sábado, 5 de mayo de 2012

Disarm; Capítulo: #2

Capítulo: #2

“The Aeroplane Flies High (Turns Left, Looks Right)”

- Muriéndome de calor. ¿Qué más? - Sonreí sentándome a su lado.

- ¿Y el aire acondicionado? - Miraba el techo.

- Se lo llevaron hoy a la mañana. Tenían que arreglarlo, créeme que no puedo vivir sin el.- Me volví a quejar.

Rió.

- ¿Qué haremos hoy? - Preguntó.

- No lo se, ¿qué quieres hacer? - Respondí.

- ¿Vamos a practicar algunas horas?

- ¿Te parece...? - Lo mire - Hace mucho calor Bert, nos podemos desmayar.

- Por eso traje esto.- Saco unas botellas de su mochila - Jugo recién exprimido de naranja. Mucha vitamina c, para unos excelentes deportistas como nosotros.

Sonreí.

- Eres un diota.

- Si, pero me quieres. Así que... - Se puso de pie - ¿Iremos o qué? No olvides que dentro de un mes es la competencia y los días corren mi buen amigo. Tic tac, tic tac.- Movía su cabeza.

- Esta bien, esta bien.- Me puse de pie - Iremos a practicar - Déjame ir por mi skate.

Subí las escaleras. Se hallaba junto al armario, listo para cualquier práctica.

Baje corriendo.

- ¿Listo Frankie? - Sonrió.

- Si, déjame ver si tengo todo en la mochila. Celular, llaves, cigarrillos. Si, tengo todo.- La cerré - ¡Me voy mamá! - Grite colocándola en mi hombro izquierdo.

- ¡Esta bien Frankie! ¡No vuelvan muy tarde! ¿Vendrás a cenar Bert? - Grito ella desde la cocina.

- ¡Si tu quieres vendré! - Grito Bert

- ¡Bien! ¡Los esperare!

Sonreímos y abrí la puerta.

- Amo a tu mamá.- Dijo el sonriendo.

- Yo también.- Comencé a caminar - ¿Tus padres? ¿Cómo están?

- Pues bien. Molestando. ¡Jajaja! - Rió - ¡Pero la semana que viene me mudo! - Grito.

- ¡Lo se, lo se! - Sonreí - ¡Es increíble!

- ¡Si, seré libre como un pájaro! - Gritaba.

Reí.

- Imagínate las fiestas que daremos Frankie.- Tomo mi hombro - Haré tres rampas en el patio.- Hacia gestos con su mano libre en el aire - Haremos concursos con ellas. ¡Imagínate!

- Créeme que lo estoy haciendo. ¿A dónde vamos ahora? ¿Al mismo lugar de siempre?

- Si. Jeph me llamo, diciendo que iría.

- Ok.- Sonreí - Espero que baje pronto el sol, no lo toleraré. - Agregue.

- ¿Qué ocurre si él se rehúsa a brillar? ¿O las nubes a la lluvia, o quizás el mundo a girar?

- Estaría en quiebra por el dinero que tendré que gastar para internarte en un psiquiátrico.- Respondí entre risas mirándolo.

Un gran parque había sido construido por una asociación de Skaters de New Jersey, con inmensas rampas. Era divertido. A decir verdad, era lo único divertido aquí. Muchas veces me he quejado de este lugar. Pero luego cuando piensas en irte, sólo sonríes recordando a tus amigos y vivencias. Y es suficiente para quedarte.

Es mi pueblo, mi hogar y lugar. He crecido aquí, y acá moriré.

Puedo recorrer todo el mundo, pero ningún lugar se ganara mi amor, como lo ha hecho New Jersey.

Caminamos en silencio, sólo unas cuadras más. El calor, se sentía de tal manera en tu piel, que pensabas que te saldría fuego por los poros.

Llegamos.

- ¡Hey! ¡Chicos! - Se acerco Jeph trotando.

- ¡Hola! - Dije estirando mis brazos.

Nos abrazamos, y luego hizo lo mismo con Bert.

- ¿Qué cuentan? - Sonrió él - Ya veo que no somos los únicos suicidas que practican con este calor.- Sonrió.

- El me convenció.- Dije haciendo señas - Tendrían que hacer algo bajo techo, ¿no? - Mire el sol.

- Si...- Suspiró Jeph - Pero lo bueno es que luzco mis tatuajes.- Se miraba a si mismo.

Observe su pecho.

Demonios que me gustaban sus tatuajes. Todos nosotros teníamos, ¿pero los de Jeph? Eran mi perdición, y lo sabía.

- Amo tus tatuajes, ¿lo sabias? - Sonreí.

- Si Frankie, me lo dices cada vez que nos vemos. ¡Ya quítate esa remera, me das calor! - Grito

Sonreí, y camine hacia un árbol junto a la rampa mayor.

Observe a unos cuantos chicos, como iban y venían con una velocidad increíble.

Deje la mochila, junto a el, para luego quitarme la remera.

- ¡Ahora si! - Grite observando a Bert que hacia lo mismo.

- Dios, chicos. Creo que entre que somos flacos, y hacer esto bajo el sol, desapareceremos cualquier día.- Sonrió Jeph.

- ¡Simplemente nuestros cuerpos se consumirán! ¡Y puf! - Sonreía Bert.

- Ya, ya...- Hice señas con mis manos - Basta de charla, y más trucos. ¿Ah? Veremos si me ganan hoy.- Sonreí.

Reímos los tres, tomamos a nuestras bebes y subimos a la rampa.

- ¡Aja! - Grite orgulloso - ¡Les gane una vez más! - Los mire desde arriba.

- Demonios...- Murmuró Jeph poniéndose de pie - Eres demasiado veloz.

Sonreí y me deslicé.

- Lo se.- Dije aterrizando a su lado.

Sonreímos.

El sol comenzaba a bajar. Era el momento más adorado del día, cuando aquella brisa del verano hacia su presencia.

Un celular sonó, era el de Bert.

Maldijo unos segundos, porque no podía encontrarlo en su mochila.

- ¡Si, si! - Grito - ¿Hola?

Silencio.

- ¡Dios mío! ¿Quinn?! - Sonreía.

Mire a Jeph.

Recordaba a un tal Quinn. Bert me había hablado tanto de el. Eran muy amigos, hasta que tuvo que mudarse muy lejos.

- ¿¡Qué!? - Volvió a gritar mientras comenzaba a saltar - ¡Si! ¡Esta bien! ¡Los veré esta noche en casa! Recuerdas en donde vivo, ¿cierto? - Preguntó - Ok, Ok esta bien. ¡Jajaja! - Rió - ¡Nos veremos! - Colgó.

Lo miramos, seguía sonriendo.

- ¿Y bien? - Preguntó Jeph - ¿¡Quinn esta de vuelta o qué!? - Grito.

- ¡Si! ¿¡Puedes creerlo, Jeph!? Viene esta noche a casa. Parece que se harto de su madre, del lugar y vuelve aquí con un amigo.

- ¡Dios mío! - Grito Jeph - ¡No lo puedo creer!

Los mire.

- ¿Recuerdas que te hable de él? - Me preguntó.

- Si, lo recuerdo.- Sonreí - Pero se había mudado, ¿cierto?

- Si, a Chicago. Hace muchos años. Siempre hablamos pero...- Hizo una pausa - ¡No es lo mismo verlo! - Grito.

Estaba excitado, ¿quién no lo estaría con la vuelta de un viejo amigo?

¿Chicago?

- ¿Dijiste Chicago? - Pregunte.

- Si, ¿por qué? - Parecía confundido Bert.

- No, sólo pregunte.- Respondí.

No dije más nada, ¿para qué? No debería empezar con mi paranoia. Sólo tenía que disfrutar de la felicidad de Bert y acompañarlo, como siempre lo he hecho.

- Bueno chicos. ¡Esta noche, hay fiesta en casa! - Grito.

Los miramos.

- ¿Y tus padres? - Preguntó Jeph.

- Ellos tienen una cena con unos familiares que viven muy lejos de aquí. No recuerdo de donde...- Miraba el cielo - ¡No importa! ¡Estaremos solos hasta mañana! ¿Qué dicen? ¿Fiesta? ¿O se quedaran un viernes en sus casas, aburridos?

- ¡Fiesta! - Gritamos ambos.

- Bien.- Tomo sus cosas Bert.

Todos hicimos lo mismo, y comenzamos a caminar.

- Vayan a sus casas, se bañan, se visten, y nos encontramos a las ocho en mi casa. Ahora comprare todo lo necesario.

Jeph, saco del bolsillo de su pantalón unos cuantos billetes y se los entrego.

- No Jeph, no quiero que me des dinero.- Dijo Bert mirando hacia un lado.

- ¡Vamos! - Dije haciendo lo mismo - No compraras todo tu sólo, te daremos el dinero y tu eliges en que usarlo.

Silencio.

Nos miró.

- Pero...- Dijo Bert.

- No quiero escuchar un pero.- Dijo Jeph colocando nuestro dinero en el bolsillo de su bolso - Lo usas y fin de la cuestión.

- Esta bien, esta bien.- Se rindió Bert.

Llegamos a una esquina, allí fue cuando los tres nos separamos. Agradezco al cielo, que vivimos cerca.

- ¡Los veo a las ocho! - Grito Bert.

Sonreí y seguí mi camino.

- ¿¡Mamá!? - Grite abriendo la puerta.

- ¡En la cocina! - Respondió.

Deje mis cosas en el suelo, y fui hasta ella. Estaba limpiando. ¿Les comente que esta muy cerca de ser una maniática de la limpieza? Ahora lo saben. No me molesta, mientras no de la vida por un trapo de piso.

- Bert dará una fiesta en su casa.- Dije de la nada.

- ¿Iras? - Volteó.

- ¿Puedo? Porque no quiero dejarte sola.

- No, ve. No hay problema. Además creo que vendrá Sara a cenar.

- Excelente.

- ¿Pasaras toda la noche allí?

- Creo que si.- Abrí la heladera - Porque un amigo de Bert ha vuelto. Creo que se había mudado a Chicago.

- ¿A Chicago? - Me preguntó.

- Si, Chicago. Yo también pensé lo mismo que tu. Pero no creo que se conozcan, ¿cierto? - Tome una botella de agua.

- No, seria demasiada casualidad.- Respondió ella.

- Si...- Tome un sorbo bastante largo - Bien, creo que me iré a bañar - Tengo que estar a las ocho.- Mire el reloj - Y ya son las seis y media.

- Ok, hijo.

Camine por el comedor, aún con la botella en la mano. Aún, estaba algo agitado. Hacia mucho calor. El no tener el aire, no me beneficiaba para nada.

Me acerque al ventanal, suspire y corrí la cortina.

Vi a unos hombres en la casa vecina, quitando el cartel de venta.

- ¿Pero qué demonios...? - Murmuré - ¿¡Mamá!? - Grite.

- ¿Si, Frankie?

- ¿Tenemos vecinos nuevos?

- ¡No lo se! ¿Por qué? - Volvió a gritar.

- Están quitando el cartel.- Dije.

- ¡Era hora de que alguien la ocupe Frankie, estuvo vacía muchos años! - Grito.

- Si...Muchos años...- Murmuré recordando algunas cosas.

Estuve en silencio, viendo como aquellos hombres quitaban el cartel. Lo levantaron entre los cuatro y lo colocaron en la parte trasera de una camioneta.

- Demonios...- Susurre corriendo la cortina

Subí las escaleras, me desvestí en segundos y fui directo a tomar mi hermosa y refrescante ducha.

Cerré los ojos, y deje que el agua helada recorriera mi espalda.

No estuve mucho tiempo allí, no porque no quisiera, sino porque llegaría tarde.

Seria una linda manera de terminar la semana calurosa, con una buena fiesta.

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