora me sentía atraído a Gerard en más que sólo formas emocionales. Ya no iba a verlo sólo para tener un amigo. Una pequeña parte de mí quería ser más, y eso era algo que no podía comprender.

No sólo no podía comprenderlo, sino que también me negaba. No podía hospedar la idea de que yo quisiera a Gerard en una forma sexual. No era posible. Primero, porque es un tipo. Nunca en mi vida me sentí atraído a un tipo. Creía que algunos de mis amigos y conocidos en la escuela eran geniales y divertidos para pasar el rato, pero nunca me los quise follar. Pero, de nuevo, también creía que Gerard era genial y divertido para pasar el rato. Quizás si hubiese visto a mis otros amigos en una toalla, mi punto de vista hubiese cambiado. De cualquier forma, no quería pensar sobre eso. No tenía tiempo para reevaluar viejos sentimientos, cuando ni siquiera podía manejar los nuevos que me estaban siendo empujados dentro.

No creo que en realidad quisiera follar con Gerard. Era algo mucho más que eso. Él ya se había expuesto tanto ante mí. Me mostró su arte, me dejaba ir a su casa a diario, me dio las llaves de su apartamento y pronto me iba a enseñar a pintar. Ni siquiera había terminado de conocer a este hombre, y ya me sentía tan cercano a él. Y cuando vi su blanca y desnuda piel, expuesta en un sentido físico, despertó algo en mí. De repente tomé consciencia de formas alternativas de demostrar cariño por las personas. Con mis amigos estaban los ocasionales choques de mano, golpe en el hombro y quizás, si estaba con suerte o muy triste, un corto y rápido abrazo. Era lo mismo con mi familia. Mi madre era la más afectuosa de los dos (no era tan difícil considerando el duro exterior de mi padre), pero incluso ella ya no me daba tantos abrazos como antes. La incomodidad de que su hijo estaba creciendo, la hizo rehuir de siquiera tocarme. Por eso, estaba agradecido. No quería que me vieran abrazando a mi madre en frente de la escuela. Sin embargo cuando cesó el contacto físico, comencé a olvidar el factor terapéutico de un simple roce. Gerard me había abrazado en los primeros días de nuestras reuniones; él ya estaba mostrando su cariño hacia mí. Los amigos hacían ese tipo de cosas. Se tocaban. Había otras formas de expresar sentimientos genuinos, si, eran sin usar las manos, pero otras ideas llenaron mi mente. Comencé a recordar que se puede estar expuesto en más de una forma. Podías mostrar y desplegar tus emociones, usándolas en tu manga y sentir como si estuvieses desnudo. O podías estar desnudo con alguien y conocer a esa persona a través de las historias que cuente su cuerpo. Pero la idea de compartir mis sentimientos (en especial estos completamente jodidos que tenía) y sobre todo el estar desnudo con alguien me hacía estremecer.

Nadie me había visto desnudo en años, no desde que era un bebé, y esos habían sido sólo mi familia. Cuando iba a nadar o a cualquier parte en la que debía cambiarme, me escondía en el cubículo del baño, mientras me ponía el traje de baño sobre mis chuecas rodillas. No quería que la gente viera mi débil y raro cuerpo. Era feo- y aún lo era (aunque mis rodillas ya no eran tan chuecas) De cualquier modo, esa era mi opinión sobre mí mismo. Gerard me había dicho que esas opiniones no eran válidas. Quizás para la gente, mi cuerpo no era feo. Quizás mi cuerpo no le parecía feo a él….

Me detuve a mitad de la frase. No podía pensar de esa forma. Simplemente no podía. Si no era por el factor homosexual, entonces por la edad. Gerard era tan viejo como mi jodido padre. No había manera de que yo me pudiese sentir atraído a alguien de esa edad. No había manera de que yo quisiera sentirme atraído a alguien de esa edad. Mis pensamientos comenzaron a mancomunarse en un territorio muy peligroso mientras me senté en la cama presionando mis puños contra mis jeans. Pensé en mi padre en lugar de Gerard, y casi vomito. Podía sentir las paredes de mi estómago comenzar estremecerse y luego intentar de huir de mi cuerpo. No quería imaginar a mi padre –o a algún miembro de mi familia, bajo esa luz. Gerard es mayor. Gerard es un tipo. Y Gerard es algo por lo que yo no iría.

Pero no podía ignorar las sensaciones que se gestaban dentro de mí, creciendo y causando que la sangre se reubique. Cuando Gerard había estado parado tan cerca de mí, sus manos sobre mi rostro y mirando profundamente a mis ojos, no sabía que estaba pasando o que quería que pasara en ese momento. Sin embargo, sentado en mi cama y recordando la escena, vi la situación por lo que realmente era. En todas las películas clichés románticas, nos habríamos besado. Gerard hubiese presionado sus labios contra los míos, y yo hubiese hecho lo mismo. Y nos habría gustado. Nos recostaríamos juntos sobre la cama luego de horas de besarnos contra la luz de la luna y no nos hubiésemos despertado hasta la mañana siguiente entre los brazos del otro. Pero esto no era una película. Esto era la vida real y ese beso no pasó. Ese beso no debe suceder.
Sin embargo, eso no impidió que mi mente divague sobre eso cada cinco segundos.

Ni siquiera sé porque el simple pensamiento del beso me estaba invadiendo. Para ese punto había pensado tanto en eso, que llegué a creer que al presionar nuestros labios, podríamos compartir algo. Que nos entenderíamos más y que podría abrirle mi alma a él de esa forma. Besar a Gerard, juntar nuestros labios, estaría juntando mucho más que solamente lo físico. Pero en contraste, parecía ser la única forma física de entendernos. Él siempre es parlanchín, arrogante, plenamente confiado mientras que yo estaba parado en la esquina, balanceando mi peso de pie en pie, tratando de evitar sus ojos. Si nos besáramos, quizás podríamos ambos calmarnos y encontrar un punto medio en nuestras emociones.

Cállate Frank, me dije internamente. Hay otras formas de sacar afuera tu alma, me dije. Hay otras formas en las que te puedes conectar con alguien. Estarás pintando pronto. Y ahí te vas a olvidar de este estúpido indicio de besar a un tipo de cuarenta y siete años. Asentía a mi estamento, estando de acuerdo con la pequeña y persistente melodía en mi cabeza. Me dejé caer en la cama, mis ojos cerrados y mis manos sobre mi frente. Mi brazo voló en agravamiento y estos chocaron un extraño objeto en mi bolsillo. Los cigarrillos, recordé de repente, mis ojos abriéndose de par en par junto con una sonrisa expandiéndose en mi rostro. Me había olvidado completamente que los había tomado. Y entonces, estaba tan agradecido de haberlos tomado. Necesitaba cambiar el foco en mi cabeza, lejos de Gerard. Necesitaba sacar alguna especie de fuerza creativa de dentro de mí y las lecciones de pintura estaban un poco lejanas, aún así podía empezar con este paquete que sostenía entre mis manos. Lo apreté más fuerte, escuchando el cartón crujir bajo mis nudillos. Necesitaba un cigarrillo ahora en más de una forma.

Era tarde y por eso fácil de escaparme de mis padres abriendo un poco la puerta. Bajé las escaleras, teniendo en cuenta donde estaba cada crujido hasta que llegué a la puerta de entrada. Tomé una caja de cerillos que guardábamos en el closet junto con las velas de repuesto y los suministros de emergencia en caso de un apagón antes de salir, esta vez recordando llevar mis llaves. Me dirigí al patio trasero, apoyándome en la cerca de madera y saqué el medio desinflado paquete. Saqué un tubo y lo puse entre mis labios, estando preparado para encenderlo, pero ninguna de mis acciones parecían tan elegantes como las de Gerard. Encedí un cerillo, casi quemando mis dedos unas cuantas veces e incluso una vez tiré el cigarrillo. Tenía algo de suciedad donde mis labios habían estado, pero la retiré e intenté nuevamente, finalmente consiguiendo que la puta cosa encendiera. Mantuve el tubo en la punta de mis labios un rato, orgulloso de ya tener una llama encendida. Dejé que el blanco cilindro colgara en mi boca por un momento, intentando verme tan cool como lo era Gerard cuando fumaba. Inmediatamente me sermoneé por compararme con el hombre que intentaba olvidar, pero me calmé al darme cuenta que por lo menos estaba pensando en él con su ropa puesta. Finalmente, cuando aspiré tuve el susto de una vida.

El humo se estancó y era demasiado espeso para poder inhalarlo todo de una vez. Podía saborear los inmundos químicos que eran empaquetados en tan pequeños objetos, invadiendo mi boca, tocando mi lengua antes de caer en mi garganta. Se acomodaron en mis pulmones por menos de un minuto, antes de que los expulsara, tosiendo y escupiendo haciendo tanto ruido que me sorprendí de no haber despertado a mis vecinos. Mientras tosía escupía flema que juraba era gris por el humo que había inhalado. Era tan asqueroso. No podía entender como Gerard hacía esto a diario y lo disfrutaba. Y se veía bien haciéndolo. Yo estaba lejos de ser atractivo. Mi rostro estaba rojo de tanto toser y mis ojos estaban lagrimosos por el esfuerzo de tanto hacerlo. Sin importar cuanto escupiera, aún podía sentir el sabor amargo en mi boca. Era duro y astringente y lo quería quitar tan jodidamente pronto como se pudiera.

Momentos después de haber expulsado un pulmón al césped, me encontré pensando que así sería besar a Gerard. Me agarré con el guardia bajo ante mis propios pensamientos, inseguro de si estos eran buenos o malos. Si estaba tosiendo así y detestándolo tanto, entonces quizás odiaría besar a Gerard. Eso era una cosa, muy, pero muy buena en mi cabeza. Pero el hecho de que aún seguía pensando en besar a este hombre mayor, era malo. Corté todo e intenté seguir adelante.

Miré al cigarrillo que estaba semi aplastado en mi mano. Todavía brillaba en su extremo, su fuerza disminuyendo. Miré el filtro y me di cuenta de que Gerard ponía sus labios ahí cada día. El acto en sí, era como besarlo, pero sin el peligroso aspecto de nuestros cuerpos tocándose. Fumar era una forma de estar cerca de Gerard sin tener que estar cerca de él. Podía poner mis labios en el mismo lugar donde los suyos estaban siempre y podríamos vincularnos así. Podría escupir así mi alma y mostrar mi cariño también así. Podría besar al cigarrillo que representaba al hombre que manifestaba tanta fascinación y miedo dentro mío y nadie sabría qué estaba haciendo. Podría estar entero de nuevo, como siempre. Era un plan perfecto. Y aunque no disfrutaba el fumar, me hacía sentir bien por dentro, casi seguro.

Solamente había tomado una bocanada del cigarrillo que sostenía en mi mano, pero mi boca sabía como si me hubiese fumado toda la etiqueta. Sentía como el cilindro comenzaba a quemarse más y más rápido llegando al final. Lo atraje hacia mis labios una vez más, intentando aspirar siendo un poco más exitoso, probablemente porque ya estaba preparado para la aspereza. No era precisamente lo mejor que he hecho, pero había otras cosas que podían ser peor, me dije. Como realmente besarlo.

Mientras apagaba el prematuro cigarrillo, decidí que me quedaría con el paquete. Quizás lo podría necesitar en un futuro, me dijo. Con la forma que la que mi cabeza había estado actuando estos últimos días, parecía una importante posibilidad. Podría acostumbrarme a fumar; cualquier cosa era posible, especialmente estando en la posición en la que estaba. Coloqué el paquete en la parte superior del bolsillo de mi camisa, acariciándolo suavemente. Me quedaría con todo; lo bueno y lo malo.

Por si acaso.

*

La mañana siguiente amanecí con dolor de garganta. Ya tenía una tos fea. Me di cuenta que la mayoría de eso era por casi escupir mi bazo la noche anterior, o solamente era mi futuro cáncer de pulmón por mi nuevo hábito. Frotando mi cuello con una cansada mano, asalté el botiquín de medicamentos y busqué pastillas para la garganta, obteniendo nada. Sufrí durante todo el día, teniendo esa tos ocasional. Nadie lo notó en realidad; todos pensaron que era solamente un resfriado. El clima estaba cambiando, de ser ese frío invernal a la calidez de la primavera inicial y las fluctuaciones solían causar estragos en el sistema de la gente. Pero eso y las secuelas de mi primer cigarrillos que aún se aferraban a mí, no eran las únicas cosas que causaban estragos en mi sistema.

Mis pensamientos sobre Gerard no eran tan malos como ayer; era mejor bloqueando imágenes mentales. Cuando anoche finalmente conseguí cerrar mis ojos, el dormir había ayudado a calmar mis pensamientos irracionales significativamente. Luego del momento de incomodidad con Gerard, mi mente quedó torcida y hecha un desastre de emociones que no podía darles órden. Aun no podía un día después, pero por lo menos dormir me había hecho olvidar algunas cosas en mi subconsciente. Y el fumar ayudó, irónicamente. Estaba adquiriendo otra adicción, desde que no tomaba tanto como solía hacerlo. La forma en la que bebía ahora, sin embargo, era totalmente diferente. Antes tomaba cerveza y licor con Sam y Travis porque estábamos aburridos. No teníamos nada más para hacer y no queríamos quedarnos dentro de nuestras cabezas. Tomaba para ahogar esos sentimientos de estar atascado en este horrible lugar. Pero ahora, no me sentía tan atascado. Gerard me estaba mostrando que Jersey no era tan oscura como yo lo pensaba. Había color dentro de su apartamento. Y fue en ese interior, donde yo cambié mi elección en bebidas así también como mis ideales.

Ahora bebía vino, pero esta vez no era para olvidar; era para recordar. Cuando iba a ver a Gerard, bebíamos para divertirnos; para crear recuerdos. Aún podía recordar vívidamente la primera conversación que tuvimos en su mesa tomando vino en vasos altos. Y también podía recordar otras más. El vino era un vicio, pero no me entumecía. Sino que me hacía sentir cosas nuevamente. No obstante, me hacía sentir cosas demasiado buenas. Y ahí era cuando el cigarrillo entraba. Podía fumar para aliviar mis nervios, para calmar mi cabeza y mente y enfriar alguna de las sensaciones que estaba sintiendo. Los sentimientos eran abrumadores, pero no quería apartarlos. Quería seguir viendo a Gerard después de la escuela. Quería seguir aprendiendo de él. Simplemente quería que esa urgencia de que nuestros labios se encontrasen, dejara de existir. Así que eso era lo que fumaba. O lo intentaba, por lo menos.

Intenté fumar otro cigarrillo en mi periodo libre, justo antes de ir a lo de Gerard. No había duda de que iba a ir. Debía hacerlo; quería aprender y no iba a arruinar la buena amistad que teníamos por mis putos y exagerados sentimientos. Pero necesitaba un cigarrillo para calmarme. Me las arreglé para fumar la cosa entera esta vez, solamente tosiendo levemente. Sin embargo caminé bien lejos de la escuela, porque de ninguna manera iba a fumar en el área designada con otras personas a mi alrededor. No necesitaba que se rieran de mí por toser a cada pitada. A pesar de estar mejorando, sin toser como si me estuviese por morir, sintiendo a la nicotina envolver a mi sangre en adicción, aún no podía hacer que el humo se viera a mi alrededor tan bello como hacía Gerard. Mi humo se veía como humor. Era sucio y llenaba al mismo tiempo, sólo porque me ocultaba bajo un manto. Me preguntaba como Gerard podía hacer que algo tan sucio luciera tan artístico mientras yo fallaba miserablemente. Simplemente se lo atribuía a algo que todavía no podía entender y lo sumaba a la pila de preguntas sin respuestas. Crecía diariamente.
Esta vez recordé mi llave mientras iba a lo de Gerard, estaba subiendo las escaleras bajo el hall. Me tarareaba algo, mi mente en sus constantes divagaciones. En los últimos días, me di cuenta la cantidad de mierda con la que había lidiado. Estaba descubriendo tantos secretos y sorpresas que no sabían que existían. Sacudí mi cabeza mientras caminaba, pensando en que tan estúpido fui. Por lo menos ahora tenía alguna forma de hacerle frente ahora, algún vicio que me ayudara a pasarlo. Me di cuenta que lo peor ya había pasado e incluso sentí como una sonrisa comenzaba a deslizarse por mi rostro mientras tocaba el picaporte de la puerta de Gerard, metiendo mis llaves en la cerradura con rapidez. Había disipado todos mis nervios junto con el último cigarrillo que había fumado, y estaba seguro de que podía pasar el encuentro de hoy con pocos o ningún problema.

Entonces abrí la puerta.

Me sentí invadido por los brillantes colores del apartamento de Gerard, pero eso no fue lo que me llamó mi atención. Vi piel desnuda. Solamente que no era la misma que había visto el día anterior. No era la piel blanco pasta cubierta con una toalla de Gerard. No era la piel de Gerard. Era la de alguien completamente diferente. Y la parte más shockeante de todo y la peor en mi mente era que no sólo era carne desnuda, sino que era de mujer. Había una mujer desnuda en el medio del apartamento de Gerard, tirada sobre el sofá.

-“¿Qué…qué…qué está pasando aquí?”- tartamudeé, mis ojos abiertos envolviendo a la figura del sillón. Todo lo que podía ver era la piel de esta misteriosa mujer; ni siquiera vi a Gerard. A pesar de que se apareció a un costado, sentado en una silla junto al sofá en el que estaba la mujer, sólo podía verla a ella. A ella y a su largo y rojo cabello, a su sonrisa en su rostro. Y a su cuerpo desnudo una y otra vez. No podía creer que mierda estaba pasando. ¿Gerard no era gay? ¿Por qué estaba esta mujer aquí? ¿Por qué estaba desnudo? ¿Y quién carajo era? Este era mi momento con Gerard en su casa, ¿Cómo mierda alguien podía infringir eso?

Cuando mis pensamientos finalmente se calmaron lo suficiente como para centrarse en la situación a mano, llevé mis ojos desde esta mujer que nunca había visto hacia los de Gerard. Él estaba sentado en su silla relajado, sus pies sobre la mesa de café, con su cuaderno de bocetos apoyado sobre su regazo.

-“Oh, Hola Frank “Saludó casualmente, una pícara sonrisa en su rostro mientras que los escalofríos subían por mi cuerpo. “Te presento a Vivian”.

2 comentarios:

  1. Me Encanto , Siguelo Pronto *o*

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  2. Hey ! , Si Soy yo Again , Cuando Piensas Subir Capitulo DD: Lo he es´perado Mucho !
    Siguelo !

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