jueves, 15 de marzo de 2012

Extraño; Capítulo: #10


Capítulo: #10 

¿Te gustaría reencontrarme?

Llegamos a la casa de Billie, él llevaba su coche, así que el recorrido fue muy rápido. Billie Joe aparcó enfrente de la gran casa en un profundo azul y pagó el motor.

“¿Estás bien?” Me preguntó casi en un susurro.

No le contesté. Yo estaba semi acostado de lado en el asiento del copiloto, mirando por la ventana. Llevé mis dedos a mis ojos y me di cuenta de que de ellos seguían saliendo lágrimas sin cesar, me maldije mentalmente porque no quería seguir llorando, a pesar de mis intentos, todo era inútil, además… todo me recordaba a lo que había pasado unos momentos antes.

Escuché la puerta de Billie abrirse y después cerrarse, y, en un momento, la puerta de mi lado también se abrió, sólo sentí los brazos de Billie que me rodearon por la cintura y después ya estaba en lo alto. Me llevaba cargando hasta su casa. Sólo me limité a sujetarme fuertemente de su cuello. Sé que eso le dolió pero no dijo nada, ni se quejó.

“Bien pequeño Frankie, llegamos,” Cuando volví a reaccionar ya estaba recostado en su viejo sillón de tela desgastada, él me miró, sé que me miraba, pero yo nunca lo volteé a ver. “¿Y bien? Quieres…. Uhm… quieres algo de tomar o…?”

“No,” Contesté inmediatamente, interrumpiéndolo. “Lo único que quiero en estos momentos es morir, ¿podrías hacer eso por mí?”

“¿Cómo?” Escuché sorpresa en su voz.

“Si, que me mates.” Repliqué con voz rota. Salieron más lágrimas.

“Frank, no puedo hacer eso… Iría a la cárcel.” Suspiró con sarcasmo. “Escucha, porque no mejor duermes un poco, creo que te hará bien, después si quieres me cuentas que pasó… trataremos de buscar una solución a lo que sea que esté pasando. No te preocupes, Frankie.”

“¡No!” Exclamé. “No puedo dormir, ni cerrar los ojos… ¡No quiero volver a recordarlo!”

“¿Recordar qué?” Quiso saber.

“¡Nada! ¡Sólo déjame en paz!” Me volteé dándole a espalda.

Sólo escuché un suspiró sin ganas de su parte y sus pasos que se alejaban por la sala.

“Voy a salir, quédate si quieres… Puedes sacar una cobija de mi cuarto por si tienes frío… ya sabes donde está todo, Frankie”

“No me llames ‘Frankie’” Susurré.

Enseguida el azotón de la puerta se escuchó detrás de mí.

Y ocurrió de nuevo.

No pude contener el llanto que estaba reteniendo frente a Billie, simplemente era imposible, era imposible no pensar en él… en él y en todo lo que había ocurrido. Simplemente no entendía que había pasado… que había hecho mal. ¿Dónde había quedado todo eso que me había dicho; sus besos, sus caricias, sus palabras de amor mientras me tomaba de las caderas y se movía lenta y apasionadamente dentro de mí? ¡Oh, mierda, es cierto! Había sido un engaño… una mentira para llevarme a la cama. Algo que Billie no había conseguido, porque de él no estaba enamorado como… como lo estoy con Gerard.

No sé cuánto tiempo pasó exactamente, pero cuando volví a abrir mis ojos cansados e hinchados y miré por la ventana la oscuridad ya se había apoderado de la calle. Podía ver la luna desde la posición en la que me encontraba, era desgarrador y frustrante a la vez. Aún podía sentir los latidos de mi corazón retumbar en mi cabeza y, no sé si era yo, pero me estaba por ocurrir una crisis de ansiedad, mis brazos y piernas comenzaron a temblar frenéticamente, sudaba mucho y eso que hacía un frío descomunal, mi boca se secó de repente y mi garganta comenzó a arder; traté de abrir y cerrar mis ojos varias veces para alejar el ardor, pero eso no funcionaba. En mi mente comenzaba a llegar la idea de que a lo mejor me iba a pasar algo, pero mi subconsciente estaba satisfecho con eso.

Estaba abrumado, mi vista comenzaba a nublarse y el temblor de mi cuerpo comenzó a incrementar súbitamente. Y entonces pasó… todo fue tan rápido y bochornoso hasta para mí mismo, los pensamientos me dieron como un balde de agua helada: Tenía que vengarme de Gerard Way.

Me paré repentinamente del sillón sin importarme que me mareara más, logré sujetarme del brazo del otro sofá y comencé a caminar lentamente hasta el cuarto de Billie; abrí mis ojos como plato al ver que él ya estaba ahí, recostado en su cama y tenía la mirada fija en un punto de la colcha negra que tendía su cama. Lentamente y, sin que el todavía notara que estaba ahí, me acerqué y me paré justo a su lado, parecía un fantasma rondándolo.

Billie lentamente alzó su vista y me miró fijamente a los ojos… sus ojos, eran tan parecidos a los de él, eran del mismo verde y casi tan hermosos.

“¿Frank?” Me llamó Billie con la vista desconcertada, lo pude ver en sus ojos.
Abrió la boca para decir otra cosa, pero fue cuando yo me subí en él, a horcajadas, rodeando con mis piernas su cintura y me quedé ahí observándolo como si aún no estuviera seguro de lo que mi renuente subconsciente me dictara que hiciera. Todo en mi cabeza era ‘Hazlo…’ pero otra voz muy dentro de mi me ordenaba que me detuviera a la cuál yo mismo me advertí no obedecer.

Aún los ojos de Billie me miraban fijamente y de la nada sentí como colocó sus frías manos en mi cintura por debajo de mi playera. Sólo así logré salir de mi batalla mental.

“Frank,” Me llamó de nuevo Billie Joe, esta vez dentro de un suspiro que trato de ahogarlo en su garganta. “Frank, ¿qué estás haciendo?”

“¿No es obvio?” Respondí sin pensar. “Me siento muy solo y abandonado,” Dije casi no tan dramáticamente como me hubiera gustado.

Me acerqué más a él, podía sentir su aliento de nicotina cerca de mis labios y eso me provocaba escalofríos, pero no esos escalofríos que te orillan a hacer cosas placenteras, si no de los que te provocan pavor. Aún así me acerqué más, al grado de que mis labios podían rozar los suyos.

Billie quitó sus manos de mi cintura y las llevó a mi rostro, quién después de un rato me miró como si tuviera algo en la cara.
“Frank… Frank, tienes fiebre,” Oí que me dijo, pero lo ignoré completamente y mis pensamientos se desconectaron de mi cuerpo. En un segundo ya estaba besando sus labios sabor a esos cigarrillos con mentol. Nuestros labios se unieron ferozmente y ninguno de los hizo algo para evitar que eso sucediera.

Sus manos de repente ya estaban de nuevo en mi cintura y con ellas me atraía más hacia él, tanto que podía sentir su calor corporal junto a mi cuerpo.

Sus manos se colaron debajo de mi playera nuevamente, sentí su piel helada junto a la mía, y después mi playera que iba subiendo lentamente hasta que me la quitó. Se incorporó un poco, para después sujetarme fuertemente de la cintura y con un movimiento tan ágil me tumbó a la cama y él quedó encima de mí, no tardó en quitar su camisa.

“Frankie… te necesito,” Y tal como si hubiera sido un complot. Las palabras resonaron en mis oídos como si hubieran sido una bomba. Eso me incomodó mucho y no pude evitar que en mi mente se aparecieran esas escenas, eran tan claras… como si las estuviera viviendo en ese instante, como si en vez de estar con Billie hubiera estado con Gerard. Me parecía un sueño… un sueño terrorífico.

Sus labios bajaron a mi cuello el cual succionó todo lo que pudo, no paró ante mis quejido y después bajó a mi pecho y sus manos ya estaban en el cierre de mi pantalón.

Ahí fue cuando en verdad me entró el miedo.
¿De verdad deseaba esto, o lo hacía por ‘venganza’? No, ya sé: era un completo idiota.

Oí el ruidito del cierre y mi corazón latió más a prisa. Estaba por darme un colapso por toda la adrenalina que corría por mi cuerpo. Me paralicé completamente. Me armé de valor y traté de detenerlo, pero antes de que pudiera hacerlo, el teléfono de Billie sonó. No creí que eso le importara, pero se paró de inmediato a contestar.

Pasó sus manos por su rostro y luego pos u cabello al ver el identificador. Logré ver una sonrisa cínica en sus labios.

“Espérame, Frank,” Me dijo con su respiración entrecortada y me miraba muy lascivamente.

Se metió al baño, yo creo que no quería que yo escuchara. Pero no contó con que yo iba a espiarlo.

Me paré enfrente de la puerta del baño y pegué mi oído en ella.

“¡Uuh, no te preocupes, todo estás bien!” Oí que decía y después soltaba una risita sarcástica. “Pues no parecía que te estuviera extrañando hace unos instantes.”

Mi entrecejo se arrugó al no entender de lo que hablaba, pero después… mis ojos se abrieron al escuchar su nombre… ¿acaso él…?

“¿Cuándo aprenderás que nunca vas a ganar, Gerard?” Dijo con ese toque de rencor que ya no había escuchado en mucho tiempo en él y después se echó a reír como si no recordara que yo estaba al otro lado de la puerta. “Pues si no amas a Frank…”.

Mi corazón dio un saltó de emociones que no reconocí. Me di la media vuelta y recogí mi playera y me salí a la sala. Estaba mucho más oscuro que hace unos instantes, y a mi mente llegó la idea que a lo mejor mi madre me estuviera buscando, pero recordé que tal vez estaría ocupada con uno de sus tantos hombres… No quería estar más allí, pero tampoco quería ir a casa.

Después de unos momentos Billie salió a la sala un tanto contrariado, aún estaba sin camisa. Me miraba desafiante. ¿Qué pasaría después de esto? Ya había despertado a la bestia que vivía dentro de Billie.

“¿Por qué te saliste?” Me enfrentó, pero noté que mantuvo firme la voz para no asustarme.

En vez de contestarle, lo ignoré, yo quería saber de qué se trataba todo eso.

“¿Con quién hablabas?” Inquirí, fijando mi mirada en la suya, me enganché demasiado con ella que al final terminó por intimidarme así que la aparte de él.

“Eso no te importa,”

“¡Claro que si!” Exigí. “Acaso hablabas con…”

“Frank, eso no te incumbe… Ahora, ¿por qué no mejor seguimos en lo que nos quedamos?” Soltó esa sonrisa suya, la cínica, y me miró casi con lascivia, al momento que pasaba su lengua por sus labios y se iba acercando lentamente hasta a mí.

Me asusté aun más, en verdad.

Yo estaba en el sillón y Billie trató de acorralarme ahí, pero no sé cómo fue que lo esquivé y corriendo me metí a su recamara, azotando la puerta en su cara y poniendo llave.

“¡Frank, abre la puerta!” Me gritó para que saliera, pero era lo último que iba a hacer con él ahí. “¡Frank!”

Preferí ignorarlo. Después de unos minutos sus gritos y los golpes en la muerta se detuvieron; yo ya estaba en su cama, acurrucado, tenía demasiado frío, pero a la vez mucho calor… me sentía fatal.

Me levanté y fui a buscar una cobija en su closet. Las cobijas estaban en lo alto, junto a una caja de cartón de zapatos, y aunque intenté esquivarla la caja cayó con todo y cobijas. La caja se abrió con el impacto y de ella salió una lluvia de recortes de periódico. Comencé a recoger, pero… algo llamó mi atención… era… era una foto de Gerard.

“Hijo de famoso escritor acusado de asesinato.”

“El escritor Donald Way sale en defensa de su hijo asesino.”

“Gerard Way, hijo de célebre escritor acusado de asesinar a su novia.”

Eran algunos títulos que adornaban los recortes. No puedo explicar lo que sentí en ese momento, fue como si me hubieran quitado el alma. ¿Entonces era verdad? ¿Gerard era un asesino?

Miré a otro lado, y fue cuando las piezas comenzaron a encajar en este rompecabezas.

“Caso de la joven Armstrong muerta a manos de su novio.”

“Padres y hermano de la joven Rosalie Armstrong piden justicia.”

“Gerard Way en juicio por el asesinato de la joven Rosalie Armstrong.”


Y en todas había la foto de una chica muy linda y bellos ojos verdes y de Gerard. Decidí no mirar más antes de que cayera en un colapso nervioso o peor aún, muriera ahí mismo… muriera de dilución.

El sonido de un celular me sacó del trance en el que me encontraba. El teléfono de Billie Joe estaba en la mesita de noche… y en el identificador marcaba: Gerard Way.


No hay comentarios:

Publicar un comentario