Capítulo: #3
La lata de jugo estaba abierta, pero no se había tomado ni un mínimo sorbo de su contenido.
El mago estaba con ambas manos entrelazadas a la altura de sus ojos, con las piernas cruzadas y sobre el mueble, la bolsa de paños húmedos. Tenía los ojos bordeados de sudor y en su nuca, el asunto era más complicado.
Macarena, con el semblante autoritario que había ganado en los últimos días lo observaba directamente a los ojos, con las manos cruzadas bajo el busto y las ojeras de inquietud brillándole bajo los ojos; mientras Huse con una expresión ausente descansaba la espalda en la pared continua a la puerta.
El mago suspiró y aclarándose la garganta dijo:
- Háganme el favor, ambos, de repetirme todo –
- Iero, me dijo hace una semana exactamente que te había visto haciendo un truco sin que lo notaras, un truco con cartas – comenzó Huse, despertando de la nada de su mundo de ensueño, para enfrentarse cara a cara con su primo – le había parecido interesante o algo así… dijo una palabra de esas rebuscadas en el diccionario… -
- Ve al jodido punto – dijo un ya alterado Gerard.
- Perdón, señoría – Michael lo miró de tal manera que dejó en claro que esta vez mandaba él – te vio partiendo cosas con una cartas, le pareció muy fácil, así que decidió en toda su luminosidad mental robarte un mazo de estas e intentar hacerlo –
- Te dije que faltaba una caja de cartas y no me creíste – agregó Mac en voz baja.
- Robó una y practicó como maniático, mañana, tarde y noche, creo que se obsesionó con el truco. Hasta el día en que fue a la oficina y alegre me mostró la perfección con la que lo hacía, realmente es muy buen observador, Gerard, logró descifrar el movimiento tan solo viéndote – carraspeó, intentando que suene a verdad.
- ¿Y qué le dijiste? – preguntó el mago, con el ceño fruncido.
- Nada, sabía my bien que de decirle algo sabría que estoy más de tu lado que del de él. Aparte comentó su grandiosa idea de mostrarte el truco para impresionarte, creo que lo hará esta noche –
- Lo hará esta noche, me dijo “Macarena, hoy verás que yo también soy mago, preciosa” cuando entró. Es un idiota – la chica rodó los ojos.
Quedaron en silencio.
Michael y Mac estaban seguros de que no sería necesario volverle a explicar las cosas, por lo que compartieron una fugaz mirada cómplice. Tenían al mago, una fortaleza impenetrable en sus mejores momentos, arrodillado a sus pies, creyendo todas las mentiras que habían planeado y desarrollado en ese tiempo.
Con el estúpido y osado propósito de eliminar a Iero, un obstáculo imaginario, que sus propias mentes habían propuesto y fortalecido.
Way tomó aire en un sonido parecido a un sollozo, cerró los ojos con fuerza y con una mano cogió su lata de jugo, la tomó de un solo sorbo y la dejó caer vacía al suelo.
- Huse… sal y cuelga un letrero en la puerta, se cancela el espectáculo de esta noche, si puedes ve a la radio y diles que expandan la noticia, te pago luego lo que cobrarán – abrió los llorosos ojos para observarlo – corre -
- Entendido – dijo su primo, saliendo al trote del lugar.
- Y tu Mac… - la observó un instante en el que las lagrimas retenidas le bañaron el rostro – dime… ¿Es verdad? ¿Es esta la dolorosa realidad? –
- Absolutamente, Gerard – dijo.
El hechicero se echó a llorar sin consuelo alguno. Al cabo de unos instantes, se secó el rostro, cogió la galera y con voz ronca y decidida le dijo a su pupila:
- Terminemos con esto -
Su violenta victoria.
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