domingo, 18 de marzo de 2012

There's no beat without you; Capítulo: #4

Capítulo: #4

Los asistentes dirigieron su mirada hacia Gerard, quien avanzaba ignorando los murmullos, su hermano se levantó de la silla, tratando de retenerlo, pero él amante atormentado retiró de su abdomen la mano que le impedía el paso, logrando acercarse un poco más al lugar en que los novios, inocentes de lo que sucedía trás de ellos, se preparaban para recibir la bendición, apretó los labios, buscando en su mente las palabras aptas para irrumpir y darle fin a esta desgracia, tal vez debería empezar su discurso asegurándole a Frank que lo amaba, prometiéndole el mundo, como antes lo había hecho sin obtener una respuesta satisfactoria, Gerard se encontraba desesperado, debía existir una forma de terminar con esto de una buena vez, se paró justo detrás de Frank quien sostenía la mano de la novia, los ojos empañados por las lágrimas no le dejaban a Gerard ver con claridad, y actuando como si solo él y Frank fueran los únicos presentes, deslizó su mano por la espalda de Frank, rodeándolo luego con su brazo, acercando la espalda del novio a su pecho, con la otra mano le hizo girar la cabeza, y allí en medio de la iglesia, frente al sacerdote, la novia aterrada, y las exclamaciones de sorpresa de los asistentes, le plantó un profundo y largo beso al novio que contra cualquier pronóstico, soltó la mano de la novia, para aferrarse con fuerza al cuello de Gerard, e ignorando las palabras del sacerdote que demandaba algo de orden en su iglesia, empujó a Gerard de espaldas contra una de las columnas de marmolina, sin soltar su cuerpo, pegándose a él lleno de deseo, siguió besando los labios de su amante, a pesar de los reclamos histéricos de la novia cuyo maquillaje se deshacía a causa de las lágrimas que salían de sus ojos, Frank sintió el golpe en su espalda del ramo que ella, herida le arrojó con fuerza, se separó de Gerard, mirando directamente a sus ojos, y con un tono de voz lo suficientemente alto para que toda la asistencia le escuchara declaró

- Te amo Gerard Way -

El sonido metálico de las campanas sacó a Gerard del dulce engaño que su mente le había jugado, todo fue una ilusión, nacida del deseo desesperado por evitar que el amor de su vida se atara para siempre a una mujer, la voz del cura le alertó nuevamente que el horror seguía su curso

- Siendo así, con el poder investido en mi los declaro mari... -

- No te puedes casar -

Gerard susurró, en un tono un poco más alto de lo que pensaba, el sacerdote levantó la mirada de su misal, clavándola después en Gerard

- El joven pálido que está de pie en medio de la iglesia, ¿podría acercarse hasta acá y repetir lo que acaba de decir? -

Los novios giraron sus cuerpos, encontrando a un desencajado Gerard que caminaba como un zombie hasta pararse junto al sacerdote, con la mirada siempre fija en Frank, Gerard se inclinó hasta el oído del sacerdote, susurrando algo que nadie más pudo escuchar, el viejo cura dejó caer su misal al piso, persignándose antes de exclamar aterrado

- ¡No, no, no esto es una aberración, me rehuso a continuar este matrimonio -

El sacerdote se dio media vuelta internándose en la sacristia, dejando a los presentes con la boca abierta, sin saber que estaba pasando, la novia se encontraba petrificada sin entender nada, pero Frank si se movió, atravesando el atrio de la iglesia, tomándo a Gerard del brazo y caminando con él trás el sacerdote

- ¿Qué demonios le dijiste? -

Gerard cerró la puerta de la sacristia, acallando las voces llenas de incertidumbre que provenían de la iglesia

- Que no te puedes casar porque eres mi amante -

El rostro de Frank palideció, se llevó ambas manos a la cabeza preso de la desesperación

- ¿Cómo se te ocurrió decirle eso, estas loco Gerard? -

- Sabes que sí, estoy loco por tí Frank, desde el primer día que te conocí, sabes que siempre ha sido así... -

Frank estiró sus manos hasta tener entre estas el rostro de Gerard, acercándo sus labios hasta él, besándolo suavemente

- Yo la escogí a ella, yo quiero casarme con ella -

Los ojos de Gerard dejaron salir más lágrimas, las mismas que brotaban de su mortificado corazón, no podía soportar más el dolor

- Pero Frank, tu me amas a mí, me lo juraste millones de veces, cuando nos hacíamos el amor en la clandestinidad, por favor dime... dime que aun me amas -

- Creo señor Iero que usted me debe una explicación, por favor acompáñeme al despacho parroquial, y traiga a su novia, y... a su amante, esto debe ser arreglado de inmediato - 

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