jueves, 22 de marzo de 2012

Just like, magic; Sexta parte - Capítulo: #2

Capítulo: #2

Se detuvo… más bien, se quedó como de hielo.
El teatro yacía vacío, con un silencio inquietante, casi como película de terror, un silencio vacuo, nervioso y pesado. Se aclaró la garganta y nerviosamente caminó hacia el escenario, a la par que se toqueteaba el bolsillo comprobando así que la caja de cartas aún estaba ahí. Tragó saliva sintiendo un nudo muy fuerte en sus cuerdas vocales, aunque no sabía porque. Ni lo sospechaba.
Los presentimientos no deben ser confundidos con sospechas o cosas certeras.
En su caminar halló la carta que había lanzado ayer por la noche y con un júbilo opacado por ese nudo, recordó cómo es que esta había seguido un recorrido tan limpio y perfecto. Como es que lo había dejado muy bien parado, frente, a la antes rencorosa y posesiva, Macarena.

Ese era su gran día, nadie ni nada podría arruinarlo. Veía una especie de esquema en su cabeza con las expectativas que tenía, con las grandes ratificaciones que tendrían sus acciones luego y por supuesto los momentos perfectos que compartiría otra vez con el mago.
Su cuadro organizador no contenía consecuencias.

Subió las escaleras hacia el escenario sintiendo que levitaba levemente por sobre el suelo y observó el reloj a la par que caminaba, probablemente Mac estuviera tomando una siesta a esa hora, por lo que se quedó quieto un instante en el medio del pasillo, preguntándose si sería adecuado molestarla. Luego de un momento, como si su cabeza la hubiera llamado, la chica salió de su camerino con una bolsa de paños húmedos y un jugo en lata.
Lo observó con sorpresa e inmediatamente, sabiendo que ya tenía a Iero entre sus garras, sonrió, satisfecha de sí misma y de su chico.
Todo jugaba a su favor esa noche, las cosas iban exactas como las habían planeado.

- Buenas noches, Iero – dijo, con una voz casi aterciopelada.
- Buenas noches – respondió el otro, observando con algo de alarma sus ojos amarillentos, pero sin llegar a asustarse.
- Iré a despertar al mago, discúlpame un momento – le mostró lo que llevaba en las manos y sonrió – si quieres pasas y te pones cómodo – agregó, señalando hacia la puerta abierta de su camerino - Gerard me dijo esta mañana que se sentía algo mal, mejor no molestarlo hasta la hora que sea necesario.. – mintió.
- Claro… -

Pasó de largo junto a él y sin tocar la puerta ingresó a donde el mago pasaba sus días. Iero, desconfiado, se limitó a cerrar el portal del camarín de Macarena y a suspirar, jamás estuvo en sus planes ingresar a ese lugar y aunque había cambiado mucho, sus principios aún se mantenían vigentes. Confiaba que cuando se despertó ayer, lo hizo en un mundo paralelo donde la chica era como la encarnación de la inocencia.
Un instante después la puerta principal se abrió, Huse, con una mochila en el hombro ingresó al teatro. Observó a Frank de lejos y le mostró un pulgar en alto.

- ¡Hoy es tu día! – gritó, claramente entusiasmado.
- ¡Lo sé! – respondió, sacando la caja de cartas del bolsillo, simplemente para demostrar que estaba listo y que podía confiar en él.

Se estrecharon las manos cuando se encontraron y Michael, sin invitación tampoco, ingresó al camerino del mago, dejando a Frank perplejo afuera.

Dentro de este se libraba una batalla digna de comparar con la del doctor Jekyll y míster Hide.


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