lunes, 12 de marzo de 2012

Special needs; Capítulo: #9

Capítulo: #9

Como estábamos lejos de casa, los padres de Alicia alquilaron habitaciones para la mayoría de los invitados que venían de afuera. Nos subimos todos al micro que nos llevaría al hotel. Estaba tan feliz por Mikey...mi pequeño hermano. Mi mente no estaba en buenas condiciones, no podía mirarte, estabas sobrio, pero habías con ella toda la noche, me abandonaste, hasta como amigo.

-Quiero que sepan algo!-

Mikey se paró y comenzó a gritar una vez que el micro se detuvo.

-Quiero agradecerles a todos por hacer de este, el día mas feliz de mi vida!-dijo con una sonrisa-Ali, te amo-dijo mirando a su esposa-Gee, gracias por estar aquí conmigo hermano-dijo abrazándome-ojalá mamá estuviera aquí también-dijiste bajando la voz-

Estaba bastante mal esa noche, Mikey...terminaste acabando con mi conciencia.


*****


Entramos al hotel, todos. Los empleados nos dieron las llaves de las habitaciones y subimos, Mikey y Alicia estaban en el piso 10, el resto de nosotros en el 12. Ray se estaba ocupando de mi, estaba medio mareado, pero no estaba muy pasado de copas. Bob y su novia tenía una habitación, frente a la tuya y la de ella, que estaba junto a la mía, y Ray en la siguiente.

-Gracias amigo-le dije a Ray quien me acompañó hasta la puerta-

-Descansa hermano-dijo despeinándome cariñosamente-

Entre a mi habiatación, cerré la puerta y me apoyé contra ella. Cerré mis ojos y dejé caer las lágrimas. Lloré fuerte, no pude parar. Con las llaves en mis manos, con mi cabeza entre mis manos. Sentí un terrible vacío en mi pecho, un dolor inexplicable que no se puede comparar. Eché mi cabeza hacia atrás y ahogué un fuerte llanto. Caminé hasta la cama y me desplomé en ella como el desastre en el que me había convertido. Mis lágrimas marcaron las sábanas doradas de seda y absorbieron la traspiración de mis manos.

Pasaron dos horas, dos largas horas. No moví un músculo, apenas pestañeé, mis ojos entreabiertos miraban un punto fijo en la nada, estaba perdido. Respiraba lentamente, mis lágrimas cada vez eran mas lentas, pero seguían cayendo. De pronto, me estacaste. Quisiera ser sordo, quisiera no haberlo escuchado nunca...pero tuve que hacerlo...tuviste que hacerlo, lo estabas haciendo. Las paredes no eran suficientemente resistentes para tus gritos, ni los de ella. Mis ojos se abrieron, cada vez mas vidriosos, cada vez mas agua salada. Mis manos apretaron las sábanas, enterré mi rostro sobre el colchón y grité llorando.

Levanté el tubo del teléfono y pedí dos botellas de licor, el mas fuerte que tuvieran. Luego de diez minutos un hombre vino a dejarlas a mi puerta. Destapé la botella y tragué, tragué todo lo que pude, derramando algo sobre mi ropa. Los sonidos se habían detenido, pero pronto, te escuché otra vez. Corrí y me encerré en el baño, me senté en el piso y seguí bebiendo. No podía respirar, por mas que ya no los escuchara, mi cabeza reproducía los sonidos claramente.

Desabroché mi camisa con dificultad, respiré hondo, me puse de pie y me miré al espejo. Mi imagen era terrible, mis ojos rojos, el maquillaje corrido, mi piel sudaba por el alcohol, mi ropa era un desastre. En que me convertiste?, Esto es amor?, a esto se le llama estar enamorado...desgarradoramente el amor por alguien te puede convertir totalmente en algo que jamás pensaste que serías...desesperadamente...me matabas...

Miré mis ojos en el espejo mientras terminaba la última botella de licor. Seguí mirándome, la bebida se deslizaba de mi boca a mi cuello, quema, por dentro y por fuera. Me miré por ultima vez y rompí la botella. Me arremangué la camisa y deslicé el vidrio por mi piel lentamente, podía sentir la sangre corriendo por mis brazos, caliente y espesa.

Me volví a mirar al espejo, mi pecho y mis brazos cubiertos de sangre, mi camisa manchada, cada vez empeoraba mas mi imagen. Mi miré a los ojos fijamente.

-Eres un idiota...-me dije a mi mismo con odio-un idiota...-

Habíamos hablado de esto, prometí no volver a hacerlo...te lo prometí. No me resisto, no puedo, no puedo detenerme cuando eres tú el motivo.

-Un idiota!-grité-

Solté la botella y golpeé mi cabeza contra la puerta del baño, una y otra vez, no paré por cinco minutos, no paré. Abrí la puerta y caí rendido al piso. Lloré. Soy un desastre, un completo desastre de persona. Me levanté algo mareado, caminé y salí de mi habitación. Me paré en el medio del pasillo, y lloré, lloré muy fuerte. Como pude, me puse frente a la puerta de tu habitación y apoyé las manos en ella.

-Frank...-te llamé suavemente, no contestaste-

Lloré, no podía detenerme. Hundí la cabeza entre mis brazos y dejé caer mis lagrimas. Respiré con dificultad.

-Frank-dije esta vez mas fuerte, seguí llorando-Frank!-grité, comencé a golpear la puerta-Frank!-grité llorando-

Rendido caí sobre el piso frente a tu puerta.

-Frank...-dije en llanto-abre...por favor...-

Un par de minutos después abriste la puerta, estabas con los pantalones de traje y sin camisa.

-Gerard?-dijiste algo mareado, probablemente te estabas durmiendo-Gerard!-gritaste-

Te arrodillaste frente a mi, seguí llorando, pero sonreí al verte. Me tomaste de los hombros y me sacudiste un poco al verme tan desorientado.

-Gee! Que demonios hiciste!??-gritaste mirando mis brazos mientras cerrabas la puerta de tu habitación-

Las lágrimas comenzaron a salir de tus ojos también. Tomaste mi rostro entre tus manos y buscaste mi mirada perdida.

-Gee mírame!-dijiste, te miré-Gee...que estuviste haciendo?, que hiciste?-

-No lo se...no lo se...-dije sin sentido mientras lloraba fuertemente-simplemente escuché...no quise, pero te escuché, y...yo...no lo se-lloré-

Guardaste silencio. La puerta de tu habitación se abrió lentamente, ella estaba ahí.

-Que pasó?, esta herido?-gritó al ver la sangre-estas bien Gerard?-

Ella se acercó a mi y apoyó una de sus manos sobre mi hombro. La alejé lentamente, no quería mirarla.

-Cierra la puerta Jamía-dijiste secamente sin mirarla-

-Pero que sucede?-preguntó ella al notar tu voz entraña, tanto como yo lo noté-puedo ayudar...?-

-Que cierres la maldita puerta!-gritaste a todo pulmón sin mirarla, otra vez-

Tus ojos estallaron el lágrimas, y ella cerró la puerta lentamente. Las puertas de las demás habitaciones se abrieron y la gente comenzó a salir lentamente.

-Que son esos gritos?-escuché decir-

-Que sucede?-escuché a Ray salir de su habitación-Gerard!, oh Dios! Que sucedió!?-te preguntó desesperado-

-Ayúdame a llevarlo a su habitación-dijiste tomándome de los brazos-no quiero que nadie lo vea así...-

Me dejaron sobre mi cama, casi no podía hablar, tenía la boca seca, los ojos algo pegados, la sangre sobre mi cuerpo. Comenzaste a desvestirme lentamente y con cuidado.

-Ayúdame Ray...necesitamos darle un baño...-dijiste llorando lentamente, muy lentamente-

-Que sucedió Frank?-preguntó Ray suavemente mientras lo ayudaba a llevarme al baño-

No contestaste, simplemente seguiste llorando en silencio. Ambos se quedaron conmigo. Usaste una toalla y limpiaste lentamente mi cuerpo. Mis ojos no se movían, estaba en la nada, sintiendo tus manos lavando la sangre de mi cuerpo.

Me llevaron a la cama, me acostaron y me taparon. Poco después llegó una enfermera, la cual habían solicitado y curó mis heridas. Ambos estuvieron ahí, conmigo. La mujer se fue, Ray seguía sentado en la silla, tu te levantaste de los pies de mi cama y comenzaste a caminar por la habitación mientras tomabas tu cabeza entre tus manos.

-Es mi culpa, es todo mi culpa...-dijiste llorando suavemente-

-Porque!?-exclamó Ray-

-No debí dejarlo solo...-dijiste mirándome-demonios!-golpeaste la pared-

-Frank...-susurré con dificultad-

Corriste hacia mi y tomaste mis manos, me miraste.

-Que, que sucede amor?-lloraste-

-No es tu culpa...-dije-no es tu culpa...-

Agachaste tu cabeza y lloraste mas fuerte.

-No llores...-dije-odio verte llorar...-

-Perdóname!-gritaste llorando-por favor....por favor perdóname!-seguiste diciendo-

Ray se levantó lentamente y salió de la habitación y cerró suavemente la puerta.

-Shh....-dije llorando yo también-ven aquí...quédate hoy conmigo...-

Te recostaste rápidamente a mi lado, me tomaste delicadamente entre tus brazos y dijiste: “me quedaré siempre, siempre contigo...”

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