domingo, 20 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #11

Capítulo: #11

- Frank… - escuché un susurro, cercano a mi oído. – Frank…
- Mm… - abrí mis ojos de manera lenta. Me volteé y pude ver a Gerard que me observaba, con una de sus manos posada en mi hombro. - ¡Oh! – me quejé tomando mi cabeza.
- ¿Te sientes bien? – dijo, mientras se sentaba sobre la cama (a mi lado).
- No… - también me senté, lentamente. - ¿Qué hora es? – dije al notar los fuertes rayos de sol, que se introducían por la ventana.
- las dos veinte. – lo miré sorprendido. – Llamó tu mamá.
- ¿Qué dijo?
- Que fueras a casa. Mencionó algo de Idiel. Creo que algo de que la irían a visitar. O a su mamá… - me miraba confundido. – Bueno… algo así. – reímos. – Está bien, me iré a duchar. - sonrió y se levantó, yendo al baño.

Me quedé sentado en la cama, mirando a mí alrededor. Vi la ropa que traía puesta. Claramente, no era mía. Intenté hacer memoria de cómo había llegado a dormir en la cama de Gerard, con un pijama que no era mío, pero no lograba recordar nada. Al parecer, tomé más de la cuenta. Solo recuerdo que estaba con Idiel, intentando esconderme de Bert.

- ¿Gerard? – escuché tras la puerta, después de unos leves golpes. No sabía si ir a abrir, o simplemente hacerme el tonto. - ¿Gerard? – se abrió la puerta y tras de esta, apareció el señor Donald. - ¡Oh!... Hola Frank.
- Hola señor Donald. – dije levantándome rápidamente de la cama y revoloteando mi mano en el aire.
- y ¿Gerard? – comenzó a mirar hacia todos lados.
- Está duchándose. – señalé el baño.
- Ah… Ok. Dile que no estaremos en casa. Saldremos su mamá y yo… juntos… ya sabes. – rió de manera pícara, a lo que yo solo asentí como respuesta. – Volveremos tarde… si es que volvemos. – volvió a reír. Yo sonreí como si me causara gracia. – Cuídense. Adiós, Frank.
- Que le vaya bien, señor Donald. – sonrió y salió de la habitación.

Me volví a sentar sobre la cama, esperando que Gerard saliera, pero se demoraba bastante. Unos dibujos sobre su escritorio, llamaron mi atención. Me acerqué de manera lenta y los tomé entre mis manos, apreciando cada uno de ellos. Estaban muy bien hechos. Dejaban ver el gran talento que poseía. Los vi uno, por uno, hasta llegar al último. Era de esperarse… Era el retrato que yo había dibujado. Una sonrisa afloró en mis labios y un suspiro salió de mí, sin que yo lo deseara. Era hermoso el sentimiento que experimenté, al notar que aun lo conservaba.

- ¿Qué haces? – dijo entrando a la habitación, con el pelo mojado y una toalla enrollada en la cintura.
- Solo… - No pude controlarlo. Mis ojos se clavaron en su cuerpo húmedo, como aquella vez que lo vi en traje de baño en el patio. – Veía tus dibujos. – Reaccioné y fijé mi vista en los dibujos. – Eres bueno.
- Gracias. – sonrió. – Puedes ir a bañarte. – asentí. Fui hasta el baño sin mirarlo.
- ¡Ah!… - me giré – tus papás salieron. – frunció el ceño. – Tu papá me dijo que volverían tarde… si es que volvían. – me encogí de hombros.
- Oh… La reconciliación. – susurró.
- ¿Qué?
- Es común… Después de la pelea, se reconcilian y hacen como que nada pasó. – Sabía que aquel tema familiar lo ponía incómodo, así que solo pronuncié un leve ”ah”, y me encerré en el baño.
Una vez listo, salí. Gerard no estaba, así que salí a buscarlo. Bajé hasta la cocina y ahí se encontraba.

- ¿Sabes cocinar? – dije riendo. Él se volteó al escucharme.
- Algo… - sonrió. – Haré almuerzo. No son horas para desayunar. – reímos ambos.
- ¿Te ayudo en algo? – dije acercándome a él.
- No, yo puedo solo, gracias. – sonrió. Me alejé, sentándome en una pequeña mesa redonda que se encontraba en la cocina.
- ¿Cómo estuvo la fiesta ayer? – pregunté, ya que no recordaba nada.
- Eh… divertida. Hubo pelas también, pero nada fuera de lo común.
- Ah… no recuerdo nada.
- No, porque te emborrachaste. – rió, aun dándome la espalda, ya que cocinaba.
- Quizás… No hice nada estúpido ¿verdad?
- Pues… dejando de lado que reías como idiota a cada segundo, te comportabas como un niño de tres años, que bailaste ballet en mi cuarto y que te dormiste mientras orinabas… no.
- ¡¿Qué?! – Dije sorprendido - ¿En serio hice todo eso?
- Si. – largó una carcajada. – y eso que no he dicho que me confundiste con una chica. – susurró de manera casi inaudible, pero de igual forma, logré oír”Me confundiste con una chica” ¿Qué quiso decir con eso? Mis mejillas hirvieron al imaginar que había hecho algo embarazoso, insinuándome a él, pero no quise preguntar nada. El temor de escuchar la respuesta era mucho más fuerte que la curiosidad, en ese momento.
- Entonces, ¿te divertiste?
- Supongo… - dijo, volteándose con ambos platos en la mano, sentándose frente a mí. - No había considerado la idea de que terminarías borracho, pero creo que igual me divertí. – sonrió no muy convencido. Continuamos comiendo y conversando. Después de terminar nuestro almuerzo, se ofreció para dejarme a mi casa. Yo acepte.
- Muchas gracias, Gerard. – dijo mamá, una vez ya instalados en la puerta de mi hogar.
- De nada, Linda. Cuídense. – me dio un abrazo y se fue. Iba a entrar, pero mamá me empujó hacia fuera.
- Vayamos a casa de Jenifer. Así podrás estar con Idiel.

No respondí nada. Solo obedecí. Jenifer era la madre de Idiel y mejor amiga de mi mamá. Estaba ansioso por ver a Idiel, ya que no recordaba nada del día anterior.
Al llegar nos recibió Jenifer cordialmente, como lo hacía siempre. Yo a penas entré, subí al cuarto de Idiel. Era algo común.

- Hola – entre sin siquiera tocar la puerta. Idiel permanecía sentada frente a la computadora.
- Hola, Frank. – dijo volteándose. Se puso de pie y besó mi mejilla. - ¿Cómo pasaste la noche? – dijo riendo.
- No recuerdo nada. – dije tocando mi cabeza. – Se que estuve con Alice un rato… Creo. – reí. – pero nada más. ¿Y tú?
Bueno… recuerdo que te emborrachaste. – rió, volviendo a la computadora. – pero Edward me vino a dejar temprano a casa, ya que yo no me sentía muy bien. – dijo simulando una botella que entraba a su boca. – Creo que tomé más de la cuenta.
- Al parecer… - quedé en silencio un momento, intentando pensar.
- ¿Qué pasa? – me miró algo asustada.
- No estoy seguro, pero tengo la idea de que le dije algo a Gerard… Tú sabes de qué hablo. – abrió sus ojos sorprendida.
- ¿De qué hablas? ¿Gerard te dijo algo?
- Pensó en voz alta. Dijo algo como: “me confundiste con una chica”… Algo así.
- No creo que le haya dado importancia, si te lo dijo así.
- Eso espero… - Me acerqué hacia ella para ver que hacía.
- ¿Con quién hablas? – dije al ver las ventanas de MSN.
- Con varias personas. – rió.
- ¡Idiel! – grité un su oído. Ella llegó a saltar.
- ¡¿Qué te pasa?!
- Agrega a Gerard. – se me había ocurrido algo.
- ¿Para qué?
- Para que te hagas pasar por una admiradora y así investigo.
- De qué hablas, Frank. ¿Estás loco?... Es amigo de Edward. Esto se puede prestar para malos entendidos.
- No seas exagerada. – dije pegándole levemente en la cabeza. – No pasará nada. Solo es para ver que opina de la homosexualidad, o qué se yo.
- Eres un psicópata, Frank.
- ¡Hazlo! No te cuesta nada.
- ¡Ash! Quítate – dijo empujándome hacia un costado, mientras buscaba algo en Internet. – Dame su MSN. – yo se lo dí, intentando ver que hacía. – Ya, listo. – se puso de pie y me sentó frente a la pantalla - ¿Qué hiciste?
- Hice un MSN nuevo. De una chica, obviamente… Ahora tu nombre es Molly. – rió.
- ¿Molly? – dije tomando el Mouse y verificando el msn. Gerard estaba conectado. Y a mi me dio algo de nervios hablar.
- ¡Háblale! – dijo Idiel, apoyada en mi espalda.
- ¡Sale! No quiero que veas lo que hablo con él.
- Soy tu mejor amiga. – dijo sorprendida. – tengo derecho a saber.
- No. No lo tienes ¡quítate! – la empujé.
- ¡Ash, Pesado! – se sentó sobre la cama a ver televisión.

Los dedos me temblaron al principio, pero luego al recordar que era “Molly”, me armé de valor para comenzar. Partí con una frase que lo dejara intrigado: ”Me dijeron que ansías conocerme”. No podía evitar comerme las uñas esperando su respuesta. ”¿En serio?... Y ¿Quién es la persona que ansío conocer?”. Me estaba siguiendo el juego. ”En tu corazón, sabes quién es…” respondí, después de pensar unos segundos qué decir.
Seguimos conversando durante un largo rato. Gerard, obviamente, descubrió que era “la chica”, lo que lo alegró demasiado. No pude plantearle temas como la homosexualidad, o cosas que yo de un principio quería averiguar, ya que la ocasión no lo ameritaba. En ese momento, yo era “Molly”. No podía sonar sospechoso. Gerard hablaba como si en verdad estuviera enamorado. Estaba muy interesado en conocer a aquella persona que le había robado el corazón, de forma tan misteriosa. Pero de un momento a otro, el mundo se me vino abajo. ”Creo que lo más justo, es que si tú me conoces, yo también debería hacerlo” dijo de la nada. ”Juntémonos en el bosque, que se encuentra a tres calles del colegio”. Quedé en shock. Gerard simplemente cerró la cesión, sin esperar respuesta. Quede pensativo por un largo rato. La decisión de si ir o no, era la más importante que había tomado en mi vida. De aquella decisión, dependía todo. Al fin dejaría las mentiras de lado y me liberaría de aquel pesar, pero corría el riesgo de que el amor de mi vida, no me quisiera ver más.

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