miércoles, 14 de marzo de 2012

Siempre es de noche; Capítulo: #3

Capítulo: #3

Fill the moon.

Frank abrió las rejas que daban al amplio jardín de la casa de Gerard y caminaba por él con una de sus manos en un bolsillo de su jean. La otra sostenía una bandeja.
Llegó a la puerta de entrada y tocó el timbre. Como siempre, Rosa le abrió con una gran sonrisa.

-¡Señorito Iero!
-¡Rosa!- le dijo acompañado de una risita y un abrazo.
-¿Viene a ver al señor Way?
-Sí, y traje esto.- Le entregó la bandeja que traía.
-Uhh,- dijo en un tono curioso.- ¿puedo abrir? 
-Claro.- Le dijo, juntando sus manos atrás en su espalda e inclinándose sobre la bandeja para también ver lo que Rosa vería.
-¿Sándwiches de miga? ¿Cómo sabía que al señor Way le gustan?
-De hecho no lo sabía Rosa, acaba de informarme.
-Creo que el señor se va a poner contento.- le dijo con una mirada cómplice a lo que Frank sonrió algo ruborizado mirando hacia el piso.
-Bueno, son para que usted también coma. 
-Ay usted es un amor.
-¿Le parece? 
-Sí, totalmente.
-Entonces le va a parecer bien llamarme Frank, ¿no?
-Uy, usted también con eso. Voy a intentarlo pero no le prometo nada.
-Para mi es suficiente.- y le regaló otra encantadora sonrisa, esas que Frank nunca mezquinaba.
-¿Quiere que lo acompañe arriba?
-Si no es una molestia.
-Si me espera un segundo dejo esto en la cocina - dijo elevando un poco la bandeja que traía en la mano. - y lo conduzco.
-Por supuesto.

Rosa se retiró a la cocina y Frank se adentró un poco más en la casa, quedándose parado en el medio de la sala, a solo unos metros de la escalera, ahora sí, guardaba ambas manos en sus bolsillos y movía sus pies inquietamente. 
Nervios.
Frank se sentía nervioso, al igual que el día anterior. O quizás más porque esta vez ya se había presentado. El no lo quería ver, pero algo le decía que había despertado algún tipo de expectativa en Gerard, pero ignoraba totalmente lo que en realidad había causado en él. 
Rosa volvió al instante.

-Por aquí, usted ya sabe el camino. – le dijo mientras subían las escaleras.
-Sí, aunque todavía, le soy sincero, tengo miedo a perderme.
-No es tan laberíntica como parece, ya se va a acostumbrar créame. 
-Estoy seguro.
-¿Qué quiere que prepare para que tomen con lo que trajo?
-Preguntémosle a Gerard, tomaré lo que el tome.
-Me parece bien.

Llegaron a la puerta de la habitación y como siempre Rosa toco la puerta y se asomó por ella. Para su sorpresa, Gerard no estaba en la habitación.

-Señor Frank, ¿me aguarda un segundo?
-Claro.

Rosa entró en la habitación y cerró la puerta pero no del todo. Se dirigió hacia el baño y golpeó.

-¿Gerard esta usted ahí?
-Sí Rosa.
-Llego el señor Frank.
- …
-¿Gerard, se encuentra bien?
-Sí Rosa, es solo que, no estoy de humor para recibir a nadie.
-Vamos Gerard, en la mañana estaba entusiasmado con la visita.
-Rosa, no se meta.
-No es mi intención intrometerme pero… ¿a qué es a lo que le teme? Es solo un jovencito.
-…
-Bien, le diré que no puede atenderlo… - dijo resignada. Giró y se dispuso a salir de la habitación cuando escucho que la puerta del baño se abría.
-No tengo miedo, lo veré, esta bien.

Rosa se limitó a sonreír y abrir la puerta. 

-Los dejo.- se retiró al tiempo que Frank ingresaba al cuarto pero luego volvió. – perdón, Frank, ¿qué es lo que van a tomar?
-Oh… eso. Gerard, traje sándwiches de miga ¿con qué los quieres acompañar?
-No tengo hambre. – contesto sentándose en su sillón junto a la ventana.
-Tráenos dos cafés Rosa, gracias.
-Por nada. – finalmente, Rosa se retiró.
-¿Te ocurre algo Gerard?
-No, ¿por qué preguntas?
-No lo sé, te noto algo tenso.
-No lo estoy. 
-De acuerdo, como quieras.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Claro.
-¿Qué haces aquí?
-¿A qué te refieres?
-Detesto que me respondan con preguntas.
-Pero no comprendo tu pregunta.
-Es simple, ¿qué haces aquí?
-Vine a visitarte.
-Lo sé, pero ¿por qué? ¿Qué tiene de interesante visitar a un ciego que no sale de las cuatro paredes de su habitación?
-Eso es lo que voy a descubrir.

Silencio.

-Sabes… - comenzó a hablar de la nada Gerard. - no hay muchas cosas que me gustaría ver. Pero hay una sola cosa por la cual cambiaria lo que fuese. Todo lo que tengo. Daría todo por contemplar la luna, aunque sea por una noche.
-La luna es solo un satélite a veces redondo o en media luna… a mi personalmente me da miedo, no me gusta para nada. A demás creo que muchos la usan como excusa para desahogarse de sus miedos y no enfrentarlos.

Esa respuesta no se la esperaba. En lo extremadamente poco que lo conocía a Frank, lograba desestabilizarlo. Sintió ganas de ponerse a llorar ahí mismo. Sintió que estaban atacando lo más preciado que él tenía pero a la vez


No sentía pena en la voz de Frank cuando hablaba con él.

-A veces es más fácil hablar con alguien o algo que no puede escucharte, ¿sabes? Y a pesar de saber que, ese satélite como lo llamas, no puede oírme ni responderme, igualmente hasta a él me cuesta expresarle lo que me pasa.
-Quizás el día que te abras a alguien que te pueda aconsejar vas a ver a la luna de la manera en que yo la veo. Pero primero tienes que confiar en alguien de verdad y ver que la gente en verdad no siente pena por vos y solo quiere llegar a conocerte.
-No seas patético, no quieras convencerme de eso por favor.
-Yo no voy a convencerte de nada, solo te doy mi opinión, te digo lo que veo. Estoy seguro de que no quieres morir solo. No alejes a la gente que te ama de vos solo por tus miedos. 
-Wow… resulto ser que ahora el vidente sos vos.
-No, no lo soy, y no sé que es lo que piensas y tampoco quiero adivinarlo pero esto es lo que demuestras, esto es lo que la gente ve, solo un ciego lleno de miedo a que la gente lo quiera.

Frank continuaba desestabilizándolo completamente, arrojándole verdades en la cara. Verdades que él no quería aceptar. A pesar de estar siendo derribado emocionalmente en lo único que pensaba Gerard en el último minuto era en que quería probar esos labios que le dictaminaban tantas verdades.


No hay comentarios:

Publicar un comentario