sábado, 14 de abril de 2012

Sacrifices for love; Capítulo: #4

Capítulo: #4

1560.

Gerard`s POV.

Corrí; huí de la imagen perturbantemente hermosa de mi hermano.

De mi hermoso, demasiado hermoso Frankie. Seré su hermano pero no puedo ocultar el hecho de que él es bellísimo. Tanto como las estrellas en una noche de verano, tanto así como la hermosa nieve cayendo sobre todo el poblado, tanto como un ángel caído...

Y sé muy bien que está tan mal que lo diga pero lo deseo; y mucho. Deseo tener su pequeño cuerpecito entre mis brazos, besarle esos rosaditos labios, sentirme como uno con él, susurrarle lo mucho que lo amo al oído y escucharlo gemir mi nombre.

¡Y es un pensamiento tan espantoso!.

No puedo evitar llorar de pena; porque nunca debí ver a Frankie de ese modo, pero se me hizo imposible, demasiado tiempo juntos, demasiados roces, demasiado cariño...

Desde pequeño sentí ese “algo” especial al verlo, eso que ni yo podía describir en ese entonces y que aún ahora no puedo entender completamente. Es algo mucho más grande que mi razonamiento, es algo ilógico, es algo tonto, es amor.

Azoté la puerta de mi habitación y me arrojé sobre la cama, ojalá la señora muerte me busque y me lleve lejos de todo este sufrimiento.

Estoy enamorado; incluso le he escrito poemas, cada uno más tonto y cursi que el anterior.

Las cosas son tan difíciles. Y tampoco fue fácil aceptar lo que me sucedía, lo negué, me lo negué. Por mucho, mucho tiempo lo negué. Pero ¿para que seguir engañándome a mi mismo? Lo amo y nunca jamás me amará.

En este lugar, donde la religión gobierna a todos, donde las normas son estrictas y puntuales, mi amor es prohibido.

Además, Frank es normal, él es un buen chico; sano, correcto, pulcro, divertido...
Ah, estoy tan orgulloso de mi pequeño. Y sé que nunca se fijará en mí del modo en que yo me fijo en él.

Las lágrimas caen como ríos amargos de mis ojos y deseo morir.
Pero aún así no me suicido, no deseo ir al infierno. Qué tonto, ¿no? Temer ir al infierno por suicidarse y no por amar a otro hombre. Debo estar loco.

Pero, ¿no fueron los más grandes héroes de la historia como Aquiles o Alejandro magno iguales a mí? ¿No vivieron sus historias llenas de amor por sus fieles compañeros Patroclo y Hefestión? ¿No sufrieron infinidades por sus muertes? ¿No amaron como todos?...
¿Está tan mal ser así? ¿Está mal...? ¿Está mal amar? ¿Está mal amar si lo sientes con cada pensamiento y con cada fibra de tu ser?

Escuché la puerta abrirse y rápidamente sequé mis lágrimas para luego incorporarme y observar a mi padre acercarse a donde estaba. Siempre fuimos muy unidos, a pesar de su mal temperamento y de su maldito rechazo a mi adorable hermano.

-Hijo... ¿estás bien? –Se sentó a mi lado sobre la cama y lo observé unos momentos-

-Sí. –respondí frío y cortante, como nunca.- Así es como soy; el futuro rey y nada más. –Lo dije más para mí que para él-

-Hijo, hijo. –Luego de decir esto tosió fuertemente casi quedándose sin aire-

-¡Padre! ¿Estás bien?

-S... sí –murmuró tomándose el pecho con una mano- Gerard, escuchad, serás el futuro rey cuando muera, lo sabes ¿verdad?

-Sí. –Observé con especial fascinación el cubrecama-

-¿También sabes que cuando yo muera, deberás tomar a Eliza como esposa verdad? –Me sorprendí y miré a mi padre a los ojos con ira-

-¡¿Casarme?! ¡¡¡ ¿Con ella?!!! –pregunté indignado, ella era muy... era... no me caía bien en lo absoluto.-

-Hijo, hijo. –Negó con la cabeza-

-¡¡¡ ¿Con ella?!!! –reiteré y sólo me sonrió tristemente-

-Mi matrimonio con tu madre es muy bueno... El cariño aparece después con el tiempo. –Se levantó de mi lado y comenzó a caminar hacia la puerta-

-¡¡ ¿Ella?!! ¡¡¡Quiero casarme por amor!!! –y con Frank, pensé para luego solo entristecerme más. Mi padre salió de la habitación negando con la cabeza y yo enterré mi cabeza entre las almohadas. ¡Genial, una esposa! ¡¿Qué más faltaba?! ¡¿Un heredero?! No por Dios, no, no podría tocar a nadie que no fuese Frankie, simplemente no podría...-

Seré masoquista, no deseo buscar el amor en otro lugar que no sea en aquel que no es correspondido. Soy un idiota masoquista.
Alguien tenía que sufrir.

A alguno le tenía que pasar.

Y prefiero mil veces ser yo el que sufra a que Frank sufriese por mi. Ah, eso te hace el amor, te hace querer ponerte enfrente de una flecha con total de que no mate al dueño de tu corazón...
El amor es desinteresado...
El amor es amor.
El amor es vida y si no lo tienes no trates de buscarlo porque tarde o temprano te encontrará y dolerá, créeme que dolerá.

Enterré la cabeza entre las almohadas frustrado y escuché nuevamente la puerta abrirse, supuse que era mi padre por lo que no quité la cabeza de entre las almohadas, no me importaba que me viese así. No después de la noticia que me había dado.
Suspiré y una mano demasiado pequeña y delicada como para ser de mi viejo padre se posó en mi espalda.

-¿Gee? –llamó Frankie, ah, sí que sabía en qué momento aparecer-

-¿Qué quieres? –dije cortante y descortés, tal vez, tratándolo mal podría quitarlo de mi corazón, aunque lo veía muy imposible-

-¿Estás enojado conmigo? –preguntó tristemente. No, nunca podría enojarme con él, jamás, sería lo último que haría-

Volteé a mirarlo y él no quito su mano, por lo que la cual pasó a posarse sobre mi pecho en vez de estar en mi espalda. Suspiré fuertemente y negué con la cabeza un par de veces.

-Qué bueno... –dijo mirando las sabanas hermosamente bordadas de mi cama-

-Yo debería preguntarte eso. –Musité colocando mi mano sobre la suya, su solo tacto me dolía, quemaba en mi piel, pero era necesario para vivir-

-No. Nunca. –murmuró mirándome con cariño, en esos momentos supe que esas eran las cosas que me habían echo enamorarme tan tontamente-

El impulso de levantarme, besarlo y olvidarme de todo se instaló en mi cabeza por un momento e incluso llegué a incorporarme y enredar mis dedos con los de Frank. Pero el miedo ató a mis extremidades y besarlo se me hizo imposible.
Las lágrimas llegaron a mis ojos y bajé la cabeza, salieron y Frank apretó el amarre.

-¿Gee? –Dijo bajito mientras intentaba ver por entre mis cabellos que cubrían mi rostro-

-...Vete. Por favor... –mi mentón temblaba incontrolablemente, me sentía muy mal, mi vida ya no tenía propósito, sólo debería vivirla según los demás, y yo no quería eso-

-¿Qué? –exclamó desconcertado, siempre fuimos tan unidos y ahora yo salía con todo este rechazo...- ¿Por qué? –Preguntó apretando aún más el amarre, casi haciendo doler mis dedos-

-S... sólo vete. No quiero... Yo... –tomé aire fuertemente- sólo vete a... a tu habitación... Ve y vive... –no sé porqué lo dije, nunca lo sabré, sólo lo dije. En ese momento sólo pensaba que Frank debía buscar una bella esposa y no preocuparse más por mí-

-No me iré. –Susurró asiéndome de la barbilla, fue tan vergonzoso que viese mis lágrimas...- Nunca me iré, no te voy a dejar. –Sonreí tristemente y lo abracé, recién entonces rompimos el contacto de nuestras manos- ¿Recuerdas cómo me ayudas con las tormentas? –Asentí sollozando sobre su hombro- Bueno, tú nunca me dejaste sólo cuando yo tenía miedo, así que nunca te voy a dejar cuando tengas miedo... Nunca... –me aferré fuertemente a su pequeña pero hermosa espalda y él hizo lo mismo-

-Tengo que casarme. –Murmuré y lo sentí paralizarse completamente, despegó sus manos de mi espalda y separó su cabeza de mi hombro; yo sólo me abracé aún más a él- Lo... lo siento tanto... yo... yo... No quiero no... Papá... yo... –sollocé sonoramente y sólo entonces volvió a abrazarse a mi espalda, pero algo había cambiado, algo en su tacto, algo que no pude descifrar...-

-Siempre me tendrás ahí para ti, Gerard... –susurró sobre mi oído y no pude evitar temblar, sé que lo notó. No me importó-

-Lo sé... –murmuré separándome dolorosamente de él, no podía acostumbrarme a eso-

Me miró dulcemente mientras que me secaba las lágrimas con el dorso de sus manos. Lo imité y nos miramos por unos segundos y por esos segundos juro que pude sentirme amado con una sola mirada.

Pero claro, sólo eran delirios míos, deseos ocultos.

Permanecimos en silencio, al principio fue un silencio hermoso, pero luego se volvió incómodo, demasiado incómodo.

-Yo... Gee... estoy... confundido... –murmuró frunciendo el ceño y lo imité, ¿qué quería decir con eso?-

-¿Qué? –pregunté mirándolo encogerse y mirar a las sabanas-

-Sueños... Perturbadores. –Ja, como si no supiese de eso. Tantas veces había soñado con él, fue así como me di cuenta de que mi amor iba más allá del fraternal-

-¿Y? –Susurré- Frank, no te preocupes, esas cosas... suceden. Más a tu edad.

-Sólo te llevo tres años. –murmuró-

-¿Y? –Repetí- A mi me pasó a tu edad... –admití vergonzoso-

-Mientes. –Exclamó divertido, sonriendo de lado-

-De verdad... ¡pero son confidenciales y no te los contaré! –dije elevando un poquito la voz, muy divertido, adoraba charlar con mi hermano-

Mientras reíamos la puerta se abrió violentamente, ambos volteamos a mirar y allí estaba nuestra madre. Mucho más pálida de lo normal, mirándonos con horror.
Sus palabras fueron escasas y entrecortadas.
Pero, lo que ambos escuchamos fue que nuestro padre se había desplomado en la sala...


Corrimos escaleras abajo y nos encontramos a nuestro padre en el suelo inconsciente.
Con ayuda de Frank y de algunos guardias reales logramos llevarlo a su habitación, donde luego de una pequeña intervención, los curanderos lo dejaron descansar.
Según ellos, no viviría mucho tiempo.

Lo odié, en ese momento lo odié.
El muy maldito de seguro que moriría y yo tendría que ser el nuevo rey...

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