domingo, 6 de mayo de 2012

Disarm; Capítulo: #11

Capítulo: #11

“Way To Fall”



Artista: Starsailor | Disco: Love Is Here | Año: 2002

Algo rígido estaba bajo mi espalda. No quería moverme, pero era imposible no hacerlo. Rodé en aquella posición, sintiendo unas manos tocar mi cabeza, ella daba vueltas. No seguía drogado, pero estaba un tanto mareado. Son aquellos mareos provocados cuando tienes fiebre o estas enfermo por algún motivo.

- Frank, ¿puedes escucharme? - Escuche.

- Si...- Dije sin abrir los ojos.

- Hey - Hizo presión sobre uno de mis hombros.

- ¿Qué ocurre? - Pregunte abriendo los ojos.

- Dímelo tú.- Respondió.

- Gerard....- Volví a rodar.

Mis ojos encontraron su sofá, estábamos en su living, en el suelo, había amanecido.

- ¿Qué haces? - Lo mire - ¿Por qué me trajiste aquí?

- ¿Traerte? - Se puso de pie - Tu has venido sólo, ¿eres sonámbulo?

No respondí, necesitaba despertarme un poco para escuchar esto. Lentamente logré sentarme en el suelo. Recordé lo que había pasado anoche, pero algo me saco del recuerdo.

La puerta de su casa estaba abierta. Mire a Gerard confundido.

- Vamos, déjame ayudarte.- Tomo una de mis manos.

Pude ponerme de pie, algo tambaleante por estar dormido.

- No soy sonámbulo.- Respondí su pregunta anterior.

- ¿No? Escuche ruidos, baje, tu entrabas por aquella puerta.- La señalo - Y te dejaste caer aquí en el suelo.

- ¿Qué? – Pregunte - Dime que estas bromeando.

- ¡No! - Quiso reír - Ni siquiera pude cerrar la puerta, me asuste al verte en el suelo. Pensé que alguien había entrado aquí, revise toda la casa. No encontré a nadie, no falta ningún objeto.

Quinn aún no ha regresado.

- No puede ser....- Restregué mis ojos.

El sonrió, casi burlándose de mi situación. Lo mire, odiándolo.

- No te rías, no suelo hacer estas cosas.

- ¿No? - Preguntó con confusión.

- No.- Repetí.

- Bien, ¿desayunas conmigo?

- No puedo, creo que iré a mi casa, lo más probable es que mi mamá este preocupada.

- ¿Seguro? ¿Un café? Creo que lo necesitas.

-Bien esta bien...- Bostece - Un café y me voy.

Sonrió, y camino hacia la cocina. Mire la puerta aún abierta. Una brisa entraba haciendo que algunas hojas de los árboles, invadieran el comedor de Gerard. Trate de recordar si realmente me había levantado y caminado hasta aquí, pero fue en vano. No pude recapitular nada.

Suspire, y lentamente cerré la puerta mirando apenas hacia fuera. Fui hasta la cocina. Gerard estaba de espaldas, junto a la cafetera.

- ¿Cargado? - Preguntó sin mirarme.

- Si.- Conteste.

Observe los músculos de su espalda como se movían debajo de su pijama. Estaba algo más fornido. Finalmente volteó, nos miramos. Disfrutaba de esta situación, demonios que lo hacía.

- Deja de mirarme, no recuerdo nada.- Me adelante.

- ¡Lo siento! - Sonrió - Es raro haberte visto allí en el suelo. Me asuste.- Bajo la vista.

- Lo se.- Dije - Pero aún así parece que te burlas de mi.

- No me burlo de ti.- Dejo la taza frente a mí - Me gustaría que recuerdes algo.

- A mi también me gustaría.-Respondí.

- ¿Cómo te sientes? ¿Se te ha ido el efecto?

- Ah...- Suspire mirando hacia un lado.

Ambos nos sentamos en la mesada, en silencio. Lamentablemente eso si lo recordaba, prácticamente devorar el pie de Gerard.

- Si...- Dije luego de unos segundos - Trata de no recordarme mucho esa situación, ¿si? Es un tanto vergonzoso.- Agregue.

- Anoche no pensabas lo mismo.

- Porque estaba bajo el efecto de...- Hice una pausa mirarlo - Sea lo que sea que me haya dado Bert.

No se cuanto tiempo estuvimos en silencio, pero mi mente se disipo pensando en la fiesta de Bert. En lo que había hecho a Gerard, en cuanto y como me había expuesto con el.

Recordé sus labios, su piel, su aroma, sus sonidos guturales cuando me adueñe de su cuello. Sentía que mi cuerpo ardía, y mis mejillas se quejaban a la vergüenza. Si, había estado drogado, pero podía evocar cada detalle del día anterior, cada sonido, mis sentidos aparentemente no fallaban bajo el efecto de cualquier medicamento.

Lo mire, tomaba su taza con la derecha, movía la izquierda sobre la mesa. Apenas sus uñas resonaban sobre el mármol. La mire.

- ¿Quieres lamer mi mano también? - Preguntó.

Mis ojos se abrieron para creer su pregunta.

- ¿Qu...Qué? - Trate de no ahogarme con el café.

- Pregunto, la estas mirando. Anoche empezaste de la misma manera con mi pie, y luego casi te lo has comido.

- Nunca te quejaste.- Dije casi enfrentándome a el.

Silencio.

- Y no.- Agregue - No lameré tu mano, sólo la estaba mirando.

- ¿Te gusta?

- ¿Tu mano?

- No, el movimiento que hago con ella.

- ¿A dónde quieres llegar con esto?

- A conocerte.

- Ya lo haces.

- Nunca terminare de hacerlo contigo.

- Nunca conoces a nadie en su totalidad.

- ¿Tu piensas? - Respondió mirando hacia un lado.

- Lo he comprobado.- Respondí.

Era temprano para entablar estas charlas, necesito salir de aquí.

- Gracias Gerard por el café.- Me puse de pie - Pero debo irme.

Me acerque al sofá, recuperando mi ropa, logré cambiarme rápidamente.

- Gracias...- Mire el suelo - Siempre me salvas a la noche.

Sonrió, y luego rió.

- Lastima que eres sonámbulo, eres un peligro Frankie.- Despeino mi cabello - Dale una oportunidad, ¿quieres? - Agregó.

Lo mire. Sabía a que se refería, pero no quería reconocerlo, sólo no deseaba comprender su pregunta.

- A tu madre.- Contestó mi pensamiento.

Mire hacia un lado. De repente sentí sus brazos rodeándome.

- Ya mejorara todo Frankie.- Me dijo al oído.

Casi todos me llamaban Frankie, pero Gerard era la única persona que lo hacia sonar tan especial. Era el tono, la dulzura con la que me hablaba, esa tranquilidad y paz que me transmitía con sus palabras.

Mis brazos se aferraron a su espalda, hundí mi rostro en su pecho reconociendo mi nuevo territorio. Ya es parte de mi cuerpo. Respire sintiendo hondo, sintiendo su arome una vez más, creyendo que curaría mis pulmones dañados.

- Hey...- Susurro soltándome - ¿Qué ocurre? - Miró mis ojos.

- Todo.- Me aleje un poco.

- ¿A que le llamas todo? - Me cuestiono.

- Mi madre, Bert, los médicos.- Hice una pausa - Tu.

- ¿Yo?

Lo mire sin poder responder algo concreto a su pregunta. No sabía que ocurría con el, conmigo. Todo era repentino, muchas cosas me rodeaban, sentimientos nuevos, no se como manejarlos, siento que me consumen, se apoderan de mi ser, necesito saber como actuar, como maniobrarlos.

Hace unas semanas atrás, todo estaba bien. Mi vida era buena, no perfecta, pero buena. Siempre había alguna discusión con mi madre, pero algo normal entre madres e hijos.
Tengo mis amigos, no se si debo hablar en pasado. Bert se había comportado como un idiota la noche anterior, drogándome, obligándome a formar parte de un tratamiento al cual me rehúso a cumplir, sólo quiso unirse con mi madre. Sea para mi bien o no, esas cosas no se hacen, simplemente tomo la decisión incorrecta.

Quizás todo estaba en mi mente, todo era una broma. Nunca visite aquel hospital, nunca tosí, jamás me diagnosticaron aquella aberración. ¿Y si estoy soñando? ¿Y sólo necesito que alguien me despierte?

- ¿Estas bien? - Escuche.

No, no estaba soñando. Aquellos ojos herméticos me observaban con incertidumbre.

Recuerdo la primera vez que pude observarlo sin querer matarlo. Fue aquel día que me abrazo sólo para que deje de llorar. Repase en mi mente como sus largos brazos rodearon mi espalda en su porche, sus susurros a mi oído. Creí que iba a morir en aquellos tentáculos.

Era irónico, no sabía que mi mente tenía tantos detalles fotografiados de aquel momento.

- Estoy bien.- Respondí.

Con una falsa sonrisa, y un verdadero abrazo me despedí de el. Camine lentamente a casa, sabiendo que quizás mi madre ya no estaba allí, estaría en el trabajo. Pensándolo unos minutos, logré relajarme en aquellas cortas cuadras.

Entre sin hacer mucho ruido, pero ella estaba sentada en el sofá. No se movió, no hablo, sólo estaba allí sentada.

Di unos pasos, tratando de hacer un poco de ruido para que note mi presencia, puede que no me haya escuchado.

Nada, silencio. ¿Estaba muerta? No, podía ver que respiraba. ¿Desmayada? Nunca se sabe.

- ¿Mamá? - Dije por fin.

Seguía sin contestarme. Puede que en otro momento no me hubiese importado su actitud, pero creo que ya ha tenido suficiente conmigo.

- ¿Mamá? ¿Estas bien? - Me acerque un poco a ella.

No respondió, pero de sus labios salió un largo, esperado y frustrado respiro. Comencé a preocuparme. Mi madre no es ese tipo de personas que se quedan calladas, no señor. A veces hasta pagaría unos cuantos billetes, para lograr ese efecto en ella.

Finalmente, sin poder luchar más contra la gran duda, me arrodille a su frente. Su mirada estaba perdida, clavada en la pared, o al menos eso pensaba.

- ¿Estas bien? - Apoye esta vez mi mano en una de sus rodillas.

Su vista bajo lentamente, mirando mis ojos. Note que había llorado, su maquillaje lo disimulaba, pero no logró hacer desaparecer ese brillo en las retinas.

- Sigues mintiendo Frank.- Dijo entre pausas - Sigues haciéndolo.

- He dicho todo.- Respondí.

- Dijiste que lo habías tirado al río.- Respondió.

En ese momento, mi corazón se detuvo. Finalmente había encontrado el cadáver de mi padre, su ex marido enterrado en nuestro sótano. Era casi imposible, ella nunca bajaba ahí debido a su claustrofobia, era perfecto el lugar para mantenerlo.

- Yo misma te he visto salir de aquí con la gran bolsa.- Siguió hablando - Hoy, necesitaba unas cajas con papales de allí, tu no estabas. Vencí mi miedo por un momento y baje. Algo asomaba del suelo, jale de el y...- respiro hondo - era el sweater de tu padre.- Cerro sus puños con bronca - Su sweater...- Dejo caer una lágrima mirando hacia un lado.

Suspire, debo reconocer que me ha llegado al alma, no sabía que decirle.

- Dime por qué.- Volvió a mirarme - Dime porque lo has dejado aquí, con nosotros. Tu...- hubo un silencio - Tu que tanto lo odiabas.

Me deje caer sobre mis talones, mirándola, sabiendo que esta vez debía hablar con ella, no había vuelta atrás, no habría peros de por medio, sólo franqueza y confianza.

- Dime.- Insitito.

- Yo...- pensé lo que iba a responder - No podía tirarlo al río. ¿Era mi padre sabes? - no quería llorar - Era mi padre.- Cerré los ojos - Tu piensas que soy un monstruo.- baje la vista - Lo hice porque no soportaba su maltrato hacia nosotros. Pero me duele, me arrepiento cada día que pasa, luego recuerdo tus brazos morados y deseo tenerlo en frente, pero luego sueño que el me abraza.- Termine de hablar.

Silencio.

- Dime que no te merezco como madre, dime que no hice todo esto para defenderte defendernos.- Comencé a llorar - No podía deshacerme de el.

- ¿Por qué?

- Porque lo extraño.- Dije finalmente - Necesito saber que de alguna manera, aún sigue conmigo.

- Frankie.- Tomo ella mi mano de su rodilla - ¿Por qué no me has dicho esto nunca antes?

- Porque piensas que soy frío, que no tengo sentimientos, que nada me importa. Pero eso no es verdad...- Apreté su mano - Siento mucho, demasiado para ser humano.

- Ven aquí.- Jalo de mi mano.

Lentamente sin mirarla me puse de pie, ella me llevo hasta su regazo, como cuando era pequeño. Apoye mi cabeza en su hombro, dejando que me abrazara, y sólo llore en silencio.

Llore anhelando tenerlos a ambos allí por un momento, sonriendo, diciéndome que todo estaría bien, que me recuperaría, que no sufriría, que no me asuste. Pero demonios que lo estaba, me aferré a sus hombros y un gemido salió de mis labios al incrementarse mi llanto.

- Sh...- Decía una y otra vez - Estará todo bien.

- No lo estará.- Murmuré - Estoy cayendo mamá, estoy cayendo.- Me ahogue en mi propio mar.

Hubo un silencio eterno ante mis oídos, sus manos se paseaban por mi espalda, tratando de calmarme. Supe que aquélla mañana, ella no iría a trabajar, se quedaría con su hijo enfermo, tanto físico como mentalmente.

Soy un suicida, pero al menos lucho por mis creencias, dije en mi mente aturdida.

- Hijo - murmuró a mi oído - Debes esperar para caer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario