viernes, 9 de marzo de 2012

Extraño; Capítulo: #5

Capítulo: #5

Acercamientos en nuestro encuentro.

Creo que tus amiguitos planearon un complot contra ti ¿eh?” Me viré de la ventana al escucharlo hablar.

Sonreí. “Supongo. ¡Esos tontos no se van!”

“Deben saber que estás aquí.” Me dijo suavemente.

“No lo creo, ya hubieran venido a buscarme.”

“Deben estar esperando a que salgas.” Dijo como si estuviera seguro de eso. Y me puso a pensar ¿Y si ellos en verdad sabían que yo estaba allí? Bien, decidí no pensar en eso, porque si era así, estaba jodido. “Sal por la ventana.” Me volvió a insistir, era como la sexta vez.

“No.” Respondí seco. “De todos modos se darían cuenta. Ellos me observan…”

Dio un resoplido. “Sí, claro.”

En ese momento observé por la ventana que el cielo comenzó a ponerse algo gris… un momento después algunos crujidos y luces salían de él… estaba a punto de llover… ¡Genial! Algo más para agregarle a mi desgracia. El primer relámpago cayó y las gotas empezaron a descender.

“¡Mierda!” Exclamé en tono cansado.

“¡Hey!” Lo escuché acercarse a mí. Cerré mis ojos esperando lo peor. “”No te permito malas palabras en mi casa.” Me sorprendí mucho… mi cabeza quedó libre de cualquier ataque.

Suspiré. “Pero esto lo amerita.”

“Claro que no, es sólo lluvia.”

“Pero, la lluvia suckea, hace que me moje.”

Escuché una pequeña risita cerca de mi oído. “¡Duh! Se supone que te moja. Además… la lluvia es lo más maravilloso que hay, la lluvia te puede limpiar, y, cuando estás bajo de ella… se lleva tus temores, cómo si fueran suciedad…”

Fue en ese momento que despegué mis ojos de la ventana, miré hacia un lado y lo vi asomándose. Sólo podía ver unos cabellos negros, un perfil… que debo decir que era casi perfecto, la poca luz de sol, que estaba por ocultarse, se reflejaba en su rostro y eso le daba un toque naranja a su piel. Cierta parte de mí no podía y no quería dejar de verlo, pero otra, muy en el fondo, me decía que dijera algo, tan sólo algo… para no quedar como un completo idiota frente a él.

“Supongo.” Dije sin pensar… wow, me manía la mía.

Para ese entonces el sol ya estaba por ocultarse completamente, por lo que su luminosidad era más intensa… la lluvia caía más recia y más violenta cada vez. Él se volteó para mirarme, pero yo no pude ver más allá de los mechones negros que cubrían su rostro… una verdadera lastima porque suponía que había algo maravilloso detrás de ellos, aunque tratase de ocultarse detrás de su escudo de dureza.

“¿Supones?” Dijo, y claramente vi un poco de su ceja fruncida. “Tú todo lo supones ¿No puedes estar completamente de acuerdo con algo?”

“¿Pero qué quieres?” Dije despegándome de la ventana y alzando mis brazos como dando a entender algo. “Soy así…”

“Debemos cambiar ese pequeño detalle.” Lo oí decir mientras se iba a sentar al sillón. A veces me preguntaba si tenía visión nocturna o algo ¿Cómo podía ver entre la oscuridad? “Un artista nunca debe suponer… debe estar completamente de acuerdo o disconforme con algo… así de simple Frankie.” Dijo en tono raro.

Comencé a reír. “¿Frankie?”

Dudó. “Eh… si… ¿Qué no te llamas así? O, ¿no te gusta?”

“No, no, claro que me gusta… casi todos me dicen así… más mi mamá.” Al mencionarla a ella me dieron unas enormes ganas de insultarla, sé que está mal, pero hace que mis nervios y mi estrés se acumulen cada vez más.

“Intoleras a tu madre ¿No es así?” Indagó en el tema.

Suspiré dramáticamente. “Es sólo que… no tolero su actitud… Desde que papá murió ha hecho lo que quiere, y es por eso que los hombres la tratan como lo hacen… en verdad, ella nunca va a entender, nunca me escucha.” Solté mientras me tumbaba a su lado en el sillón.

Soltó una risita. “Mi padre era igual y diferente a la vez,” Calló por un momento, como si estuviera pensando lo que iba a decir. “Es que él era… peor que yo, un ermitaño sin remedio. Creo que lo heredé de él. Se volvió así desde que mamá murió, cuando yo tenía nueve años.”

“Oh, lo siento.” Dije con sinceridad.

“Nah, está bien.” Dijo, al instante sentí algo pesado en mi hombro, que se frotaba, descubrí que era su mano tiempo después.

“Pero,” Empecé cuando su mano la quito. “¿Qué era tu padre ó qué?”

“Escritor… jugador de baloncesto, de fútbol, de béisbol, dibujante… lo que quieras que sea.” Dijo lentamente.

“Y, ¿ahora dónde está él?” Cuestioné, creo que un poco osado de mi parte.

“¿En verdad te interesa?” Me preguntó con cierto reproche en la voz. “Nadie se interesó por él hace un año.” Se levantó del sillón y se acercó de nuevo a la ventana.

“¿Por qué…?”

“Se fueron tus amigos.” Me interrumpió antes de que preguntara otra cosa. “¿Te vas o te esperas hasta que se calme la lluvia? No espera, déjame adivinar… le tienes miedo a las tormentas.”

Mi entrecejo se frunció. “Sí. ¿Por?” Reproché.

“¡Eres tan predecible!” Su voz otra vez estaba un poco tensa. “Pues quédate un poco más si quieres… pero en cuanto el agua pare te vas a tu casa. ¿Me escuchaste?”

“Sí, sí, tranquilo… Yo no me quedaré mucho tiempo.” Suspiré. En verdad no lo entendía, primero me invitaba y me metía a su casa, y después me quería correr. “No se preocupe, no demoraré mucho tiempo.”

“¡Qué no me…! ¡Ah, olvídalo!” Suspiró acercó de nuevo al sillón. “Me iré a dormir… es tarde y muero de sueño.”

“Pero aún es temprano.” Le dije, señalando la ventana, inconcientemente.

“Hay personas que trabajamos.” Dijo, cansado y soltando un bostezo.

“¡Ja! ¿Trabajas?” Pregunté y creo que mi risita dio a entender todo.

“Obvio…No es mi culpa que a ti no te guste trabajar… eso y es una verdadera pérdida de tiempo que andes por allí jugando tonterías que concentrándote en lo que de verdad importa.”

“¿Y qué es eso que en verdad importa?” Le pregunté retadoramente.

Se me acercó un poco más, al punto que su rostro lo tenía cerca del mío, pero obvio que yo no podía ver más allá de sus cabellos largos… que por cierto, desprendían un agradable olor a frutas mezclado con el olor a cigarrillos. “Hay muchas más cosas que de verdad importan… muchas,”

“Ah, ¿si? ¿Cómo cuáles?” Pregunté tajante, un poco harto… ¿era yo o daba muchas vueltas al asunto?

Se alejó de mí y movió la cabeza negativamente. “¿Quieres un trago?” Me preguntó con un tono de voz que jamás escuché de él… era diferente al que usaba cando estaba enojado, irritado o molesto… y mucho muy diferente a la que usaba cuando no lo estaba…

Obviamente mis ojos se abrieron de par en par y sonreí de lado. “¿No ya te ibas a dormir?” Solté mientras me cruzaba de brazos y mi ceja juguetona se levantaba… para mí siempre será mi ceja seductora…

“Sí, pues… no lo sé, creo que se me quitó el sueño… Apetezco un trago ¿Tú?” Volvió a preguntar.

Me levante del sillón y me acerqué a la pequeña… ¿cantina?... que tenía una pequeña lámpara que apenas y alumbraba… Enserio viejo, estaba comenzando a creer que era, no sé… una especie de criatura de la noche, ¡o qué sé yo! “¿Les das alcohol a tus invitados que son menores de edad?”

“No. Sólo lo utilizo para cuando quiero calmarlos… “

Mi ceja seductora volvió al juego. “¿Me quieres calmar a mí?”

“Por supuesto, eres muy molesto.”

“Ah, si?”

“Sí.”

“¡¿Soy molesto?!”

“Mucho. De hecho, lo estás siendo en este mismo instante.”

“¡Uuuh! Soy molesto ¿eh? Bien, disculpe señor ‘Soy demasiado maduro y serio, virginal y no rompo ni un plato’ pero así soy… no hay manera de cambiarme, no cambiaré… por nadie ni por nada, así me lo rogaran.” Escupí lo más molestamente que pude decir, estaban comenzando a entrarme unas enormes ganas de agarrarlo del cuello y estrujarlo hasta que todo su preciado aire se terminara y que no quedara ningún signo de…

“No te estoy rogando,” Me dijo, y mis pensamientos asesinos desaparecieron. “Y no quiero cambiarte.” Dijo más tranquilo y dándole un sorbo a su vodka que se había servido en un pequeño vaso. “No necesitan que te cambien algo, así estás bien.” Oí como soltó una pequeña risita. “¿Vas a querer o no?”

Mis ojos quedaron abiertos un par de segundos y me boca ligeramente entreabierta. Creo que hasta me dio un tic en el ojo izquierdo. Últimamente ya no sabía nada y ese era un ejemplo claro, no sabía lo que me pasaba… eran varias cosas a la vez… raro, muy raro. Y antes de que pudiera reaccionar o decir algo más ya tenía un pequeño vaso con algún líquido enfrente de mí.

“No me respondiste, supuse que tu silencio era un Sí.” Con la poca luz noté que se recargó en el bar y se llevó el vaso de nuevo a sus labios.”Sí, de nada.”

“Oh, gracias.” Dije, por fin reaccionando.

“Tendré que dejarte de dar golpes en la cabeza… eso te está afectando colateralmente.”

“Oh, ¿en serio?” Pregunté sarcásticamente.

“Sí.” Dijo seco y sin ninguna expresión en particular.

Después de eso el silenció reinó por un par se minutos. Tenía la ligera sensación de la presencia de su vista sobre mí. Tomé el vaso con mi mano temblorosa y la llevé a mi boca, dando un ligero trago; pero… bueno ¿qué querían? Nunca había tomado de eso y fue espantoso; escupí un poco sobre la madera de la cantina y mi ataque de tos no tardó en aparecer.

“¡Hey!,” Exclamó. “Tú vas a limpiar!” Dijo en tono molesto y después escuché otra risita.

Me aclaré la garganta y después de un momento para reponerme me atreví a preguntar sobre la duda que tenía. “¿Por qué lo dijiste?”

“Porque es verdad… tú vas a limpiar si te escupes en mi cantina.”

Reí. “No, eso no.”

“Entonces, ¿Qué?”

“Que no querías cambiarme,” Le dije, con un temblor en la voz, que estoy seguro que él notó.

“Oh, eso”

¿Qué? ¿Esperaba algo más? “Sí, eso.”

“Bueno, no lo sé, porque... supongo que es la verdad.”

“¿Supones? Un artista no debe suponer, debe estar en…”

“Sí, sí, lo sé,” Me interrumpió. Yo por supuesto, sonreí triunfante. “Está bien. Estoy en total acuerdo con esto.”

Mis ojos ya no mostraron ninguna emoción, y mi lengua trataba de olvidarse de aquél desagradable sabor de lo que fuera que me había dado a tomar. “¿En verdad?”

“¿Lo dudas?”

“Sólo es difícil de creer.”

“Los milagros existen.” Me dijo sarcástico.

Reí por su ocurrencia.

Pasaron cerca de cuarenta minutos… miserables cuarenta minutos… hablamos de todo, de nada, de la vida, de la poesía… de su poesía… de su arte… de mi vida, menos de la de él bajo sus reproches de que eso no me incumbía. Acepté el hecho de que descubrí que no era un mal sujeto, acepté el hecho de que en verdad me empezaba a agradar, el hecho de que era un ser humano y no una criatura de la noche, acepté el hecho de que eso fue una platica ‘normal y amena’, como gente común y corriente… más corriente que común… acepté el hecho de que yo le agradaba y sólo quería ayudarme, eso es lo que me dijo él. Acepté el hecho de que me hacia sentir bien, me hacía reír, cambiar mis emociones radicalmente, que es era aterradoramente genial; acepté el hecho de que comenzaba a colarse por entre mis poros y mi cabeza; acepté el hecho de que algo comenzaba a cambiar dentro de mí, mis pensamientos sobre él y mis actitudes con él. Hasta acepté el terrorífico hecho de que… comenzaba a enamorarme de él. ¿Eso era posible?

En un momento, en el que de verdad creí volverme loco por lo que había descubierto; él rió… pero debo confesar que me dio un poco de pavor, su risa fue como insinuante, terrorífica... pero reconozco que le gustó a mi parte masoquista.

“¿Quieres que te diga un secreto? Uno muy grande, por cierto. Es una obsesión que he tenido desde que llegué aquí.”

Lo que dijo se me hizo muy raro 'Desde que llegué aquí'.

Fruncí mi entrecejo. “Cla-claro.”

Dejó el vaso, vacío, sobre la barra de la cantina y se acercó mucho más a mí, mucho más… “¿De verdad? ¡Te vas a asustar!” Bufó, como si intentara hacerme enojar o algo parecido.

“¿C-cómo lo sabes?” Le respondí tragando duro. De verdad que me estaba poniendo muy nervioso. Y Últimamente eso pasaba seguido... ¡Idiota por hacerme sentir eso!

“No lo sé, es una intuición.”

“Pruébame.” Le respondí, seguro de mi mismo, removiéndome un poco en mi lugar para alejarme un poco de él, aunque no funcionó del todo.

“Me gustan los hombres.” Me soltó, sin más preámbulos.

Evidentemente mis ojos se abrieron de par en par y mi respiración se incrementó, y mucho más obvio fue, porque inmediatamente él se alejó de mí y lo vi acercarse a la ventana con paso lento y su espalda recta. Vi como su cuerpo se movió en un suspiro largo y pausado. Parpadeé un poco tratando de asimilar lo que me había dicho; aunque no lo sé, lo tomé como una burla hacia mi por lo que había pasado con Billie... Suspiré y conseguí todos los huevos para acercarme también hacia él y hablarle.

"¿Es una broma?"

"¿Me ves riendo, niño?"

Por su tono de voz y como lo había ducho, tuve que aceptar otra cosa... que estaba diciéndome la verdad.

“¿E-ese es tu gran obsesión?”

Se quedó inmóvil frente a la ventana. “No, ese es mi secreto. No te he dicho mi obsesión.”

“¿Cuál es esa?” Quise saber, indagar más en el tema… No debí hacerlo.

“¿Esa si la quieres saber y no te asustas?”

“¿Cuál es?” Pregunté de nuevo. Había algo en él y en todo e ambiente que me hacía querer saber más, de todo, de él, de su vida, de sus secretos y ‘obsesiones’, había algo en mí que quería que dijera que yo era una de ellas…

Me asusté a mí mismo por ese comentario mental.

Se volteó hacia un lado, hacia mi lado, y aspiró… aspiró mi aroma, como si quisiera comprobar de donde provenía algún y horripilante olor. Pero no dije nada. Y pensándolo mejor, eso hacia cada vez que estaba cerca de él, o él de mí, pero yo nunca decía nada.

Oí y pequeño gruñido... satisfactorio... de su parte y habló por fin. “¿En verdad, de verdad quieres saber?”

Rodé mis ojos. “Sí.”

Caminó hasta la puerta de su apartamento; lo vi dudar por varios segundos, como si se estuviera obligando mentalmente a hacer algo que su ‘devil side’ no quisiera hacer. “¿Seguro?” Volvió a preguntar.

“¡Qué sí, carajo!”

Lo escuché emitir una risita. Pocos segundos después se escuchó un ‘clic’ y en ese entonces todo, para mí, se tornó extraño y diferente, mis ojos se cerraron rápida y repentinamente, un destello muy fuerte de luz había llegado a ellos, toda mi mente se puso en blanco y mis ojos no podían abrirse, era casi imposible… después de unos momentos de confusión, de no saber lo que había pasado, mis ojos me respondieron y los abrí lentamente, aún tratando de acostumbrarlos al repentino cambio, lo cerraba y abría en repetidas ocasiones; fue cuando por fin caí en la cuenta de lo que había pasado… él había prendido, por primera vez, las luces de su departamento.

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