jueves, 15 de marzo de 2012

Extraño; BONUS.


Extraño... |BONUS|

Frank suspiró una vez más antes de mirarme como por quinta vez en esos treinta segundos en los que habíamos llegado al lugar dónde sería la presentación más importante para él, y para mí también, obvio: la presentación de su libro: When the love and death embrace.

Para ese entonces tuvimos que viajar hasta Canadá, ya que la editorial del libro era originaría de allá y nos pidió ir; además de eso recibiríamos una cuota extra, mejor para mí, así tendría una mejor excusa para darle a Frank la sorpresa que siempre quise darle, aparte de la que se estaba llevando a cabo, claro.

Los flashes de las cámaras no se hicieron esperar, la mano de Frank apretó tanto la mía que casi me dolió… de hecho se puso morada.

“Gee, tengo miedo,” Me susurró en el oído mientras entrábamos por la puerta y todas las personas hay presentes posaban la vista sobre nosotros.

“¡Sólo no tengas miedo, pequeño, todo va a salir bien!” Lo animé. Debo decir que a sus veintiún años ya se veía como todo un gran escritor. Estaba muy orgulloso de él.
Llegamos a sentarnos en la larga mesa que estaba llena de micrófonos y el bombardeo de preguntas aterrizó justo hacia él.

“Señor Frank Iero,” Empezó un tipo de sombrero negro y una libreta en mano. Me dio risa al escudar la palabra ‘señor’ de su boca, no me imaginaba a Frank así. “Ha habido rumores de que la historia de su libro fue escrita bajo influencias personales,”

Frankie frunció el ceño.

“Explíquese,” Dijo en tono serio.

“Quiero decir… Que todo lo que está en su libro pasó en la vida real, ¿es cierto eso?”

“Bueno, a decir verdad, creo que el libro está basado en la vida real de todos y cada uno de los presentes en esta sala,” Contestó cautelosamente. “Digo, que levante la mano quién no pasó por todos esos problemas durante su adolescencia?”

Casi me sorprendió hasta a mí mismo. Todos los que estaban en la sala guardaron un poco de silencio y sólo se escuchaban los disparos de las cámaras. Sonreí de lado.

“Confusiones, conflictos, desamor y problemas familiares parece ser lo que todos pasamos en nuestra juventud,” Dije yo después de un rato de silencio. Todos soltaron una risita nerviosa. “Ya veo que sí.”

“Señor Iero,” Ahora habló una chica, diría yo que era más o menos de la edad de mi Frankie. En esos precisos momentos me dieron ganas de matar a la muy perra, cuando comenzó a coquetearle a mi pequeño. “Su libro se ha colocado en la lista de libros más leídos entre los jóvenes y adultos… Incluso a sido nombrado como uno de los más influyentes en estas épocas actuales y se ha llegado a comparar con el del señor Way, aquí presente, siendo que él ha estado más tiempo en la escena de la escritura. ¿Qué piensa de ello?” Finalizó por último con una sonrisita coqueta a Frank; yo la miré deseando que un rayo le cayera encima, pero no sucedió, me resigné.

“Ah, no había escuchado eso y me halaga profundamente que mis escritos sean comparados con el de mi socio aquí presente, es decir, como bien lo dijo usted, él ha estado mucho más tiempo en esto que yo. Tal vez se deba a que me influenció mucho durante el desarrollo del libro… Con respecto a lo de la lectura; creo que por eso mismo lo escribí, para que los jóvenes se sintieran por fin identificados con problemas que pasan por esa etapa tan difícil, ¿sabe?,”

La muy desgraciada no le quitaba la vista de encima en todo el tiempo que Frank estuvo hablando, incluso sus sonrisitas estaban llevándome al punto de desear pararme de la silla e irla a calmar y decirle que Frank era sólo mío.

“¿Señor Way?”

La pronunciación de mi nombre me sacó de mis malos pensamientos, Frank tuvo que darme un codazo para poder reaccionar.

“¿Qué?” Parpadeé varias veces.

“Mi pregunta fue: ¿qué lo orillo a apoyar tan extraordinario proyecto de Frank?”

¡¿Y de cuándo acá esa perra lo llamaba por su nombre?!
Tuve que suspirar para controlarme.

“Cómo bien lo ha dicho, señora,” Me miró algo dolida. “Su proyecto fue tan extraordinario que desde que lo leí no me contuve las ganas de hacer algo más con esto… no me arrepiento de nada. ¿Contestada su duda, señora?” De nuevo me miró como si me tuviera rencor, o como si hubiera adivinado su verdadera edad y después se volvió a sentar, no sin antes susurrar un “Sí”.

Otro sujeto moreno alzó inmediatamente la mano y los jefes de prensa le dieron la palabra.

“Quiero que me conteste con la verdad, señor Iero,” Dijo con tono muy rudo. “He escuchado que usted y el señor Way son pareja.”

“¿Acaso usted es homofóbico, señor?” Cuestionó en respuesta Frank, claramente oí un tono ofendido en su voz. “¿Hay algún problema con eso si es que fuera real? ¿Está seguro de eso?”

“No, pero…”

“Entonces preferiría que no hicieran preguntas como esas si no están bien informados.”

Esa fue la primera rabieta de diva que le vi a Frank… bueno, de hecho una de tantas. Después de un par de minutos más nos paramos de la mesa y salimos de la sala aún con algunas preguntas pendientes… Vi a Frankie riendo como niño pequeño. Yo reí igual. Salimos hacia la sala dónde sería el banquete con algunos de los colaboradores… Además, veríamos a los amigos de Frank, y yo lo veía demasiado feliz a él.

.*.

“Malditos taxis… como tardan,” Se quejó Frank un poco serio. “Deberíamos alquilar el coche por lo que nos queda de tiempo aquí en Canadá… ¡Muero de frío!”

Yo iba a decir algo incoherente, pero mi cabeza giró en automático al darme cuanta que la misma zorra arrastrada de la conferencia estaba justo atrás y se dirigía hacia nosotros… Con ese andar medio raro… Frank para ese entonces no se había dado cuenta y le di un pequeño codazo para que volteara.

“¡Frank!” Dijo la tipa, muy sonriente, por cierto. “Te puedo llamar Frank, verdad.” Eso no fue una pregunta.

Frankie no tuvo más remedio que reír.

“Claro, además no creo que seas más joven que yo.”

Ahogué una carcajada.

La tipa nos miró raro.

“Bueno, Frank, quería… quería invitarte a comer algo si es que no tienes planes,”

Frank me miró con las cejas bien alzadas y yo asentí con la cabeza.

“Y bueno… su socio el señor Way también podría venir,”

“Lo siento, señora, pero la verdad es que ahora tengo una importante cena con mi pareja y alguno de mis amigos. Pero créame que tendré muy presente su invitación. Gracias de todos modos.” Dijo Frank fingiendo diplomacia y hasta yo mismo me sorprendí.

“Oh, no sabía que tenía pareja… Me encantaría conocerla algún día.” Propuso la ‘periodista’ no muy convencida.

“¡Claro!” Frankie, como siempre me encantaba verlo, sonrió tan malicioso y me tomó de la mano, la apretó fuertemente. “Señora, le presentó a mi pareja… Gerard Way.”

La ‘señora’, como la llamaba Frank, sólo nos dirigió una mirada confundida y de asco a la vez y se dio la media vuelta sólo para apurar su andar y perderse en una de las calles más engentadas.

“Pobre.” Dije con una risita.

.*.

Los aplausos llegaron como balas a nuestros oídos cuando entramos por la gran puerta verde que daba lugar la cena que se llevaría a cabo. Frankie apretó mucho más mi mano al punto de casi ponerla morada, yo sólo sonreí de lado, además no podía hacer más, estaba mucho más nervioso por lo que pretendía hacer.

“¡Frank!” Esa voz ya la había oído.

En la cara de mi pequeño aparecía otra sonrisa más inmensa aún. A nosotros se acercaban sus amigos.

Frank y Michael se abrazaron fuertemente, reconozco que me dieron un poco de celos, pero al instante Mikey me abrazó a mí también y no pude más que corresponderle, el rubio sólo nos saludó con la mano.

“Lamentamos no haber estado en la conferencia, pero nuestro vuelo se atrasó y llegamos hace dos horas… luego nos perdimos,” Explicó Michael con cierta pena.
“No importa, están aquí.”

Nos fuimos a sentar a la mesa principal en dónde Frankie no dejaba de recibir halagos y felicitaciones. Doy mi vida entera a que nunca lo había visto igual de feliz. Entonces sus brillantes ojos me dieron el valor para atreverme a hacer lo que tenía que hacer…

Recuerdo cuando Frankie siempre me decía que ya era tiempo de formalizar lo nuestro y establecernos como una familia… esa siempre fue su ilusión… y mi respuesta siempre era: “No, Frankie, aún no estoy listo,” Y él siempre creía que me avergonzaba… Pero no.

Y ahora ya estoy listo…

El ruido de la copa siendo golpeada con una pequeña cuchara llamó la atención de todos incluso la de mi pequeño que platicaba con Mikey, y me veía un poco extrañado.

“Damas y caballeros, me encantaría su atención por favor,” Dije, aclarando mi garganta por lo nervioso que estaba. “Me gustaría hacer un brindis por el señor Frank Iero y toda su genialidad y talento… por ser una asombrosa persona y un ser humano increíble al cual admiro y a-adoro muchísimo.”

Todos los presentes alzaron sus copas en el aire entre gritos de “Brindis” y vítores. De reojo podía ver a Frank que aún estaba un poco shockeado pero sonrojado.

“Pero eso no es todo,” Aquellos que se disponían a regresar a hacer lo que estaban haciendo me miraron nuevamente expectantes. “Frank,” Lo miré a los ojos. “¿Sabes? Aún recuerdo cuando te vi por primera vez… Estaba yo mirando el atardecer desde mi ventana, pero créeme que esa visión no se comparó en nada a la que tuve después… cuando te descubrí a ti, una hermosa visión. Desde ese entonces no pude dejar de observarte ni un minuto… Yo sé que alguna vez… te llegué a herir, que me porté como un cobarde y patético hombre pero… Te pido que todo eso se quede en el pasado… Tú sabes que yo… yo te… amo, y quisiera que esto perdurara para toda la vida, más allá de la muerte si es posible,” Saqué la pequeña caja de terciopelo negro del bolsillo de mi pantalón y me arrodillé a su lado. No tengo palabras para describir como brillaron sus ojos en ese momento, una sonrisa enorme apareció en su rostro. “Frank Iero: ¿Te casas conmigo?”

La cara de Frank cambió radicalmente, quedó serio y sin expresión. Todos esperaban impacientes su respuesta pero él no se dignaba a reaccionar, admito que llegué a sentir miedo.

“¿Frankie?” Lo llamé con voz temerosa. “Frank,”

“Sí,” Lo oí decir.

“¿Qué?” Mis ojos se abrieron como plato.

“Que sí, tonto, me caso contigo.”

Mi pequeño me abrazó de inmediato y unió sus dulces labios a los míos fundiéndolos en un beso apasionado al mismo tiempo que al fondo escuchaba los gritos y vítores de los presentes en el recinto.

Nos separamos sólo para que yo pudiera poner el anillo en el dedo de Frank, a lo cual él me miró muy ilusionado y al mismo tiempo con un poco de lujuria… debo decir. Me volvió a besar, aunque yo creo que a nosotros ya no nos importaba si estaban presentes mil personas… Cuando la carne llama…

.*.

La puerta del baño de caballeros se abrió de golpe provocado por la patada que Frankie había dado, luego la cerré con seguro no sin antes revisar que no se hubiera quedado alguien adentro… Lo tomé de sus hombros y lo estampé casi ferozmente contra el mármol de la pared, después mis manos viajaron a su cintura y comencé a besar su exquisito cuello que pedía a gritos ser mordido… Frankie soltó algunos gemiditos de placer cerca de mi oído lo cual hizo que me excitara sólo con el simple hecho de imaginarme a Frank gimiendo mi nombre.

Desesperadamente quité su saco y comencé a desabrochar su camisa tirando de ella y sacándola de sus pantalones apretados que hiciera que su glorioso cuerpo tuviera más forma… Cuando logré desabrocharla comencé a besa su pecho, lamiendo y mordiendo a veces, que sabía eso le encantaba a mi pequeño…

Frank comenzó a quitarme el saco y la camisa también; y en un rato ambos ya estábamos desnudos del torso. Yo seguía besando el pecho de Frank, mientras al mismo tiempo, trataba de callar sus gemidos con una de mis manos. Sonreí traviesamente y desabroché el pantalón de Frank metiendo una mano en él y luego por debajo de su bóxer, lo único que provocó eso fue que Frank lanzara un grito, sonreí de nuevo y volví a tapar su boca con la mano que me quedaba libre.

“¡Shh! Nos van a escuchar…” Le dije aún con una sonrisa bailando en mis labios.

Él me miró con algo de recelo.

Pero no contaba con que Frank fuera más ágil y listo que yo, para cuando me di cuenta yo ya estaba en la pared fría recargado y con Frankie tratando de bajar mis pantalones. Lo logró tiempo después y sólo vi como poco a poco comenzaba a bajar, hasta que lo único que podía ver era su brillante cabello a la altura de mis cadera… Solté un gemido sólo al pensar lo que iba a hacer Frank.

El éxtasis se apoderó de mí cuando sentí su fría mano jugar con la baso de mi miembro y después su aliento cálido cerca de él… No pude evitar soltar un gemido muy alto a lo que Frank respondió con una risita burlona.

“¡Shh! ¡Nos van a escuchar!”

Lentamente, mi pene comenzó a sentir más humedad de la que había estado experimentando… Frank conocía mi punto débil.

Su delicada boca comenzó lamiendo una pequeña porción de mi miembro, mientras yo no dejaba de gemir como loco… Frank siguió con su trabajo y no paró hasta que de mi boca saliera un gemido en el cual decía su nombre…. Al final lo único que podía hacer yo era gemir y respirar profundo… al final ya no tenía coherencia.

Se levantó y me miró con sus hermosos ojos que me rogaban que lo tuviera bajo mi control, se veía tan hermoso con su boca medía abierta y su cabello revuelto a causa de mi orgasmo.

Lo tomé de la cintura y lo cargué, él enredo sus piernas en mi cadera y con algo de torpeza logré sentarlo sobre el lavabo mientras no despegaba mis labios de los suyos y hasta pude probar un poco de mi escencia.

Desesperadamente bajé sus pantalones hasta sus tobillos y él me sonrió como si me diera el permiso que necesitaba para poder tomarlo en ese momento. Besé su cuello tatuado y con mi mano recorrí su pecho hasta llegar a su miembro y acariciarlo un poco para después ir hasta su trasero y tratar de hacer que mi penetración fuera lo menos dolorosa posible… pero creo que en esos momentos de excitación era lo de menos. Al final me dio un beso advirtiéndome que ya estaba listo y lo volví a cargar entre mis brazos para dirigirme a uno de los gabinetes de ahí, bajé la tapa del excusado y me senté en él, mientras que Frankie bajaba más mis pantalones y trataba de acomodarse sobre mí.

Lentamente se fue sentando en mi duro e hinchado pene mientras que yo con mis manos en sus caderas trataba de ayudarlo. Lo vi por un minuto y su boca se formo como una ‘O’ y sus ojos entrecerrados me decían que lo estaba disfrutando al igual que yo. Frank no se movió hasta que estuvo listo para hacerlo. Sus caderas comenzaron un vaivén inexacto y sus manos estaban en mis hombros aferrándose fuertemente. Para un tiempo después el su movimiento se había vuelvo rítmico y con eso sólo provocaba que de nuestras bocas salieran los gemidos y ronroneos que no podíamos evitar. Mis manos estaban en su tatuada cintura y sus brillantes ojos daban justo a los míos… No apartaba su vista de mí y eso me excitaba aún más… Los movimientos siguieron, más rápidos y desenfrenados a petición de Frankie que no dejaba de gritar mi nombre y besar mis labios como si su vida dependiera de ello… Estábamos en la cima del placer y el éxtasi total que lo demás que ocurriera a nuestro alrededor no importaba más. Sólo éramos él y yo como siempre en nuestra intimidad… Estábamos tan concentrados en eso que no escuchábamos los golpes en la puerta y a alguien preguntando que si estábamos bien.

Frank y yo sonreímos y no paramos… Aún cuando en mi estómago aparecían esos murcielaguitos de placer y sentía que estaba a punto de terminar… Tomé el miembro erecto de Frank y comencé a masturbarlo haciendo que gritara aún más. Entrecerró sus ojos dejándose llevar por el efecto de mis caricias y tiempo después se vino en mi mano y pude sentir su orgasmo en mi miembro… No me pude resistir ante tal imagen y sensación que sin aguantarlo más, la adrenalina viajo por todo mi cuerpo y el orgasmo me invadió y terminé dentro de mi pequeño que sólo me miraba con sus ojos entrecerrados y su boca entre abierta tratando se respirar y calmar sus gemidos… Yo hacia lo mismo, mientras que Frankie se acercaba más a mí y me besaba ferozmente acariciando mi pecho.

“Te amo, Gee.” Me en un susurro cerca de mis labios.

“También te amo, pequeño.” Le contesté inmediatamente aún probando la miel del éxtasis de sus labios.

.*.

Cuando salimos del baño, un señor de los que cuidaban el lugar estaba afuera y nos miraba como asustado. Quise reír, pero me controle.

“Venía a ver si había ocurrido algo…” Dijo en tono aliviado. “Escuché ruidos… Y pues… Ya todos se fueron además.” Dijo al final.

Frank y yo miramos a nuestro alrededor y en efecto, ya no había nadie ahí, salvo los limpiadores y él señor que estaba con nosotros.

“Verá, mi socio se sintió un poco mal… Pero ya está mejor.” Dije fingiendo tan bien. “¿Sabe? Es alérgico a la carne.”

“¡Oh, vaya! Pero por lo que veo ya está bien.” Contestó el señor mirando a Frank.

Yo también lo miré y pude notar la tremenda sonrisa que tenía en su rostro.

“Bueno, gracias por todo, hasta luego.” Dije antes de que al sujeto ese se le ocurriera preguntar algo más.

Al salir, Frankie me miró más divertido aún y me miró de manera lujuriosa.

“¿Seguimos en el hotel?”

Obviamente no me pude resistir ante su mirada y el beso tan fogoso que me había dado. Creo que sería una noche muy larga.

FIN

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