lunes, 19 de marzo de 2012

Frankie karma; Capítulo: #4


Capítulo: #4

”Me avergoncé de mi comportamiento frente a Gerard, allí estaba yo, casi desnudo en medio de mi familia, discutiendo con mi padre, gritándole que lo odiaba, no lo odio simplemente no me siento “suyo”, no pertenezco a ese lugar, a esa vida. 

Salí corriendo con mi guitarra al hombro, la más fiel imagen del rebelde sin causa, no lo miré, no podía poner mis ojos sobre Gerard y que se diera cuenta que soy un niño perdido en mi propio hogar, me quedé todo el día en la cafetería frente a su apartamento, tomando fuerzas para entrar y hablar con él, fuerzas que nunca surgieron en mi, ¿qué podrá pensar?, que soy un niño rebelde, que no tengo la madurez suficiente para estar con él... no lo se, me da miedo que se desilusione de mi, el primer paso para convertirme en alguien especial en su vida ya está dado, ¡negarme a compartir la cama con él!¡ ¿Qué puede despertar más su interés?, Tres años de adoración absoluta, tres años de leerlo, ver sus pinturas, de maravillarme con sus creaciones, de buscar su apellido en la guía telefónica, conocer su dirección, leer los artículos en el periódico local, infiltrarme en silencio entre el círculo de artistas y bohemios, seguir cada uno de sus pasos, tres años que me han permitido conocerlo más que nadie en Belleville, lo se muy bien, cuando Gerard cruza la barrera del sexo con alguien, hasta ahí le llega el interés, no seré solo una noche más en su haber, ¡de él voy a ser! Como él mío será

Aun recuerdo vividamente la primera vez que tuve uno de sus libros de poemas en mis manos, en lugar de leer Mark Twin, como los chicos que van a la escuela, mi padre me traía libros de poetas locales, tenía pocas páginas, pero cada palabra estaba tan perfectamente acomodada, cada frase tenía su propio sentido, cada párrafo era una visión de la vida, la visión de Gerard A. Way. “Skylines and Turnstiles” La primera línea me cautivó “You're not in this alone” Sentía que me hablaba directamente a mi. Mis ojos se pasearon maravillados por entre las palabras, “This broken city sky, like butane on my skin” Sus metáforas son simples, pero a la vez tienen un sentido tan personal, tan suyo, simplemente no pude volver a leer nada diferente con la misma tranquilidad, después de leerlo a él, el resto de libros y escritos en el mundo me parecían un gran pedazo de excremento, bien lo dice el mismo: And after seeing what we saw, ¿can we still reclaim our innocence?, no me importa el verdadero significado de esa frase, la apropié, es mía, y después de conocer su obra, mi inocencia sobre el mundo tal cual me lo dibujaron mis padres, se perdió.

Pasé toda la noche en la cafetería, viéndolo ordenar su lugar, recogiendo montones, kilos de basura del piso, se me hizo muy divertido, pero no fue tanto cuando me di cuenta que lo hacía porque tenía un invitado especial esa noche.

Se quien es, es Pete, el rey de la escena local, es una especie de artista también, uno decadente al igual que Gerard, bueno, en realidad todos los artistas de mi ciudad están en decadencia.

Mire las figuras que se plasmaban en la cortina de su habitación, los vi besarse con tanta hambre que sentí mi corazón encogerse, secarse, abandonarme, los vi metérse en la cama, y unos veinte minutos después, levantarse, Pete sacó las sabanas, debe ser verdad lo que dicen de el, es un obsesivo compulsivo, los vi nuevamente entrar en la cama, esta vez, para mi desgracia, podía ver a Gerard maniobrar sobre él, me excité viendo el movimiento de su cuerpo, los gestos de placer que podía advertir por la silueta de su rostro, pero odie la forma en que desaparecía de la ventana, seguramente a llenarlo de besos, a pegar sus hermosos labios sobre él ¡Nunca antes sentí tantos celos en mi vida!, no pude soportarlo y me fui del lugar.

Hoy recorrí tres de los bares donde suele pasar el tiempo, y lo descubrí escuchando sin ganas a una poetiza recitar un estúpido poema existencialista, de esos que fueron famosos en la década del setenta, pero que hoy no tienen validez alguna.

Me aproximé por detrás, buena forma de tomarlo desprevenido, y ¿por qué no? De aspirar el aroma violento de su piel, Gerard huele a hombre, no se como explicarlo, no es aroma a limpio, tampoco a sucio, no percibo ningún perfume artificial, es su esencia, es sexo.

Cruzamos unas cuantas palabras, lo hice rabiar, ¡adoro hacerlo rabiar!, Tomé su licor y sus cigarros, si no quería venir tras de mí, al menos lo haría por las cosas que le quité.

Lo esperé entre los arbustos del parque, mientras el venía encendí un cigarrillo, disfrutaba de cada bocanada de humo, saqué uno de marihuana y lo encendí un poco, solo para que llenara el ambiente de ese aroma, no me gusta ya la marihuana, antes la fumaba para escapar de mi familia, pero ellos la fuman todo el día, lo único que hacía era parecerme a ellos, pero esta vez la necesitaba, al menos su aroma, así Gerard pensará que estoy drogado”



**


Me paré en la esquina del parque, lo descubrí entre los arbustos gracias al brillo amarillento de su cigarrillo, avancé hasta él, quedándome de pie a su lado, le hablé de la forma más natural posible, tratando de ocultar mi interés en él

- ¿No sabes pedir las cosas? –

- ¿Uh? –

Su mirada estaba distante, actuó como si no me comprendiera

- Mi vodka y mis cigarrillos, ¿Crees que soy el proveedor de tu vicio? –

- Ah, los traje en caso que los dejaras olvidados en el bar por correr tras de mi –

- “Correr tras de ti” crees que me conoces tan bien, ¡engreído! –

- Estás aquí ¿no? –

No le respondí, me senté a su lado, evitando verlo de frente, pero aun así, podía percibir cada uno de sus movimientos desde la esquina de mi ojo, él me miraba, siempre me mira, como si quisiera leer mi alma, es extraño, pero me altera los nervios, pensé en hablar, decir algo para romper el silencio, señalar el aroma a marihuana, pero las palabras no salían de mis labios, tan solo opté por tomar la botella de vodka consumir de un sorbo el licor restante, agité el recipiente vacío en el aire, levantándome

- Voy por más –

- Voy contigo –

Se levantó con dificultad, aferrando mi mano fuertemente entre la suya, me helé, ¿saben? De esa forma que te congelas cuando eres adolescente y esa persona que te quita el sueño te toca, así conmoviéndome profundamente, doblé temerosamente mis dedos alrededor de su mano, acaricié las fuertes venas que se sienten por entre su suave piel, suspiré, ¡Dios! Suspiré como una puberta enamorada. Para disimular ese gesto hablé con un tono de voz molesto

- “Ahhh” que fastidioso eres, deja, voy solo al bar –

Frank me soltó, parándose frente a mi, las manos en los bolsillos de su pantalón, tambaleándose de un lado a otro, mirándome con los ojos... extraños, sonriendo idiotamente, la verdad, Frank se ve muy cómico cuando está drogado

- Bueno ve... yo no voy... no quieres que vaya contigo, no voy... ve tu, tu ve... yo no –

Mi saliva salió disparada por entre mis labios apretados, la tentación de risa era muy grande, pero se me cortó de tajo cuando Frank se cayó hacía adelante, descansando su frente sobre mi hombro

- ¿Estás bien? –

- “Maravillosisimamente” -

Respondió burlonamente, yo bajé mi rostro sobre su cabeza, huele tan bien que no puedo evitar absorber su aroma en cada oportunidad que tengo, no se cuanto pasé con mi cabeza apoyada en la suya, Frank empezó a reír

- ¿Te dormiste sobre mi cabeza?-

Me retiré rápidamente, mirando a todos y a ningún lado, Frank retiró su frente de mi hombro, tratando de enfocar mi rostro, pero sus ojos se fijaban en toda parte, menos donde pretendía

- Oh!, tengo tanto sueño –

- ¿Te llevo a tu casa? –

- No, a ese manicomio no, por favor –


Inclinó nuevamente su frente sobre mi, acomodando bien su cabeza en la curvatura de mi nuca, su respiración pegando contra mi piel generó aquella reacción en la parte baja de mi abdomen, ¿cosquillas, mariposas? El flujo sanguíneo alimentando cada vaso en mi pene.

El muy maldito rozó repetidamente su rostro contra mi cuello, mascullando un “no” constante, casi gimiendo ese “no”

- Llévame a tu casa –

Susurró en mi oído, mientras yo odiaba mi alta naturaleza, y este maldito pantalón que lastimaba mi erección, Frank separó su rostro de mi cuerpo, de nuevo tratando de mirar mis ojos sin lograrlo


- ¿Puedo dormir esta noche en tu casa? –

- ¡Si, claro, por supuesto! –

Absolutamente entusiasmadas palabras que salieron desde el fondo de mi ¿alma?, bueno, deseo.

- Pero – Comenzó – Me prometes que no me harás ninguna insinuación sexual, ni te aprovecharás de mi estado –


Asentí, le juré tres veces que nada pasaría, tomé un taxi y lo metí dentro como pude, ¡Gracias al cielo mi apartamento está limpio!, de lo contrario moriría de la pena si Frank viera el chiquero regular en que se mantiene.
Se apoyó en mi cuando lo llevaba hasta mi cama, lo empujé suavemente sobre mis sabanas, él se quedó dormido, yo...

Yo me quedé sentado en el borde de mi cama, viéndolo dormir, envidiando mis sabanas que se adherían a su cuerpo, grabando en mi mente la forma de su rostro, sus labios delgados hacen una extraña mueca al dormir, como un puchero, como el pico de un patito, estirados hacía arriba, yo mordía con violencia los míos, intentando contener mis ansias de besarlo, Frank abrió los ojos sin darme tiempo de voltear el rostro, de disimular nada, sentí mi cara adornarse de más colores que el arco iris

- No puedo dormir –

- Pero, dijiste que morías de sueño -

- Es que tengo hambre, más hambre que sueño –

- Pues, oblígate a dormir, porque no tengo nada que ofrecerte –

Se extendió en mi cama, sacudiéndose la pereza, bostezando sonoramente, estiró su mano, acomodándola sobre mi muslo

- Eres un mal anfitrión, no sabes como tratar a tus invitados –

- Yo no te invité –

- Gerard, me duele el estomago, creo que está ulcerado, si no me traes algo de comer, serás el culpable de mi muerte –

- ¡Que exagerado eres! –

Se arrastró en la cama como una serpiente, acercándose cada vez más a mí, hasta el punto de poner su cabeza sobre mi regazo, regalándome la más dulce de las miradas

- En el recorrido del taxi vi una pastelería abierta, como a cinco cuadras – Miró al techo, suspirando – Tengo antojo de torta de chocolate –

Habló como un niño, en cualquier persona esa actitud me habría parecido chocante, pero en Frankie... era simplemente adorable.

Tomé mi abrigo, avanzando despacio por las calles despobladas, mientras evadía los vagabundos dormidos en las aceras, pensaba de nuevo ¿por qué?, por qué demonios estoy congelándome en la calle a tan altas horas de la noche, buscando una pastelería para complacer el apetito de una persona que conocí hace dos días, por qué no puede simplemente decirle “no”, dejar que se durmiera con hambre, o que se fuera de mi casa, porque sonrío al pensar en él, ¿por qué, por qué, ¡Por Qué!?

Regresé caminando feliz con la torta en mis manos, levanté la vista hacía mi apartamento, vi la figura de Frank reflejada en las cortinas, estaba frente a mi closet, abriendo puertas, sacando mis cosas de las gavetas, me asusté y subí de inmediato.

Tan pronto abrí la puerta, Frank estaba de nuevo en mi cama, tal como lo dejé.

No dije nada, simplemente le pasé la torta, él me sonrió agradecido, abriendo la caja y sacando el tenedor de plástico, empezando a devorar el pastel como loco.

- ¿Coca cola? –

- ¿Uh? –

- Te traigo coca cola? Eso si tengo en mi cocina –

Aceptó, recorrí los pocos metros que separan la cocina de mi habitación improvisada mirando todo con recelo, todo parecía normal, pero algo en mi con respecto a Frank cambió radicalmente, ya no confiaba en él.

Volví, entregándole el refresco

- Quieres torta, ¡está rica! –

- No tengo hambre –

- Tu te la pierdes -

Lo observaba con más detenimiento que antes, Frank comía con avidez, saboreando cada bocado, deslizando su lengua sobre los labios, rezongando por el placer dado por el chocolate, tan inocente, tan simple, pero no es así, se que no lo es, ¿qué hacía indagando entre mis pertenecías?, no se lo pregunté, aun no sé por qué.

- Dicen que el placer de comer chocolate, es igual al de dar un beso, no creo –

- Bueno, ya sabes, me parece que activa las mismas neuronas, y produce endorfinas, o que se yo –

- Pero es diferente, Gerard, no me digas que es igual el placer en comerte toda una torta al placer que se puede sentir cuando quien amas te besa suavemente –

- Todo en el cuerpo se reduce a respuestas químicas, por eso el amor no existe, el romance es una cuestión química –

Frank se acercó hasta mi, con un enorme bocado de torta en el tenedor

- Abre la boca –

Accedí, y me zampó la torta dentro

- ¿Que sientes? –

- Hum, está buena –

Respondí sin ganas, él sonrió, dejando de lado el tenedor, acercándose mucho más a mí, tomando mi rostro entre sus manos, besando mis labios superficialmente, tan solo posando sus malditos labios rosa sobre los míos, un fugaz beso, el más simple que me han dado en toda mi vida, el más hermoso que nadie me había dado jamás, se alejó rápidamente, tomando de nuevo el tenedor para continuar devorando la torta, me miró sonriente, complacido

- Ves que no es igual, con la torta no te sonrojaste, no se te agitó la respiración y ciertamente no te dejo en el rostro esa expresión de idiota que tienes ahora –

Me levanté de la cama, no le dije nada, tan solo salí huyendo de mis sensaciones, de mis pensamientos, de mis deseos, de nuevo, al baño, a llorar sin saber por qué, sin entender este dolor en mi pecho, esta presión, es como un infarto, Frank me infarta.


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