viernes, 9 de marzo de 2012

Extraño; Capítulo: #4

Capítulo: #4

¿Mi tercer encuentro?... fue mejor de lo que esperé.

Después de eso creo que le di un empujón a Billie y salí corriendo sin ni siquiera darla una explicación a su insistente pregunta. Ni entendía el porqué me sentía tontamente mal porque Gee…, o como quiera que se llame, haya visto lo que ocurrió. ¿Tendría que haber alguna explicación razonable para eso? Pues yo creo que no.

Estaba durante la última clase. Sabía que tenia que ir de nuevo al departamento del extraño, –sí, tiene nombre pero ya me acostumbré a decirle así–. Y no entendía porque de repente mi cuerpo se encontraba entre el nerviosismo y la emoción, bien era raro, pero así me sentía… y estaba bien para mí, supongo.

Después de eso tuve que poner mil y un pretextos para no ir a jugar fútbol con los chicos. Ah, son mis amigos, pero a veces me gustaría ahorcarlos o darles una galleta Oreo con veneno, son tan… tercos. Por su parte Ray me dijo que como se suponía que yo iba a mejorar si no entrenaba, Bob me repitió un sin fin de veces que los abandonaba y que ya no me gustaba estar con ellos, aunque Mikey me apoyó, pero por su expresión me di cuenta de que estaba en desacuerdo., y me dijo algo de su balón, pero ya no lo oí porque salí corriendo. Tenía que llegar antes que ellos, si no me iban a ver cuando entrara. Bien, no es que se los esconda, simplemente es que no quiero que sepan… ellos no saben que yo escribo y dibujo… ¿Para qué decirles? Ellos creen que eso es de niñas, seguro me cagan de por vida si se enteran.

Para mi suerte, llegué antes, por lo que pude ingresa al edificio, no sin antes voltear como un tonto paranoico hacia todos lados, sólo por si acaso. Los nervios se volvieron más grandes. Y supongo que había descubierto el sentimiento que me invadía desde que G me había visto con Billie… tal vez él iba a creer que yo era un jodido marica o algo por el estilo, y seguro ya no querría volver a ‘darme clases’. Seguro era uno de esos tipos que todo lo ve mal.

Toqué con fuerza, él tenía la maña de ‘no escuchar la puerta’, y no estaba de más tirarla… faltas no me sobraban, si no fuerzas.

“¡Llegas tarde!” Oí la voz detrás de la puerta, pero aún no abría.

“Lo sé, pero-“

“¡No quiero excusas!” Me dijo antes de que yo pudiera terminar de hablar.

Suspiré y rodé mis ojos con pesadez “Bien ¿Me va dejar pasar o qué?”

Oí que quitaba, fácil, como cinco seguros… bueno eso no me sorprendió. Al abrir la puerta la misma mano de las veces pasadas me jalo de la muñeca… ah, esa también ya era una maña, se aprovechaba de mí sólo porque me ve más chiquito.

“¿Siempre tiene que ser tan descortés?” Reproché molesto.

Mi cabeza sufrió de nuevo… un ligero golpe en ella, que novedad. ¿Ya mencioné que si muero podría ser por una contusión?

“¡Te he dicho mil veces que no me tutees, ni me llames señor… ni viejo, ni extraño, que estoy completamente seguro que así me llamas a mis espaldas!” Dijo, con esa típica voz tipo ‘El exorcista’. Sinceramente me gustaba más la risa tipo ‘Heidi’.

“Pues yo no tengo la culpa…” Le dije frunciendo mi ceño, aunque yo sabía que no me veía por la oscuridad que había.

Suspiró dramáticamente y me jaló de mi brazo hasta que mi trasero se encontró de nuevo en aquella silla en la que había estado el día anterior “Empecemos a trabajar.” Dijo, con voz prepotente.

Por la escasa luz que pasaba por la ventana vi que iba a encender la lámpara del escritorio. “Antes de eso,” Puse mi mano sobre la suya antes de que lo hiciera… ¿Y saben qué? Fueron como mil corrientes eléctricas recorriendo mi piel… adrenalina por mi cuerpo. Su mano era fría, sí, pero muy suave, dedos algo regordetes pero largos. Me estremecí completamente. “Eh… lo siento.” Aparté mi mano con rapidez, antes de que notara que temblaba.

“¿Qué quieres?” Me preguntó con voz tensa.

Suspiré. “Bueno… quería… lo que vio… viste ayer… con…”

“Escribe.” Me interrumpió y comenzó a dictar algo.

“¿Qué?” Soné afectado. “¡Estoy explicando alg-!” Pero me ignoró, volvió a interrumpir y siguió dictando. “¡Es una puta falta de resp-“ Si, definitivamente tendría una severa contusión después. “¡Au! ¡Deje de golpearme!”

“¡No te permito que digas groserías aquí!”

“¡Pero es una falta de respeto que no me escuche cuando estoy tratando de decir algo!”

“¡Mira mocoso, a mí me van y vienen si tienes novios, te acuestas con la más fea de la calle o así parieras un extraterrestre… tu vida no es de mi incumbencia!” Oh, creo que nada más le faltaba que echara humo por las orejas.

“¡Pero es que-!”

“Calla”

“Pero-“

“Calla”

“Pe-“

“¡Calla!”

“¡P-!“

“¡Cállate!”

Ah, me di cuenta que ambos éramos tercos y obstinados… y de paso orgullosos… si nadie cedía creo que se hubiera desatado la tercera guerra mundial. Llevé mis manos a la cabeza. “¡Arg!”

“¡Bien, prosigamos!” Me dijo en tono retador y como si fuera mi dueño para dame ordenes… Lo que no sabía es que pronto si iba a ser mi dueño…

“¡Ya no quiero!” Grité. “¡Desde un principio no le hallé algún sentido a esto, y es estúpido!”

Sentí una mano en mi hombro “¿Te parece estúpido?” Perfectamente escuche su voz más calma y suave.

“Es que en verdad… no creo que esto llegue a algo, es decir, soy un asco como
ust…, tú lo dijiste… bueno, es que…” Definitivamente en mi cabeza no tenía nada claro de lo que iba a decir, pero sentí que el tacto en mi hombro se apretó un poco más.

“Disculpa si te hice creer eso… pero, en verdad muchacho, tienes un gran futuro por delante con esto y me gustaría que triunfaras y que hicieras lo que te gusta, como yo nunca pude… bueno, es decir… eh…” Dijo, y sonreí. Ahora el trabado era otro y ya no me sentí tan tonto. Debo reconocer, que todo lo que dijo, lo hizo con esa voz que casi no utiliza y que la tiene oculta en alguna parte de su ser… Amaba esa voz… ¡¿Qué?!... “¿Sabes? Tú me recuerdas a mí cuando tenía tu edad.” Había interrumpido mis pensamientos. Su mano ya no estaba en mi hombro y sentí una extraña sensación, como si hubiera querido que su mano permaneciera allí.

“¿A-ah, si?” Pregunté interesado, en cierto modo.

“Bueno, no fue hace mucho, pero…” Suspiró.

“¿En verdad no hace mucho?” Pregunté de nuevo.

“No.” Dijo suave.

Y en verdad me estaba sorprendiendo, primera vez que teníamos una charla ‘decente’, y fue tan genial…

“¿Hace cuánto?” Quise saber.

“¿Por qué tan interesado en mi edad?” Oí algunas risitas, y asombrosamente su voz se oía tan normal y calma, suave… era como susurros.

Reí también. “No lo sé… es una intriga que siempre he tenido.” Suspiré para calmar mis risitas. “No sé lo que es… eres”

Rió de nuevo, y lo noté perfectamente. “Pues, tengo menos edad de lo que aparento.”

“¿Oh, entonces es como si tuvieras ochenta pero en realidad tienes setenta y nueve?” Reí, leve… no quería arruinar lo que apenas empezaba.

“No.” Respondió él un poco más serio, pero con el mismo tono de diversión en su voz. “En realidad te sorprenderías…”

“En verdad quisiera que alguien me sorprendiera.” Dije, tratando de sonar gracioso, pero creo que fue todo lo contrario. “Mi vida tiene muchas sorpresas… pero no de las que yo quisiera que ocurriesen.”

“Todas las sorpresas… ¿han sido malas?...” Preguntó el después de unos segundo de silencio. Noté que se movió de mi lado, y la silla de enfrente se recorrió. Supuse que estaba sentado enfrente de mí.

“Sí… supongo.” Contesté mirando al frente, pero era obvio que no veía nada.
“¿Ésta ha sido mala? Me refiero a-”

“¿Qué? ¡Oh, no, claro que no!” Contesté luego, luego. “A decir verdad y para ser honesto… creo que es una de las que me ha gustado. Mucho… Supongo.”

Escuché de nuevo algunas risitas. “¿Supones?”

“Sí, me refiero… las contusiones en mi cabeza no van con migo, digo, está bien que tenga algunas que salieron de pequeño, pero no quisiera que se agravarán con más golpes en ella.” Dije, risueño.

Y fue tan agradable escuchar su risa. Era contagiosa. “En verdad lo siento por eso.”

“Creo que estoy acostumbrado,” Dije. “Mis amigos lo hacen todo el tiempo.”

“Hasta eso tus amigos no son tan malos.” Dijo.

Sonreí. ¿Qué no son tan malos? “No.”

Lo escuché dudar un poco. “Eh… hablando de tus amigos,” Dijo, se detuvo por un par de segundos, que nunca antes se me habían hecho así de largos, y después prosiguió, con voz tenue. “¿El… el de ayer es… es tu n-novio?”

Mi cuerpo se tensó al escuchar eso. ¿En verdad eso importaría o ocasionaría algún conflicto? “Pues… no, pero… es que… amm… era.”

“¿Era? ¿Ya no?” Preguntó, de repente muy interesado, lo que me pareció muy raro, esperaba algún tipo de burla o reclamo, además, pero nada.

“No ya no.” Respondí serio.

“¿Qué ocurrió?”

“Preferiría no hablar sobre ello.”

“¿Te engañó o algo?” Preguntó.

Bajé mi mirada. ¿Tenía que recordarlo? “Sí.”

“Pero,” Empezó, y después calló de nuevo, como si hubiera estado pensando lo que iba a decir, o debatiéndose si decirlo o no. “¿Aún… sientes algo?” Me preguntó con cierto interés, que por supuesto noté. Y me pregunto si él lo habrá notado también.

“Yo… creo que, sí. Y aún así, después de todo… quiere regresar con migo… pero yo no olvido ni perdono tan fácil.” Después de eso el silencio reinó en todo el lugar, en verdad, ni los autos que transitaban por las calles de afuera se lograban escuchar. Me puse muy nervioso, quería decir algo para romper con eso, pero a la vez me gustó estar en ese pequeño silencio, fue como si estuvieras con alguien que ya conoces. Pasado eso, me entró el valor y logré decir algo. “¡Es un tonto!” Bufé. Creo que necesitaba soltar eso.

Y lo escuché reír de nuevo. “La mayoría lo somos.” Otro silencio reinó. Más grande que el anterior, creo. “¿A-aún lo… lo quieres?”

“Supongo que sí.” Respondí sincero.

“Oh” Se oyó en tono decepcionado. Otro terrible silencio, de esos que te hacen cortarte las venas… bueno, no tanto así, pero era un poco incómodo y a la vez placentero. “Me ha agradado charlar con tigo… fue muy amena la plática. Me hiciste reír más de una vez hoy… así que te mereces tu día, hoy no haremos nada ¿Te parece?” Su tono de voz volvió a sonar algo prepotente, pero no lo suficiente como antes… hasta se oía seductor… ¡¡¿Qué?!!... “Anda, vete, y te espero mañana.”

Lo pensé por un momento. En mi subconsciente en verdad estaba el querer irme, pero, en verdad yo no lo quería. Pero decidí hacerle caso, y más porque estaba de buenas. “Oh, bueno… entonces vengo mañana.” Me levanté rápidamente de la silla. No valla ser que se arrepintiera al último minuto. Fue por impulso inconciente, que vi por la ventana… y allí estaban mis amigos, en la canchas, y seguro si salía en ese momento iban a hacer muchas preguntas, y lo peor de todo, iban a hacer un berrinche.

“¿Te quieres quedar?” Dijo, con tono serio.

“¿Qué?” Pregunté intrigado.

“Bueno, digo, en lo que se van tus… amigos.” Dijo con voz medio rara, lo que supuse que a lo mejor había hecho una mueca.

Sonreí casi inconcientemente, y me volví a sentar en la silla. “Si, claro, gracias.”

“Así estaremos juntos un poco más.” Dijo en tono normal y… ¡esperen! ¡¿En verdad había dicho eso?!

No hay comentarios:

Publicar un comentario