lunes, 19 de marzo de 2012

Just like, magic; Cuarta parte - Capítulo: #5

Capítulo: #5

Su calor, eso era lo que faltaba, su calor se había ido. Levantó la mano izquierda y palmoteó el espacio vacío de su costado. Se había ido.
Entre abrió los ojos luego de varios minutos. Los músculos le latían de manera extraña y sentía la pierna inútil, adormecida. Dio la vuelta y se encontró con el cuero de imitación del sillón. Regresó la nariz hacia el almohadón suave y percibió su olor en él. Pensó que tal vez sería un lindo recordatorio para el mago. Sus oídos se despertaron por fin y escuchó leves golpes. Gente hablando a susurros y pasos.
Iero se preguntó quien estaría fuera aparte de, claro, el mago y Macarena.
Tal vez sería Mikey, pero eran casi las doce y él no acostumbraba a andar paseando por ahí a esas horas. A menos que sus costumbres hayan cambiado.

Por fin, luego de un buen rato, se paró, bostezó sonoramente y estiró los brazos. Se sentía increíblemente descansado. Se atrevía a decir que había dormido demasiado bien, como nunca. Provocó un crujido en el mueble al levantarse y abrió la puerta del camarín tratando de no emitir sonido. Seguro tendría el cabello hecho un fiasco, pero eso ahora, no importaba.

Caminó lento hacia el escenario y se detuvo donde, estaba seguro, las luces no le llegaban a enfocar, donde el techo le amparase y la sombra de las cortinas lo confundan con la oscuridad de esas horas. Y entonces los vio.
Gerard estaba frente a una caja negra con raros motivos dorados a sus costados. Macarena, por otro lado, estaba en el pasillo izquierdo, con su cabeza asomada para ver al mago. Mientras Michael, con los brazos cruzados y el ceño fruncido observaba también hacia el mismo punto. Way se aclaró la garganta, Mac abrió aún más sus grandes y extraños ojos casi dorados. Y la caja tembló igual que las rodillas de Iero.

- No sé... – dijo Gerard, llevándose ambas manos a las sienes
- Déjalo así – Mikey caminó hacia él – usemos el método antiguo –

La chica se dirigió a la caja y la movió un poco hacia la derecha.

- ¡YO SÉ QUE PUEDO HACERLO! – gritó de pronto el mago, causando un sobresalto en los presentes.
- Pero, se te hace muy difícil. Es muy lento y... –
- Abre la caja – ordenó interrumpiendo a su primo.

La chica arrugó la nariz y soltó las correas de la puerta. Esta pareció tétrica al abrirse.
Dentro, un conejo de arcilla se mantenía apoyado en sus cuatro patas y tenía los falsos ojos perdidos en algún lugar frente a él.

- Sácalo – dijo Mikey al verlo e inmediatamente se volvió hacia el mago
- No, lo mantendré así, de repente esta vez... –

Y volvieron a la antigua posición. Gerard concentrado en la caja y Huse con el ceño fruncido. Mac, presurosa volvió a cerrarla.
Pasaron minutos, tal vez una hora completa. Los tres quietos como si no respiraran.
La caída provocó que la madera crujiera. Sonó a hueco y el suspiro que echó por sus labios, había sido el más fuerte y atormentado que Iero jamás lo había oído proferir.

Y Way yacía en el piso de rodillas, gimiendo algo entre dientes, mientras el pelo le tapaba el rostro y sus manos apretaban las sienes. Mac corrió hacia él y arrodillándose lo abrazó estrechamente. Mikey por otro lado, aparentemente ignorando el obvio dolor del mago, caminó hacia la caja y la abrió. El conejo había desaparecido.

- Muy bien, eh – dijo, al parecer sarcásticamente – ahora que vuelva

Se levantó temblando del suelo y le dijo algo a Huse entre dientes. Este se limitó a sonreír. Y otra vez, la caja cerrada, y los labios apretados de Gee.
Esperaron, Frank sintió que afuera amanecía, pero estaba demasiado concentrado en los ojos verdes. Hasta que este volvió a caer de rodillas, esta vez, sollozando.

- No te frustres – dijo Mac, caminando rápidamente hacia él, otra vez.
- ¡Es que no logro localizarlo! – dijo, con voz hueca por el amparo del hombro de la joven - ¡Simplemente pierdo su huella!

Huse caminó lento al pasillo izquierdo y trajo en sus manos a un conejo muy peludo. Abrió la caja aun vacía y lo puso en el piso de esta. La cerró y observó al mago mientras se paraba. Parecieron hablar telepáticamente por unos segundos, al observarse a los ojos.
Entonces Way, volvió a abrir la caja. Observó al conejo y este, mientras intentaba oler las paredes de su cárcel, se movió como si fuera un robot. Puso las patas duras y estiradas, los ojos al frente, Frank comprendió entonces que el anterior animal no era de arcilla, si no que, como este, también lo habían hipnotizado.
Se preguntó dónde estaría la anterior víctima.

Por primera vez, dejó abierta la caja, Macarena caminó a paso rápido hacia el pasillo izquierdo. El mago movió las manos como si estuviera dando una señal y entonces, en un movimiento increíblemente rápido: El suelo bajo el conejo se abrió y este cayó con las orejas al aire en el hueco. La plataforma se cerró hacia arriba y se camufló como si no existiera.
Frank intentó no hacerlo, pero sus impulsos fueron más poderosos. Soltó un grito de asombro que fue muy débil, pero el vacío del teatro causó un eco demasiado poderoso.

El trío volteo hacia él, sorprendidos por su interrupción. Iero yacía con las manos tapándole la boca, arrepentido de ser tan fácil de sorprender. Y la trampilla se volvió a activar, el conejo subió por ella como si nada. Se puso en su antigua posición y salió del trance.

El mago, Mikey y Mac lo observaban como un águila a su presa.
Lo sabía. Sabía que era toda una trampa. Había una trampilla ahí abajo y tenía alguna forma de activarla. El mago solo hipnotizaba a sus víctimas y simplemente las dejaba caer. Arriesgándose a matarlos por un cuello quebrado.

Era una farsa, lo sabía, lo sabía, siempre lo supo. Pero lo había olvidado.
Mac, extrañamente ruborizada, observó con aire de culpabilidad al mago. Y este, echando un suspiro observó a Frank, recordando lo que había pensado hace ya un buen tiempo.

Alguien como él, tan perfecto, era imparable y peligroso. Especialmente si tienes, tantos trucos bajo la manga. Y la pregunta del año: ¿Qué haría con él ahora que sabía una clave importante de sus trucos?








Entonces fue, cuando cambió todo.


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