viernes, 30 de marzo de 2012

Frankie karma; Capítulo: #26

Capítulo: #26

Mi corazón se detuvo un fugaz segundo, justo cuando mis ojos se posaron sobre su cuerpo desnudo, su despierto ser, sentado sobre la cama, sonriéndome de esa forma única, dulce, inocente y lasciva que sólo él puede lograr en un gesto, tan natural, tan... ¡Frank!
Mi mano se deslizó pesadamente al abandonar el picaporte, aseguré la puerta sin dejar de mirar ese ángel que me esperaba ansioso en la cama, siento que todo el hospital es nuestro cómplice, saben que estamos aquí, saben que es lo que morimos por hacer, y me aseguraron que permanecerían alejados de esta habitación.

Caminé lentamente hacía la cama, sin notarlo mi cuerpo había comenzado a temblar copiosamente, mis dientes hacían un constante ruido al chocarse entre sí, estaba tiritando, no de frío, pero sí de nervios, de emoción

- ¿Estás bien amor, tienes frío? -

Su voz... No podría nombrar un bálsamo más reconfortante que el sonido espontaneo y honesto de su voz, cerré los ojos al tiempo que meneaba mi cabeza negativamente, no los abrí cuando ese suspiro de alivio, de amor, de la proximidad del fin de la espera, me envolvió, llenando de paz mi corazón, imprimiéndole un nuevo impulso a mis pulmones. Sentí el dorso de su mano acariciar suavemente mi mejilla

- Extrañé... - Su dulce tono de voz se entrecortaba - Tanto, extrañé tanto el poder sentir tu piel -

Abrí mis ojos, ellos se encontraron con esos enormes lagos, que ahora se colmaban de lágrimas, sus delicados labios apretó queriendo reprimir el llanto que amenazaba en salir sin control, extendí mis brazos, rodeando su rostro con ambas manos, estaba enmudecido ante su belleza, ante ese milagro de su vigilia que jamás creí posible

- Júrame Gerard, que nunca en todo este tiempo, nunca dudaste de tu amor por mí -

- Frankie, sabes que te amo, estuve aquí todo el tiempo, ¡Estoy aquí! -

Meneó su cabeza liberándose de mis manos

- No, Gerard, quiero que me jures que nunca existió duda alguna en tu corazón, que cada segundo que pasé dormido en esta cama, pensaste en mí, me extrañaste como yo a ti, y que al igual que yo te morías de ansias por estar juntos otra vez, para siempre -

Avancé el paso que me separaba de su cama, pegando mis piernas al frío del armazón de hierro, con mi mano derecha sobre mi pecho, y la izquierda tomando a Frank con fuerza de su barbilla, lo miré, profunda y honestamente

- Está bien, si es lo que necesitas te lo diré. No existió un solo día, un solo segundo de mi existencia en que mi pensamiento no fuera otro más que tu. Nunca dudé ni por una milésima de segundo que lo único que me anima a vivir es este amor, es tu sola presencia y te puedo jurar Frank, que pudiesen haber pasado décadas de tu letargo y aun así habría estado junto a ti, amándote y siéndote fiel, porque no existe ser humano en este mundo que despierte este amor en mí como lo haces tú -

Dejó caer el peso de su rostro sobre mi mano, girando lentamente en la cama hasta quedar frente a mí, enrollando sus piernas sobre mi cadera, atrayéndome hacía él, sentí que su cuerpo al igual que él mío estaba temblando, acomodó ahora su rostro en la curva de mi cuello, sobre mi hombro, pude sentir que sonreía

- ¿Sabes? - Levantó su cabeza buscando el contacto con mi mirada - Yo sí dudé, ¡ahh, es que la enfermera Rita da los mejores baños de espuma en este hospital! -

Apreté mis labios con fuerza, ¡Quería arrancarle los suyos de un mordisco!

- ¡Maldita sea! eso es lo que más extrañé de ti -

- ¿Mi gusto por los baños de espuma? - Preguntó entre risas

- No, ¡lo imbécil que eres! -

Se acomodó nuevamente en la cama, sin dejar de sonreír, palmeando la superficie de la misma, invitándome a sentarme con él

- Si, pero así imbécil es como me amas -

Me senté frente a él, envolviéndolo con fuerza entre mis brazos, pegando mis labios a su oído

- ¡Y no tienes idea cuanto te amo! -

- Gerard -

Susurró

- Dime, amor - Me separé de él, tal vez necesita que le jure otra cosa, igual si quiere ¡le endoso mi vida!

Me miró con un gesto extraño, entre aburrido y cansado

- ¿Qué tienes Frank? -

Respiró profundamente, inclinando un poco la cabeza hacia atrás

- Estoy enojado contigo -

- ¿Por qué? - Pregunté preocupado

- ¡Estoy completamente desnudo y tu no! ¿Qué crees, que eres el único que puede recibir show de stripper gratis?, Nah, nah señor Way, lo quiero fuera de esa ropa ¡Ahora Mismo! -


Más tardó él en hacer esa petición, que yo en despojarme hasta de la última prenda que cubría mi piel.

Mi cuerpo, su cuerpo, nuestra piel no pudo ya distinguirse de la otra, mi sudor, el suyo, se combinaban, se mezclaban, se fundían entre más apretábamos ese contacto de nuestros seres, envolví de nuevo su cuerpo entre mis brazos, pero ahora con suavidad, sintiendo como su esencia se apoderaba de cada una de mis células, sin rechazo, al contrario lleno de deseo, de este deseo por él que acumulé durante meses.

Dejé que Frank guiara todos nuestros movimientos, se lo debo por haberle hecho el amor mientras él dormía, estoy seguro que quiere hacerme cosas que en su estado no pudo hacer...

Como besar... ¡beeeesar! cada centímetro de mi cuerpo, de esta forma, lenta y a la vez desesperada, haciendo círculos con su lengua sobre mi piel, tan solo me quedo de espalda sobre la cama, luchando por mantener mis ojos abiertos, pero me lo impide este placer de sentir por fin sus labios recorrerme, erizando mi piel con solo sentir su respiración sobre mí, de sentir...

¡Sentir Por Fin! su calidez sobre mí, sé que no estamos en la intimidad de nuestro hogar, pero no puedo contener los gemidos que se escapan de mi garganta, su rostro está sobre mi pelvis, estiro mi mano para tocar su cabello, para jugar con sus mechones entre mis dedos, mientras aprieto los labios para no gritar de placer.

Frank levanta su rostro por momentos, se fija en mi expresión, debe ser igual a la que él tiene, ese brillo de felicidad y lujuria, ese gesto de placer infinito.
Segundos, tan solo segundos se permite mi ángel separar su rostro de mi piel, regresa de nuevo, sobre mi miembro absolutamente erecto, ansiando por más de esa aterciopelada sensación de su boca, su saliva se desliza por toda mi extensión, Frank lo lleva todo dentro, chupándolo como si nunca antes lo hubiese hecho, sobra decir que me siento absolutamente feliz.

Su lengua suave, inquieta, no me da tregua, procurando gemido tras gemido al contacto juguetón con mi pene, la enrosca firmemente, recorre desde la base hasta la punta, deteniéndose allí a jugar un poco más, mi cuerpo logra espasmos involuntarios, empujo la pelvis hacia adelante cuando siento que voy a morir de placer, sé que a Frank le fascina esta reacción, pero Frank es Frank, eso no lo puedo cambiar, se incorpora mirándome con un falso gesto de duda

- ¿Por qué me empujas así, qué, no quieres que siga? -

¡Muero!

No puedo responderle con palabras coherentes, el tan solo sonríe, se acerca a la base de mi abdomen y muerde suavemente mi piel

- En serio Gerard, si no quieres más, ¡Avisa! -

¡Maldito!

- Siii... iii... iiguee -

No, lo siento no puedo pronunciar una sola palabra de forma correcta, es más...

Ya ni puedo pensar.

"¡Su piel! puedo sentir a plenitud el sabor de su piel, el dulce ardiente de su sexo, Solo Dios sabe cuánto he esperado este momento, el instante preciso de reclamar mi propiedad sobre su piel, adoro verlo en absoluta excitación... ¡Qué digo, adoro simplemente poder verlo!, tener la libertad de acariciar su cuerpo, su rostro de piel nívea, de labios finos y carnosos, de poder morderlo cuando se me antoje, de molestarlo incluso cuando le hago aquello que más le gusta.

Su excitación lo obliga a mover su pelvis hacía adelante, empujándome un poco lejos de él, adoro cuando le pasa esto, sé que está prácticamente muriendo de placer, lo molesto y el pobre apenas si puede hablar, pero la verdad es que yo no quiero alejarme mucho de su cuerpo, adoro llevármelo dentro de mi boca, sentir que los diminutos vasos sanguíneos de su pene se llenan de sangre, se inflan por mí.

Me interno de nuevo en su entrepierna, saboreando cada chupada, ¡lo tengo, para mí, todo para mí! de nuevo, como siempre debe ser.

Alejo mi rostro de su cuerpo, es ahora mi propio miembro el que está completamente irrigado por la sangre que la sola presencia de Gerard hace hervir en mí, lleno mis dedos de saliva, buscando entre las nalgas de mi hombre ese rincón por el cual entraré para declarar una vez más que Gerard Way me pertenece.

Me incorporo un poco sobre él, rozando la punta de mi nariz con la suya, ambos estamos conmovidos de poder sentirnos a plenitud nuevamente, tan solo rozar ligeramente sus labios húmedos, acomodarme entre su cuerpo, ver sus ojos...

Sus olivos ojos de pupilas dilatadas, de mirada extasiada, ¡Como extrañé la mueca involuntaria de sus labios al sentir que mi pene entra con fuerza en él!
No dejo de tocarlo, no quiero separar mi cuerpo del suyo, esperé tanto este momento, lo soñé tantas veces, lo anhelé con dolor en mi corazón, con miedo de que jamás despertaría para hacerlo mío otra vez.

Pero aquí estoy, dentro de él, penetrándolo con toda la fuerza que ese deseo reprimido crea en mí, gime, respira agitadamente, vuelve a gemir, sin dejar de verme a los ojos, siento sobre mi abdomen la dureza de su pene, inmediatamente bajo mi mano para rodearlo con ella, y acariciarlo al mismo ritmo que llevo dentro de él.

La habitación se llena de un embriagante y delicioso aroma a sexo, tan fuerte que merma el olor de desinfectante, es solo su esencia y la mía lo que se puede percibir, es esta invisible nube de vapor exhalado por nuestros cuerpos que arden de placer, tan solo el sonido de nuestras respiraciones y gemidos se puede escuchar, y el latido de nuestros corazones, estos que van a mil por hora, alentando más esta lujuria.

Mi cuerpo quiere más de él, con mi mano libre, empujo una de sus piernas hacia afuera, para tener más espacio, impulsándome con las rodillas sobre la cama, empujo con más fuerza, quiero entrar por completo en él, quiero ver en su mirada que su cuerpo se llena de un placentero dolor, quiero que entienda de nuevo que es solo mío"


- ¡Mío!, solo puedes... ser... Mío -

Frank grita entre gemidos mientras me penetra con fuerza, no separa sus ojos de los míos se que quiere ver mi reacción ante sus palabras, ante ese gesto de dominio, ¿Qué quiere que haga, que se lo confirme, que le diga que si? Él sabe que es así, el tiene completo conocimiento que soy suyo, pero Frank es extremadamente posesivo, y el simple "saberlo" no le es suficiente, necesita escucharlo una y otra vez, y yo no tengo problema en repetírselo

- Solamente tuyo... Frankie... solo... -

Bueno, si tengo un problema, lo agitado de mi respiración no me deja hablar bien.

Después de esa explosión de reclamo de propiedad, Frank bajó el ritmo, regodeándose en la humedad viscosa de mi interior, moviéndose lenta, muy lentamente, haciendo pequeños círculos con su pene dentro de mí, elevando aún más el grado de placer, se acercó lo que más pudo a mi rostro, enfrentémoslo, Frank es más bajo que yo... y en esa pose su rostro me llegaba al pecho, bueno, se intentó acercar a mi rostro, solo para murmurar en un tono suplicante la misma pregunta una y otra vez

- ¿Me amas? -

- Si -

- ¿Me amas Gerard? -

- Si - Yo respondía un largo "si" que culminaba con un gemido

- Dime... que me amas... más que a tu... -

- Vida, más que a mi... vida -

Completé por él la frase, y de paso respondí su pregunta, no sé si era lo que necesitaba para culminar, o solo fue una coincidencia, pero tan pronto terminé de hablar, el cuerpo de Frank se contrajo, apretando cada músculo del mismo, dejando escapar un profundo gemido que culminó en la suave respiración entrecortada sobre mi rostro, sentí en mi interior el tibio líquido que Frank eyaculó, sentir de nuevo esa sensación me hizo explotar a mí, llenando de semen el abdomen de mi amado.

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