lunes, 12 de marzo de 2012

Just like, magic; Primera parte - Capítulo: #9

Capítulo: #9


Frank observaba las rosas. Y las rosas parecían devolverle la mirada. 

Este pensamiento lo hizo saltar del asiento. 

- Otra vez, mi querido Frankie, estás algo anonado – los lentes de marco grueso de Mikey brillaban ante la luz que ingresaba por la ventana del despacho. 
- Sí, lo sé – este se acercó y ayudó a organizar los papeles que su compañero de trabajo había traído. 
- Tenemos mucho trabajo para hoy, dado que ayer, te diste el lujo de irte temprano – sonrió de oreja a oreja y jaló con vivaz fuerza una silla frente a Iero – rumorean las malas lenguas que ayer fuiste al espectáculo de ese mago, que se está presentando, que realmente me parece que es un... – 

Antes de que Mikey soltara la palabrota, el otro lo interrumpió. 

- ¿Quién te lo dijo? – su boca entreabierta permitía ver sus pulcros dientes. 
- Las malas lenguas – sonrió al ver que había captado la atención de su jefe. 
- ¿Y que más dicen? – una mueca distorsionó su rostro. 
- Nada interesante, solo que parecías algo perdido – 
- Son sus ojos – 

Ambos quedaron en silencio, el de lentes intentaba entender porque el otro había dicho esto. 

- Son sus ojos... por eso usa un sombrero – razonó Frank, dentro, la maquina de su cerebro se exigía más de lo acostumbrado. 
- Los magos de los cuentos usan galeras – observó Mikey, sonriente. 
- Él parece uno de ellos – 

Quedaron otra vez en silencio, los lápices de ambos iban de hoja en hoja marcando cosas y dibujando otras. Ninguno parecía estar realmente concentrado. 

- Tienes que acompañarme – 
- Escucha, si regresaste así de loco de aquel lugar, yo no quiero ir – Michael negó rotundamente con la cabeza. 
- Estoy bien, lo que sucede es que él... me da curiosidad... usó magia conmigo y me siento... – Iero entrecortó las palabras. 
- ¿¡Que usó QUÉ en ti?! – Mikey se exaltó un poco – ordena tus ideas, Frank – 
- Que usó magia en mí, hombre – respondió – o fue magia o simplemente me estoy alucinando cosas – 
- ¿Y qué dices de sus ojos? – el otro trató de atar cabos. 
- Que creo que son los que hacen la magia, él lleva una galera. Así que la mayor parte del tiempo no puedes vérselos. Solo cuando desea actuar se los descubre y te observa con esas esferas verdes... – sus palabras se perdieron con el viento, mientras que su interlocutor levantaba las cejas. 
- ¿Para qué quieres que vaya contigo? Es un simple mago que te tiene perturbado porque la magia es muy misteriosa... – 
- Y yo soy el señor perfecto del cuento Mikey, no es fácil para una persona como yo encontrar un error en su sistema – 
- Este es el momento en el que me arrepiento de no haber estudiado psicología, quisiera saber como una persona tan perfeccionista como tú se molesta por un simple juego de magia - se cruzó de brazos. 
- Es simple, es que esto no es un simple juego. Él tiene algo y yo quiero descubrirlo a toda costa – 

Michael sonrió con sorna. Escuchar hablar así a Frank Iero no era cosa de todos los días. Se arrepintió de no estar grabando esa conversación. 

- Está bien, ¿Cuando vamos? – un suspiro de alivio se escapo de los labios de Frank. 
- El viernes, solo falta un día – este se relajó sobre el asiento y se sintió otra vez, dentro de su zona. 
- ¡Que emoción! – dijo Mikey en tono sarcástico – aunque este mago de pacotilla realmente no me interese, necesito saber que tiene a mi jefe tan perturbado. Además si tengo la oportunidad le ofreceré una buena publicidad para ese show que se maneja. Toda la maldita ciudad esta loca por verle, Dios – 

Frank le sonrió divertido. Al menos con él alado las cosas serian más fáciles. Su cabeza no seria la única loca en ese piso. 

- Pero dile que yo no quiero rosas - su nariz se arrugó. 
- Pero son hermosas... – Iero las cogió del tallo con delicadeza y las observó. 
- Lo sé, pero no quiero que esa expresión de enamorado embobado que tienes en el rostro al verlas, aparezca en el mío – 

Ambos estallaron en carcajadas. 
Esa noche Iero se observó la cara largos minutos en el espejo, horrorizado al pensar que un signo de ternura había aparecido en esas fracciones.



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