sábado, 5 de mayo de 2012

Disarm; Capítulo: #3

Capítulo: #3

“Siva”

Caminé, aún no había oscurecido completamente. Maldito verano. Gracias al cielo, sólo faltaban algunas semanas para que terminara.

Tiré el cigarrillo al suelo, exhalando el humo. Ya podía escuchar la música que provenía de la casa de Bert.

Sonreí, y crucé la calle.

Toqué la puerta.

- ¡Bert! - Grite golpeándola otra vez-

Se abrió.

- ¡Lo siento, lo siento! ¡Ya estoy aquí! - Sonrió-

- Siempre ocurre lo mismo contigo, pones música y no escuchas la puerta. ¡Jajaja! – Reí -

- También me alegra verte Frankie - La abrió un poco más - Pasa.

Junto al sofá, se hallaba alguien muy alto comparado conmigo. Su cabello, era rubio. Contextura delgada, sonreía mientras sostenía una cerveza en su mano derecha.

- ¡Bien! - Sonrió Bert - Quinn, te presento a mi buen amigo Frankie o Frank. Frank, es el Quinn.

Sonreí, dejando mis cosas sobre el sofá.

- Mucho gusto.- Lo abrace-

Me soltó.

- Igualmente. Ya veo porque son amigos. Abraza a todo el mundo, al igual que tu.- Bromeo Quinn-

- Lo siento.- Dije algo avergonzado-

- ¡No! - Casi gritó - Esto es lo que más extrañaba de New Jersey, la calidad de persona que no pude encontrar en Chicago, la confianza entre amigos.

Sonreí.

Silencio.

Bert, bajó el volumen de la música.

- ¿Y tu amigo? - Preguntó Bert - Capaz que se perdió en el camino hacia el baño. – Bromeo-

- No. ¡Jajaja! - Rió Quinn - Seguramente debe estar embobado con los cuadros de tu madre en el pasillo de arriba. Le gusta mucho la pintura.

No me sentía incomodo, al menos por ahora.

- ¿Y Jeph? - Pregunte-

- Dijo que estaba en camino.

Tocaron la puerta.

- ¡Aja! Debe ser el.- Corrió hacia ella-

- ¡Hey! – Gritó Jeph entrando-

Reí. Cada vez que nos juntábamos los tres, hacíamos desastres, a veces irreparables, otras veces no. Pero realmente, nos llevábamos bien entre los tres. Y creo que podría ser amigo de Quinn, parece un buen chico. ¿Y nació aquí en New Jersey?

Definitivamente, seremos amigos.

Nos saludamos entre todos.

- ¡Será un gusto tenerte con nosotros Quinny! - Dijo Jeph tomando su hombro-

Lo miró.

- Lo siento... A veces soy demasiado amigable.- Se excuso Jeph.

- No, esta bien.- Sonrió Quinn - Tal vez no esperaba tanto recibimiento, eso es todo. Pero presiento que armaremos un lindo grupo.

- ¡Dalo por hecho! - Lo abrazo Bert - ¡Demonios que te he extrañado! ¡Aún no puedo creer que estas aquí!

Reímos.

- No, es su fantasma Bert.- Bromee.

- ¿¡Quinn!? - Grito alguien desde arriba mientras bajaba las escaleras - ¿¡Has visto todas esas pinturas!? ¡Son excelentes!

- Qué te dije, ¿ah? Son años de estar a su lado.- Bromeo Quinn.

- Ve y toma de la heladera lo que quieras Frankie.- Me dijo Bert.

- Esta bien.- Caminé hacia la cocina - ¿¡Jeph!? – Grité - ¿Quieres algo?

- ¡Una gaseosa! – Grito.

Inspeccioné cada bebida y botella. Bert tenía una adoración por ellas, aún me preguntó cómo es que puede cerrarse este artefacto. Parecía que iba a explotar en cualquier momento.

Había pequeños emparedados, pizzas en el freezer, si que sabía comprar cuando de fiestas de trataba.

Tomé dos latas y la cerré.

Me acerqué nuevamente al comedor. Y vi a alguien junto a Bert.

Era alto. ¿Por qué todos son más altos que yo? Cabello oscuro, espalda ancha. Piernas y brazos largos.

Reía.

Su risa... era tan familiar.

- Jeph.- Dije.

Todos voltearon.

Juro, juro por Dios que no respiré.

- Frankie, este es Gerard. Mi amigo. Vinimos juntos.- Dijo Quinn.

De repente, toda la habitación se tornaba oscura. Me faltaba el aire.

Nos miramos.

Vi su rostro, estaba sorprendido al igual que yo.

Mis manos dejaron caer las latas al suelo.

- Demonios Frankie.- Dijo Jeph recogiéndolas - ¿Qué ocurre?

- Tu...- Dije alejándome un poco - ¿Tu? - Lo miré.

- ¿Se conocen? - Preguntó Bert.

Gerard, me observó detenidamente.

- Estas igual Frankie.- Sonrió - Quizás con más tatuajes - Miraba mi brazo - ¿Quién lo iba a decir? Mi primera noche y ya nos encontramos.

- No puedo creerlo...- Me acerque un poco a ellos.

Silencio.

Estaba a mi frente, mientras Quinn, Bert y Jeph se hallaban a nuestros costados.

Nos miramos.

- ¿¡Qué demonios haces aquí¡? - Casi grité.

- ¿Alguien me explica qué ocurre? ¿De dónde se conocen? - Preguntó Bert.

- No me llames Frankie.- Lo miré a los ojos.

- ¿Por qué? ¿Aún tienes ganas de golpearme? - Preguntó Gerard sonriendo.

- ¡Chicago es gigante! ¿¡Y ustedes tuvieron que encontrarse allí!? - Grité frustrado.- ¡No lo creo!

- ¡Hey, hey! - Gritó Bert - No entiendo que ocurre. Deja de gritar, ¿y nos explicas?

- Éramos vecinos.- Dijo Gerard.

- Éramos.- Dije.

- Nunca nos llevamos bien.

- Porque eres una basura.- Dije.

- Porque tú siempre me fastidiabas.

- Siempre empezabas tú.- Me defendí.

- Porque sólo te molesta que te diga la verdad, ¿aún sigues negándolo?

Silencio.

- Lo siento.- Voltee - Pero no pasare la noche con este tipo.- Me acerque al sofá.

- ¿Qué? - Preguntó Bert - ¡Vamos Frankie! ¿Te iras?

- Si.- Tome mis cosas.- No quiero verle la cara un segundo más.

- ¡Vamos Frankie! ¡Podemos divertirnos un rato! - Gritó Gerard.

- Vete a la mierda imbécil.- Me acerque a la puerta sin voltear.

De repente, me detuve en mí caminar.

Voltee.

- El...- Tartamudee - El cartel...- Lo mire - Dime que no te mudas allí. Dime que no seremos vecinos otra vez. Que no te mudaras a tu vieja casa.

- No te diré nada, porque ya lo has dicho tú. Ambos - Miró a Quinn - Seremos tus vecinos.

Suspiré0, y volteé. Tenía tanta bronca en mi sistema, sólo me contuve por el resto, ¿pero en cuanto a Gerard? No me hubiese temblado el pulso, para partirle la cabeza contra la pared.

Bert tomó mi brazo.

- Suéltame Bert.- Lo miré.

- Vamos Frankie, no quiero que te vayas. Juro que no sabía que era él. Si lo asocié con su nombre, pero no pensé que podían existir tales casualidades en la vida.

- ¿Quinn te dijo su nombre?

- Si...- Contestó - Pero no pensé que seria el mismo Gerard. Y cuando vino aquí, tampoco lo supe. Nunca me mostraste una foto o algo. No sabía si era el o no. Pero por favor, no te vayas.

- No puedo Bert...- Suspiré - No puedo quedarme, no te das una idea de como nos hemos peleado.

- Lo se, algo me has contado.

- Me ha herido mucho, ¿sabes?

Ambos lo miramos. Estaban en silencio, mirándonos.

- Quédate, prometo que si en la primera hora sigue así de fastidioso te dejo ir. Pero no quiero que lo hagas, quiero pasar la noche contigo también. ¿Por favor? - Puso esa maldita cara de perro mojado.

- Demonios, Bert. Lo haré sólo por ti.- Contesté.

Sonrió, y me abrazó.

- No dejaré que se te acerque, ¿si? - Dijo a mi oído.

- Esta bien.- Respondí.

Lo solté.

- Sólo haz de cuenta que no existe.- Dijo alejándose.

Mis cosas volvieron al sofá.

Me acerqué a Jeph. No quería acercarme a Gerard. Quinn, no tenía la culpa, pero no quería estar cerca de aquella persona que hizo mi vida un infierno durante años.

- Bueno...- Dijo Bert mirando a todos - Obviemos el hecho de que ustedes aparentemente se odian.

- No lo odio.- Dijo Gerard.

- Cállate, ¿quieres? – Dije - Haz de cuenta que no estoy aquí, porque eso haré contigo toda la noche.

- Vaya, sigues teniendo el mismo carácter, también.- Dijo Gerard.

Suspiré. Definitivamente, seria una noche muy larga.

- ¿Cómo puedes vivir de esta manera? - Pregunté mirándolo - ¿Siendo esa clase de persona?

Sonrió de la manera más sobradora que puede hacerlo un ser humano.

- No vivo Frankie, sólo inhalo.- Me respondió.

Abrí mis labios para contestarle, pero reconocí ese juego estúpido de palabras, tan típico de el. Ellos se cerraron y suspire frustrado.

- Tratemos de pasar una buena noche, ¿si? - Recomendó Jeph.

Si claro, ¿una buena noche? No tiene nada de bueno si Gerard esta bajo el mismo techo que yo.

Se que no les dije nada sobre Gerard. Quizás, porque sólo quiero olvidar lo sucedido, o dejarlo en el pasado.

Ahora, me veo obligado a contarles.

Siempre fuimos vecinos, desde nuestra infancia. Nunca habíamos logrado llevarnos bien.

Ya, desde pequeños tuvimos problemas. Nos peleábamos en la vereda, nos gritábamos, y a veces ni siquiera necesitábamos una excusa para hacerlo. Era algo rutinario.

Se dedicaba a molestarme, burlándose del problema entre mis padres. A medida que fui creciendo, el motivo de pelea fueron mis hobbies. Tatuajes, perforaciones, skate, entre otras cosas.

Lo único que compartíamos era el gusto sobre la música, sólo eso. No, esperen, también la cuadra. ¿Pero más allá de eso? Éramos dos seres completamente diferentes.

Él vivía allí, con su madre. Sabía que no tenían una perfecta relación, pero siempre fue un hombre introvertido. Nunca supe que tuviese amigos. Quizás eso, también le molestaba de mí. Yo era tan social, que a veces asustaba al otro. Pero no podía cambiar, simplemente era así.

Muchas veces, quise acercarme. Juro que traté de hacer las paces y vivir como vecinos tranquilos. Pero sólo me gritaba hasta que un día me harté y le pegué cuando me trató de asesino, frente a muchas personas.

Si, terminamos revolcándonos en la vereda, mientras nuestros puños hacían coreografías en el aire y usaban como escenario nuestros cuerpos.

Lamentablemente, fuimos separados por nuestras madres y policías. Todo un escándalo en el barrio habíamos armado.

Por un lado era verdad. Era un asesino, había matado a mi padre, el sospechaba. Pero nunca deje de negarlo. Pero por otro lado, no tenía porque ser tan cruel conmigo.

Desde aquel día, fuimos enemigos. Hasta que Dios escuchó mis plegarias, y se mudaron a Chicago. Eso fue, hace cuatro años atrás.

Miré el reloj. Las diez de la noche. Sólo dos horas habían pasado, y sentía que estaba allí hace una eternidad.

Su risa resonaba en mis oídos, era insoportable.

Jeph, que no podía alejarse de la pizza, mientras que Bert y Quinn comían canapés sin parar siquiera un segundo, estaban poniéndome los pelos de punta.

- Y dime Frankie.- Dijo Quinn - ¿A qué te dedicas?

Levanté la vista.

Gerard me observaba, maldito idiota.

- ¿Ahora? A nada.- Traté de sonreír - Estoy buscando un empleo.

- ¿Qué ocurrió con el que tenias? - Preguntó Gerard.

- No es de tu incumbencia.- Respondí.

- Vamos...- Dijo Jeph - Te esta hablando bien, no seas grosero.

Suspiré.

- Renuncié, porque me provoco stress. Respondí mirándolo - ¿Contento?

- Awww... ¿Frankie estresado? -Dijo Gerard.

Miré a Quinn.

- Compórtate Gerard.- Le dijo codeándolo.

- ¿Tus padres? ¿Cómo están? - Preguntó.

Miré a Bert.

Silencio.

- Tu madre.- Aclaró, Gerard.

- Creo...- Me puse de pie - Creo que iré al baño, ahora vuelvo.

Subí rápidamente las escaleras, y entré al baño.

Apoyé las manos sobre el lavatorio, y agaché la cabeza.

- Tengo que salir de aquí, sin importar lo que diga Bert.- Murmuré.

No quería llorar, pero tenía tantas ganas de hacerlo. Hace tiempo que no derramaba lágrimas. Dejé de hacerlo cuando conocí a Bert. Generalmente, el las secaba.

Cerré los ojos, y algunas cayeron.

Si, estaba triste. El recordaba mi pasado, lo revolvió en segundos con ácido en sus palabras.

- ¿Frank? - Se escuchó.

- ¡Vete, Gerard! - Grité.

- ¿Puedo entrar?

- ¡No! Desaparece.

La puerta se abrió.

- ¿Qué parte no entiendes de la palabra no? - Volteé para que no viera mi rostro.

- Mira...- Hizo una pausa - Lo siento. Juro que no lo recordé.

- Mientes. No haces más que herirme, vete. De todas formas me iré en cuanto baje. Disfruta de tu bienvenida.- Dije mirando la cortina de la bañera.

Sentí una mano en mi hombro.

Temblé.

- Juro que no lo hice a propósito, me creas o no. No lo hice con esa intención.

No contesté.

Alejo su mano, y se fue del lugar.

Volteé.

Me miré en el espejo, restregando un poco mis ojos.

- Idiota...- Apagué la luz.

Bajé las escaleras.

- Lo siento, pero debo irme. Tengo mucho sueño y...- No sabia que decir - Mañana traerán el aire muy temprano, debo levantarme.

Todos me miraron. Gerard miraba hacia un lado.

- Así que...- Tome mis cosas - Nos veremos mañana, o en la semana. No lo se.

- Esta bien.- Me acompaño Bert hasta la puerta - ¿Qué ocurrió allá arriba? - Murmuró.

- Nada.- Contesté de la misma manera - Vino a disculparse, pero no le creo. Nada bueno puede salir de él, es un fracaso ese hombre. -Dije mirándolo.

- ¿Quieres que te lleve?

- No, esta bien.- Sonreí - Caminaré.

Salude a todos. Tuve la maldita cordialidad de saludarlo.

Salí y comencé a caminar.

Seguía nervioso, confundido y con bronca. Sabía que no me esperaría nada bueno o nuevo, con este ser del averno como vecino.

Quinn me gustaba, me agradaba, pero si Gerard estaba a su lado, las cosas se complicarían, y mucho.

Llegue a casa, luego de caminar unos quince minutos. No hubo escala, sólo subí a mi habitación. Me desvestí rápidamente, revolví en el cajón de mi mesa de luz. Los dedos rozaron el plástico, un blister de pastillas para dormir. Hace tiempo que no las tomaba, pero hoy las necesitaba y quería tenerlas en mi sangre.

Quité dos, tome la botella de agua que siempre tenía sobre la mesa, y de un trago logré tragarlas.

- Ahora si...- Me acosté - Desmáyate hasta mañana Frankie.- Me murmuré a mi mismo.

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