miércoles, 21 de marzo de 2012

Frankie karma; Capítulo: #14

Capítulo: #14

No soporto sus silencios, y más en algo como esto, a decir verdad mis sentimientos estaban divididos, por un lado moriría si Frank aceptara la apuesta, pero por otro sería una excusa perfecta para llevarme a Syn a la cama sin reproches ulteriores de Frank.

Pero creo que para Frank la propuesta no fue tan buena, suspiró profundamente, acercándose a Syn, acomodando sus manos sobre las de él

- Ni en un millón de años, bajo ninguna circunstancia, ¡Ni muerto! Dejaría que alguien más que yo tocase a mi hombre –

Descansé, y si, me enamoré más, la forma en que lo dijo, con tanta seguridad, con esa seriedad de quien tiene la certeza de lo que dice, la forma en que pronuncia “Mi hombre”, siempre pensé que la libertad era lo primero, pero ser suyo me hace más libre de lo que nunca fui, es extraño, desde el día que Mikey me dejó poco después que mis padres murieran, me juré jamás depender de nadie, nunca más amar a alguien, siempre se van dejándote lleno de dolor y soledad, pero Frank ha logrado cambiarme, me ha hecho ver la vida de forma diferente, y esas palabras que le dijo a Syn, me confirman que me ama de la misma forma loca y desesperada en que lo amo a él.

- Entonces, ¿qué propones? –

Syn no disimuló su decepción, se dio cuenta en un segundo que conmigo no tendría nada, no solo por la respuesta de Frank, también por la mirada de satisfacción en mi rostro

- Si te gano, me entrenas, si pierdo, trabajaré gratis para ti durante seis meses –

- Me parece bien, además necesito alguien que limpie el local de tatuajes, siempre está lleno de grasa de motocicletas –

Aceptó la contrapropuesta de Frank, y en pocos segundos nos encaminábamos hacía la autopista en construcción, creo que a los corredores de motos les gustan mucho las competencias, porque el rumor de una apuesta atrajo a decenas de ellos a la autopista.

Syn señaló el trayecto, la carretera estaba sin pavimentar, llena de piedras y montículos de barro, no me pareció algo seguro, temía por la vida de Frank, me acerqué a mi novio que alistaba el casco para ponérselo, lo abracé cerradamente contra mi pecho

- ¿Estás seguro amor? –

- Si, por completo –

Contestó regalándome un suave beso en la mejilla

- ¿Has manejado una moto antes? –

Frank sonrió, acariciando los mechones de cabello que caían sobre mi frente

- ¡Pareces una mamá! No te preocupes amor, soy impulsivo pero no tonto, y sí, he manejado antes –


Lo miré directamente a los ojos, tenía una extraña opresión en mi pecho, seguramente había aspirado mucho monóxido de carbono en la pista de carreras, pero se sentía diferente, era una sensación desconocida en mi, como si algo se metiera entre mi corazón, no se que era... ¿miedo?.

- Tendrás cuidado – Pegué mi frente con la suya, aspirando el dulce aroma de su piel – Frankie, júrame que serás cauteloso –

- Te lo juro Gerard, no te preocupes por mi –

- Eso espero, mira que si te caes o te lastimas yo no se direcciones de curanderos, chamanes o médicos brujos para que te atiendan –

Sonreímos juntos, mirándonos directamente por unos segundos, ambos suspiramos al tiempo, es tan evidente... Nos amamos demasiado.

Syn se acercó a nosotros, al parecer había oído la conversación

- Ah, ya te transformó en naturista –

- Nah, es solo que tenemos un pacto, si me enfermo el me lleva donde un médico convencional, pero si Frank se enferma yo tengo que llevarlo a ver un chaman –

- No un chaman – Frank sonrió – Simplemente donde un médico naturista –

- Que mal que no aprendieras nada de la vida, por cosas como esa es que me alejé de los Iero – Syn se recostó en una de las motos, hablándome con seriedad – Ellos dejaron morir a mi madre por causa de esas estúpidas ideas –

- No digas eso Syn, tu madre tenía cáncer en una etapa muy avanzada, deberías agradecer a la medicina natural que sus últimos meses los pasara bien y feliz –

Se encogió de hombros, carraspeando su garganta, creo que disimulaba las ganas de llorar, sentí algo extraño al ver a Syn tan humano

- Eso es ¡m!$rd@! A ella le sentenciaron dos años de vida con la quimioterapia, y ustedes al convencerla que la dejara y se pusiera a tomar esos bebedizos extraños acabaron con su vida en tan solo dos meses –

- Pero Syn, la quimo la envenenaba, tu mismo viste su piel marchitarse, su cabello caer del cuerpo, las noches enteras en que se pasaba vomitando, puede ser que solo viviera dos meses, pero con la medicina natural tu madre se sentía mejor, llena de vida, las ultimas semanas de su existencia las vivió sin dolor alguno, acá no se trata de la cantidad, si no de la calidad de vida de una persona –

Estaba en shock, ambos tenían razón, pero creo que para Syn hubiese sido mejor tener junto a él su madre por más tiempo, aunque ¿a qué precio?, en eso Frank tiene razón

- Si, bueno lo que sea, tu eres y siempre serás un Iero, igual a todos... y mejor dejemos de hablar, súbete a la moto, vamos a llenar de polvo esta maldita carretera –

Me quedé de pie al lado del camino, mordiendo mis uñas por el nerviosismo, Frank se veía absolutamente hermoso subido en una motocicleta más grande que él, bueno, todo es más grande que Frank, y eso me llena de ternura, siempre lo he dicho, no comprendo como un ser tan pequeño pueda producir tanto placer en mi.
Sentí mi corazón saltar del pecho cuando los motores se encendieron, los primos se miraron a los ojos, desafiantes, Syn se inclinó un poco hacía Frank algo le dijo al oído, no se bien que, pero leí en sus labios que pronunció mi nombre, debió ser algo muy malo porque Frank lo miró con rabia y movió hasta el tope el acelerador de la motocicleta.

Un disparo se escuchó en el aire, esa era la señal, los dos soltaron el freno y la carrera...

La estúpida carrera empezó.

Syn llevaba la delantera, esquivando las piedras con tal facilidad que parecía que la velocidad no le afectase el juicio, en cambio Frank tenía que disminuir la marcha para rodear los obstáculos del camino, los perdí de vista cuando se internaron más en la carretera, pero podía escuchar claramente el sonido de los dos motores, miré mi reloj, eran las 2:37 a.m.

La noche estaba fresca, la luna brillaba intensamente en el cielo, aclarando la visibilidad, eso me alegró al menos así el inexperto de mi novio podría ver sin problema alguno los obstáculos.

2:40 a.m. Miré hacía el fondo de la autopista, no podía verlos, estaban muy lejos, pero aun podía oír el ruido de un motor...

Solo el de un motor.

Mi corazón se detuvo, quedé pasmado en medio de la autopista, sin poder ver, si saber que pasaba, sentía la boca secarse, miré a mi alrededor, sin saber que hacer, a quien preguntarle que se hace en estos casos, pero Rev se subió en su moto, tomándome con fuerza del brazo

- ¡Sube!, algo salió mal –

La velocidad a la que íbamos era impresionante, la moto prácticamente volaba con los dos en ella, Rev era un corredor también, y al igual que Syn esquivó con facilidad todos los obstáculos, disminuyó la velocidad al acercarse a un fragmento de la autopista donde se apreciaban grandes rocas desprendidas de una loma en la ladera, me bajé de la moto, mirando todo el paisaje, la luna hacía lucir las rocas plateadas, el brillo era maravilloso, pensé en un segundo la forma en que esos colores se pudieran reproducir en una pintura, sentí un fuerte olor a gasolina, busqué con la mirada de donde provenía, a unos dos metros de distancia se veía una moto tirada en el piso, tenia abolladuras en todo el metal, no se porque lo veía todo como si no estuviese allí, aun no comprendo porque estaba tan entumido mentalmente, recorrí el sendero que la tierra levantada marcaba desde la moto hasta las rocas, deteniendo mis ojos sobre un hilo de sangre que brillaba intensamente bajo la luz de luna llena, seguí el rastro de sangre, se perdía entre las rocas, mi cuerpo actuó solo, caminé sin pensarlo, mis pies se doblaban por el intenso correr de la sangre en mi cuerpo, mi instinto sabía algo que yo ignoraba.

Mi instinto, supo antes que yo que mi vida no volvería a ser igual

- ¡Gerard, espera! –

Syn puso ambas manos sobre mi pecho, evitándome seguir más adelante, y solo eso bastó para darme cuenta, que esa moto que estaba hecha añicos en la vía era la moto que conducía Frank, mi Frank.

Toda la sangre que violentamente corría por mi cuerpo se subió a mi cabeza, empujé a Synyster con fuerza, corriendo los pocos pasos que me separaban del horror, del momento más doloroso en toda mi existencia, mis ojos se abrieron en su totalidad, era un masoquismo implícito natural, las rocas alojaban con crueldad entre sus afiladas puntas el perfecto cuerpo del hombre que amo, la luna iluminaba odiosamente la sangre que brotaba imparable de su cuerpo, esa que se derramaba por sus ropas rasgadas, girando en las direcciones que las fracturas en sus piernas indicaban, su rostro, su hermoso y perfecto rostro lucia irreconocible, casi monstruoso, entre hematomas, y huesos rotos, esperé no se cuantos segundos a notar en el pecho de Frank el movimiento natural de una respiración que nunca llegó, sentí que la vida se escapaba de mi cuerpo, me abalancé sobre él, pero los corredores me tomaron con fuerza de los brazos

- ¡No es mejor que no lo toques está fracturado y puede ser peor! –

¿Puede ser peor, acaso Frank está vivo? Mi alma regresó a mi cuerpo, pero no podía quedarme solo con una suposición, luché contra quienes me sostenían, eran muchos y solo recuerdo estar dando puñetazos y patadas en todas las direcciones, hasta que finalmente Syn intervino, pidiéndoles que me dejaran libre.

Me arrodillé junto a Frank, dejando mis manos en el aire, no quería tocarlo, no era capaz, mi cuerpo temblaba incontrolablemente, fijé la mirada sobre él, esperando que abriese sus hermosos lagos para mí, y que sonriera con ese sonido infantil que tanto amo, esperé que despegara sus labios rosa, que pronunciara mi nombre, que al menos se quejara del dolor, pero nada pasó, el aire comenzó a faltarme, mis lagrimas empañaron mi visibilidad, escuché a lo lejos el sonido de las sirenas de las ambulancias, quería que se callaran, necesitaba silencio para percibir al menos un solo gemido de mi amor, una sola seña que la vida no me había jugado la broma más cruel, darme la felicidad plena y arrebatármela en solo dos semanas.

Cerré los ojos, intentando captar entre el aroma a gasolina y sangre, el dulce perfume natural de la piel de Frank, empecé a llorar como jamás lo había hecho, lloraba por miedo, lloraba con rabia, con tanta rabia que mis gimoteos se convirtieron en gritos desesperados, maldije al cielo, maldije a la vida, incluso lo maldije a él, a mi amor por ser tan testarudo, por ser tan impulsivo, por arriesgar su vida sin importarle que podría dejarme solo.

Intenté calmarme un poco, mi corazón no albergaba posibilidad alguna que Frankie estuviese muerto, aunque mi cerebro me gritara una y otra vez que no había nada que hacer, mi vida se había ido.

Me incliné sobre su rostro, acomodando con cuidado mi mejilla frente a su nariz...

La vida regresó a mi cuerpo al sentir el aire tibio salir de él, una y otra vez, ¡Estaba vivo! Frank vivía.

Giré mi rostro, en dirección a la autopista, las ambulancias y patrullas de policía habían llegado por fin al sitio, los paramédicos bajaron con su camilla, acomodaron con sumo cuidado a Frank sobre esta, lo metieron el la ambulancia, yo caminé con ellos, pero tan pronto iba a entrar un enfermero me empujó suavemente fuera de la ambulancia

- Lo siento, el primo del accidentado ya está dentro, él nos acompañara hasta el hospital –

Sentí impotencia, y con palabras atropelladas pude manifestar


- ¡Pero yo soy su novio! –

- Lo lamento, la familia viene primero –

Mis ojos se clavaron suplicantes en Syn, no tuve necesidad de decirle nada, el se bajó con prisa de la ambulancia, hablándole a los paramédicos

- Dejen que vaya él, es su novio, viven juntos –

Le agradecí con una amarga sonrisa, sentándome en el extremo interior de la ambulancia, viendo a los paramédicos luchar contra el tiempo, intentando mantener a Frankie con vida, mis ojos se debatían entre ver el cuerpo lacerado o el monitor que indicaba sus débiles signos vitales.

Me quedé estático, solo movía la mirada de un lado a otro, nunca en mi vida sentí tanto temor de perder, mis sentidos se alertaron de nuevo al escuchar el grito del enfermero

- ¡Rápido enfermera Walsh, aliste una inyección de epinefrina, el corazón está colapsando! –


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