miércoles, 14 de marzo de 2012

Siempre es de noche; Capítulo: #1

Capítulo: #1


Stay right here.

Silencio. 


En la habitación reinaba el silencio en ese momento. No era nada extraño que en esa habitación el silencio sea el dueño de la mayor parte del tiempo. Cuando Gerard hablaba con la luna o cualquier otra cosa (sí porque Gerard le hablaba a las cosas, a sus cosas) muy pocas veces lo hacia en voz alta, es más, no le gustaba mucho su voz y prefería no escucharla.
Pero en ese momento no estaba solo. Soledad, además de la Luna, era otra de sus mejores amigas, al igual que oscuridad y pena. Sí, Gerard estaba rodeado de compañía femenina, pero no siempre era la mejor ni le daban los mejores consejos. Y menos cuando esos consejos vienen de tu propia mente.
Estaba incomodo. Lo ponía realmente nervioso que esa otra persona que estaba junto a él en la habitación no estuviese hablando ni haciendo ningún tipo de sonido, es más en un momento llego a pensar que él no estaba allí. ¿Les hable de paranoia? Sí, acertaron, otra amiga de Gerard, pero esta era de las peores aunque el no lo notase claro. Tenía ese problema. Su ceguera no pasaba solo por el lado visual, no, no. Tenía una ceguera interna. Estaba encerrado en lo que el creía que era verdad. Nunca nadie había podido cambiar su forma de pensar y él nunca le había dado a nadie la posibilidad de demostrarle que no todo era oscuridad.


-¿Cómo te llamas?
-Ah, ¿hablas como una persona normal también? pensé que solo lo hacías cuando tenías que regañar a alguien.
-¿Y vos siempre tenés algo para responder? ¿Sos de esos que si no la ganan la empatan?
-Algo así…
Silencio.



1…
2…
3…
10…
15 minutos.



-Frank.
-¿Perdón?
-Me llamo Frank.
-Ah… 



Frank. 



Se le grabó automáticamente. Algo le decía que ese nombre no se lo iba a olvidar. 



-¿Querés algo para tomar?
-¿Amable?
-¿Viniste a pelearme o buscando compañía? No entiendo todavía por qué estas acá ¿por qué te mando mi hermano?
-Tenés razón, perdón, a veces se me da por ponerme a la defensiva. No quiero nada, estoy bien.
-No me respondiste.
-¿Qué cosa?
-¿Por qué Mikey piensa que necesito compañía? ¿Qué haces vos acá?- respondió un poco impaciente. Detestaba que la gente le preguntara las cosas dos veces o más.
-Ah… eso, no sé.
-¿No sabés?
-No, Mikey me contó un poco de vos y yo…
-¿Mikey te contó de mí?- Interrumpió.
-Sí, y le dije que me gustaría conocerte.
-¿Por qué?
-No sé.



Sí, sabía. 



-Bien… como quieras.



Silencio. 
Sí, de nuevo y lo odió y empezó a hacerse millones de preguntas, no entendía a Frank y si había algo que le molestaba a Gerard era no entender. 



Frank se puso de pie según Gerard pudo notar y comenzó a caminar por la habitación. 
Guarida. 
Frank estaba inspeccionando la guarida de Gerard. 
Gerard tenía los cuatro sentidos que le funcionaban totalmente alertas. 
Frank caminó por la amplia habitación mirándolo todo. Una cama de plaza y media con cubrecama bordó. Paredes de color blanco. Una enorme biblioteca de color bordó. Muchísimos libros.



-¿Lees?
-No. Mikey a veces me leía pero no tengo ninguno en el sistema braile.
-¿Por qué?
-Son incómodos, a demás, prefiero que me lean. Me distraigo muy fácilmente porque hablo conmigo mismo y…-se interrumpió.
-¿Sí?
-Nada… no, no leo.
-¿Te gustaría que te leyera?
-Si quieres.
-Te han leído todos estos libros.
-Sí.
-Entonces se podría considerar que si lees Gerard.
-Esta bien, sí, leo.
-¿Te gustaría que te leyera otras cosas… que yo elija?
-Esta bien, como gustes. Total, no tengo nada mejor que hacer.
-Bien. 
-Disculpa…
-¿Sí?
-¿Podrías acercarte?
-Claro.



Frank se aproximo a donde Gerard estaba sentado y éste se puso de pie frente a él. Estiro sus manos derecho frente a su cara pero no había nada allí.



-¿Estas cerca?
-Estoy enfrente tuyo.



Frank tomó sus manos y las bajó un poco para que lleguen a su rostro que era lo que Gerard buscaba.



-Oh… ya veo.- soltó una risilla.
-Sí, la altura no es mi mejor cualidad.
-Dicen que lo bueno viene en frasco chico… Veo que tienes perforaciones en la cara.
-Piercings.
-Eso… hmm… - seguía inspeccionando su rostro. Tocó su nariz y la moldeo como si él mismo estuviese haciéndola con cerámica.- Linda. ¿Podes cerrar los ojos?
-Sí, claro.- Y así hizo.


-Gracias.- Gerard ahora los contorneaba.- Grandes. – Acarició con uno de sus dedos las cejas de Frank y siguió tocando su rostro por unos segundos más.- Listo.
-¿Y cuál es el veredicto?
-No hay veredicto, solo quería ver tu rostro. 


Se alejaron y volvieron a sus asientos.
Frank era agradable al tacto de Gerard. Sintió bajo sus yemas una piel tan suave que hasta parecía de bebé. Calculó que tendría unos 22 años. Y su olor… su olor era algo especial. Era dulce y frutal… ¿alguna esencia tal vez? de algún cítrico. No estaba seguro pero le había gustado y la había retenido en su olfato. 
Frank había cautivado ya dos de los sentidos más preciados de Gerard el tacto y el olfato. Y su voz no era nada desagradable, pero seguramente la prueba final de que se había ganado también la cautivación de su oído sería al escucharlo leer.



-Bien… me voy.
-No querés… ¿quedarte? Digo, un rato más tal vez…
-No puedo, pero vuelvo… ¿mañana?
-Okay.
-Perfecto.
-Perfecto.
-Bien… Adiós.
-Hasta mañana.


Abrió y cerró la puerta saliendo por ella y dejando el aire de la habitación en remolinos. Al igual que a Gerard.

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