jueves, 15 de marzo de 2012

Extraño; Capítulo: #8

Capítulo: #8.

Y ahora que te encontré... lo daría todo por ti.

Nos separamos, me tomó de la mano y me condujo hasta el sillón.

Él se sentó e hizo que me sentara en su regazo, quedando frente a frente, mis piernas alrededor de su cintura… no sé que fue lo que me hizo seguirle la corriente, pero para ese entonces mi estado ya no era lo más sano y estaba perdido en el deseo y la tentación… aunque una parte de mi, muy en el fondo, me decía que era muy pronto…

Él tomó con cuidado mi rostro y lo llevó hasta el suyo, me comenzó a besar lentamente al principio, pero después fue subiendo y se volvió salvaje y necesitado. Llevó sus manos hasta mi cintura y caderas y comenzó a frotar, de repente metía sus manos debajo de mi camiseta y acariciaba cada extendió de mi piel cálida que le quedaba disponible… sus manos estaban algo frías, pero eso no me importó… al fin y al cabo estaba con él...

Yo llevé mis manos a su nuca y comencé a revolver su cabello… el beso seguía intensamente y de vez en cuando nos separábamos sólo la micra de un segundo para poder respirar… Él comenzó a mover lentamente sus caderas, cosa que note porque ‘cierta cosa’ rozó mi ‘cierta cosa’… sus movimientos seguían e iban acelerando; lo cual me dio un poco de miedo… miedo por lo que iba a pasar y miedo de decirle que se detuviera, estaba comenzando a ponerme nervioso y deseaba parar pero a la vez mi subconsciente me ordenaba que continuara…

En cierto tiempo a él lo escuché gemir en mi oído y a decir verdad me excitó demasiado y ya no podía más… le seguí el juego... 

De la nada comencé a mover también mis caderas, lentamente y después fui más rápido, aceleré conforme sus gemidos me lo pedían… sentía su bulto rozar mi erección… su respiración aún más agitada en mi boca y él con sus movimientos erráticos…

Sus manos comenzaron a subir por debajo de mi camiseta, hasta que llegó a mis pezones y los acarició un poco y con ternura. Para cuando me di cuenta mi camiseta ya estaba en el suelo, muy lejos de ahí; y sus manos seguían recorriendo mi espalda y mi estómago… y los movimientos de ambas caderas seguían… y mi miedo aumentaba…

¿Qué me iba a decir si le decía que ya no quería?

El simple hecho de pensarlo hacia que viejos recuerdos llegaran a mi cabeza… y eso no me agradaba nada…

En un punto detuve mis movimientos y gemí un poco… pero no lo suficientemente alto… y él lo hizo de nuevo… y su bulto crecía y endurecía cada vez más, rozando frenéticamente con mi pene… y en mí entraba el miedo cada vez más…

Me detuve completamente y me separé del beso. Gerard me miró un poco, pude ver su rostro, sus ojos verdes semiabiertos brillando, su boca ligeramente abierta y sus labios ensalivados, sus mejillas encendidas al cien y su respiración entrecortada; y al ver mi cara de súplica, que probablemente yo tenía, se separó un poco más y entonces sus movimientos cesaron completamente… esperó un poco, yo aún lo miraba y él lo hizo lo mismo, sólo que con un deje de desconcierto.

Nos quedamos mirándonos por un momento… nuestras vistas se fundieron, pero reaccioné al ver su cara de confusión… pero no pude decir nada coherente.

“¿Q-qué pasó?” Fue él quien preguntó, aún con dificultad en su voz, y su respiración aún no se normalizaba.

“No, lo siento… es que yo… Perdón.” Dije al momento que bajaba mi mirada para no tener que verlo a los ojos que, yo lo sentía era así, eran de reproche. Después de un momento me bajé de su regazo y me senté al lado de él en el sillón, recargando mi brazo en el del sillón y hundiendo mi rostro. “¡Perdón!”

“¿Frankie? ¿Qué pasó?” Sentí su mano sobre mi hombro y después que lo apretaba un poco.

“No lo sé. Lo siento, lo siento mucho,” Dije casi al borde del llanto. Sí, suena algo idiota, pero realmente me sentía un estúpido y tonto con él… detener algo que yo empecé… y saber que él lo deseaba. “¡Soy un pendejo!”

Puso una mano en mi barbilla e hizo que volteara a verlo, él me sonrió lo más dulcemente que pudo. “No Frank, no lo eres… Tal vez fui yo quien…”

“No, es que no lo entiendes… Te dejé con las ganas ¿no?” Dije como niño chiquito.

Él soltó una risita leve y me besó fugazmente en los labios. “A decir verdad, sí, pero yo no voy a hacer nada que tú no quieras… así hayas empezado tú, eso no importa, sé lo difícil que es eso,” Dicho eso me volvió a besar. “¡Oh! ¿Te he dicho lo lindo que te ves cuando estás preocupado?”

Yo opté por sonrojarme un poco, bueno fue reacción natural de mi cuerpo. Lo miré con una sonrisa y él me sonrió de vuelta. Después de un rato el se recargó en el respaldo del sillón y llevo el dorso de su mano a sus ojos, la otra mano la tenía sobre su abdomen… se veía tan hermoso…

“¿Gee?”

“¿Mgh?”

“En verdad lo siento mucho,”

Apartó sólo un poco su mano de sus ojos y me miró. “Ya, no te preocupes, Frankie ¿bien?” Extendió su otra mano, invitándome a recostarme sobre su estómago, y así lo hice.

No me importaba lo que me había dicho, yo me sentía realmente mal con él… así que busqué alguna forma de recompensarlo… hacer algo para no dejarlo así…

“Él… a veces me obligaba,” Solté de repente pero con sinceridad.

Gee inmediatamente abrió los ojos y me miró.

“¿Qué? ¿Quién?” Le sostuve la mirada un par de momentos, pero no pude más así que la bajé, aún pensando si había hecho bien en contarle eso o no. “¿Billie Joe?” Me preguntó con cierta preocupación en su voz, pero yo no le respondí, ni aún con su mirada penetrante sobre mí. “Contéstame, Frank,”

Levanté un poco mi cabeza para, al fin, enfrentarlo, enfrentar su mirada helada, y entonces asentí dos veces. Volví a bajar mi mirada muerto de la vergüenza ¿Qué iba a decir?

Podía sentir su mirada sobre mí. “¿Cómo que te obligaba?”

Suspiré, pero no dije nada, no podía decir nada… era un tanto complicado para mí, volver a recordar cierto episodios de mi vida que en verdad quisiera no recordar… tal vez no fueron lo más traumantes, pero, siempre te deja algo…

“¿Frank?”

Suspiré de nuevo. “Bueno, pues… así. Él a veces… bueno, me amenazaba para tener algo con él,”

¿Te obligó a tener relaciones?” Me preguntó, muy preocupado por cierto.

“Bueno, no, nunca tuvimos, pero…” Me detuve, en verdad no quería seguir, me sentía un estúpido. “¿Sabes? Quisiera ya no hablar de eso… ¿si?” Lo volteé a ver y aún me miraba como preguntándome como estaba. “Estoy bien, Gee. En verdad” Le sonreí lo más actuadamente que pude, y al parecer funcionó… un poco.

“¿Seguro?” Yo asentí aún con mi sonrisa. “Quiero que sepas que puedes confiar en mí… para lo que sea, no importa que, no importa las circunstancias.”

Reí por lo gracioso que ahora se veía con si cara de preocupación. “Sí,” Fue lo que le dije.

“Pero, ¿seguro que no te hizo daño o algo así?”

“Seguro… Sólo fueron presiones, no pasaron de ahí, yo nunca cedí,” Le aclare… lo miré a los ojos y el me sonrió, le sonreí… mi mirada se perdió en la de él… era tan… relajante; pero fue entonces que mis ojos se abrieron al máximo por lo que había descubierto.

“¿Qué pasa, Frankie?”

“Yo… yo nunca te dije como se llamaba,”

Él me miró sorprendido y nervioso, trató de ocultarlo pero fue demasiado tarde porque lo había notado. “Cl-claro que sí, me lo dijiste la otra vez,”

“No,”

“Frankie, acuérdate,” Me miró con cara de suplica.

“Yo, yo no lo recuerdo,”

Y él sonrió burlonamente. “Tú nunca recuerdas nada, es por eso,” Me abrazó y revolvió cariñosamente mi cabello, me atrajo hacia él, me besó en los labios y me acurrucó junto a su cuerpo calientito. “La próxima vez que te vallas a desmayar o algo parecido avísame para poner un colchó,” Me dijo después de un rato, con una risita mientras examinaba mi brazo izquierdo y el moretón que tenía. Él se enderezó un poco, me alcanzó mi playera, me la puse y me volví a acurrucar con él.

El tiempo pasaba… pasó. Él sólo acariciaba mi cabello en la mitad del silencio cómodo que nos envolvía. Nuestras respiraciones calmadas y yo con una sonrisa de bobo que ni podía con ella; y mentalmente me preguntaba si él también sonreía.

El sueño poco a poco se apoderaba de mi, y yo ya estaba más adormilado que nada, pero no fue impedimento para que riera de lo que había pensado en ese momento.

“¿De qué te ríes?” Me preguntó.

“De que esto es raro,” Contesté.

“¿Raro?”

“Sí ya sabes… hace unos días te me hacías un viejo amargado, sin chiste y encerrado y ahora que te conozco… ¡woo!, no lo sé… fue raro, rápido, inesperado… pero bueno.” Dije lentamente, ya que poco a poco me vencía más el sueño, más con las caricias que él me proporcionaba. Bostecé y escuché un simple ‘Sí,’ de parte de él antes de caer dormido.




Abrí mis ojos pesadamente al despertarme una ligera corriente de aire frío sobre mi piel. Aturdido por el no saber donde estaba, pasé mi vista por todo el lugar mientras bostezaba y tallaba mi ojo derecho. Miré por la ventana y ya estaba oscuro. Lo único que veía era desorden… Mis ojos llegaron hasta al lado mío… y fue cuando lo vi… y ahí estaba, dormido, con la boca entre abierta, sus ojos perfectamente cerrados y un gesto de paz en su cara. Sonreí para mí mismo porque recordé que no era un sueño… no había sido un sueño…

Sonreí de nuevo y me acerqué poco a poco a él para depositar un leve beso en su mejilla para incitarlo a que despertara. Pero simplemente no se movió. Besé de nuevo, pero esta vez en sus labios… estaban algo fríos y húmedos por si baba, pero para mí sabían exquisitamente… No despertó. Coloqué mi mano sobre su estómago y comencé a agitarlo levemente, pero nada… y, bueno, como saben, yo no me desespero fácilmente (saben que bromeo), así que rodé mis ojos al darme cuenta de que tendría que utilizar mi fuerza bruta.

“¡¡Gerard!!” Grité cerca de su oído.

“¡¿Qué?!” Fue cuando por fin despertó, con cara de susto y un sobresalto que casi cae al sillón. Y yo reí. “¡Carajo! ¿Qué pasa?” Cuestionó irritado y aún un poco adormilado.

Yo seguía riendo. “Ya es tarde,”

Me miró, con el ceño fruncido y me veía raro, como si no me reconociera, hasta que sonrió. “Ah, Frank. Sí ya es tarde, muy tarde,” Dijo viendo el reloj que colgaba de su pared mientras se estiraba. “Diez y media.”

“Me tengo que ir,” Le dije mientras me paraba del sillón y tomaba mis cosas de la mesa, mi mochila estaba abierta, así que de ella cayó el balón y Gerard se acercó a recogerlo, con una sonrisa radiante en su rostro.

“¿Aún tienes esto?” Me preguntó. 

“¡Ah, que tonto! Es esto de lo que quería hablar contigo,” Dije tomando el balón de sus manos y agitándolo un poco complementando mi explicación.

“¿Qué sucede?”

“Esto… el balón no es el mismo,” Dije como en trance. “Y la firma. Puede que ya esté un poco paranoico, pero hay algo muy raro en todo esto, yo, no sé… quiero decir--”

“Pensé que sería un bonito gesto darle a tu amigo un regalo; balón autografiado por uno de los mejores en su época.” Me dijo antes de que yo pudiera seguir. “Lamento si ocasioné algún problema,”

Me puse serio al verlo a él así. “Oh, no, claro que no es eso, lo que pasa es que… bueno, ¿sabes? Es raro saber que mi escritor favorito de todos los tiempos fuera también un jugador famoso de fútbol… o puede que haya dos personas con el mismo nombre, no sé.”

Él rió ligeramente. “Claro que no, sólo hay una persona con ese nombre... Donald Way.” Me dijo con notable voz quebrada. “En realidad nadie sabía el lado oscuro de él, aparte de gran jugador, un excelente escritor. Y no lo digo sólo porque… sea mi padre,”

En ese mismo instante mis ojos de abrieron al máximo y creo que hasta mi respiración se detuvo un momento. Tal vez era porque recordaba algunos encabezados de diarios que había leído y…

“¡Gerard Way!” Exclamé sorprendido… un poco.

“¡Oh, vaya! Me conoces, y no creo que sea porque Donald Way sea mi padre…” Me miró, pero yo estaba mudo, no sabía que decir. “Sospecho que ya sabes de mí más de lo que te he dicho,” Me dijo serio.

“Yo-“

“En verdad no creerás todo lo que se dice de mí, ¿o si?” Se oyó notablemente afectado.

¿Cómo decirle que hasta yo mismo lo juzgue culpable de lo que se decía de él?

“Claro que no,” Dije tajante.

Me miró a los ojos y bufó un poco. “Todos los malditos diarios hablando sobre el hijo del famoso escritor,” Se oyó irónico. “¿Sabes cuántas veces tuve que enfrentar eso?” Pero yo no pude contestar, aún estaba un poco en estado vegetal. Gee movió negativamente su cabeza y se dirigió hasta el sillón de nuevo. “Ya te tienes que ir ¿no?” Me miraba, como analizando mi expresión, mientras encendía un cigarrillo. 

Yo sólo asentí con la cabeza. Lo miré más fijamente a él y me di cuenta que estaba más que alterado y preocupado a la misma vez. Me acerqué a él y lo abracé, en mi cara había una sonrisa, no tan sincera, pero al fin y al cabo era una sonrisa. “Yo te creo a ti completamente. Confío en ti,” 

Me miró y sonrió, pero diferente, realmente diferente, era como si hubiera recuperado algún brillo que perdió hace tiempo, su sonrisa era más limpia y sincera. Se acercó a mí, me atrajo hacia él y me abrazó. “Quédate, Frankie” Me dijo. “Bueno… si quieres.”





Me desperté como a eso de las tres de la mañana. Estaba en su cama, bajo sus cobijas y su almohada en aplastada por mi cabeza y tenían su olor… ese olor que ya había quedado guardado y memorizado por mí… era desagradable y agradable a la vez, tratándose de él… 

Decidí quedarme ahí. Tal vez mamá no estaría en casa, y la verdad es que esta noche no quería dormir solo… o, por otra parte, pudiera ser que Linda estuviera con alguno de sus hombres. Gerard me permitió quedarme en su cama y él se fue al sillón, alegándome que no quería estar cerca de mí si no iba a perder la poca cordura que quedaba, además de que no me quería obligar a nada… era eso o se dio cuenta de que yo aún estaba algo aturdido.

En mi mente aún daba vueltas lo que había pasado, de lo que me había dicho… de lo que me había enterado. En un momento me preguntó preocupado como lo consideraba yo. Y mentí. Le dije que lo consideraba inocente. Pero realmente en este momento estaba más invadido de la nostalgia y no podía pensar con claridad eso… aunque temiera… si tenia miedo… pero yo quería confiar, quería pero no podía… de todo.

Me levanté de la cama y me dirigí hasta la sala donde él descanaba. Tapado sólo con una cobija azul y temblaba un poco, su rostro aún tenía el mismo deje de preocupación de hace unas horas; sus ojos estaban perfectamente cerrados, pero de vez en cuando se movían ligeramente, su boca cerrada, ahora sus labios secos… sus labios… me quedé un momento observándolos… hasta que sus ojos se abrieron a la par de que yo saltaba por el susto.

“¿Frankie?” Se oyó adormilado y preocupado. “¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué lloras?” Me preguntó incorporándose del sillón acto seguido limpió la pequeña lágrima que había caído de mis ojo derecho.

“Yo… no quiero estar solo, tengo mucho miedo,” Le contesté con la voz quebrada.

Y entonces él me abrazó. “Frankie, si es por lo de—“

Lo interrumpí. “No. Hoy es el aniversario luctuoso del hombre que más amé en mi vida. Vi morir a papá… murió en mis brazos,” Dije sobre sollozos. “Murió de un paro cardiaco, sobre mis brazos… no pude hacer nada, mamá no estaba… y yo sólo tenía ocho años en ese entonces,” Él apretó más el abrazo, y por primera vez, desde aquél día que falleció mi padre, me sentí protegido, cosa que nunca había pasado. Todo lo que sabía de él, ahora, se me olvidó, y quise creer que todo iba a estar bien.

“Frank, Frank, todo va a estar bien,” Besó mi frente con ternura. “No hay porque tener miedo. Yo… yo te quiero mucho, yo te cuidaré, lo prometo,” 

Me subió al sillón y nos acurrucamos los dos juntos; nos tapó con la cobija y me abrazó aún más protectoramente, mientras su mano hacia movimientos circulares en mi espalda tratando de confortarme. 

Yo estaba recostado sobre su pecho, mi rostro hundido en su cuello, y alcé mi vista para mirarlo a los ojos, aunque me era un poco difícil ya que las lágrimas nublaban mi vista. “¿En verdad me quieres?” Pregunté sin pensar. 

“Créeme. Sé que estoy mal, pero… Te quiero, y nunca permitiría que te pasara algo. Te protegeré. Yo nunca te lastimaría.” 

Y ese fue el error, en ese momento le creí. Era ingenuo y caí. Nunca pasó por mi mente lo que se desataría después… Sabía a lo que me arriesgaba a comenzar a enamorarme y meterme con un ‘asesino’, pero aún así lo hice… y pagué las consecuencias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario