miércoles, 21 de marzo de 2012

Frankie karma; Capítulo: #15

Capítulo: #15

Siempre me he preguntado el significado de la vida, el sentido y la finalidad de mi presencia en la tierra.

¿Quién soy?.

Un artista que se vende para complacer a otros, el hijo de unos padres muertos trágicamente, el hermano de un ser perdido en sus propios demonios, el amante de Frank.

Dicen que se tiene derecho a pensar que el mundo fue creado para ti, si este mundo fue creado para mi, ¡Que cruel es mi creador!.
Pasé 11 horas en la sala de espera, muriendo de impaciencia y temor, sobresaltándome cada que la puerta del quirófano se abría, regresando resignado a mi asiento si noticias de Frank.

Sus padres me acompañaban, estaban allí, orando por él.

¡Que estúpida pérdida de tiempo!, de nada sirven las oraciones, si ese Dios, o esas fuerzas místicas naturales de las que tanto hablan de verdad existiesen no habrían dejado que este horror sucediera.

Miré mis manos, aun cubiertas de sangre y tierra, no me había limpiado, no podía pensar en nada más, solo en él, en mi Frank agonizando en el quirófano de un hospital.

Todo es tan absurdo, intento atar cabos en mi mente, qué lo llevó a cometer tal idiotez, por qué demonios no se lo impedí, por qué...
¿¡Por qué está allí casi destrozado en lugar de estar pasando la noche en cama conmigo!?

Synyster se fue de la sala, lo saqué a empujones, en parte esto es su culpa, es mi culpa también.

- Qué le dijiste a Frank –

- Cuando –

- Antes de iniciar la carrera –

Su rostro se tornó pálido, con un notable sentimiento de culpa en su mirada

- Que te ibas a cansar de él, tu eres muy especial y el solo es un niño que no hace nada en la vida, y que cuando eso pasara yo estaría allí, esperando porque decidieras estar con un hombre verdaderamente interesante –

Los padres de Frank se aterraron al ver mi comportamiento, le rompí la nariz a Syn, y lo llevé hasta la puerta entre patadas y puñetazos.

¡Maldita sea la hora en que le seguimos el juego!

El sol entraba por la ventana, hiriendo mis ojos inflamados de tanto llanto, me senté en el piso, dándole la espalda al resplandor del día, acomodé mi rostro sobre mis rodillas flexionadas, cubriendo mi cabeza con los brazos, no quería ver, no quería oír, no quería sentir este dolor en mi alma, este dolor intenso que me esta matando.

Pensé en mis días con Frank, en tantas cosas que sentí por primera vez, lo que he soñado para los dos, nuestro eterno amor, esa insaciabilidad por el otro, por el alma y cuerpo y del otro, no importa cuantos besos, cuantas caricias, siempre queríamos más, siempre buscando más...

- Señores, necesito hablarles –

El cirujano salió por fin del quirófano, me levanté a prisa parándome junto a los padres de Frank

- Logramos estabilizarlo, tiene fracturas múltiples en las piernas y el rostro, pero los órganos internos están en buen estado –

- ¿Ya se despertó, podemos verlo? – Pregunté desesperado

- Lo siento, el paciente está en coma –

- Pero, igual podemos verlo, así estaremos allí cuando despierte –

Mi alma desesperada hablaba por mi, el médico esquivó mi mirada, y continuó hablando

- No sabremos cuando pueda despertar, está en un estado muy profundo... –


El cirujano hablaba con los padres de Frank, me quedé allí, viéndolos mover sus labios, tan ajenos a mi, distantes, me sentía el espectador de un horror que no era el mío, caminé detrás de ellos, entramos a la habitación donde el ser más bello de toda la creación dormía profundamente sin tener idea del mundo aterrador que le rodeaba, su cuerpo estaba conectado a docenas de cables y tubos que entraban y salían por doquier

- ¿Le duele? –

Inquirí acercándome al borde de la cama, apreté los labios para contener el llanto que empezaba a asomarse nuevamente en mis ojos

- Esta inconsciente, no siente nada en lo absoluto –

Me incliné sobre su rostro destrozado, besé suavemente su frente, o el lugar donde se supone debería estar, acaricié su cabello castaño, estaba húmedo, al parecer lo limpiaron antes de traerlo acá, es extraño, a pesar de su apariencia casi monstruosa no puedo dejar de pensar que es el ser más bello de la tierra

- Creo que es suficiente, es mejor que salgamos, si lo desean uno de ustedes se puede quedar con él –

- Yo me quedo doctor, no sería capaz de dejar a mi hijo solo –

- Linda, no te preocupes, yo me quedo con Frank – Supliqué

- Señor Way, es mejor que sea un familiar quien lo acompañe –

- Doctor, yo soy el novio de Frank, nosotros vivimos juntos –

Apreté los dientes cuando hablé, el dirigió su mirada hacía los padres de Frank

- Ustedes deciden –

Linda acarició tiernamente mi brazo, sonriendo levemente

- Gerard, deberías ir a descansar, fue una noche muy pesada, quédate tranquilo, yo acompaño a Frank –

- No, yo de acá no me muevo –

Me así con fuerza a la baranda de la cama, demostrando que hablaba en serio y si de allí me querían sacar, tendrían que hacerlo a la fuerza.

- Está bien, quédate, pero al menos dame la llave de tu casa, así te traemos ropa limpia para que te asees y te saques la sangre seca del cuerpo –

Descansé, suspiré profundamente aliviado, no quiero estar sin Frank, no podría irme a casa y dejarlo acá en ese estado, además cuando mi amor despierte quiero ser lo primero que sus hermosos lagos vean.

Acerqué un asiento junto a la cama, me senté mirando hacía el pecho de Frank, aunque respire artificialmente, me tranquiliza ver el movimiento de su caja toráxica, me hace pensar que todo estará bien, que en poco tiempo despertará y regresará conmigo a nuestro hogar.

Apoyé mi cabeza sobre la cama, sin darme cuenta me dormí en esa posición, solo desperté cuando sentí en mi espalda una suave palmada

- Joven, podría moverse un poco, debemos revisar al paciente –

Me levanté dando tropezones en toda la habitación, estaba entumido, no se cuanto pasé en esa posición, no sabía que hora era, estaba completamente desubicado, una de las enfermeras me entregó una bolsa plástica

- Los padres de Frank me pidieron que le entregara esto –

Era algo de ropa, le agradecí y aproveché que mi novio estaba siendo atendido para ducharme y cambiarme esta apestosa ropa.

Tan pronto las enfermeras salieron me acerqué hasta la cama, el rostro de Frank comenzaba a desinflamarse, ya podía percibir bajo una mancha de piel púrpura esa hermosa naricilla por la que entraban el par de tubos pequeños que le llevaban oxígeno al su cuerpo, la besé muy superficialmente, es que tengo tanto temor que le pueda doler si lo toco.

Me senté en la silla, nuevamente muy cerca de su cama, tan cerca que podía recostar mi cabeza junto a su mano cuando me cansara de ver el reloj en la pared, ¡Que cruel es el tiempo!, que lento avanzan las manecillas, se ríen en tu cara cuando más anhelas que su andar sea rápido, los días se dilatan, las horas se repiten, una y otra vez, es terrible anochecer y amanecer sin nada más que hacer, sin una sola alegría en tu día, simplemente esperando, paciente, alertando tus sentidos ante el sutil cambio de un monitor cardiaco, anhelando, recordando con dolor y gusto los días pasados en las sábanas de mi cama, los besos que pretendían ser eternos, la risa clara e infantil de quien más amo en la vida, las palabras, los gestos, movimientos, las ideas descabelladas... ¡Dios lo extraño demasiado!, y este dolor de su presente ausencia no me deja en paz, quiero escucharlo hablar, quiero que me haga enojar como siempre, quiero que se levante de esa cama y me obligue a tener sexo acá mismo, estoy seguro que para Frank, fornicar en un hospital con el temor de ser descubiertos, debe ser una idea absolutamente excitante.

El terapeuta siempre viene a las 4:00 p.m., se ha convertido en mi conexión con el mundo fuera de este hospital, me trae el periódico del día, y hablamos durante el tiempo en que examina el avance en la curación de las fracturas de Frank, al comienzo no me hablaba casi, es un señor en sus cincuenta años, y le fue difícil aceptar que yo era el novio del paciente, es un poco homofóbico a decir verdad, pero después de compartir una hora diaria durante cuatro semanas ha aprendido a ver las cosas de forma diferente.

- Lo mejor de todo Gerard, es que el presidente le arrojó un vaso de agua en la cara al secretario de gobierno –

Se rió a carcajadas, mientras le retiraba los vendajes del rostro

- A ver, acércate y dime si el cirujano plástico hizo un buen trabajo, ¡yo te garantizo por mi trabajo que sus huesos están perfectos! –

Me acerqué lentamente, hace unos días le hicieron una cirugía reconstructiva, yo estuve presente en el proceso, entregándole fotos al cirujano, cerciorándome que el rostro hermoso no fuera alterado bajo ninguna circunstancia, lo miré con temor, pero sonreí aliviado al ver que aunque un poco inflamado, el rostro de Frank había vuelto a ser el mismo rostro perfecto, sus enormes ojos cerrados estaban delineados con ese aire Italiano de siempre, su nariz pequeña estaba en el lugar y la forma correcta, sus labios rosa tenían la misma sensual sinuosidad de siempre, y sus pómulos lucían estructurados como debe ser.

Asentí efusivamente

- ¡Si! Está perfecto, como siempre –

- Lo ama mucho ¿verdad? –

- Más que a mi vida –

Gail sonrió, pidiéndome que me alejara de la cama, se disponía retirar por fin el yeso en las piernas de Frank

- Yo sé que los huesos están en su lugar, pero debemos esperar a que el paciente salga del coma para comprobar la movilidad –

- Gail, te he pedido mil veces que no lo llames “el paciente”, me hace sentir que no es él –

- Está bien, cuando Frank despierte, podremos evaluar mejor el tratamiento –

Terminó su trabajo y se quedó unos minutos más hablando conmigo, tratando de convencerme que saliese del hospital, al menos que fuera a caminar durante media hora, que este sedentarismo no era bueno para mi sistema óseo

- Es que... ya te lo he dicho mil veces, no quiero dejarlo solo –

- Gerard, es por tu bien, además Frank está inconsciente, el no se da cuenta si estás o no a su lado –

- No soy capaz, de verdad, lo amo demasiado, y no quiero estar sin él, ¿qué tal que despierte y se vea solo acá? No, no puedo dejar que eso pase –

Recogió su equipo médico, estrechando mi mano

- Nos vemos mañana a esta hora, ahora hay que empezar a hacer terapia de movimiento, no podemos dejar que sus músculos se atrofien –

- Gracias Gail, mañana me cuentas como sigue el lío con el presidente y el secretario de gobierno –

- ¡Claro! Ja ja esa pelea es la mejor en muchos años – Le dio una vistazo rápido a Frank sobre la cama, y acomodó su brazo sobre mi hombro – Ojalá Frank se de cuenta algún día de lo afortunado que es al tener alguien que lo ama con tanta pasión y entrega –

- No se preocupe Gail, Frank sabe que lo amo con mi alma –

Me senté de nuevo en la silla frente a Frank, acaricié su rostro, besé sus labios por encima, aun está inflamado por la cirugía y no quería causarle dolor, aunque todo el mundo me dice que el no se da cuenta de nada, no siente nada, pero es mejor evitarle un posible sufrimiento, acerqué mis labios a su oído, hablándole despacio

- ¿Cuándo vas a despertar dormilón, que no ves que me haces falta? –

”Tu también me haces mucha falta amor, y créeme que quiero despertar ya mismo, pero no puedo, por más que intento abrir mis ojos, por más esfuerzo que haga en pronunciar una palabra, este cuerpo no me responde... lo único que me impide morir es saber que estás junto a mí”


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