Capítulo: #4
Aunque el chico que observaba el espectáculo, mostraba unas alarmantes manchas moradas bajo los ojos, parecía ser el más atento de todos los espectadores.
Estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para mantenerse despierto, en cualquier instante podría caerse dormido en el suelo.
El día anterior había asegurado que tener pareja, exigía mucho de su tiempo.
Por fin, todo había terminado y Iero agradeció la amabilidad de su amante, que con paso rápido se acercaba a él, al verlo casi desecho.
- ¿Cansado? – preguntó, sus ojos brillaban bajo su chistera.
- ¿Se nota? –
- Un poco – lo rodeó con un brazo y le ayudó a levantarse – no me gusta verte así, te ves demasiado frágil – dijo, mientras subían al escenario.
Frank escuchó como Macarena se encerraba en su camerino. El mago lo levantó un segundo y al siguiente se encontró echado encima del cómodo sillón negro.
- ¿Quieres dormir? –
- Más que nada – confesó, entrecerrando los ojos. Levantó los brazos y lo atrajo hacia él – pero contigo –
Way rió entre dientes. Se quitó la galera y la tiró por algún lado, subió al pequeño sillón y se abrazaron. Ambos entraban cómodamente en este, aunque parecía pequeño. O es que tal vez se sentían increíblemente cómodos tan pegados. Todo parecía brillar junto al mago, todo. Su respiración, lenta y compacta, dejaba su rastro en su piel, besó levemente las mejillas de Frank y entonces, el mundo de los sueños le dio la bienvenida…
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