viernes, 13 de abril de 2012

Sacrifices for love; Capítulo: #2

Capítulo: #2


Londres.
1556.

Los años pasaron y aunque la relación de los reyes fue de mal en peor afectada por la “pérdida” de su verdadero hijo, los niños crecieron sanos y felices. Siempre muy unidos.

A donde iba Gerard, iba su “hermano”, no había momento en el que no estuviesen juntos.
El mayor lo superaba por tres años pero no importaba.

Gerard se encontraba en su habitación tratando de dormir mientras escuchaba la lluvia golpear el techo de madera y los relámpagos tronar.

Estaba a punto de dormirse cuando escuchó que la puerta se abría y unos pasitos se acercaban a su cama. Sonrió aún con los ojos cerrados, sabía que era Frankie, siempre le había temido a las tormentas.

-Hola, hermano. –Susurró abriendo los ojos y encontrándose con un niño de más o menos 10 años-

-¿Pu... puedo dor... dormir contigo? Es que... –un relámpago tronó- ¡Ah! –Exclamó y el mayor le hizo un lugar en la cama-

-Sube. –Dijo, y el menor no esperó más y se zambulló debajo de las mantas de su hermano-

El menor se cubrió hasta las orejas y respiraba rápidamente mientras que temblaba por el miedo.
Gerard rió bajito para sí y destapó al menor con cariño.

-Frankie es sólo una tormenta, no puede dañarte. –Frank hizo un pucherito y se abrazó al mayor; Gerard se tensó sin saber muy bien porqué-

-¡Sí, sí puede!. –Cerró los ojos y escondió la cara en el pecho del mayor- Tengo miedo –dijo aún con la cabeza en el pecho de su hermano-

-¿A sí? –Preguntó divertido- ¿Y cómo es que puede dañarte la lluvia? –Frank separó la cabeza del mayor y lo miró frunciendo el ceño-

-Em... –musitó bajando la mirada triste; a veces podía ser tan infantil-

-¡Hey! –Lo asió de la barbilla para que lo mirase y luego le sonrió- ¿Sabias que te quiero mucho hermanito de mi alma?. –El menor sonrió olvidando el porqué de su tristeza pasada, pero un trueno le refrescó la memoria y volvió a esconder su cara en el pecho de su hermano-

El mayor sólo le acariciaba la cabeza tratando de que el menor se durmiese y dejase de tener miedo.

Cuando escuchó su respiración pausada supo que se había dormido. Lo separó un poco de sí y observó el bello rostro de su hermano, aún con su temprana edad, el chico era hermoso y bastante diferente a Gerard y a sus padres.

Gerard le sonrió sin saber exactamente porqué y cerró los ojos para dormir de una buena vez.
Despertó al sentir el colchón moverse demasiado rápido. Abrió los ojos mientras se incorporaba en la cama y pudo ver a su hermano saltando de un lado a otro. Suspiró y volvió a tirarse hacia atrás.

Suspiró sonoramente otra vez y el menor se tiró a su lado.

-¡¡Buen día!! –Exclamó colocándose sobre el mayor-

-Ya, Frankie... –murmuró llevándose una mano a la cabeza, odiaba despertarse así de golpe-

-Oh... lo siento. Hermano, no debí... Lo siento... –dijo rápido bajándose de su hermano y sentándose a su lado como indio-

-No te preocupes, enano. –Murmuró provocando un golpe por el apodo- ¡Oye, ¿ahora me golpeas?! –preguntó tirandose sobre su hermano y comenzando a hacerle muchas cosquillas-

-¡Ya, ya, ya!. ¡B-basta!. ¡Jajajajajaja!. ¡Por dios, Gerard, basta! –exclamó sintiéndose desfallecer por las cosquillas-

-Uy, soy muy malo. Muajajaja. –Rió cínicamente y dejó de hacerle cosquillas-

Bajó de la cama, sólo llevaba una camiseta blanca y un pantalón corto azul; por lo que buscó su ropa mientras que Frankie lo miraba detenidamente.
Su hermano era hermoso, no había dudas.
Gerard se volteó mirando al menor que no quitaba la mirada de él.

-Am... Voy a cambiarme.

-Oh, entiendo. –Se levantó de la cama, también llevaba una camisa muy suelta y un pantalón corto- Nos vemos en la mesa, para tomar el desayuno.

-Claro, Frankie. –murmuró mientras se quitaba la camisa; pero lo que no notó fue la mirada que Frank le echó antes de marcharse.-

Cuando terminó de vestirse bajó lentamente por las escaleras de madera que crujían ante cada paso que el muchacho daba.

Sus padres y Frank ya estaban en la mesa tomando un té, y comiendo pan con mantequilla y jalea. Apenas se sentó en la mesa, una sonrisa apareció en la cara de Frankie.

Los reyes tenían cierto “desprecio” hacia el menor, el chico no tenía la culpa, pero no podían amarlo de la misma manera que amaban a Gerard y a Michael, aunque al último no lo habían visto crecer.

-¿Madre, padre, qué harán hoy? –Preguntó Gerard tomando un poco del té caliente, le gustaba así, hirviendo, casi a punto de quemarle la lengua-

-Tu padre y yo saldremos de caza. Y...

-¡Uh, genial! –Interrumpió Frank emocionado- ¡¡¿Puedo ir con ustedes?!!

-¡¡¡¿Cuántas veces te he dicho que no interrumpas?!!! –gritó su padre levantándose del lugar y parándose frente al niño. Gerard estaba sentado al lado de Frank y no toleraría ninguna ofensa en contra de su hermano...-

-Lo... lo siento... –exclamó Frankie bajando la mirada. ¡Siempre decepcionaba a su familia!.-

-¡¿Lo sientes?! ¡Claro que debes sentirlo! ¡Miles de veces te lo he dicho!

-Basta, padre. –Exclamó Gerard mirando a su padre con odio-

-¡¿Cómo lo defiendes?! –levantó la mano para golpearle pero el golpe nunca llegó a la mejilla de Gerard, Frank la recibió en cambio. Se había levantado de su lugar y cuando se colocó en medio de su padre y de su hermano el golpe cayó en su mejilla- ¡¿Pero q...?!.

-¡Padre! –exclamó Gerard sin poder creerlo e increíblemente molesto porque había golpeado a Frankie- ¡No puedo creer que ibas a golpearme! –se levantó indignado de su lugar y tomó a su hermano de la mano, y se lo llevó lejos de allí-

Caminaron entre los corredores con las manos entrelazadas, ninguno quería soltarse; sus pieles parecían pegadas.

La mano de Gerard sudaba y este no entendía porqué, o tal vez no quería entenderlo...

Ingresaron a la habitación del mayor y allí se soltaron; Frank miraba al suelo mientras que el mayor no decía absolutamente nada y sólo lo miraba ceñudo.

-Debiste dejar que me golpease a mi... –Frank mantenía una de sus manos sobre su mejilla mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas-

-N-no po... podía... –susurró. Sólo entonces Gerard cambió su expresión fría y seria y se acercó al muchacho. Le quitó la mano del rostro y lo asió de la barbilla para verle la mejilla-

-No es nada... –murmuró y luego besó la mejilla de su hermano que estaba colorada por el golpe; en realidad, no supo porqué lo hizo-

-Hermano... –susurró abrazándose al muchacho-

-Ya, ya, Frankie. Ya pasó y te juro por mi vida que nunca más te va a golpear... –Frankie asintió apretando su cara contra el pecho de Gerard, éste último se dedicaba a acariciar el suave y sedoso cabello del menor para tranquilizarle-

Gerard en esos momentos era un niño pero ese juramento lo cumplió durante toda su vida.
Además nunca se habría perdonado que algo malo le sucediese a su hermano.

Frank era lo más preciado para él; podían golpearlo horas y horas con tal de que a su hermano no le hiciesen nada, pero no soportaría nunca ver sufrir a ese hermoso ser por su culpa.
Y tampoco soportaría quedarse indiferente mientras que lo lastimaban.

Separó un poco al niño de sí y le repitió el juramento. Nunca lo rompería, antes muerto.

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